Lunes 00:39, y yo estoy terminando.
Hoy trabajé unas doce o trece horas, y no hice nada que
valga la pena, yo sé que no vale la pena, porque sé lo que hago,
porque trabajo mucho para eso. Yo sé cuándo vale y cuándo no,
algunas veces encuentras tu público, otras no. Para eso trabajo,
para saber si lo que hice está bien hecho o no. Usted verá Edison
dijo que sabía más de tres mil maneras de cómo no hacer una
bombilla, y eso es todo. El hombre que no pueda decir que su vida fue
trabajo no fue hombre, y el hombre que dude de lo que otro llame
trabajo, también, el trabajo viene de todas las maneras; porque para
todos algo cuesta. Y bueno esto tiene que ver con el esfuerzo, los
resultados, el fracaso y el conocimiento. Descubrir que hay otros
como tu es importante. Terminé recién, cuadro tras cuadro de
basura, pero estoy trabajando, y eso es lo importante.
Ya está.
Ya está,
eso fue todo,
lo cagamos
lo hicimos mierda,
la culpa por supuesto es de todos
y no es de nadie
fue una operación en conjunto
todos
pusimos
nuestro
granito
de arena;
el que no mató
violó
robó
o no hizo nada,
nadie se salva,
y que podemos hacer?
mirar con lastima?
desear otro resultado?
esperar que alguien...
pero no,
no hay nadie,
lo jodimos
lo rompimos
y,
algunos
todavía tienen ideas,
ven con planes,
todavía creen que tienen razón
o
peor aun,
que otro la tiene
por tontos con razones
es que estamos como estamos
la gente con motivos es dañina
la salud, la edad, los derechos, el salario,
que manera tan desagradable
de terminar
lenguaje sobre lenguaje
(la grasa sale con tierra)
pero no es ahí
dónde buscamos,
después de todo,
pornografía
y regímenes alimenticios,
quedaran montañas de basura
los mares
radioactivos
las montañas hechas
polvo
de nosotros
cáncer
sida,
algún adinerado orbitando el
espacio.
Lenguaje sobre lenguaje
por eso fue que nunca nos entendimos
fue
una
eterna
traducción;
nadie conversó
nadie se escuchó
todos dijimos
tradujimos
hicimos
y
amontonamos
una gigantesca pila
de
conocimiento,
más
más
más
y
más.
No importa
si eras
torero
jardinero
doctor
todo producía,
todo sumaba,
todo agregó presión,
todo generó basura
cada logro
fue un paso
hacia la destrucción.
Lo
único
que
nos
puede
salvar
es
la
naturaleza
pero
a
nadie
le importa,
porque
no
se
puede
traducir.
traducir.
Alejandra Lunares.
Alejandra Lunares había
caminado hoy unos diez kilómetros de calles de tierra y caminos
empedrados, estaba cansada, pero su cansancio no le arrebataba el
pensamiento, en la cama, noche cerrada, pueblo dormido, todavía
pensaba estrategias y visionaba caminos. Sabía cual era el problema,
pero esto era tan grande, tan poderoso, que su diagnostico poco
auguraba una solución, una y otra vez pensaba "por cada uno con
el que yo hablo, ellos programan diez mil o cien mil", y seguía
"por qué soy yo de las pocas, y por qué siempre somos nosotros
los pocos", y aún más " ¿Y las mujeres? me cache en las
mujeres, qué les pasa por la cabeza a esas brutas, que es que nunca
vamos a aprender". Daba vueltas en la cama y pensaba en el día.
Había salido temprano de
su casa, como siempre, antes de que saliera el sol para aprovechar la
fresca y avanzar varios kilómetros, los primeros kilómetros los
hacía en bicicleta porque en su pueblo ya todos la conocían y no
tenía ningún sentido ir caminando. La bici era buena, se la habían
regalado, igual que sus zapatos, andar ahora era más cómodo que al
principio, le habían ofrecido un auto, pero no, eso ya era
capitular, su mensaje se iba a volver inaccesible. Así que esos
kilómetros en bici, como todo en su vida, eran de reflexión, de
planeamiento. Atrás llevaba una caja de panfletos y literatura, ella
misma los hacía, con mucha información, bien explicados, algunos en
tono general hablaban de precios, de medidas, de países lejanos, de
maneras de hacer energía, de la explotación histórica, de cómo se
conforma una empresa, de los sistemas. Después otros se enfocaban en
proyectos específicos, en hidroeléctricas, en mineras, en grandes
plantaciones.
Llegó hasta el siguiente
pueblo. Dejó la bicicleta en casa de Doña Petronia, la Doña la
saludó por la ventana. Se fue hasta la parada con algunos de los
folletos. Agarró un autobús de una hora y se bajó en un pueblo que
hace más de un año no visitaba, la única calle asfaltada era la
principal. El sol ya despuntaba. Antes de salir a caminar se dio
cuenta de que tenía hambre, se acerco a una panadería que estaba
frente a la plaza principal, compró un café y una torta, y se sentó
en una mesita que estaba afuera y daba a la plaza, y se comió la
torta remojándola en el café, mientras pensaba "la plaza es de
ellos, la estatua, esos árboles, los carros, mis mismos
pensamientos, ña ni yuyani en mío propio simi, no hay nada, hay que
empezar todo otra vez". De repente se encontró sonriendo, el
café caliente y la torta fresca le levantaron el ánimo y se notó
en su cabeza "si que si, es un gran día para caminar".
Con el estómago lleno se
para de la mesa, desdobla un sombrero de tela que lleva en el bolso y
emprende la caminata, "las mujeres somos grandes caminadoras,
somos grandes hacedoras, la mujer que no hace está perdida, le toca
vivir de esclava, como las chinas, esos chino y el zen, con esa
filosofía de estarse quieto de que el universo se empareja, pero
ellos de quietos nada, nada de nada, acá me quedo quieta y se meten
en la casa en busca de pepitas de oro, estarse quieto es para los
otros, ese que se queda quieta está perdido, y la mujer que se queda
quieta está doblemente perdida y doblemente abusada, me cache en las
mujeres calladas". Así emprende la caminata Alejandra Lunares,
que mujer, campesina y revolucionaria, lleva todas las de perder, por
cualquier camino que decida emprender.
El sol sale y no importa
que tan fresca sea la mañana, pica, "mejor el sol que la
lluvia, aunque la lluvia es buena y riega, con el solsito se puede
caminar", llega hasta la primera casa, todavía en el pueblo,
bien construida de ladrillo, a su encuentro sale un hombre y por la
puerta asoma una mujer, la conocen, o por lo menos saben quién es,
la invitan a pasar, pasa y se sienta, la estancia oscura y fresca,
deja dos folletos, habla veinte minutos:
- Mire que el imperio está
sobre nosotros, y ya no nos quedan muchas maneras de luchar, y no hay
nada bueno ya, no hay a quién pedir ayuda ni dónde recostarse,
porque el enemigo tiene máscaras y personajes, y sabe cosas que
nosotros no, así que lo que tenemos es lo que conocemos de siempre,
que estamos nosotros, que tenemos la tierra, que los tiempos son
necesarios y que al campesino nunca nadie le regaló nada, quién
dice que trae mejoras trae muerte.
Termina, ve la hora, se va
medio apurada.
Y es que ella sabe, "A
este paso no termino más, si sigo así hoy como mucho hago diez
casas, con suerte, seguro que me quedo en alguna a la hora del
almuerzo, me tocará pasar la siesta bajo algún árbol, tendría que
traer la bicicleta, pero estos lugares, estos lugares hay que
caminarlos."
De frente ve una señora
que viene caminando con dos niños, ya está por las afueras, más en
el campo, cuando se cruzan la saluda. La conocen, saben quién es. Le
entrega panfletos, siguen su camino, "es que así no puedo, por
cada uno con el que yo hablo, ellos hablan con diez mil o cien mil".
Se acerca a otra casa,
esta ya más precaria, le dan agua, está cansada. Mientras habla
descansa.
Así todo el día hasta la
tarde, vuelve al autobús, a buscar su bici, y después a su casa.
En su casa habla con su
madre, ya anciana, y con Roberto, compañero de lucha:
- M'ija caminó mucho hoy.
- No lo suficiente Madre.
- Siempre es suficiente
Alejandra, que no se te olvide, una persona es una persona.
- Escúchelo al Berto
M'ijita que es bueno y sabe lo que dice.
- Si Madre, lo escucho. ¿Y
tu Berto?
- Muy bien, junté unos
diez vecinos por los lados de la cañada, cerca del cerro.
- ¿Dejaste folletos?
- Deje. Fui a la radio
también, te quieren por ahí Alejandra, tienes que ir a hablar con
esa gente.
- ¿Otra vez Berto? si fui
el mes pasado.
- Pero quieren que vayas,
todavía se preguntan como hicimos para movilizar tanta gente para
parar la obra.
- Ninguno de ellos fue.
- Pero están ahí, en la
radio, difundiendo, eso es algo.
- Las palabras las
palabras, hay que ir, hay que ponerse, si no no hay nada. Pero bueno
Berto, ¿Vamos a hablar de eso otra vez?
- No, no, ya lo hablamos.
