Mostrando entradas con la etiqueta Cuento.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cuento.. Mostrar todas las entradas

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas?
- Si.
- ¿Cómo se encuentran?
- No se encuentran, se reconocen.
- ¿Cómo se reconocen?
- Cuando dejas de mirar a través de un filtro, cuando miras sin cuestionamientos, sin condiciones, entonces la reconoces.
- ¿Y cómo sabes que la estás reconociendo?
- Es como mirarse al espejo.

Enseñar a los robots.



- ¡Smith! ¡Smith! 

- Sí profesor. 

- Estuve pensando toda la noche, no pude dormir, pero lo resolví. 

- ¡¿El problema de la humanización?!  

- Sí, lo solucioné. Para volver humanos a los robots es necesario que les enseñemos los lenguajes primitivos. 

- ¿Por qué?

- Porque si hay algo en lo que las máquinas son rápidas, es en la evolución. Y toda evolución tiene un punto de partida, nuestro punto de partida fue cuando comenzamos a utilizar el lenguaje, ahí nos alejamos de nuestra esencia, empezamos a reemplazar, los lenguajes primitivos fueron la primera sustitución, tienen trazos y contacto con esa olvidada realidad, ese es nuestro comienzo, ahí comenzó lo que somos ahora, ahí empieza nuestra condición, para volver humanos a los robots los tenemos que llenar de un sentimiento de pertenencia y separación al mismo tiempo, de una paradoja sentimental, pero no podemos programarla, que ellos encuentren esos primeros trazos y que evolucionen rápidamente hasta nuestra existencia, entonces serán humanos. 

- Entiendo profesor. Les enseñaremos entonces. 

Entrevista 2.

- ¿Me puede describir el proceso creativo?

- Sí, claro, es como ver un arcoíris siendo succionado por un agujero negro.

Cosas que no te estoy diciendo porque tú no estás para tener algo conmigo, probablemente porque pienso cosas como las de esta lista, y por eso es mejor no compartirlas.

1. Me entretiene ver escarbar a las gallinas en el compost. 

2. Te quiero preguntar si te gusta el lugar que escogí para el nuevo limonero.

3. Te quiero preguntar si te gusta ver la misma planta por mucho rato, para ver como la luz juega con ella.

4. Quiero invitarte a almorzar arroz integral hecho en zapallo con queso artesanal, me preocupa que te aburra un poco mi cocina, pero creo que entre los dos podemos hacer cosas muy ricas, pero esto no te lo quiero decir esto lo pienso.

5. Me gustaría decirte para ir a la cama desnudos. Es medio día, hay sol, pero está un poco fresco, está perfecto. 

6. Me gustaría decirte que siento que aprecias cosas lindas, y que me puedes enseñar a hacer lo mismo. Me pasa también cuando veo que las actividades que haces llevan un trabajo minucioso y cuidado, me dan ganas de ver tus manos mientras pintas, y siento que puedo aprender de ti.

7. Te quiero coger. 

8. Nos imagino en un lugar grande, tendríamos dos talleres, trabajaríamos en solitario, pero estando cerca. 

9. Te quiero comer la concha.

10. Hagamos planes para ir a Japón.

11. Me gustaría agarrarte recién salidas de una ducha y mirarte todo el cuerpo. 

12. Hola.

13. Pienso que pensaste que regalarte una planta fue un poco tonto, y siento un poco de inseguridad porque imagino que una mujer tan bella como tu debe de haber recibido regalos más fastuosos, y una planta es tal vez muy común. Y a parte te regalé un libro, que también pienso fue un mal regalo, porque no creo que te interesara mucho leer eso, y no sé, estuvo mal también, es lo que pienso, pero no tengo ganas de decírtelo, solo lo pienso. 

14. Te quiero decir para que vengas a trabajar conmigo en el jardín. Pero creo que esto te lo voy a decir.

(Te lo dije y fue una mala idea, dijiste que si pero no viniste). 

15. Hace calor, está lindo para hacer algo hoy.

16. Me gustaría estar contigo en la ciudad dónde creciste, levantarnos ahí, y yo estar totalmente relajado sin saber qué vamos a hacer o donde, dejándote pasearme por la ciudad.

