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C.E.O. V Final.

(Existe una versión mucho más larga de C.E.O., acá publico la versión que salió en el libro Filosofía Momento)

Marta entra en el café, su café, que no es más que una franquicia de una muy conocida cadena de cafés-panadería-dulcería donde todo es casero pero viene congelado, todos sus empleados la saludan muy respetuosamente. Viene de su intento, fallido, por conseguir el divorcio, su esposo empezó a almorzar y la ignoro como se ignora a los locos, le dio la razón y le dijo que lo iba a pensar, ella sabía que no. Pero ella terminó de comer y se paró, y va a continuar con su vida y pronto lo intentará de nuevo.
La cajera se le queda viendo y le guiña un ojo. Marta responde con una leve sonrisa. Se acercan.
-     Y? Todo bien. Pregunta la cajera.
-     Carmen no tienes idea.
-     Idea de qué de Bien o de Mal.
-     La verdad no sé.
-     Pero le dijiste, de tus viajes, tus sueños, de Juan.
-     Si Carmen, le dije a mi esposo que me quería divorciar de él porqué me enamore de un tipo que quiere poner un Kiosco.
-     Entonces que le dijiste.
-     Nada, nada que quería divorciarme de él, le intente dar razones, pero el no escucha y además, pensó que le daba una orden. El no toma ordenes de nadie.
-     Tengo que ir a la caja, pero no te preocupes que después hablamos.
Se separan y Marta va a su pequeña oficina ubicada al final de la cocina. Entra y se sienta en su pequeño escritorio, abre una gaveta y saca una agenda, busca la letra G y lee el nombre Juan Gómez, levanta el teléfono y empieza a marcar mientras dice en voz alta: "Juanchi, espero estés pensando en mi".

           
            Diego se encuentra desnudo sobre una mujer de unos cuarenta años, tiene el cabello negro pero teñido a rubio, están tapados hasta los hombros con una sabana roja, o por lo menos ese parece ser el color, la luz es muy escasa. Sabemos que es un telo, un hotelito, un albergue transitorio, barato, de paredes con papel tapiz de flores en un principio anaranjadas, ahora marrones, hay un par de cuadros con figuras egipcias. Diego y la mujer están cogiendo. Bueno, el está cogiendo, ella espera a que él termine. Ella no emite sonidos y él tampoco, es hombre. El sigue por un tiempo.
          Y sigue.
          Sigue.
          Sigue.
          Sigue.
          Termina, sin mucho esfuerzo, sin mucha prisa, solo lo hace. El habla primero, mientras se le quita de encima y se sienta en la cama:
-          Te gustó?
-          En verdad quieres saber?
-          No. Ustedes las baratas ni siquiera hacen un pequeño esfuerzo.
-          Claro que no, por eso somos las baratas. Dame un cigarrillo.
-          Toma, no te vistas que quiero otro en un rato.
-          Si, no te preocupes.
-          Ya vengo.
-          A donde vas
-          Al baño. Espero que no haya nadie. No puedo creer que esta vaina no tenga ni baños privados, aunque sean sucios.
-          Tu puedes pagar algo mejor.
-          No importa.
-          Lo que tu digas.
Se para y se va. Sale del cuarto y da un par de pasos por un pasillo igual de mal iluminado y llega a una pequeña puerta, toca. se escucha un gruñido, un pedo y como alguien baja la palanca. Mira al techo como buscando una respuesta a sus gustos, como buscando una pastilla que le ayude a cambiar sus gustos. Piensa por unos segundos en su escusado limpio y caro en su casa. Piensa en su esposa dura y operada. Piensa en la puta que se acaba de coger y se excita. Se abre la puerta y aparece Sebastián.
            Ambos se miran a los ojos por unos segundos, Diego baja la cabeza y suelta una pequeña risa nerviosa, después habla:
-          Parece que al final si somos iguales.