- ¿Quieres comer algo
M'ija? no se me moleste con el Berto.
- Claro que si Madre,
tengo mucha hambre, y no, no estoy molesta con el Berto.
- Y tu Bertito, estás muy
flaco tu, y con ese bigote te vez más flaco todavía.
- Claro Madre.
- Pues a comer, hay guiso
y pan de Doña Anastasia, para tomar hay vino.
- Gracias Doña, eso suena
muy bien.
- Que rico Mami, que rico.
Mientras Alejandra daba
vueltas en la cama y pensaba en el día, tres hombres de la capital
de acercaron despacio en un auto por la calle de tierra, noche
cerrada, pueblo durmiendo. Les dieron un auto de marca y mil dólares
a cada uno. Los levantaron de la esquina de Sarmiento y Tuyumeni,
dónde se juntan los malandros de medio pelo, los tres, conocidos por
la policía, han estado presos y tienen una larga lista de delitos.
Ya le habían dicho a quién los buscó, "búscate tres que
estén bien quemados por la pasta base y el vino de caja, tres bien
brutos, que tengan miedo de caer en cana y no tengan ni dónde caerse
muertos, que no piensen, les damos lujos y droga buena por una semana
y los dejamos listos", los tres hombres llegaron hasta la casa,
vieron las fotos en sus celulares y comprobaron que era la misma, se
bajaron rápido, uno se quedó en la puerta, dos entraron por una
ventana del costado, que aunque cerrada, no estaba trabada,
encontraron a Alejandra en su cuarto, sentada en la cama, viéndolos
a los ojos sin pestañear, sin gritar, sabiendo, y así, con la
frente en alto y los ojos bien abiertos, Alejandra Lunares recibió
nueve tiros y quedó muerta en su cama. A su madre la despertó el
estruendo y enseguida supo. Los vecinos vieron que huía un auto gris
o plateado, de una marca o tal vez de otra.
La policía está
investigando.
Moto y tiros.
Yo sé que a la gente le
gusta escuchar historias de motos y tiros, el problema claro está en
que generalmente las personas que están involucradas en ese tipo de
historias no las transcriben, las cuentan nada más, y existen y son
muchas, pero el público no tiene acceso, y en la prensa no se puede
confiar, que dicen "delincuente en moto" y listo, san se
acabo, nada de información jugosa como traen los crímenes
pasionales o los relatos de fútbol. Por eso yo tuve tanta suerte de
escuchar la siguiente historia, que inesperadamente y sin explicación
me contaron y paso a contar:
A Julian lo reconocí
en un supermercado, yo lo había visto antes frente a un kiosko, arma
en mano, frente a la pequeña ventana que queda entre las rejas,
buenos tiempos aquellos en los que el kioskero no atendía como
preso, pidiendo la plata, yo pasaba en un autobús que justo se paró
en la esquina, lo que permitió que yo y la señora de enfrente nos
percatáramos plenamente del espectáculo, es más, tuvimos la
pequeña discusión, necesaria y urbana, de si bajarnos o no para
servir de testigos, y ambos nos convencimos que entre las
declaraciones, las acusaciones, los tiempo y la inoperancia de la
policía sumada a una posible represalia por parte de los
delincuentes, no valía la pena sumar dos testigos más a una causa
que, dadas la hora del día y el lugar del hecho, iba a tener
participación de sobra, así que bueno, me fui con una historia que
no mucho después se une con ésta, porque al poco tiempo lo vi en el
supermercado al mismo tipo, y yo pensando que volvía al robo, salí
medio disparado de ahí , y él lo notó, y me siguió, y me agarró
del brazo, oiga qué le pasa me dice, frente a mí un muchacho
limpio, bien vestido, bien hablado, no muy alto, no llega al metro
setenta, medio rubión de ojos oscuros, no transmitía alarma,
entonces me dijo, déjeme que le explique, yo ya sé qué pasa yo
sabía que un día iba a pasar que me iban a reconocer, y yo que le
digo que no que deje que no pasa nada, y el no, le explico, tomemos
acá un café y le explico, y así medio a los empujones, me sentó
en uno de estos cafés que tanto abundan a las afueras de los
supermercados grandes, y me dijo así no más, a mi me agarraron por
la moto, le cuento, y algo así fue lo que me dijo:
"A mi me
encantan las motos vio, siempre me gustaron, me gustan grandes, me
gustan rápidas, me gusta correr, me compré mi primera moto a las 12
años, una enduro cross, me caí como veinte veces de esa moto, pero
nunca más me he vuelto a caer, siempre compré y tuve motos, y
siempre mejores, ahora tengo una ducatti, sabe cuantas ducattis como
la mía hay en esta ciudad, 4, nada más, si nunca corrí profesional
es porque en este país no existe y sé que no tengo chance afuera,
igual no lo necesito, yo con tener mi moto me basta, y todo el mundo
sabe esto, todo el mundo sabe que soy bueno y rápido en la moto, y
en mi barrio como todos los barrios, uno es niño, y de niño nadie
es malo, todos jugamos juntos, y de ese grupo de amigos, uno, el
Carlitos, se fue por el mal camino, mal enserio vio, hasta preso
estuvo el Carlitos, y yo como siempre fue amigo, siempre hablé con
él, y un día alguien que él conocía, que no sé si era amigo de
él o no, nos vio en la calle, y me reconoció, y me dijo, tu eres el
de las motos, este tipo era flaquito, y chiquito, más pequeño que
yo, andaba siempre con un jean y una camisa medio bonita, buen
celular, tranquilo, se veía que era chorro, no quiero discriminar
pero el tipo veía todo y hacía comentarios de precios, y esto vale
tanto y esto vale lo otro, y este tiene esto, todo así, Carlitos se
dio cuenta que yo me di cuenta y de alguna manera quiso protegerme, o
no, pero se lo llevó al tipo ese, y bueno, llegó el tipo ese un día
a mi casa, y me saluda, era de tardecita y me dice, vamos a robar, y
me saca un arma y me la muestra, y me dice tu manejas esa moto, una
chinasa de mierda que seguro se había robado, que debe ser la que
usted vio ese día en el kiosco, una 125, al final buena, pero
pequeña, yo dudé obvio, bueno primero me paralicé, estábamos
frente a mi casa que aunque clase media algo tenemos, mi vieja estaba
adentro, y tenía miedo, yo no soy un hombre de armas, así que la
verdad, la verdad es que ahí me dio mucho miedo, él me seguía
señalando la moto, y la moto me tranquilizo, que siempre me
tranquilizan, así que me subí adelante, él se subió enseguida, no
sé que hizo con el arma, y bueno, me llevó al kiosco y ahí me
dijo, bájate y roba, y yo estaba nervioso, y mire no sé cómo lo
hice, pero lo hice, fue rápido, me dieron la plata, bastante por
cierto, y nada más, y cuando usted me vio supe que me había
reconocido, no lo he vuelto a hacer, se lo juro, sabía que algún
día alguien me iba a reconocer, su cara de susto me dijo todo".
Nos quedamos en
Silencio un largo rato, entonces continuó:
"Yo lo tengo que
contar, porque no se lo he contado a nadie, y usted sabe que cuando
llegamos al kiosco y él me dijo que tenía que robar me puse tan
nervioso que se ve que largué mucha adrenalina, y mamita querida,
cuando volví a la moto, con el corazón a mil, yo lo que necesitaba
era velocidad, dura, y ahí no más se ve que el Carlitos se dio
cuenta y me abrazo con fuerza y yo pensé, china aguanta que te
quemo, y señor mio usted no sabe lo que fue eso, hasta en la vereda
me subí dos veces evitando el tráfico, pasaba autos, semáforos,
todo, puro ruido y velocidad, nadie nos seguía, nadie nada porque yo
ni registraba, ni sabía lo que pasaba, yo veía al frente y
aceleraba, y pensaba que tenía un movimiento para evitar lo que
tenía en frente y nada más, y pensar es un decir, porque nada, era
duro y rápido, un movimiento, nada más, no podía pensar más, y
dale, y duro y por el tráfico y a fondo, usted sabe lo que es darle a
fondo, esa moto estaba medio preparada, porque iba muy rápido,
largué todo, y me entendí bien con esa china, los cambios entraban
como manteca, y cuando la exigía respondía, dos veces me rocé el
brazo con algún espejo, o con algo, no sé, me tranquilicé recién
en una recta, que no vi nada adelante y supe que tenía un segundo
para pensar, y ahí empiezo a tomar un poco de conciencia y bajo la
velocidad, y ahí siento que el Carlos me suelta con una mano, que yo
hasta me había olvidado que lo cargaba al flaquito, y así sin nada
de aviso el tipo hecha un tiro al aíre, y eso fue como que me
inyectaran con la peor de las drogas, el cuetaso calienta la sangre y
nubla la razón, eso era darle y quemar, con cada tiro, porque el
hombre sabía lo que hacía, y tiró un par de veces, para ponerme en
movimiento, cuando me di cuenta habíamos atravesado media ciudad y
no teníamos nafta, y ahí me dijo párate acá, me paré, se bajó,
me dijo bájate, la moto ya queda ahí, anda a tu casa loco de mierda
no te quiero volver a ver, se fue y más nunca lo vi, no sé que pasó
con los tiros, no sé que pasó con el kiosco, no sé nada y no lo he
vuelto hacer, y usted sabe que voy rápido ahora, y me animo, pero
nada cómo cuando escuchaba esos tiros, nada".