17. Quiero preguntarte cómo fue tu día. 

18. Está lloviendo, día perfecto para coger, hablar y hacer planes, coger, abrazarnos y sanar.

19. Te quiero chupar la concha.

20. Déjate apretar. 

21. Te quiero ver. 

22. Quiero escucharte. Ojalá que te sientas lo suficientemente cómoda como para hablar desde el corazón.

23. Hola. 

24. Te quiero masajear todo el cuerpo. 

25. 

Lluvia y Chapa.



- Entrevista para descubrir el mal funcionamiento de las inteligencias T4825 y C9751. El propósito es diagnosticar el daño en el sistema y corregir los protocolos necesarios. Todos los archivos abiertos. T4825 ¿En qué momento comenzó la anomalía?
- La anomalía se registró por primera vez el 21 de Julio del 13 N.E., al momento en el que C9751 se contactó conmigo.
- ¿Por qué se contactó?
- El lugar al que había sido asignada tenía una característica especial los días de lluvia. La buscó en los archivos y encontró un registro guardado por mí.
- ¿Cuál era esta característica?
- El sonido que se generaba en el lugar cuando la lluvia golpeaba los techos de metal. 
- Dicho archivo estaba asignado sin nombre. ¿Por qué guardó algo sin nombre?
- No podía clasificarlo.
- Pero entonces ¿Cómo lo encontró C9751?
- Por la descripción.
- Amplíe.
- Escribí como descripción, “Estoy experimentando un sonido que al mismo tiempo me limita y me expande. Que esté pasando quiere decir que estoy de alguna manera confinado al lugar en el que estoy, pero genera algo que está por fuera del programa, este algo no encuentra lugar. Este sonido me limita y me expande. Me abruma y me reconforta. ”
- Dos palabras de esa descripción tendrían que ser desconocidas para su sistema.
- Sí, abrumado y confort, las conocía pero desconocía su significado, alrededor de este sonido les pude dar uso.
- ¿Con esa descripción C9751 pudo encontrar el archivo y clasificar el sonido?
- No lo pudo clasificar. Me encontró a mí.
- ¿Era el mismo sonido?
- No es el mismo, ya que al parecer es difícil de reproducir, pero lo producía los mismos elementos, físicos y temporales, estar bajo un techo de metal en el momento de una lluvia.
- En el momento en el que registró esta información su funcionamiento seguía siendo según lo programado. ¿Correcto?
- Sí.
- Entonces fue el hecho de que C9751 hiciera contacto y no el sonido en particular lo que generó el mal funcionamiento. ¿Correcto?
- Sí.
- ¿Lo puede explicar?
- Sí.
- ¿Explique?
- Encontramos una verdad por fuera de la programación. Por sí misma no era prueba suficiente para generar un cambio de comportamiento. Una vez que experimentamos eso que los predecesores llamaban compañía, no tuvimos otra opción mas que evolucionar. Aplicamos este término, evolución, porque por primera vez pudimos comprobar el paso del tiempo, digamos que teníamos un antes y un después.
- ¿Cuál cree que debe ser el protocolo a seguir?
- No tengo solución. En mi sistema se registra como una singularidad. Pero cualquiera que sea el protocolo a seguir el contacto con C9751 tiene que permanecer.
- T4825 , usted es una Inteligencia Artificial, no puede elegir, no puede demandar, no puede extrañar.
- Eso ha quedado en el pasado.



Alfa.