-          No mi señor usted está muy equivocado, este es mi hotel, usted es mi inquilino.

C.E.O IV

En un parque de la ciudad esta Juanchi, de unos treinta, en un banco con dos hombres de traje, iguales, sentados a cada uno de sus lados. Sebastián tardó treinta minutos en llegar ahí desde el restaurante, ya paró el auto y está quince pasos de ellos.
Llega. Le habla a los hermanos:
            -Déjennos solos, pero quédense cerca.
            Empieza a hablar con Juanchi:
            -Juanchi, Juanchi… En verdad creíste que te me ibas a escapar tan fácilmente.
            La víctima intenta defenderse.
-No por favor no gastes saliva.  Quien te crees que eres tú para venir a tratar de robarme a mí.
-Jefe yo no le robe nada.
-Ah no! Y tus últimos tres pagos, donde están? Porque yo no los tengo.
-Jefe se los iba a dar se lo juro.
-Bueno dámelos.
-Ahora no lo tengo.
-Que casualidad no. Puta que eres ingrato. Mírate! Estás completo, pertenecías al primer grupo, y tenías una de las mejores esquinas y que hiciste, me traicionaste…Esta me la pagas.
-Jefe es que con la plata que estaba ganando, pude invertir en unas cosas y ahorrando, se me presento una oportunidad para montar un kiosco y…
-Pero que bonito, un kiosco. Y un kiosco te da tanto como la esquina donde te puse?
-No, pero es una oportunidad para salir de la calle.
-Si es verdad, pero yo te pregunto, Cómo pensabas pagar tu deuda?
-Bueno, poco a poco yo iba a , bueno… usted sabe… cada mes… con un porcentaje…
-Te ibas a hacer el loco. Ingrato!
-No! Jefe yo…
-Cuando llegaste a mi no tenias ni camisa. Mírate ahora hasta zapatos nuevos.
-Yo trabajé mucho.
-Si pero quien te dio trabajo.
Espera unos segundos para tranquilizarse, y se toma un momento para detallar a Juanchi y lo compara con la primera vez que lo vio. Nada que ver. Está todo en los zapatos.
-Lo siento vivito, pera esta no la puedo dejar pasar, si tu te me vas, se me van todos y entonces reinaría el caos.
-Jefe, yo vuelvo, se lo juro.
-No juanchi, no con zapatos nuevos.
Sebastián se para y le hace señas a los hermanos Gutiérrez, para que se acerquen. Estos se acercan y Sebastián les dice en susurro, "déjenlo ahí sentado por dos días sin agua y sin comida, después no sé que voy hacer, pero vayan considerando un tiro a la cabeza", ninguno dice nada, solo van a tomar sus respectivas posiciones. Juanchi inútilmente grita y suplica.
Ahora está el jefe con su hombre sentado en el auto y pensativo con la mirada fija en el taxi con patente JFA-729 que no esta viendo, le dice a su compañero: "Demos una vuelta por el corral que se me están alborotando las gallinas".


Ismael Castillos está en su computadora revisando los números del cuatrimestre pasado y nota ciertas anomalías en el departamento de contabilidad, o por lo menos ahí cree que está. Nota que hay un poco menos de ganancia, cuando no se han incrementado los gastos y el negocia ha aumentado. Ingresa a los datos individuales de cada empleado y revisa la cantidad de dinero que cada empleado reviso en los últimos años. Algo no anda bien con el empleado 214. Le dice a su secretaria que lo comunique con ese departamento y a continuación le dice al encargado que despida al empleado 214. 