Dejó cien pesos en
la mesa y se fue, diciendo, mi nombre es Julian un placer, yo le
dije, muchacho compró un arma cierto? y contestó, claro usted
porta?, y yo le dije portaba, y otra cosa, el casco porqué se lo
sacó? y me contestó, de los nervios no sabía lo que hacía.
El poder de la planta.
El mate verde, la pipa
llena de hojas. La sabiduría eterna de la semilla, todo lo que será
ya es, queda esperar las condiciones adecuadas para un desarrollo al
máximo de su potencial. Existe la voluntad de crecimiento? la planta
busca el sol. Revolvía en la basura y pensaba, cuanto desperdicio,
tenía guantes, los había conseguido en la basura, nuevos, tenía
dos bolsas y una caja; una bolsa para plástico la otra para latas, y
la caja para comida. Movía las tres cosas con uno de esos pequeños carros de
dos ruedas que se desarman. El verano es bueno, pensaba el hombre.
Se acercó a una plaza y se sentó en un banco, aprontó un mate y se
armó un cigarro de hojas. Miró a los lejos dos policías que de
seguro lo ignorarían. El banco en el que estaba sentado le indicó la
fecha, la hora y la temperatura terminando con un comercial de Pepsi.
Abrió la caja de la comida, se comió una banana en perfectas
condiciones y guardó la cáscara en la caja. Sacó un sandwich que
se vencía ese mismo día, de jamón y queso, lo sacó de la
bandeja de plástico en el que venía y guardó el envase en la caja. Dio dos mordiscos y pensó que le
vendría bien un poco de tomate, así que buscó en la caja y
encontró un tomate muy maduro en un extremo, sacó del bolsillo del pantalón la
pequeña navaja del ejercito suizo y cortó la parte madura y la
metió en la caja, lo que hizo entonces fue juntar en el envase del
sandwich la cascara de banana y el tomate maduro, cortó lo que quedó
del tomate en rodajas y se las puso al sandwich, así estaba bueno.
Terminó el sandwich y el banco le recordó de nuevo la información,
también reiteró el comercial de Pepsi. Buscó en su bolsillo unas
monedas, las contó, separó una y se fue hasta la maquina de café,
sacó un café negro, bien caliente y volvió al banco. Entonces
claro, la clave de la semilla es la efectividad, el desenvolvimiento
pleno de sus elementos naturales. Mientras se tomaba el café pensaba en
lo obvio.
Amistad.
- Guats ap gansta!!!!!
- Y eres muy blanco así que es una desgracia.
- Acabo de encender uno, y en un rato me voy a
Trabajando como negro -
- Y eres muy blanco así que es una desgracia.
? -
- Acabo de encender uno, y en un rato me voy a
poner a laburar, vienes?
- Adeeeeeeeeeentro.
- Esclavo de mierda.
- Tu mujer te manda saludos, pero con la mano
Que hijo de puta -
- Adeeeeeeeeeentro.
-Vienes?
Imposible, no te fumes todo -
- Esclavo de mierda.
Hippie -
- Tu mujer te manda saludos, pero con la mano
porque tiene la boca ocupada.
- Es verdad es a ti al que le gusta sucia.
- Ven.
- Que esclavo de mierda
- Y qué más?
- Daaaaaaaaale.
- Cómo puede ser?!!! que tipo....
- Vas a terminar viviendo en la calle, rico y en
Mi mujer nunca se la chuparía a un pobre -
- Es verdad es a ti al que le gusta sucia.
Finísimo -
- Ven.
Imposible -
- Que esclavo de mierda
Que hippie de mierda -
- Y qué más?
Estoy trabajando!!! -
- Daaaaaaaaale.
Qué se yo, todavía no encuentro depto -
- Cómo puede ser?!!! que tipo....
- Vas a terminar viviendo en la calle, rico y en
la calle, todavía no te defines y tienes casi
cuarenta, looser
- Todo el día ahí sentado, ganando kilos , y no
- Todo el día ahí sentado, ganando kilos , y no
tienes ni dónde vivir, eres la alfombra de
bienvenida en la escalera corporativa
- Maldito burgues
- Es un tema de que no encuentras nada que te
No es un tema de plata -
- Maldito burgues
- Es un tema de que no encuentras nada que te
guste, y la ciudad es una mierda, y blah blah
blah
- Igual qué más te da lo único que tienes es un
Exacto -
- Igual qué más te da lo único que tienes es un
puto TV gigante, que bruto que eres por dios
- Ni un puto cuadro
- Ni uno
- Si es verdad tienes libros
- Tu vida de playboy me da asco, dale vas a
- Ni un puto cuadro
- Ni uno
Tengo libros -
- Si es verdad tienes libros
Igual no sabemos, puede ser un buen -
momento para hacer un
viaje, españa, francia, tal vez
inglaterra
- Tu vida de playboy me da asco, dale vas a
venir o no?
- Es el momento, la mañana está hermosa, el
Imposible -
- Es el momento, la mañana está hermosa, el
patio está que vibra.
- Gracias
- Puedes venir, no eres para nada necesario
- No, nada
- No, nadie, eso lo hacen las computadoras,
- Jodete por pelotudo, me fui
- No
- Ya me empiezo a armar otro
- Me voy a poner a ver death proof, si no estás
Si te escucharas, estás deteniendo -
el progreso
- Puedes venir, no eres para nada necesario
Algo lo soy -
- No, nada
Alguien tiene que firmar los cheques -
- No, nadie, eso lo hacen las computadoras,
eres obsoleto, si limpiaras baños serias
necesario, ahora ven a fumar un porro
- Que hijo de puta, me voy a quedar acá y me
Imposible, no tengo excusa, y hay trabajo -
- Que hijo de puta, me voy a quedar acá y me
voy a fumar todo y me voy a quedar sin
droga, y después vas a venir a llorar, y no
vamos a poder trabajar y se va a ir todo
al carajo
- No vamos a terminar el corto
- La canción se va a ir a la mierda
- Ni hablar de terminar el juego
- El campeonato de paleta, si seguimos con
- No vamos a terminar el corto
- La canción se va a ir a la mierda
- Ni hablar de terminar el juego
- El campeonato de paleta, si seguimos con
este paso no llegamos ni a la segunda ronda
y planeamos seis, tal vez demasiadas,
para ya está ya empezamos.
- Y el Mrk57 ese nos está haciendo el orto online
- A bueno, esto es el colmo, que te pasa
- Y el Mrk57 ese nos está haciendo el orto online
Bueno no te acabes todo y listo -
- A bueno, esto es el colmo, que te pasa
hoy, estás tarado
Tengo mucho laburo -
- Jodete por pelotudo, me fui
Para -
Bueno -
Voy a la noche -
- No
Dame un rato -
- Ya me empiezo a armar otro
Lo peor es que sé que es verdad -
Dos horas, dame dos horas -
Tengo que terminar esto si o si -
Dale maricón -
acá para cuando aparece el segundo grupo de
mujeres, no vengas, porque ya me fui a la
mierda
- Bueno no vengas
- Dos horas? demasiado.
- Media hora y pongo play .
- Una hora de escalas, y si me haces esperar al
Eres una peste -
Espera -
Dos hora, dame dos horas y la pones -
Escalas! ponte a hacer escalas, estoy seguro -
que hoy no hiciste
Unas escalitas -
Una, dame una hora -
Haces escalas... -
pedo te repito la clase de star wars.
- Una y pongo play, me fui
- Tu y tus empleados son todos infelices lo
No por todos los cielos, una, dale,-
una y le das play
Cuando mis empleados se queden sin -
trabajo y mi mujer viva en la calle ya
saben a quien culpar
mejor que les puede pasar es que esa oficina
cierre a la mierda, y tu mujer dice que no le
importa, que igual no sabes coger, ningún
ejecutivo sabe
- Claro, acá no hay nada
- Burgués
- Me fui las escalas me llaman, puedes dejar
Llevo algo -
Peste -
Chupa sangre -
de distraerme!!!!
Vas a esperar? -
Peste -
El día que Huan y Lhei se olieron.
Se movía inquieto en el cuarto de tres por dos. La cama estaba guardada, bien hecha, junto con la mesa, si ella quería ordenar comida la sacaría, se había asegurado de limpiarla bien. Había escogido como mobiliario un sillón de dos plazas y una pequeña mesa en el centro. Para las paredes eligió la vista de la ciudad, la vista que tendría su espacio si diera a una pared exterior y no a otro departamento, en un piso cuarenta y dos, casi en el centro de cien unidades iguales a la de él. Había comprado una botella de vino, unos cubos de queso, algunas zanahorias, galletas de harina y orégano, y unas bolitas de soja rellenas de pollo que calentaría cuando ella se sentara. Huan tenía todo bien preparado. Solo él sabía cuanto le había costado conseguir a alguien que realmente le agradara, horas y horas, días, meses en las redes mirando fotos, estudiando perfiles, viendo vídeos, escuchando la música que compartían. Había llegado bastante lejos con un par, hasta se vio en persona con dos, pero ninguna le había atraído tanto como Lhei. Estaba ansioso, pero con la ansiedad que genera una carrera o algo sabido, porque sabía que ella iba a ser puntual, y a sí fue, a las 7:01, sonó el timbre del edificio, él la hizo subir y tres minutos después le abría la puerta de su espacio. Huan la hizo pasar:
- Hola Lhei.
