Hablar de leña y no ponerse romántico es imposible. Junto
con la recolección de frutos, debe ser la actividad más primitiva del hombre,
en toda probabilidad fue la actividad causante de la primer herramienta. Utilidad
absoluta. Cuando voy a buscar leña, me gusta ir caminando, con un carro, para
no usar un vehículo a motor. Llevo un
trozador, y nada más, mi perra me sigue.
Generalmente busco acacias secas, o las ramas grandes que caen de los
eucaliptos, muchas veces me alimento de los restos de una depredación más
grande, los hombres que venden leña van solo por los troncos gruesos. Es
trabajo duro cortar solo con el trozador, los dientes son gruesos, así que son
torpes, si la rama está en el árbol es mucho más fácil, uno va seccionando, y
la firmeza maximiza la calidad de la aserrada. No estas alejado del hombre,
pero si puedes escuchar el ruido del mundo sin maquinas. Pájaros, insectos, se
mueven las ramas pequeñas en el suelo, el pasto susurra con una especie
escurridiza, te rodea la vida. Tus pensamientos divagan sin perder la atención en
la tarea, te mides como hombre, estudias tu pasado, te cuestionas, pero la
realidad del momento y la utilidad de lo que haces disipan cualquier
existencialismo. El cuestionamiento no existe en lo primitivo. Cuando corto leña soy un salvaje, mis músculos son necesarios, mis debilidades, que están asociadas
a otro mundo, al lenguaje, inexistentes. El carro se va llenando, la camisa mojada de sudor,
también el cabello, la barba es siempre fresca. Una más. Otra. Son lindos los
trozos de madera, es algo pesado, tiene una textura encantadora, firme sin ser
dañina, cálida y segura. Juntar la leña para el fuego. Es lo que quiero,
prenderle fuego. Me ilumina, me calienta, cocina mis alimentos. Me detengo un segundo, hace calor, el trabajo
es duro, se van cansando los brazos, el carro casi lleno, noventa, cien kilos tal vez. En casa todavía tengo que seccionar, por lo menos a la
mitad, la mayoría de los troncos. Me voy. Mi perra siempre cerca. No puedes
hablar de leña y no esperar algo romántico, es imposible pensar en fuego y no volverse un
niño, un enamorado.
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