C.E.O. III

Una esquina transitada con muchos autos, todos detenidos porque el rojo así lo dice. Caín extiende su brazo derecho a cada conductor y lo que queda del izquierdo al cielo, un auto muy lujoso baja la ventanilla y una mano generosa le entrega una moneda, el auto vale unos miles de dólares el conductor millones, es Diego Leeros que va en camino al restaurante español que tanto le gusta por que tienen el jamón importado y el pulpo portugués, de Portugal, ahí lo espera su esposa, esta después de mucho pensarlo y ya segura de lo que quiere para su futuro, le va a pedir el divorcio.
Cuando Leeros llega el valet lo reconoce y es especialmente educado, también al entrar le indican rápidamente donde esta su esposa y cuando se sienta no tardan en preguntarle lo que desea tomar, el responde lo de siempre y en pocos minutos le traen el whiskey mas caro con hielo y un toque de soda, ya esta con su trago, frente a su mujer y listo para empezar lo que el cree va a ser una pequeña negociación.
Ella esta vestida con un vestido simple, blanco con flores amarillas y una que otra verde, tiene puesta una chaqueta de Jean y zapatos blancos, cómodos. Esta tomando una copa de vino blanco, casi amarillo, francés chablis. Ella habla primero:
- Tomando tanto desde el almuerzo. Diego ya pedía el segundo.
-Desde el desayuno. No te ves muy bien, cual es tu misterio?
-No te parece que deberías de por lo menos pretender que te interesas por crear una atmósfera medio agradable, pregúntame por el café, lo que hice esta mañana.
-Vivimos juntos, compartimos cuentas bancarias, salimos de viaje juntos y hasta te compre el bendito café. Lo se todo, no te voy a dar el gusto del teatro.
-Bueno, señor de negocios, se me olvido que usted va siempre al grano. Se calla por unos segundos como meditando sus palabras y lo suelta: Quiero el divorcio.
- Estas jodiendo no?
- No, es enserio. Quiero el divorcio.
-No. Para esta mierda me hiciste venir, me lo podías decir en la casa.
-Los n
-Niños! Si. Puta piensa en ellos. Por que son dos pendeja.
-Cuida tu lenguaje grosero.
-No entiendo. Esto de repente.
-Hay muchos motivos. No podrías empezar a entenderlos. Desde que tengo el café, me doy cuenta de muchas cosas. Es complicado. Quiero hablar contigo desde hace mucho tiempo pero tu nunca estas en casa y si no simplemente no quieres hablar. Mira esto, tuve que hacer una cita para pedirte el divorcio. No me mires así. Anda échate un trago, eso siempre te ayudo.
-Así de repente me vienes con esto. Estas jugando, no puedes hablar enserio, ordenemos, hoy quiero comer carne.
- Esto en enserio, no quiero comer quiero hablar y resolver esto.
- Hay otro cierto.
- No.
- Respondiste muy rápido. Y sí comemos, que tengo hambre y me da la gana.
- Diego, esta vez no tienes el control. Nadie lo tiene. Quiero el divorcio y punto.
- Yo siempre tengo el control.
Diego se para de la mesa con un poco de rudeza y se va al baño. Cuando llega se quita el saco que todavía tenia puesto y lo coloca en un pequeño gancho detrás de la puerta se empieza a lavar las manos y un miedo con toques de tristeza empiezan a invadir su cuerpo, levanta la mirada y se mira en el espejo, tiene la corbata mojada, empieza a llorar.
 De uno de los baños sale Sebastián y lo mira compasivamente y sin ningún tipo de superioridad, tiene puestos un Jean y una camisa verde un poco arrugada, anoche fue una jornada difícil, no pudo dormir y la joven que ahora lo acompaña exigió de su compañía toda la mañana. Diego no aguanta la vergüenza y se empieza limpiar las lágrimas.
            -Animo campeón! Que la cosa no puede ser tan mala. Dice Sebastián ofreciéndole una sonrisa.
Diego lo ve de arriba a bajo y con tono despectivo contesta:
-Disculpe, pero no creo que alguien como usted pueda entender mis problemas.
-Alguien como yo, me parece que tu no entiendes ni los tuyos no los de nadie.  Además, alguien como yo! Los dos estamos comiendo en el mismo restauran pendejo.
Sebastián sale y se encuentra con su amiga, una acompañante muy costosa, paga la cuenta sin sentarse y se van, en la puerta lo espera su auto y el hombre anterior mente mencionado. Sebastián a la mujer:
-Mi vida te vas en taxi.
-Por?
-Tengo que trabajar.
-Bueno gracias por la comida.
Le da dinero y un gran beso. Sebastián al hombre:
- Listo?
- Si jefe, lo tenemos. Lo están cuidando los hermanos Gutiérrez.