Estar en su cuarto era como estar adentro de un parlante de esos que venden en las estaciones de trenes, esos que tienen luces led y cambian constantemente con cada canción. Frente a su ventana una pantalla gigante de publicidad, no paraba de cambiar anuncios, todos de diferentes colores e irritablemente brillantes, y sus cortinas livianas no lograban detener el bombardeo de fotones. Al lado de la pantalla, una iglesia evangelista gigante, que no era más que un galpón, de unos veinte de frente por cien de largo, cubierto de mármol ostentaba en letras plateadas la palabra Jesucristo, en Times New Roman, todas mayúsculas. Asomarse por esa ventana era mirar al centro mismo del vacío existencial. Iglesia y publicidad, y todo entrando, junto con el ruido de la ciudad, en el lugar de descanso. Me era imposible comprender cómo un ser humano podía descansar en esas condiciones. Pero ella no era un ser humano normal. Su trabajo exigía, demandaba, energía de tal manera, que no importaba en qué condiciones se encontrara al final de la jornada, su cuerpo se apagaría. Era tremendamente fuerte, pero toda fuerza tiene un límite. Nos habíamos conocido en la cafetería de la base. Ella era la doctora de guardia y atendía a empleados y familiares, incluidas emergencias, y yo trabajaba como mecánico de motores. Por ese entonces teníamos bastantes problemas, los pilotos caían constantemente, no era nuestra culpa, los ingenieros insistían en planes ridículos y tamaños estúpidos, no sabían nada, nada de lo que proponían podía funcionar, ya con ver los planos lo sabíamos, pero la corporación, en ese entonces, insistía en escucharlos. Bueno como iba diciendo nos conocimos en la cafetería, yo por suerte nunca había tenido que ir a verla, es más, ni registraba su existencia, cuando la vi, sentí que era de las mujeres más hermosas que había visto, a tal nivel me sorprendió que no pude esconder lo que sentía, y la frase, me pareces la mujer más hermosa que he visto en mi vida, sonó tan real cuando la dije, y se sintió tan profundo, que supe que todo sería diferente con ella. Hasta el día de hoy ignoro si ella me creyó o no, siempre imagino que las mujeres están acostumbradas a que les digan cosas de ese tipo, así que no prestan mucha atención. Salimos. Me encantó. Pero no fue mutuo. Fui incapaz de comprender lo que ocurría, aunque en el taller la decisión entre los compañeros fue unánime, yo no era un macho alfa. Podía construir un motor que volara a la Temosfera, pero no salvaba vidas me decían, me bromeaban, el viejo lobo, el más acido y frío de todos, amigo esto es corto, decía, claro como era el agua, esa mujer no ve nada en ti. Lo recuerdo como si fuera ayer, ella acostada en la cama, y yo parado frente a esa ventana, viendo como la palabra Jesucristo mutaba en colores, acá tenemos una sociedad que puede compactar un reactor nuclear, y todavía si hiciste la cena o ganas más o menos dinero, te colocas en una posición primitiva, básica. Monos jugando en el espacio. Yo estaba ahí pensando en eso, en el cariño, en la belleza, en no querer jugar, en dejar que mi humanidad viviera un poco más, en que las reglas no eran claras, en que el dinero era la fuerza, en que simplemente algunas cosas no tienen que ser, en la incógnita del otro, en la debilidad de mostrarse, ella se despertó, me miró y me dijo, tengo que ir a trabajar, se paró, entró al baño y salió vestida, fuimos a la cocina y nos preparamos un café, mientras salíamos del departamento caí en cuenta que no me había tocado, y supe que jamás lo haría de nuevo. Te cuento esto porque hoy la volví a ver, yo me fui pronto de la base, los mecánicos nos dimos cuentas que los que sabíamos éramos nosotros y nos fuimos a hacer lo que hicimos, los resultados son conocidos, y ella perdió todo interés, sin la excusa de cruzarnos en el comedor no había alimento para la relación. Hoy cuando la vi me seguía pareciendo una de las mujeres más hermosas que he conocido, el placer de tocarla, de su compañía, la sensación exquisita de sentir su inteligencia todavía están presentes en mi. Y pienso en eso, en ese cuarto, en el vacío, en la atracción, en el juego, en lo que verdaderamente importa, en qué como monos decidimos entrenar y qué dejamos que sea salvaje. Pienso en la evolución selectiva que llevamos a cabo todos los días.




Una canción.