- Hola Huan.
- Pasa por favor, gracias por venir.
- Gracias por invitarme.
- Estoy nervioso.
- Yo también, pero hasta que no nos conozcamos mejor llevo mi pulsera de pánico, mujer precavida.
- Yo también la llevo, no te preocupes, siéntate.
- Gracias, traje vino.
- Yo también compré, gracias por traer. Abrimos la tuya.
Por suerte era delgado, muchos ya saben mentir a través del vídeo, cuando los ves son más gordos, o más viejos, o más o menos de todo. Me encantó que abriera mi botella de vino, lo mismo que usara una pulsera de pánico y no tuviera vergüenza de mostrarla, lo vi como una señal de que era un hombre sensible y sin miedo a mostrarse realmente, muchos hombres se burlan de la pulsera. Sabía que el departamento iba a ser chico, en Buenos Aires ya no hay espacio, nadie tiene espacio, por qué lo tendría él, me gusto también que haya escogido la vista de la ciudad, todos los motivos son válidos, pero para una primera cita la mejor es escoger lo más neutral, y la ventana siempre es lo más neutral. Fue cuidadoso con todo, eso significaba que no tomó el hecho de que fuera a su casa como una victoria segura, como hace la gran mayoría, sino como el principio de la guerra, la cama estaba guardada, y había escogido un lindo sillón y una mesita que llenó con comida. Él estaba hermoso, con un pantalón azul y una camisa verde y rosa, olía bien, pero no a perfume, yo estaba muy caliente y con muchas ganas de acostarme con él.
- Tenía muchas ganas de conocerte, y puedo decir con sinceridad que eres mucho más linda en persona.
Habían tenido varias conversaciones telefónicas, otras tantas por video, habían visto tres películas juntos.
Realmente había traído un vino muy rico, yo no sé mucho, pero por el trabajo con la etiqueta y por el sabor nuevo imaginé que era muy bueno, y al final lo era, lo checkee en un momento mientras ella iba al baño. Desde que cruzó la puerta me dieron ganas de morderle el cuello, agarrarle las nalgas, besarla, y estaba contento, aunque no lo mostraba en las fotos, y es más, hacía un gran esfuerzo por ocultarlo, noté enseguida que tenía buenas tetas, lo suficiente como para decir que las tenía grandes, yo siempre he sido un hombre de tetas, imagino que todos los hombres también lo son, obviamente lo escondía como un proceso de selección, inteligente y calculadora, esto me tranquilizó muchísimo, y me abrió el apetito, ella obviamente estaba en control, lo único que tenía que hacer yo era comportarme correctamente, e insistir un poco a ver si ella también quería, me había costado mucho encontrar a alguien que me gustara realmente. Así que comimos y hablamos.
- Me llamó la atención siempre que no eres de hacer muchos vídeos, la mayoría de los hombres tienen miles de miles públicos, quién sabe cuantos privados. Tu tienes pocos.
- Si, no llego mucho al video, paso más tiempo con fotos y viendo lo que comparten. Hago vídeos privados como todo el mundo, no desde que dijimos de mantener los privados entre nosotros, he sido fiel con eso.
- Yo también.
- Tu si tienes muchísimos.
- Si. Yo pienso que para qué me voy a meter en la cabeza de alguien si tiene una voz horrible o me habla con un sombrero estúpido puesto, o tiene en la pared un escenario ridículo, prefiero poner el video, muchas veces no llego ni a dos segundos y ya los tengo bloqueados. Cuando hablé contigo solo había pasado lo del comentario, me había reído mucho con lo que dijiste, te dije que si al video, de una.
- Yo antes de escribirte vi tus cosas por largo rato.
- Yo pensé que me ibas a escribir enseguida .
- Y yo que me ibas a escribir antes de pedirme video.
Antes de terminar la botella de vino, me intentó besar, y yo lo dejé, y me gustó mucho.
Me dejó besarla rápido y me encantó.
Después del beso siguieron hablando, hablaron de sus trabajos, de sus amigos, de sus familias, ella en un momento se paró para ir al baño, el lugar era pequeño pero con baño propio, cuando entró y vio que estaba todo limpio decidió acostarse con él definitivamente.
- Hola Lhei.
- Hola Huan.
- Pasa por favor, gracias por venir.
- Gracias por invitarme.
- Estoy nervioso.
- Yo también, pero hasta que no nos conozcamos mejor llevo mi pulsera de pánico, mujer precavida.
- Yo también la llevo, no te preocupes, siéntate.
- Gracias, traje vino.
- Yo también compré, gracias por traer. Abrimos la tuya.
Por suerte era delgado, muchos ya saben mentir a través del vídeo, cuando los ves son más gordos, o más viejos, o más o menos de todo. Me encantó que abriera mi botella de vino, lo mismo que usara una pulsera de pánico y no tuviera vergüenza de mostrarla, lo vi como una señal de que era un hombre sensible y sin miedo a mostrarse realmente, muchos hombres se burlan de la pulsera. Sabía que el departamento iba a ser chico, en Buenos Aires ya no hay espacio, nadie tiene espacio, por qué lo tendría él, me gusto también que haya escogido la vista de la ciudad, todos los motivos son válidos, pero para una primera cita la mejor es escoger lo más neutral, y la ventana siempre es lo más neutral. Fue cuidadoso con todo, eso significaba que no tomó el hecho de que fuera a su casa como una victoria segura, como hace la gran mayoría, sino como el principio de la guerra, la cama estaba guardada, y había escogido un lindo sillón y una mesita que llenó con comida. Él estaba hermoso, con un pantalón azul y una camisa verde y rosa, olía bien, pero no a perfume, yo estaba muy caliente y con muchas ganas de acostarme con él.
- Tenía muchas ganas de conocerte, y puedo decir con sinceridad que eres mucho más linda en persona.
Habían tenido varias conversaciones telefónicas, otras tantas por video, habían visto tres películas juntos.
- Si yo también a ti.
- Come por favor, te soy honesto, tengo mucha hambre, te estaba esperando con ansiedad y eso da hambre, así que permiso. Gran vino, gracias.
- Si, no soy muy gastadora pero me gusta el buen vino.
- Una vez fui a una bodega que tenía viñedo, les hicimos un logo para una etiqueta, ha sido la única vez que trabajamos con vino, nos dieron un pequeño tour, vimos las maquinas cosechadoras, las uvas, unos tanques gigantes que convierten el jugo en vino, después dónde guardan parte, el bueno, en barriles que todavía hacen a mano y de madera, y después dónde lo embotellan.
- Acabas de describir todo el proceso y de una manera bastante pobre.
- Si me di cuenta cuando llegué al embotellado.
- Come por favor, te soy honesto, tengo mucha hambre, te estaba esperando con ansiedad y eso da hambre, así que permiso. Gran vino, gracias.
- Si, no soy muy gastadora pero me gusta el buen vino.
- Una vez fui a una bodega que tenía viñedo, les hicimos un logo para una etiqueta, ha sido la única vez que trabajamos con vino, nos dieron un pequeño tour, vimos las maquinas cosechadoras, las uvas, unos tanques gigantes que convierten el jugo en vino, después dónde guardan parte, el bueno, en barriles que todavía hacen a mano y de madera, y después dónde lo embotellan.
- Acabas de describir todo el proceso y de una manera bastante pobre.
- Si me di cuenta cuando llegué al embotellado.
Realmente había traído un vino muy rico, yo no sé mucho, pero por el trabajo con la etiqueta y por el sabor nuevo imaginé que era muy bueno, y al final lo era, lo checkee en un momento mientras ella iba al baño. Desde que cruzó la puerta me dieron ganas de morderle el cuello, agarrarle las nalgas, besarla, y estaba contento, aunque no lo mostraba en las fotos, y es más, hacía un gran esfuerzo por ocultarlo, noté enseguida que tenía buenas tetas, lo suficiente como para decir que las tenía grandes, yo siempre he sido un hombre de tetas, imagino que todos los hombres también lo son, obviamente lo escondía como un proceso de selección, inteligente y calculadora, esto me tranquilizó muchísimo, y me abrió el apetito, ella obviamente estaba en control, lo único que tenía que hacer yo era comportarme correctamente, e insistir un poco a ver si ella también quería, me había costado mucho encontrar a alguien que me gustara realmente. Así que comimos y hablamos.
- Me llamó la atención siempre que no eres de hacer muchos vídeos, la mayoría de los hombres tienen miles de miles públicos, quién sabe cuantos privados. Tu tienes pocos.
- Si, no llego mucho al video, paso más tiempo con fotos y viendo lo que comparten. Hago vídeos privados como todo el mundo, no desde que dijimos de mantener los privados entre nosotros, he sido fiel con eso.
- Yo también.
- Tu si tienes muchísimos.