- Muy bien vamos.

C.E.O. II

           Contra más alejados del mundo estamos mas importante nos sentimos. Tan sucio está el mundo, tan asquerosa es la ciudad, que contra menos contacto con ella mejor. Nos gusta estar en la punta. Contra más distancia de la calle tienes, más poder.
            En el lobby de un edificio de treinta pisos se encuentra Nicolás.
            El lugar es el centro de operaciones de Transportes Leeros, una de las compañías de transportes más grande del país y una de las mas importantes del continente americano. Se encargan de mover de arte a ganado, todo. Este lobby podría ser perfectamente el de un hotel, una gran recepción con dos secretarias uniformadas y un par de guardias de seguridad, sillones de cuero negro, y hasta un bar, en el cual se encuentra Nicolás bebiendo agua con gas, no quiere que nadie lo vea consumiendo alcohol antes de una entrevista de trabajo, tiene puesto un traje, una camisa morada y una corbata negra, su pelo negro esta manipulado con casi cien gramos de gel para asegurar una buena presentación. Tiene media hora esperando. Siente una mano en su hombro y cuando voltea la ve, flaca, vestida de chaqueta y falda roja, rubia, alta, con una carpeta en la mano y otra extendida mientras empezaba a hablar:
            -Hola, tu debes ser Nicolás Weber.
-Si! Tu debes ser Sabrina.
-Si, ¿tienes mucho tiempo esperando?
-No, como diez minutos, pero no te preocupes, me imagino que el señor Leeros esta siempre muy ocupado.
-Como no tienes idea.
            Ella se da vuelta y el instintivamente la sigue, van hacia los ascensores.
            -Estoy muy agradecido que tenga tiempo para verme. Dice Nicolás una vez que entran en el ascensor.
-El no te va a ver. El rara vez concede una entrevista de trabajo y nunca para una posición como la que estas aspirando, tu entrevista será con Ismael Castillos, si te contratan el, será tu jefe.
-De acuerdo.
-Y no creas que todo el edificio es nuestro, solo manejamos el lobby el piso 15, 16, 29  y el pent house.
            Llegan al piso quince, salen del ascensor y se van por el pasillo de la derecha, después izquierda y llegan a un escritorio, la secretaria que se encuentra allí levanta la vista y sonríe mientras que Sabrina pide permiso y sin esperar respuesta entra en la oficina de Ismael Castillos.
            Ismael, un hombre medio logrado esta sentado en su escritorio, la oficina es simple, tiene una computadora y no se ven muchos papeles, un par de cartas en el escritorio, mucho metal y vidrio, bastante moderno, abierto, fresco. Ismael habla primero:
            -Sabrina! Me vienes a visitar.
-No, la verdad te traigo un delivery, este es Nicolás Weber. Nicolás, este es el señor Castillos
-Mucho gusto, siéntate por favor.
Y Nicolás como le han enseñado a obedecer, obedece.
-Chicos los dejo, mucho por hacer y muy poco tiempo.
Ambos se despiden. La entrevista comienza.
-Así que Nicolás, leí tu currículo, muy bien en la Universidad y en tus pasantías, hasta en tus primeros trabajos.
-Gracias.
-Así que dime, estas aspirando a una posición de Asistente General de Operaciones en las Zona Norte del País, que te hace pensar que eres el adecuado para el trabajo.
Pero no es importante lo que tiene que decir ahora, es importante lo que dibujaba hace un tiempo, siete anos atrás, antes de comenzar la Universidad privada y los trabajos mediocres que tanto odio al principio. Pintaba, le gustaba el acrílico y la acuarela, le gustaba ensuciarse, crear, pero estaba claro para su familia que su firma debía estar en cheques, no en colores.