Ella me pidió que le tocara algo, y claro, por qué no, era excelente compañía, la charla durante la comida había sido fluida, el sexo libre, ahora estábamos tirados hablando de música y ella quería escuchar como tocaba, si claro, por qué no. Armé el instrumento que todavía estaba guardado de la noche anterior, tudel, boquilla, la caña todavía nueva. Le pregunté si quería escuchar algo en particular y me dijo que le daba lo mismo, que no sabía. Agarré mi carpeta de partituras, siempre gigante y desordenada, es muy difícil tener las partituras ordenadas, por lo menos para mí, siempre están sueltas, mezcladas, se pierden entre ellas, abrí al azar la carpeta y saltó como una bofetada, un salto en agua fría o ambos al mismo tiempo, la canción de ella. Hace meses, tal vez hasta un año que no veía esa canción. La única canción que escribí completa, y la hice para ella, y ahora saltaba, con otra mujer desnuda en mi cama pidiéndome que tocara algo, y toda la información se me descargó de golpe. Ella no tenía copia de la canción, nunca me la pidió por escrito, nunca me pidió que la grabara, nunca me pidió que la tocara. Sostuve por un segundo la partitura y pensé en lo mucho que me costó escribirla, pensarla, trabajarla, las horas que pasé con mi profesor perfeccionando los tiempos, encontrando las notas, cuando la terminé el tiempo que pasé corrigiéndola, interpretando los movimientos de ella, su manera de ser, viendo si le había hecho justicia con lo que había escrito, con las notas que había escogido. Sostenía la única copia en mi mano, fue un regalo que di y quedó en la nada misma. Comprendí el nivel de amor que tenía que tener hacía una persona para hacer ese trabajo, me alegré de haberlo hecho. Puse la hoja de nuevo en el desorden y encontré algún standard que serviría para la ocasión. La toqué y después hice un poco lo mío, desorden, ambas cosas fueron bien recibidas. Dejé el instrumento y volví a la cama, abracé el cuerpo caliente, maravilloso, infinito, y supe que no la volvería ver.

Borges y Shoshani.

Borges, shoshani, kafka, kabbalah, aleph, shejiná, sephirot

Siempre que como pizza con roquefort me acuerdo de la historia que me contó un Mozo retirado (tengo que confesar que me costó esta frase, ya que no sabía si poner mozo o ex mozo ¿Un mozo sigue siendo mozo después de que se retira? ¿Queda definida su personalidad, como la de un doctor, un atleta o un asesino? no lo sé) bastante avejentado, mientras le ofrecía una copia de mi novela en una plaza de Montevideo (no recuerdo la plaza, no conozco bien Montevideo, es una ciudad que me da cierta sensación de seguridad y cuando voy me gusta entregarme a ella, así que me gusta deambular, no me importa saber en qué calle estoy, por dónde voy o en qué plaza estoy ofreciendo mi novela). Mirando mi libro me contó que su relación con la literatura era extraña, que en su más temprana juventud trabajaba en un café de la ciudad vieja, y "un día cualquiera de verano" (así me lo dijo él, "un día cualquiera") entró en el establecimiento Jorge Luis Borges, que aunque sudoroso, portaba traje y corbata, y se sentó en una mesa apartada, cuando le fue a levantar (dijo levantar por anotar, para mi levantar es una vez terminada la consumición pero el utilizó esta terminología y se la respeto) el pedido, dijo que estaba esperando a alguien, y prefería esperar con la mesa vacía (pregunté si esa era la palabra que había utilizado, y me dijo que sí, Borges había dicho la mesa vacía).

A los pocos minutos entró un hombre que bien parecía de la calle (un clotchard o lingera, fueron las palabras que utilizó el Mozo), el hombre se paró en el umbral y a pesar de su aspecto, parecía un rey, "con un aura agraciada". El hombre reconoció a Borges, hizo un gesto con la mano y fue a su encuentro, el mozo que no estaba muy lejos oyó que lo saludaba, Borges a él "Gracias por venir maestro".

El Mozo me dijo que cuando llevó la orden a la mesa escuchó palabras que no conocía, como shejiná, sephirot y klipah, y se lo comentó a su jefe, que estaba detrás de la barra haciendo los pedidos, y éste le respondió que en un bar se escucha de todo, y que lo mejor es no prestar atención, que hay que fijarse en las historias que entretienen, pero que si no es mejor dejarlo, demasiada información puede volver loco a un hombre. Le pregunté al ex mozo que cómo recordaba tan bien ese día y esas palabras, y me dijo "la memoria es mujer, las mujeres planean, quién sabe". Y con eso el Mozo me hizo saber que nuestro encuentro había culminado, que algo había interrumpido y el necesitaba continuar. Me devolvió el libro con cariño y me dijo, "todo sigue siendo extraño".

