En su obra Eugenio Blanco era
Autobiográfico y Futurista.
Su metodología de trabajo era
siempre la misma: se imaginaba a sí mismo y al mundo dentro de diez
o veinte años, y escribía una obra que transcurría durante ese
tiempo. Dotado de una gran imaginación, no eran ni pocas ni comunes
las situaciones en las que imaginaba a su alter ego venidero. Pero
como todo futuro, aunque sea imaginario es una extensión de su base
presente, sus proyecciones tampoco se alejaban tanto de alguna de las
posibilidades que podrían suceder.
Al leer sus textos no era obvio
que fuera él el protagonista, es más, solo un puñado de los pocos
conocedores de su obra, y su amada Alejandra Villanueva, primera
novia y secreta lectora de la obra de Eugenio, podían hacer esta
relación de manera directa.
Con ventas modestas pero firmes
Eugenio se podía mantener en el mercado, y vivir modestamente de la
literatura, sumando trabajos esporádicos como albañil en casas de
conocidos. Eugenio era hábil con las manos. Esta continuidad de
ventas le permitía publicar una novela cada dos o tres años,
publicando su primera a la joven edad de 37 años.
El descubrimiento y el terror se
presentaron a sus 48 años. Eugenio se paralizó una mañana en la
cama, cuando una realización se materializó en sus pensamientos. Se
quedó duro viendo el techo, con los ojos bien abiertos, repasando y
repasando para ver que tan cierta era. Su vida, el último año,
había sido bastante parecida a su primera novela.
Ahí se quedó Eugenio, recordando
su vida y repasando su novela, y cuanto más detalles pensaba, más
similitudes encontraba. ¿Cómo podía ser? ¿Había copiado sus
palabras? ¿Había buscado secretamente vivir lo escrito? No. Las
similitudes no se restringían a sus decisiones, incluían también
las acciones de los otros hacia él, el azar, el clima y hasta alguno
que otro evento político. ¿Cómo no se había dado cuenta mientras
esto sucedía? lo ignoraba.
Algo parecido a la locura lo
invadió cuando a los cincuenta y uno, vivió un año de espanto,
cuando ya, con la experiencia vivida anteriormente y en secreto, se
preparaba a comprobar una intuición.
Se dio cuenta durante ese año que
sus libros eran proféticos, y que su obra lo incluía hasta los 60.
Y aunque es verdad que había reservado algunos pasajes bastante
delicioso en sus libros, no había ahorrado en miserias.
Diez años pasarían para que se
encontrara con la mutilación de su brazo derecho. Unos cinco para un
terrible accidente de auto, su corazón se partiría varias veces y
unas tres veces se encontraría en episodios violentos con otros
hombres.
Eugenio blanco, se tomó un tiempo
para reflexionar he hizo lo que cualquier hombre haría, se preparó
para lo peor, y se preparó, en una novela infantil e ingenua, la vida
más maravillosa que se pudo imaginar. Se llenó de riquezas, amores,
amigos, lujos por doquier y éxito.
Y cuando terminó, y la publicó,
se sentó a esperar, en una silla, en el patio de su casa.
Tan increíble era su historia que
decidió no contarla. Nadie comprendió entonces la felicidad de ese
hombre al perder su brazo derecho, al ser golpeado, al ser dejado por
la mujer de sus sueños...
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