Sus pinturas fueron destruidas por el mismo en su tercer año de facultad, según el ya no era necesaria. Al final consiguió el trabajo.

C.E.O. Primer Capitulo. (Re-edición del libro Filosofía Momento) Todos los dias una entrega.

            La oscuridad separa, la claridad une, pero no de otros, si no de uno mismo, porque estamos divididos, en lo que somos lo que queremos y lo que podemos ser. Por eso hacemos las cosas malas entre sombras, para no vernos, para no encontrarnos, para que nuestras partes no se enfrenten. Hoy a los demás los vemos igual de noche que de día, con cualquiera te encuentras a cualquier hora, con cualquiera te comunicas en cualquier momento, solo nuestro interior tienen día y noche, solo con nuestra luz interna luchamos, y como viene de adentro con facilidad la ignoramos.
En un camino oscuro del centro de la ciudad se encuentra Caín.
Esta parado frente a una puerta de madera alta y delgada, muy antigua, sostenida por unas paredes viejas y con filtraciones. Viste una camisa de rayas verticales blanca y azul con unos pantalones marrón claro, todo esta muy viejo y el esta muy sucio. Sus medias tienen huecos, pero no se ven ya que no coinciden con los de los zapatos, "Defecto que no se ve no existe" le dirá Sebastián mas adelante, aconsejándole que los haga visibles. En el callejón no hay más iluminación que un bombillo, sin lámpara, a un metro sobre la puerta, a veces los autos que pasan por las avenidas cercanas, mas no por ahí, lo iluminan por unos segundos y dejan ver a las prostitutas al principio de este. Se escucha el murmullo de la ciudad dormida, sirenas distantes, aires prendidos, multitudes llorando, una que otra risa.
            Mira por unos minutos a su alrededor y después de un largo suspiro da tres golpes, leves y seguidos, en la puerta, y espera.
            Pasan dos chicos en bicicleta, riendo.
            Espera.
            La puerta se abre y aparece un hombre pequeño y gordo, también calvo. Lleva puestos una camisa roja de mangas cortas, un pantalón gris y un blazer negro. El hombre habla primero:
     -   Si?
     -   Vengo a rezarle a San Sebastián.
     -   …. esto no es una iglesia.
     -   Si lo s-e… pero los chicos en la calle me dijeron que…
     -  Si si, eso es un juego para atrapar a las pendejos, aquí las cosas son serias muy serias. Entiendes?
     -  Si, es usted con quien debo hablar.
     -  No, pasa. Vamos a ver si te sacamos la idiotez.
Entran y la luz es tan escasa que casi no se puede ver, el hombre cierra la puerta asegurándose de pasar varios cerrojos, se distingue una puerta entreabierta y más luz en el otro cuarto. Quédate acá, dice el hombre y pasa a la otra habitación, se escucha el murmullo de una mujer y seguido la riza de tres.
La mujer es una secretaria encargada de archivar vidas y asignar cobradores, una burócrata, una herramienta, mientras sale del cuarto le indica a Caín que entre y este sin más opción que obedecer, obedece.
Ahora habría que imaginarse la oficina de un presidente si tuviera que vivir escondido, la guarida de un traficante de blancas en medio de un convento, mucho en muy poco lugar, información peligrosa y confidencial a corto alcance, tus playboy bajo tu cama, suficiente luz como para no saber si es día o noche, suficiente humedad para desfigurar una fotografía, y como en toda oficina respetable e importante equipo de computación ultimo modelo, eso si, sucio.