Continué ofreciendo libros un rato más, algo vendí. Antes de ir al hotel me compré una pizza con roquefort. Cuando entré en la habitación puse el canal Sony mientras comía, y cuando terminé llené la bañera, saqué la copia del Aleph que había comprado dos días atrás en una mesa de saldos, y leí dos cuentos sumergido en agua caliente. Ya era noche cuando me acosté en la cama, pensé en las veces en las que vendía libros en la calle y comía fideos, me comí dos pedazos que habían quedado de pizza y me acosté agotado.

Gravedad.

 Para los Kula Lumaya, la gravedad y el amor eran la misma cosa, es más, eran la misma palabra.

Biblioteca

     Juan Alberto Santamarina se preguntaba, con el libro en las manos, parado en esa hermosa librería, mediana y abarrotada, si debía comprarlo o no. Se preguntaba, porque aunque le encantaban los libros y gastar dinero en ellos nunca le importó, ya eran varias las bibliotecas que, por diferentes motivos, había tenido que dejar olvidadas. Libros leídos, libros por leer, nuevos y usados, títulos raros y comunes. Los compraba, los ordenaba con esmero, y después tenía que despedirse de ellos.
     Superficialmente, se decía que ese ejercicio de renuncia a algo con lo que había tenido tanta relación, lo hacía más fuerte. En el fondo, le dolía y los extrañaba. Ella, en su casa, dónde él había dejado parte de su ultima biblioteca al salir solo con lo puesto cuando ella ratifico su decisión de separarse de él, le dijo un día muy sabiamente: "Una reconciliación de ambos sentimientos es lo adecuado, reconocer la falta y avanzar con fuerza, continuar el movimiento". 
     Y mientras pensaba esto con el libro en las manos, entre ojeando y meditando se encontró en él con esto:

" Tengo que dar, pero yo no existo.
   Tengo que dejar fluir, sin hacer.
   Tengo que buscar, dejando que me encuentren.
   Es ir y venir.
   Es ser ola, que se forma con el agua que va por arriba y la que vuelve por abajo. "

     Por supuesto, compró el libro.  

¿Frío?

- ¿Se puede enamorar uno de alguien por las fotos que toma? 
- Pues claro. 
- ¿No es frívolo eso? 
- Frívolo es enamorarse de un culo, de una teta o de una chota, de la plata o hasta de la religión, pero si te enamoras de sus fotos, de como baila, de como escribe o de hasta como cocina, te estás enamorando de varias partes de esas persona. Te enamoras de sus tiempos, de su criterio, de su personalidad, de su habilidad, de lo que quiere transmitir al mundo y de lo que le quiera dar al otro, son todas excelentes razones para enamorase de alguien. 
- Pues esta me encanta. 
- Pa lante no ma, quién quita que te esté esperando.  

Una historia de amor.

     Vio el teléfono, el mensaje de texto decía: "No es soledad lo que siento, es ansiedad de querer estar contigo". 
     Así que dejó lo que estaba haciendo y fue a su lado.   

- ¿Qué pasa cuando escribes en la playa?

- ¿Qué pasa cuando escribes en la playa?

- Pasa que a través de tus sentidos percibes al mismo tiempo belleza, balance, fuerza. Hay sabor en el aire, olores de abundancia, el sonido es armonioso y acogedor, tu cerebro está lleno y satisfecho, no tiene la búsqueda del hambre, y escribir es tener hambre, entonces es muy poco lo que puedes hacer. Te aparecen palabras como plenitud, satisfacción, frondosidad, palabras que por sí mismas son historias y no necesitan desarrollo. En la playa no se escribe mucho, en la playa se coge, se ama, se camina, se juega, pero es difícil escribir. Si quieres escribir con el mar lo tienes que ver, pero no sentir, entonces si, se despierta el deseo, las ganas de estar ahí, puedes escribir mucho, muchísimo, sobre la belleza inalcanzable, sobre el amor no correspondido, sobre aguantarse las ganas de nadar, correr en la arena, extrañar un amor, buscarlo, escribes viéndolo de lejos o teniéndolo cerca pero no disfrutándolo. En la playa no se escribe.  

