Biblioteca

     Juan Alberto Santamarina se preguntaba, con el libro en las manos, parado en esa hermosa librería, mediana y abarrotada, si debía comprarlo o no. Se preguntaba, porque aunque le encantaban los libros y gastar dinero en ellos nunca le importó, ya eran varias las bibliotecas que, por diferentes motivos, había tenido que dejar olvidadas. Libros leídos, libros por leer, nuevos y usados, títulos raros y comunes. Los compraba, los ordenaba con esmero, y después tenía que despedirse de ellos.
     Superficialmente, se decía que ese ejercicio de renuncia a algo con lo que había tenido tanta relación, lo hacía más fuerte. En el fondo, le dolía y los extrañaba. Ella, en su casa, dónde él había dejado parte de su ultima biblioteca al salir solo con lo puesto cuando ella ratifico su decisión de separarse de él, le dijo un día muy sabiamente: "Una reconciliación de ambos sentimientos es lo adecuado, reconocer la falta y avanzar con fuerza, continuar el movimiento". 
     Y mientras pensaba esto con el libro en las manos, entre ojeando y meditando se encontró en él con esto:

" Tengo que dar, pero yo no existo.
   Tengo que dejar fluir, sin hacer.
   Tengo que buscar, dejando que me encuentren.
   Es ir y venir.
   Es ser ola, que se forma con el agua que va por arriba y la que vuelve por abajo. "

     Por supuesto, compró el libro.  

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