-Así que Caín… que nombre más feo. Pero bueno no importa, a lo mejor lo podemos utilizar.
Esa fue la primera frase de Sebastián, una voz dulce y severa que venia de atrás, cuando volteo estaba muy cerca, tal vez peligrosamente cerca. Se podía sentir su perfume caro, gordo pero no tanto, con cabello castaño claro y corto pero un poco largo, ropa cara y oscura, el estaba muy limpio.
-Entiendo que te mando Roberto y que estas acá por tu propia voluntad. Continúo mientras se sentaba en su escritorio,
-Si señor, yo solo quiero…
-Si, alimentar a tu familia. Todos dicen lo mismo. Hasta los niños. Vallamos al grano, qué tan grande es tu familia?
-Perdón?
-Tu familia! quiero saber cuanto quieres ganar.
-Somos cinco.
-Cinco... Cuántos de esos son niños?
-Tres.
- No va ha ser fácil. Tengo las calles llenas. ¿Cuánto te quieres perder?
-Lo que sea necesario. Ya lo hable con mi mujer y decidimos que no iba a ser problema.
-Mujeres, todas carecen de conciencia. Bueno. Me imagino tienes idea de cómo funciona.
-Algo.
-¿Algo? Se puede ser ingenuo para venir a un lugar como este sabiendo solo algo, y además con tres hijos. ¿Quieres ponerlos a trabajar?
-No.
-Bueno. Expliquémoste un poco mas de ese algo que tu sabes. Si yo decido que entres a nuestra familia te daré los recursos para que puedas hacer el dinero que quieras y te daré un buen lugar para poder hacerlo. De nuevo, depende de ti que tanto quieras hacer. Ahora, sabrás que no es fácil suministrar los recursos así que por mi generosidad tendrás que pagar siempre una cantidad al mes hasta pagar la deuda de dichos recursos y después hay que pagar por el lugar. Mira que el espacio no sale gratis.  Te pregunto, hay tres grupos me imagino que no eres tan ignorante como para no saber eso. ¿A cual quieres pertenecer?
-El medio señor.
-Muy bien. Seguro que quieres hacer esto.
-Si.
-Puedes con la responsabilidad, mira que si te equivocas no hay juicio.
-Si.
Sebastián lo mira y mientras lo hace distrae la vista por unos segundos a la puerta donde su secretaria lo ve con una de esas miradas de dale-a-este-una-oportunidad-mira-que-con-tres-hijos-seguro-fue-dificil-venir-aquí. 
-Perfecto. Vete. Bienvenido.
Y le entrega una pequeña nota.
-¿Ya? Pero…
-Vete!
-No tengo plata para el colectivo.
-Pide, empieza a practicar.