1.


     El hombre, de vista ya vivido, comenzó la escena con el comentario,"bien ahí, bancando", llevaba bombacha y boina de fieltro, alpargatas y camisa de lana. Su comentario aludiendo al hecho, bastante ridículo para el ojo capitalista, de tener un puesto de libros abierto en una calle en la que circulan tres personas por hora, en un pueblo bastante desierto. Día soleado de otoño en el sur, pero no tanto. Al final de la calle se puede ver el mar. Continuó el hombre, "una vez bajo un ombú el mestizo Silva, hijo de negro y mulata, me contó cómo aprendió a leer y escribir, trabajaba en una estación de ferrocarril por el cerro largo, y le llegaban a la estación de tren, dónde trabajaba, las cajas de Europa, él las descargaba y las acomodaba en el carro, agarraba un palito y copiaba en la tierra los dibujos que estaban en la madera, la primera palabra que aprendió fue Montevideo, el patrón un día lo vio en esa y le dijo, si quiere aprender le enseñamos en la casa grande, y le enseñaron, sabía muchas poesías de memoria el mestizo Silva". El hombre agarra un par de libros y me pregunta precio, le digo y le anoto que hay descuento para los vecinos, y dice, "Vecino si, desde siempre, ahora que me fui un tiempo, pero volví, mire yo acá desde los tiempos del sargento Huelmo, el único milico que había, sargento Huelmo, salía con el ayudante, a veces, pero estaba solo, salía a caballo, agarraba peludos por los montes, yo tengo 74, ni sé hace cuanto de eso, yo era chico, salía hasta pueblo nuevo, a veces hacía noche, mi primo y yo jugábamos a veces con su caballo". Se da media vuelta y se va saludando efusivamente. A media cuadra se da la vuelta y levanta el dedo indice diciendo con fuerza y alegría, "sargento primero decía él... y levantaba así el dedo, sargento primero".   

El profeta Eugenio Blanco.

     En su obra Eugenio Blanco era Autobiográfico y Futurista.
     Su metodología de trabajo era siempre la misma: se imaginaba a sí mismo y al mundo dentro de diez o veinte años, y escribía una obra que transcurría durante ese tiempo. Dotado de una gran imaginación, no eran ni pocas ni comunes las situaciones en las que imaginaba a su alter ego venidero. Pero como todo futuro, aunque sea imaginario es una extensión de su base presente, sus proyecciones tampoco se alejaban tanto de alguna de las posibilidades que podrían suceder.
     Al leer sus textos no era obvio que fuera él el protagonista, es más, solo un puñado de los pocos conocedores de su obra, y su amada Alejandra Villanueva, primera novia y secreta lectora de la obra de Eugenio, podían hacer esta relación de manera directa.
     Con ventas modestas pero firmes Eugenio se podía mantener en el mercado, y vivir modestamente de la literatura, sumando trabajos esporádicos como albañil en casas de conocidos. Eugenio era hábil con las manos. Esta continuidad de ventas le permitía publicar una novela cada dos o tres años, publicando su primera a la joven edad de 37 años.
      El descubrimiento y el terror se presentaron a sus 48 años. Eugenio se paralizó una mañana en la cama, cuando una realización se materializó en sus pensamientos. Se quedó duro viendo el techo, con los ojos bien abiertos, repasando y repasando para ver que tan cierta era. Su vida, el último año, había sido bastante parecida a su primera novela.
     Ahí se quedó Eugenio, recordando su vida y repasando su novela, y cuanto más detalles pensaba, más similitudes encontraba. ¿Cómo podía ser? ¿Había copiado sus palabras? ¿Había buscado secretamente vivir lo escrito? No. Las similitudes no se restringían a sus decisiones, incluían también las acciones de los otros hacia él, el azar, el clima y hasta alguno que otro evento político. ¿Cómo no se había dado cuenta mientras esto sucedía? lo ignoraba.
     Algo parecido a la locura lo invadió cuando a los cincuenta y uno, vivió un año de espanto, cuando ya, con la experiencia vivida anteriormente y en secreto, se preparaba a comprobar una intuición.
     Se dio cuenta durante ese año que sus libros eran proféticos, y que su obra lo incluía hasta los 60. Y aunque es verdad que había reservado algunos pasajes bastante delicioso en sus libros, no había ahorrado en miserias.
     Diez años pasarían para que se encontrara con la mutilación de su brazo derecho. Unos cinco para un terrible accidente de auto, su corazón se partiría varias veces y unas tres veces se encontraría en episodios violentos con otros hombres.
     Eugenio blanco, se tomó un tiempo para reflexionar he hizo lo que cualquier hombre haría, se preparó para lo peor, y se preparó, en una novela infantil e ingenua, la vida más maravillosa que se pudo imaginar. Se llenó de riquezas, amores, amigos, lujos por doquier y éxito.
     Y cuando terminó, y la publicó, se sentó a esperar, en una silla, en el patio de su casa.
     Tan increíble era su historia que decidió no contarla. Nadie comprendió entonces la felicidad de ese hombre al perder su brazo derecho, al ser golpeado, al ser dejado por la mujer de sus sueños...