- Si. Yo pienso que para qué me voy a meter en la cabeza de alguien si tiene una voz horrible o me habla con un sombrero estúpido puesto, o tiene en la pared un escenario ridículo, prefiero poner el video, muchas veces no llego ni a dos segundos y ya los tengo bloqueados. Cuando hablé contigo solo había pasado lo del comentario, me había reído mucho con lo que dijiste, te dije que si al video, de una.
- Yo antes de escribirte vi tus cosas por largo rato.
- Yo pensé que me ibas a escribir enseguida .
- Y yo que me ibas a escribir antes de pedirme video.
Antes de terminar la botella de vino, me intentó besar, y yo lo dejé, y me gustó mucho.
Me dejó besarla rápido y me encantó.
Después del beso siguieron hablando, hablaron de sus trabajos, de sus amigos, de sus familias, ella en un momento se paró para ir al baño, el lugar era pequeño pero con baño propio, cuando entró y vio que estaba todo limpio decidió acostarse con él definitivamente.
Kombi, Lluvia y Jazz.
Yo lo había visto a él en el taller literario, él fue a la primera clase y después no pudo
ir más porque tenía que quedarse a cuidar a sus hijas, por eso y
porque odiaba profundamente al tipo que daba el taller, él y todos
los que fuimos a ese taller, el primero día éramos catorce, el
segundo fueron tres, y al final quedó el tipo solo con una viejita,
que se joda por pelotudo, bueno no importa, no quería contar
sobre lo pelotudo que es el tipo que daba el taller literario, quería
contar sobre él, después lo vi en las clases de música, él
estaba aprendiendo a tocar la trompeta y yo iba para practicar el
saxo y preparar un par de temas para ver si me animo a tocar en
público de una vez por todas, mi relación con el saxo es rara, yo
no soy un músico de fogón, estoy casi seguro que no tengo nada de
oído, y no me sé ninguna canción, me gusta agarrar el instrumento
y tocar, muy afinado, lo que a mi me de la gana, bueno esto tampoco
es sobre mi relación con el saxofón, el
tema es que ahí lo vi otra vez, al final de una de las clase nos
pusimos a charlar y en un momento yo tuve que cortar la conversación porque tenía
que salir para la radio a dar las noticias, entonces fue cuando él
me dijo que hace un tiempo tenía un programa de radio, en la misma estación en la que yo estaba, la comunitaria, un programa
de jazz, pero que lo había dejado porque nadie lo escuchaba,
entonces yo le dije, hey yo te escuchaba, tu programa una vez casi me
salva la vida, y le conté que yo vivía en la Kombi, fue un tiempo
que pasé solo con mi perra, un tiempo de mierda, no tenía un mango,
me habían robado el celular y la billetera y no tenía suficiente
dinero para alquilar nada, así que estaba durmiendo en el auto, en
una playa de estacionamiento, en un colchón arriba de libros, mi
cara quedaba a veinte centímetros del techo, con la ropa tirada en
el asiento delantero, era verano y estaba cerca del mar, pero fue
justo un verano muy lluvioso, y me pasaba horas adentro del auto,
aturdido por la lluvia que golpeaba en el techo, agua contra lata, mi
perra una genia siempre pendiente de hacerme un cariño, y yo a ella,
el tema es que me había comprado un celular muy barato pero que tenía radio, y yo lo descubrí una noche que
estaba lloviendo mucho y a mi se me había olvidado comprar comida,
para comer lo único que tenía eran unas galletas y para tomar un
poco de agua, una situación bastante desesperante si se le agrega
que estaba en un país extranjero, sin familiares o amigos, entonces
me puse a jugar con el celular y encontré que tenía radio, y la
única estación que agarré fue la local comunitaria, porque estaba
cerca, y justo estaba empezando un programa de jazz, yo tenía como
un mes sin tocar porque el saxo había quedado escondido bajo cajas
de libros, y escuchar eso fue maravilloso, costaba escuchar porque el
golpeteo de la lluvia era muy fuerte, pero se escuchaba, la
programación era salteada, jazz de todas las décadas y todos los
estilos, una buena hora y media, casi dos, y bueno, fue un poco
salvador, nada milagroso o extravagante, pero si justo y suficiente,
se lo dije a él porque él me dijo que pensaba que nadie lo
escuchaba y por eso había dejado de hacer el programa, y yo le dije,
hay que hacer, porque siempre hay alguien que escucha.
Fumar.
El hombre se sentó frente a mi en una pequeña mesa redonda. Tenía una chaqueta de cuero marrón liviana, en la cabeza una boina marrón gastada dejaba salir un pelo corto gris, no recuerdo su camisa, pero tenía un color claro, recuerdo que era flaco, de unos cincuenta años, llevaba una barba fuerte de un día o dos, canosa, tenía los ojos verdes, un poco grises, y te podía sostener la mirada.
Se sacó los zapatos, y del bolsillo de la chaqueta, una cartuchera de cuero marrón gastada, la abrió, sacó papel de liar, una lata de tabaco, pidió un café en alemán, y muy lentamente pero con gran firmeza, comenzó a armar un cigarrillo.
Tomó el papel y lo acarició en su longitud con la punta de los dedos, con ambas manos, del centro hacia afuera, lo hizo dos veces, lo sostuvo con la mano izquierda y con la derecha tomó un poco de tabaco, lo pesó, y moviendo ligeramente la yema de los dedos soltó algunas hebras de nuevo en la lata, pesó de nuevo, volvió a un ligero movimiento de yemas y soltó un par de hebras más, pesó una vez más, conforme, soltó suavemente sobre el papel las hebras, parecían caer una a la vez, tal vez caían de a dos, movía a veces ligeramente la mano en la longitud del papel para esparcir el tabaco un poco más, cuando las hebras terminaron de caer, tomó el papelillo con ambas manos y con un movimiento en dos partes, lió el cigarrillo, primero con los pulgares rodó el papel hacia abajo, frente a sí, levantando la parte de afuera, y después los pulgares empujaron hacia dentro y se deslizaron hacia arriba, el tubo quedó armado. Sacó de la cartuchera un encendedor plateado mientras el mozo le traía el café, se llevó el cigarrillo a los labios, el encendedor encendió a la primera.
El Hombre tomaba caladas lentas, intensas y cortas, parecía llenar sus pulmones mitad con humo, mitad con aire.
No recuerdo que hizo con el café, sé que pidió otro, y que repitió la operación del cigarrillo.
Se sacó los zapatos, y del bolsillo de la chaqueta, una cartuchera de cuero marrón gastada, la abrió, sacó papel de liar, una lata de tabaco, pidió un café en alemán, y muy lentamente pero con gran firmeza, comenzó a armar un cigarrillo.
Tomó el papel y lo acarició en su longitud con la punta de los dedos, con ambas manos, del centro hacia afuera, lo hizo dos veces, lo sostuvo con la mano izquierda y con la derecha tomó un poco de tabaco, lo pesó, y moviendo ligeramente la yema de los dedos soltó algunas hebras de nuevo en la lata, pesó de nuevo, volvió a un ligero movimiento de yemas y soltó un par de hebras más, pesó una vez más, conforme, soltó suavemente sobre el papel las hebras, parecían caer una a la vez, tal vez caían de a dos, movía a veces ligeramente la mano en la longitud del papel para esparcir el tabaco un poco más, cuando las hebras terminaron de caer, tomó el papelillo con ambas manos y con un movimiento en dos partes, lió el cigarrillo, primero con los pulgares rodó el papel hacia abajo, frente a sí, levantando la parte de afuera, y después los pulgares empujaron hacia dentro y se deslizaron hacia arriba, el tubo quedó armado. Sacó de la cartuchera un encendedor plateado mientras el mozo le traía el café, se llevó el cigarrillo a los labios, el encendedor encendió a la primera.
El Hombre tomaba caladas lentas, intensas y cortas, parecía llenar sus pulmones mitad con humo, mitad con aire.
No recuerdo que hizo con el café, sé que pidió otro, y que repitió la operación del cigarrillo.
Una de verdad.