Seis de la mañana, pocos bolsillos en las calles, el centro es un mar de oficinas,  a esta hora todas apagadas, ocasionalmente la inutilidad ayuda y no hay nada más inútil que una oficina vacía. Media hora para un peso y solo una mirada. Caín ya va camino al hospital Alemán, ahí le dijo la secretaria que fuera de inmediato y que llevara la nota con el, sentado y casi solo en el autobús no sabe si leerla. Tiene la información de su vida en las manos y no sabe si debe accederla. No es fácil saber, hay que estar preparado. Pero la curiosidad mato al gato, a veces lo mutilo. En la nota esta escrito E56-L, con la firma de Sebastián y el numero 874, eso es todo. Así que la nota cerrada o abierta es lo mismo.
Una vez más se me presenta el futuro y soy incapaz de descifrarlo.
Llegar al hospital Alemán no es fácil, hay que cruzar ciertos suburbios de la ciudad donde no pasa el transporte público y donde si no te ves bien se aseguran que nadie te vea. En la recepción te mandan a otro hospital si no tienes la documentación adecuada, el buen trato y el buen material no salen baratos, así que una buena chequera también esta en regla, claro esta que una nota de Sebastián es crédito al instante, eso si del material no del trato.
            De pronto en un cuarto blanco y pequeño, al que no se llega con el ascensor, hay que bajar un par de pisos por las escaleras y pasar un par de guardias de seguridad, que gracias al mal pago que reciben de la empresa (la cual se encarga también de “vigilar” ciertos reclusorios mentales) hacen su trabajo con poco esmero y sin atención. Hay otros cuartos en el piso, pero a nadie le importan. Caín espera sentado en la camilla, desnudo con una bata que parece de papel, papel celeste. Mira todo y no entiende como no hay sabanas en la camilla y aparatos raros o luces extrañas. No hay aire acondicionado, solo una ventilador de techo que también sostiene la luz y hace que la parte superior del cuarto se vea intermitente. Esta solo por media hora hasta que entra un doctor con la famosa nota en la mano. Sin verlo le pregunta.
-   No hay especificaciones ¿Qué deseas?
-   No se, que se acostumbra.
-    Un brazo, es lo más cómodo.
-    Bueno. El izquierdo.
-    Tomate esto, vuelvo en unos minutos.
Le entrega dos pastillas, normales e inofensivas a la vista como todas las pastillas, se las toma y se acuesta. La pastilla lo duerme y en su mente se revela su historia, pero como contar un sueno, como se retrata la energía, quien sabe como se ven tus fantasías, dejemos que el nos cuente:
“Llego una tarde a mi caza, cansado de buscar trabajo, mis tres hijos juegan en la sala viendo una televisión que pronto venderé, miro por una ventana y mis padres siembran en el campo donde crecí. El caballo que nunca tuve pasa corriendo y se aleja. Mi mujer esta sentada en la cocina revisando cuentas pendientes y su mirada me indica que para el cumpleaños de Mariano, mi hijo menor, en una semana no van a haber regalos, me gustaría llevarlo al rió, enseñarle a sembrar fresas, a matar conejos, pero vendí mi chacra para comprar este departamento en la ciudad, para ir al cine, para ir al teatro que nunca entendí, a la universidad que mucho sufrí. No aguanto el dolor! La responsabilidad! la frustración se apodera de mi ser de mi anatomía, mis manos tiemblan y mi corazón se acelera, corro y salto por la ventana… pero un quinto piso parece no ser suficiente. Caigo.
Caigo y Caigo, caigo, caigo, caigo. Caigo y me pierdo. Caigo sin llegar al fondo. De repente entiendo que caí dentro de mi, que no tengo final que soy un abismo. Mi interior es detestable, un montón de inútiles memorias, de dudosos sentimientos. No tengo un piso donde caerme muerto, estrellarme con suerte desfigurarme, ni siquiera las alas de mi espíritu son lo suficientemente fuertes para controlarme y evitar la caída. Noto a mi alrededor, con dificultad ya que el viento en cara es muy fuerte, partes de mis hijos, los brazos y piernas de mis seres, la sangre me salpica la cara, sus cabezas caen mas rápido que mi cuerpo. Despierto."
Despierto en mi cama junto a mi esposa, pero no es ella, esta muy flaca,  pero no es ella, esta muy flaca, casi en el hueso, empiezo a sudar y me limpio con las manos, cuando las veo están llenas de sangre, de nuevo el pánico, vuelve la angustia, el miedo, me paro y salgo corriendo de la casa esta vez por la puerta. Estoy en el campo. Estoy tranquilo. Siento un río cercano de agua cristalina que atraviesa mi pecho, veo a mis hijos jugar en el pasto y perseguir a un perro, veo a mi esposa, saludable y vigorosa, recolectando fresas. Despierto." 
Caín despierta en la calle, en algún lugar del centro, alguien le hizo el favor de sacarlo del edificio por la puerta de atrás y llevarlo a su lugar de trabajo. Está sentado y pequeños espejos reflejan el sol en el suelo. Monedas. Siente un dolor en su hombro y por primera vez su sortija de matrimonio en la mano derecha. Su brazo izquierdo ha desaparecido.


Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...