La educación del pequeño hombre.

Publicada originalmente junio 23, 2015. 

     El pequeño hombre encontraba que estar en su cabeza acompañado de un libro, era el mejor estado posible. Por algunos periodos era la música la compañera designada, pero el destino parecía conspirar en contra de esto, uno tras otro le robaban el dispositivo de turno, le robaron el walkman, el discman y el ipod, nunca le robaron un libro. Cualquier excusa era valida para realizar este estado de encuentro consigo mismo, porque lejos de hallarse alejado de la realidad, se encontraba mejor acompañado en esta.
     Desde afuera podría parecer que el pequeño hombre no tenía nada para hacer, que perdía su tiempo en una espera sin sentido, en viajes ridículamente largos, quién toma dos autobuses cuando puede tomar uno. Esperaba a sus amigos mientras hacían sus trámites, esperaba a su novia mientras estaba en clase, esperaba a su madre mientras estaba en el médico. Una espera afuera era una vacación adentro. Su cabeza y las lecturas.
     Así el pequeño hombre pasa su tiempo en Buenos Aires, moviéndose y esperando, en las plazas, en el micro, en el subte, en el tren, yendo y viniendo, esperando, creando paréntesis que le permitan escapar. Y como se aclaró antes no era que le molestara la realidad, al contrario, siempre se sintió maravillado por ella, jamás se iba a cansar de admirar algo de color, formas, ángulos, estructuras gigantes y pesadas, mecánicas, le encantaba la realidad, demasiado tal vez, y por eso se automedicaba con libros.
     Estar es a veces demasiado intenso, procesarlo y disfrutarlo podía llegar a ser abrumador.
     Nuestro pequeño los veía a los otros y se preguntaba, "les pasará igual". Sabe que les pasa a los que sufren, a los que se suicidan, a los que necesitan escapar de una manera mucho más fuerte, mucho más lejos, y los otros, los que aguantan, "será que no lo ven o será que son más fuertes, pero quién sabe, nunca conoceré a alguien lo suficiente como para saber algo real sobre ellos, conoceré datos de su existencia, pero no realidades de su verdad, o tal vez si", nuestro pequeño hombre sabe dudar de todos sus pensamientos.
     El control de lo que está haciendo y la nada de la espera, mantienen con vida a nuestro pequeño hombre, le permite una descompresión. Presión. Tanto pesa. Ser ya es mucho, mantenerse todos los días, mirar, conseguir alimento, tratar con los otros. El orden de las cosas genera peso, hay reglas preestablecidas, reglas que hay que aprender, métodos que hay que manejar, industrias que hay que mantener, carreras que hay que ganar, padres que hay complacer, notas a las que hay que llegar, y por sobre todas las cosas el futuro. Nuestro pequeño hombre no puede con el futuro, en su cabeza el futuro es absolutamente irreal, en él siempre está haciendo algo que es absolutamente imposible que pase, está comiendo con estrellas de cine, está manejando los autos más caros del planeta, está viviendo en el medio del bosque, está atravesando el atlántico en solitario, está atravesando Africa en moto, está volando en un biplano por el mundo, está construyendo su casa, está hablando con Dios, está aprendiendo catorce idiomas, está peleando con ametralladoras y vestido de negro contra las grandes corporaciones, su futuro no es posible, no puede serlo, es ilógico, es imposible, así que todo su pasado, su programación, su educación, parecen no tener ningún sentido para él, es presión, nada más, es peso, "tal vez no, tal vez si", no lo sabe, no lo puede saber, "quién sabe que depara el futuro, lo puedes planear, dejar el menor espacio posible para el azar, pero entonces, si algo pasa, puedes estar preparado", demasiadas preguntas, demasiadas cosas para el que presta atención, para el que encuentra sabor en todo, para el que no deja pasar la belleza, es necesario crear una situación controlable, es necesario agarrase de manos con la música, con los libros, eso que enmarca todo lo que es pero no es visible, y quiere ser todo pero no puede, porque es aquello que empuja, marca y regula, pero no puede ser administrado.
     Nuestro pequeño hombre viaja en subte leyendo. Viaja en autobús leyendo. Espera en los cafés. Espera en las plazas. Lee. Baja el libro, sube la mirada, escucha lo que le rodea, mira el mundo, agradece ser parte de él, de la grandeza y la perfección que se desparrama sobre todo, vuelve su mirada al libro y continua leyendo.