Vivía solo en un edificio de cuatro pisos y cuarenta departamentos, en medio de un basural y al lado de una de las villas más calientes de la ciudad. Solo. No vivía nadie más en el edificio. El edificio no tenía puerta, y la puerta de mi departamento no tenía rejas, tampoco tenía rejas en las ventanas que daban a los pasillos, una situación de vulnerabilidad extrema. Una noche, volviendo de la feria, tenía que cerrar temprano el puesto de libros porque si volvía tarde por la noche seguro que me asaltaban, había un auto estacionado afuera del edificio, entro, todas las luces del edificio encendidas, me pareció muy raro, subo a mi departamento, yo estaba en el cuarto piso, y cuando entro siento pisadas en el techo, subo, cuatro policías de investigación me rodearon y me empezaron a empujar con las pajeras, había doce en el techo, no me golpeaban pero si eran muy firmes, quien sos vos pibe? qué hacés acá? yo vivo acá les digo, todos se quedaron en silencio, al rato uno me pregunta, vos vivís acá?, si le digo, silencio, se abrieron, no me hablaron más. Le pregunté a uno que qué hacían acá, nos estamos por mover sobre alguien en la villa me contestó, uno de los que se escapó de la comisaría de Maipu la semana pasada, y me preguntó, vos viste un gol blanco? si claro que había visto un gol blanco, dos noches atrás estaba acostado y empecé a escuchar tiros, las balaceras eran normales así que me asomé por la ventana a ver si veía a algún recurrente, vi el gol blanco, iba rapidísimo por el medio de las montañas de basura, se estaba tiroteando con los guardias de seguridad de la construcción de enfrente, no le dije al policía, no no vi nada. Bajé a mi departamento, toda la noche escuché las pisadas en el techo, como a las cuatro de la mañana los escuché a todos bajando de golpe por las escaleras, no los vi más. El edifico estaba pegado a otra construcción, una fabrica abandonada llena de túneles, torres y planchones de cemento, ahí cuidaban un par de policías, y siempre charlaba con ellos, y siempre me ofrecían armas, todos me ofrecieron armas o me decían, agarrá cartuchos, hacete una tumbera, vos acá necesitas protección. Mis amigos iban muy poco a visitarme, y cuando iban se iban tempranito, empezaba a caer el sol y partían, les gustaba ir a ver las peleas que se armaban en la villa, los pibes de trece y catorce vivían a las piñas, en especial se agarraban los del ferrocarril contra los del galpón. Estuve viviendo así más o menos dos meses, me costaba dormir, mi amigo Víctor me daba tes sedantes, pero la verdad era que me daba miedo quedarme dormido, era muy fácil entrar en el edificio y era obvio que solo vivía una persona. Me quedaba por la noche, con la luz apagada, porque cuando la luz estaba encendida me tiraban piedras, el setenta por ciento de los vidrios del edificio estaban rotos, y aunque tenía puesta una media sombra muchas la pasaban, y me ponía escribir, en la maquina eléctrica, horas y horas por la noche, en la oscuridad, con el ruido sedante del tecleo, solo en ese edificio, muchas veces recibía negativas de las editoriales en esa condiciones y todavía hasta el día de hoy, no sé muy bien que sentir con respecto a eso. A los dos meses se mudó otro flaco, un divino, en el segundo piso, los de la villa lo recibieron con un tiro de veintidós, a él no le pasó nada, solo le rompieron el vidrio del balcón, un huequito, nada más, valiente el flaco, no arrugó y se quedó tranquilo. Un día él estaba volviendo tarde del trabajo, venía borracho, me llamó para que saliera a recibirlo, venía en taxi, hasta la esquina porque los taxistas no entraban por entre la basura, salí, llegó haciendo escándalo, y me dijo entre lagrimas y risas, nadie viene a visitarnos, mis amigos no quieren venir a verme, nadie viene, no le digo, generalmente la gente se aleja de estas situaciones. El ascensor no funcionaba.
Luis Masliah.
Aunque era un hombre
de tierra, Luis Masliah daba la sensación de ser un pez de mar,
funcional y aerodinámico. Luis se dedicó a la investigación
privada para no lidiar con los otros. Había sido un gran policía, y podría
haber llegado a ser un gran detective de homicidios, su carácter
observador y estudioso lo hubieran llevado a resolver muchos casos,
pero lidiar con los otros lo alejó de la fuerza. Luis se sentaba
horas en su auto a escuchar música, solo escuchando electrónico,
Aphex Twin, Chemical Brothers, Gabin, Kruder & Dorfmeister,
mientras fumaba marihuana. Así se resolvían los casos, todos los
casos, escogiendo con criterio y esperando. Últimamente venía
teniendo suerte, con un caso al mes vivía bien, y en los últimos
seis meses había hecho tres por mes, casi todos de sospecha de
engaño, todas confirmadas por supuesto, eran muy pocas las veces con
las que se encontraba con una falsa sospecha, de esto no sacaba
ninguna conclusión. Luis era flaco, su dieta era variada pero
estricta, se alejaba de los alimentos procesados y las gaseosas. Las
bebidas alcohólicas las tomaba puras y con hielo. Eran las dos de la
tarde de un día de otoño, estaba en su auto escuchando Thievery
Corporation, estacionado en las afueras de la ciudad frente a una
fábrica, tal vez abandonada, y un albergue transitorio de nivel
medio, esperando que apareciera el Ford Focus Azul de la mujer de su
cliente cuando algo del otro lado de la calle le llamó la atención,
dos hombres cargaban una mujer entre ellos, como si estuviera
borracha, y miraban culpables hacia todas las direcciones, él sabía
que no lo verían, todos los policías saben que un hombre nervioso
no sabe mirar. Llegaron hasta una puerta de metal en un edificio de
dos pisos de ladrillo visto con ventanas en el segundo piso, el que
tenía la campera marrón y los jeans gastados sacó con dificultad
un manojo de llaves y abrió tres cerraduras, el otro que tenía una
camisa de cuadros y unos pantalones beige sostenía a la joven,
entraron en el edificio. Acá Luis, ya sabiendo todo lo que estaba
ocurriendo, y pensando que la vida había sido buena con él y, después de todo, era muy bueno en lo que hacía y tenía su
Beretta, realmente sería muy mala persona si se quedaba en el auto
sin hacer nada. Sabía que adentro había uno o dos hombres sin
contar los que habían entrado, sabía que seguro había más de una
mujer adentro, y sabía que la policía de la zona era cómplice. La
cercanía con el albergue no era casualidad. Tenía que esperar a que
salieran los dos hombres. Esperó. Escuchó algo de Nouvelle Vague y
algo de Morcheeba. Los dos hombres salieron, sin la mujer por
supuesto. Tenía pocos menos de un minuto para tocar la puerta y que
el hombre que estuviera adentro pensara que a alguno se le había
olvidado algo. Salió de su Corolla gris, y trotó hasta la puerta,
golpeó un par de veces con intensidad, veía a lo lejos como los dos
hombres doblaron en la esquina, por suerte no habían volteado,
pasaron unos trece segundos, y alguien empezó a destrabar las
cerraduras, apenas abrieron la culata del arma encontró una nariz y
sintió como se rompía bajo su peso, el golpe se repitió varias
veces hasta asegurar inconsciencia. Enfrente solo unas escaleras, las
subió despacio, ahí se encontró con un taller abandonado, sin
divisiones, contra una pared cuatro camas de caño con colchones
roñosos, tres ocupadas con mujeres amarradas, estudió bien el
lugar, buscó baños y cuartos dónde pudiera haber alguien
escondido, no encontró a nadie más, se sintió con suerte, desató
a las mujeres, todas estaban inconscientes. Se acercó a la ventana,
nadie pasaba por la calle. Se tomó un momento para pensar. Entonces,
prodigiosamente, apareció el auto azul, bajó rápido las escaleras,
el hombre continuaba inconsciente, sangraba bastante, y acá hizo lo
posible por no pisar la sangre. Corrió hacia el auto que estaba por
entrar en el estacionamiento del albergue. La mujer se asustó
muchísimo cuando él le golpeó la ventana y ella en un intento
desesperado y acostumbrada a vivir en una ciudad peligrosa,
retrocedió con velocidad, pero él dijo el nombre de ella varias
veces, y lo vio a los ojos, y dudó, y supo que había algo más,
porque aquel que engaña conoce de realidades paralelas y situaciones
complicadas. Detuvo el auto, y él le dijo, necesito ayuda ya, y sin
que ella abriera la ventana él le dijo, tu esposo me contrató para
seguirte, si me ayudas le miento. Silencio. Él insistió todavía a
través de la ventana, hay mujeres en ese edificio las tenemos que
sacar, entonces ella ya no dudó, bajó la ventana y le preguntó,
qué hacemos, y él le explicó, tienes que estacionar el auto ahí
en el frente las bajamos entre las dos y las llevas dónde yo te
diga eso es todo. Un segundo más de duda por parte de ella, pero
frente a la esclavitud ningún hombre o mujer duda, la libertad es
por lo único que todos luchamos. La mujer estacionó el auto y
Luis, más allá de la situación no pudo dejar de notar su belleza,
estaba vestida con una calza negra y una camisa de deporte,
obviamente su excusa era entrenar, era alta y esbelta, tenía el cabello negro y lacio, tenía la piel oliva de la mujer latina, también notó su valentía cuando
pasó por arriba del cuerpo caído sin inmutarse. Si se sorprendió cuando
vio a las mujeres en las camas. Con dificultad bajaron los tres
cuerpos y los acomodaron en el auto de la mujer, Luis le dijo,
tranquila le voy a decir a tu esposo que nada está pasando llévalas
al hospital que está frente a la escuela de medicina yo le voy a
mandar un mensaje a alguien que te va a estar esperando en la puerta
de emergencias nadie te va a preguntar nada, entonces se cuestionó,
y le preguntó, tu pareja por qué no aparece, y ella le dijo, si lo
hizo vi su auto mientras gritabas mi nombre pero se fue obviamente
pensó que era un robo y huyo como un cobarde hijo de puta, bueno
dijo él, te salió barato. Ella partió, él volvió a su auto,
arrancó y se fue en la dirección contraria, llamó a su amiga en el
hospital y le explicó la situación, ella iba a estar lista,
encendió la radió y escuchó un poco de Gorillaz, abrió la
guantera y sacó uno de los armados que tenía ahí, le estaba dando
hambre, tenía buen dinero, se iba a sentar en un restaurante a comer
como un rey.
Horroricienta.
Érase una vez, en un castillo a las afueras de
Grotesburgo, vivía una princesa, paralítica, bruta y fea. Sus
sirvientes la odiaban porque dejaba baba por todo el castillo. Se
llamaba Horroricienta. Horroricienta vivió sola en el castillo hasta
que se murió de tristeza. El mismo día de su muerte los sirvientes
hicieron una fiesta, y al final se robaron todo, hasta la silla de
ruedas. Todos abandonaron el castillo y la propiedad
quedó sola y se hizo ruinas. Un día un Príncipe iba de paso en su
caballo y se sintió interesado por el castillo, averiguó con las
autoridades de Grotesburgo los pormenores de la propiedad, la
adquirió al instante y mientras inventariaban las antigüedades sin
valor que se encontraban en este, encontró en el sótano un retrato
de Horroricienta en la silla de ruedas. Se enamoró al instante, de
la silla de ruedas. En ese momento comenzó una búsqueda incansable
por este objeto que se había quedado con su corazón. Diez caza
recompensas entrenados buscaron por la comarca hasta que dieron con
ella. La encontraron, en muy buen estado, en la casa del encargado de
las alfombras del castillo, que la había utilizado para sacar
objetos de valor mientras lo saqueaban la noche de la bacanal. La
restauró, la protegió, y la utilizó con mucho amor. El príncipe
rodaba por el castillo como un niño jugando y su felicidad se
transmitía a todo aquel que lo conocía, todos querían trabajar con el príncipe feliz que rodaba a todos lados. Juntos, él y su silla,
vivieron felices para siempre. Fin.
El Árbol.
Veía el árbol y se preguntaba: ¿Qué ven los otros? Esta vez no es una subjetividad estética o un capricho cultural, como dice Martita, ese árbol, está mal podado. El sol del verano parecía marcar con énfasis las ramas desordenadas. No es solo un tema de que sea bonito o no, ese árbol necesita crecer para arriba, desde hace mucho que lo vienen cortando mal.
Él sabía que podía discutir con la dueña y ganar la discusión, porque desde un punto de vista lógico sus argumentos eran irrefutables, pero eso no importaba. Ese árbol es de ella, que eso quedara así fue su deseo y lo expresó muy claramente y frente a mí, él nada podía hacer al respecto, tener razón a veces no sirve para nada, la razón no otorga poder, la propiedad lo hace.
Él sabía que podía discutir con la dueña y ganar la discusión, porque desde un punto de vista lógico sus argumentos eran irrefutables, pero eso no importaba. Ese árbol es de ella, que eso quedara así fue su deseo y lo expresó muy claramente y frente a mí, él nada podía hacer al respecto, tener razón a veces no sirve para nada, la razón no otorga poder, la propiedad lo hace.
Tenía ya rato mirándolo mientras hacía otras cosas, y se volvía a preguntar: ¿Qué ven los otros? A lo mejor ella no ve lo que yo veo, y sí, es eso, si ella viera lo que yo veo no pensaría así, lo vería bien y lo vería mal y entendería. Entonces el hombre dejó de hacer lo que estaba haciendo y se fue a buscar a la mujer, y no la encontró, preguntó a su hijo que estaba arreglando el auto y el muchacho le dijo que no sabía, que se había ido a hacer algún trámite, que si necesitaba algo, no le dijo, nada, entonces le preguntó al hijo si le gustaba ese árbol y el dijo, mientras peleaba con el filtro de aire, que a él ese árbol no le importaba.
En su casa lo habían enseñado a respetar, y ahí precisamente estaba la causa de la mayoría de sus conflictos, el otro y sus límites lo detenían y determinaban, le costaba avanzar sobre los otros.
Si le muestro, si lo ve como yo lo veo, va entender y le va a gustar.
Si le muestro, si lo ve como yo lo veo, va entender y le va a gustar.
Al Principio dudó mucho con las primeras ramas, parecía no tener la fuerza necesaria para realizar el corte, en cada corte dos resistencias, la biología y la educación. A medida que sacaba veía como le iba quedando fue avanzando con más y más seguridad y el conflicto seguro que iba a tener con la dueña se hacía más insignificante. Nada alienta más que la fuerza que otorga la búsqueda de la belleza.
En un corte se equivocó. Trabajar bajo la presión que generaba que la dueña volviera y generara la discusión a media faena lo estaba haciendo cometer algunos errores de cálculo y le hacían fallar el ojo. A esto se le sumaba que había descuidado la otra tarea que estaba realizando, terminar el muro, que lo veía desde atrás avanzado en el tiempo acordado, pero aún sin terminar. Está vez de manera grosera, al nivel que se veía obligado a recortar otras ramas.
En un corte se equivocó. Trabajar bajo la presión que generaba que la dueña volviera y generara la discusión a media faena lo estaba haciendo cometer algunos errores de cálculo y le hacían fallar el ojo. A esto se le sumaba que había descuidado la otra tarea que estaba realizando, terminar el muro, que lo veía desde atrás avanzado en el tiempo acordado, pero aún sin terminar. Está vez de manera grosera, al nivel que se veía obligado a recortar otras ramas.
Ahora, si viene y yo no he terminado sí que sí que no tengo argumento que valga, porque no le voy a poder mostrar ella no va a poder ver y voy a perder. Lo mismo si sigo haciéndolo mal, si lo hago y ella llega y lo hice mal es todavía peor. De los dos prefiero el primero, la discusión, porque todavía me dejo un espacio para salir.Me tengo que tomar mi tiempo.
Se echó para atrás examinó el árbol se regaló un minuto de silencio para observarlo, a veinte metros el hijo reclinado sobre el motor generaba un agradable repiqueteo de metales.
Huckleberry Finn y un cerco verde.
(Cuento)
Blanco. Estoy casi seguro.
Si, Huck Finn pintaba la cerca de blanco. No terminó, claro que no
terminó, de eso va el libro no, o sí. Pintaba porque lo habían
castigado, un regaño era, no, si, tengo que leer el libro de nuevo.
Yo estoy pintando en verde, que no es blanco, pero bueno, estoy
pintando muy mal, pero no importa, o si importa, pero no tanto como
para que me digan nada, creo que se conforman con que esté mal
pintado, está tan feo esto, no es feo, es desprolijo, pero eso es
feo, con unificarlo con este color es una gran mejora, la pintura
arregla todo. Estaba Huck al sol, si, claro que sí, de ahí al río,
yo me podría ir al mar, me voy a ir al mar, claro que Huck era un
niño y yo soy un hombre, un hombre pintando una cerca, de verde, mal
pintada. Que hermoso día, tan lindo que no me importa estar acá,
igual se está bien acá, te tratan bien, agua de botella cada vez
que pides, te dan fruta, había queso esta mañana, no están encima
de uno, podría hacerlo mejor, pero no quieren, quieren rápido, y
bueno, a mi me importa, pero a ellos no, complicada la cosa, para
hacer bien este trabajo me tengo que descontracturar, ir a peor tal
vez, que no es realmente peor, es diferente, toda la vida planeando y
midiendo y teniendo cuidado para que ahora, si quiero que me vaya
bien, tengo que hacer totalmente lo contrario, igual tan bien no me
fue con lo otro, porque terminé pintando cercas, pero bueno, tampoco
tengo que hacer esto, podría no hacerlo, pero decidí hacerlo, que
no era exactamente lo que hacia Huck, convenció a un par para que
pintara por él, es más le daban cosas, los convencía para que
pintaran y le pagaran, que genio, yo estoy ayudando gratis, no hace
eso Huck, no, sé va por ahí, la pasa re bien, se divierte como le
da la gana, después lo ponen de castigo a pintar un cerco, yo hice
todo bien y terminé en el mismo lugar. Cómo se llamaba la segunda
parte del libro, ah no, el que pinta el cerco es Tom Sawyer, claro,
Huck Finn es el amigo y ese es el segundo libro, las aventuras de
Huckleberry Finn, y a Tom lo castigaron por no ir al colegio, eso,
si, por ahí va la cosa, y engaña a los otros chicos para que se
queden pintando, eso, bueno bien. O el thiner me agudiza las neuronas
o acabo de entender al Karate Kit.
El Hombre.
(Cuento)
Mira la verdad es que siempre me enredo, quiero contar una historia simple, y siempre me termina pareciendo tonta y poco intelectual y la termino enrollando sin ningún sentido así que déjame que te cuenta esta así no más, y si sale mal sale mal y tu no me dices nada. La historia, es la siguiente, es la de un hombre que se va a vivir a la playa. Nada más. No hay gran intriga, es un hombre que larga todo al carajo y se muda a un pueblito de playa, y no es todo color de rosa, el tipo la pasa mal, tiene que trabajar en cosas que no le gustan, se cruza con gente que le hace daño, igual que a cualquiera, pero le pasa en un pueblito de playa, el pueblito de playa que el eligió, y eso la hace a mi parecer una historia interesante, no hay grandes conflictos, ni grandes desenlaces, nada extrema, pero es bonita, y es fácil.