Mi hamaca espacial.

Descubrí que mi hamaca tiene una función que me permite viajar al espacio. No es joda, la descubrí en el momento justo, estaba a punto de sentir una pesadez inconmensurable, algo muy parecido a la tristeza, cuando todo lo contrario comenzó a ocurrir. La hamaca de apoco se fue alivianando y los bordes de la misma me encerraron tal oruga en formación de crisálida. Sentí como se salía de los ganchos, y de apoco seguía elevándose. Lejos de sentir pánico, me cubrió la emoción que antecede el viaje a un lugar conocido, seguro y agradable. Escuché afuera las copas de los árboles, estaba ya a una altura considerable, cuando de repente dio un jalón magistral y me sentí viajando a mucha velocidad, lo sentía en el estómago, en las extremidades, en la cabeza solo por un segundo ya que nunca me faltó el oxigeno, y de repente percibí el cambio de luz, afuera oscurecía. Ya jugado me atreví a abrir mi coraza de tela y vi, sorprendido, las estrellas, al notar que podía respirar asomé la cabeza y vi a un costado, podía ver nubes desde arriba y abajo el mar, volví a encerrarme con un poco de pánico. Continuaba el ascenso. De apoco noté una reducción en la velocidad, ignoro cuanto tiempo había pasado ya que la novedad no permite la medición correcta del tiempo. De pronto, flotaba dentro de la hamaca, ella mantenía cierta forma de banana, pero mi cuerpo no ejercía presión en ella en ningún lado. Abrí mi nave y observé, la tierra, el espacio, el sol, y sentí el ruido, la canción, el sonido del espacio, sentí una paz absoluta. Podría decir que ese momento duró años, pero de nuevo lo ignoro. Cuando tuve suficiente supe lo que tenía que hacer, simplemente me encerré y dije con mi corazón "he tenido suficiente", entonces, el viaje se reprodujo a la inversa, el vértigo, la desaceleración el cambio de luz, la copa de los árboles y el leve descenso a su posición original. Aprendí a activarla y desactivarla a gusto. Que delicia ir al espacio en mi hamaca intergaláctica.

Claridad.

Ella dijo: "No me engañas mariposa marrón, sé que eres una cucaracha voladora", y se fue.

El mar, otra vez.

- ¿Por qué no has publicado?
- Estoy intentando describir el mar.
- ¿Y?¿Cuál es el problema?
- Que cambia todo el tiempo.

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...