Mira la verdad es que siempre me enredo, quiero contar una historia simple, y siempre me termina pareciendo tonta y poco intelectual y la termino enrollando sin ningún sentido así que déjame que te cuenta esta así no más, y si sale mal sale mal y tu no me dices nada. La historia, es la siguiente, es la de un hombre que se va a vivir a la playa. Nada más. No hay gran intriga, es un hombre que larga todo al carajo y se muda a un pueblito de playa, y no es todo color de rosa, el tipo la pasa mal, tiene que trabajar en cosas que no le gustan, se cruza con gente que le hace daño, igual que a cualquiera, pero le pasa en un pueblito de playa, el pueblito de playa que el eligió, y eso la hace a mi parecer una historia interesante, no hay grandes conflictos, ni grandes desenlaces, nada extrema, pero es bonita, y es fácil.
El hombre este vivía en una ciudad,
una ciudad grande, trabajaba en una oficina en un edificio de veinte
pisos, el trabajaba en el cuarto, en la planta bajo había un
Mcdonalds. El susodicho tenía que pasar por el frente del Mcdonalds todas las mañanas. Iba al trabajo en tren subterraneo,
tren que tomaba a diez cuadras de su departamento, un departamento de
un dormitorio en un edificio de seis pisos en un barrio de clase
media. Este hombre tenía una novia, que dormía varias veces con él.
Este Hombre no tenía hijos. Este hombre era un infeliz. De Lunes a
Sábado se levantaba a la seis de la mañana, tomaba el tren a las
siete, llegaba al trabajo a las siete y media, trabajaba hasta las
cinco, llegaba a su casa la seis, hacía alguna forma menor de
entretenimiento y se iba a dormir. Tenía amigos, claro. Salía
esporádicamente al teatro, al cine, por supuesto. También leía
algún libro ocasionalmente, disfrutaba de bebidas alcohólicas y
tenia sexo regularmente. Ser infeliz no tiene nada que ver con esas
cosas, ser infeliz tiene que ver con lo que pasa en el centro mismo
de tu cuerpo, en la profundidad absoluta de tu cabeza, tiene que ver
contigo mismo y cómo te sientes con lo que estas haciendo. este
hombre era infeliz.
Cómo cualquier otro siempre lamentaba el fin de
sus vacaciones, pero en las vacaciones últimas algo había cambiado,
este hombre es vez de lamentarse se preguntó, de una manera seria,
porqué esto ha de terminar? y se lo siguió preguntando en la
oficina, y se lo siguió preguntando en el teatro, y en el tren, por
qué algo que me gusta tiene que acabar? , y cualquier hombre puede
aguantar preguntarse si es correcto o no, pero un verdadero hombre no
puede con la pregunta de si es verdadero o no, por qué se
preguntaba, se empezó a preocupar, el por qué no lo abandonaba, lo
charló tímidamente con un grupo de amigos, todos contestaron lo
mismo, porque si, porque esta es la vida, porque esto es lo que se
hace, alguno le dijo, va a ser lo mismo, te vas a otro lugar y al
poco tiempo estás cansado, aburrido, quieres otra cosa, mejor
quedarse haciendo lo que estas haciendo, hacerle frente y seguir, que
después de todo no es tan malo, te ha tocado bien, a muchos otros
les toca peor, si a muchos otros les toca peor. Pero la pregunta no
desaparecía, parecía estar instalada en un lugar más allá de la
lógica. Por qué no me puedo quedar en un lugar que me gusta. Podía
en particular apreciar por qué un hombre con familia, escuela,
trabajo con futuro, etc, encontraría mayor resistencia para no hacer
las cosas que le gustan, no estar en el lugar que le gusta, pero no
es el caso de la gran mayoría, la gran mayoría no es nada, es gris,
y sin embargo se queda, se mantiene, porque si.
Este hombre durante una cena le planteó
a su novia mudarse de la ciudad, ir a un pequeño pueblo de playa y
quedarse a vivir ahí. Su novia no sabía que hacer, la idea era
tentadora, pero dejar la ciudad, su trabajo, sus amigos, su familia.
Ella podía entender el planteo de él, que era simplemente, por qué
no hacerlo, pero no era suficiente para ella, poder o no poder hacer
algo no es suficiente, ella necesitaba una razón más fuerte,
laboral, familiar, que significara para el futuro. El futuro.
Este hombre sabía que no iba a
llegar lejos en su trabajo, no tenía ni los títulos, ni los
contactos, para acceder a las altas esferas de la empresa en la que
trabaja, salir de esta y comenzar por su cuenta parecía aún tema
irrisorio. Conseguir prestamos, relaciones públicas, el doble de
trabajo, cien por ciento de riesgo, por qué, para qué, por qué
cantidad. Seguir, alcanzar cierto nivel, conseguir cierta seguridad,
después de todo, es el sueño de muchos, una y mil veces se lo
repetía, eres un hombre con suerte, tienes alimento, agua corriente,
un techo, ingresos, una mujer que te acompaña, una familia que se
preocupa, porque entonces soy infeliz, porque entonces siempre el por
qué.
Departamento, tren, trabajo, casa,
ligera forma de entretenimiento.
Por supuesto que este hombre nada hizo
al principio. No era el primero ni sería el último en querer vivir
en el lugar en el que uno va de vacaciones. El por qué se quedó
dentro de él, lo acompañó por largo tiempo. Cuando le tocaron las
próximas vacaciones decidió no viajar. Se quedó en la ciudad,
haciendo nada, descansando, yendo a las plazas, disfrutando de los
cafés, intensificando su agenda cultural. Pero en todas estas
actividades o por lo menos en las buenas. Había un mensaje claro
fuerte, encuentra tu propia voz, sé verdadero, y mucho más
importante y mucho más presente, hay otra realidad. El arte le
mostraba una y otra vez, otra cara, otra posibilidad, otra manera. Y
le era particularmente asombroso como las otras personas que lo
acompañaban parecían no poder entender ese concepto básico,
profundo, y universal que le mostraba el buen arte, hay otra manera.
Cierta ira comenzó adueñarse de él.
Ya no podía permanecer callado frente a las pequeñas cosas que le
molestaban, comenzó a pelear con su novia por pequeñeces, comenzó
a separarse de los amigos, todo lo que hacían lo irritaba, en
particular le molestaba que todo pareciera una competencia, los que
hacían deporte, constantemente estaban compitiendo dentro de una
masa tan gigantesca y tan neutra que era imposible ver por qué lo
hacían, por qué competían, y era lo mismo con todos, quién
consiguió el mejor restaurant, quién encuentra la mejor película,
quién puede comentar mejor un libro, todo una competencia, todo una
carrera que va de ningún lado a ningún lado, todos los limites
borrosos, la promesa constante de algo mejor, de cierta fama,
seguidores de twitter, todo le pareció una competencia que no tenia
ningún sentido, principalmente porque no había nada para un
supuesto ganador, nada, en el trabajo era lo mismo, todos peleando
por un puesto, por un lugar, competencia.
Entonces pensó en el premio. En lo que
significaba ganar, en lo que le daban al ganador. Y lo vio
claramente, el ganador recibía una casa en la playa, un buen auto,
una mujer hermosa, dinero, viajes y reconocimiento. Pero de todo eso,
qué era lo que le importaba a él, qué le importaba ganar, vivir en
la playa, en un pueblito, entonces dijo, no compito, dejo de jugar,
no me interesa, no vale la pena, puedo directamente ir por el premio,
y fue lo que hizo, se fue a vivir al mar, a un pueblito de playa, y
no todo era color de rosa, la pasaba mal, sufrió la soledad, trabajó
en cosas que no le gustaron, extrañó mucho, pasó por mucho, pero
por todo pasó con la liviandad del hombre que ya había ganado.
Abel Cienfuegos.
Todo el mundo escucha la
campana. El que dice que no escucha la campana, miente, y todos
sabemos cuando alguien miente. Por eso nadie quería pelear con Abel
Cienfuegos. Gran boxeador Abel, pegada firme, ágil de pies, buena
defensa, pero nadie quería pelear con él , conseguirle peleas era
difícil, y lo fans lo abucheaban siempre, porque Abel, siempre, en
todas las peleas, metía un golpe después de la campana. Que en el
boxeo como en cualquier cosa lo mental es tan importante como lo
físico y saber golpear la cabeza es tan importante como saber
golpear el cuerpo, pero el juego psicológico es una cosa, y el golpe
bajo es otra. Hay varios de esos que recurren al golpe bajo, tan fácil como
certero, tan implacable, pero al mismo tiempo tan ratero y
destructor, se requiere un tipo de ser humano muy especial para
utilizarlo, generalmente son aquellos que pierden de vista la
distancia, que no comprenden el juego por afuera del juego, que no
entienden que después de la pelea la vida continua, y una pelea es
realmente una batalla, que el objetivo, es ganar la guerra. Abel
Cienfuegos, el boxeador de gran talento que todas las peleas hacía
lo obvio, que muchas veces le dio muchas victorias, dar un golpe
después de la campana.
Muerte.
No
es
ni
miedo
ni
respeto
ni
tristeza
es
es
la misma punzada infernal
que
me
golpea
detrás
de la
cabeza
es esa voz
MI
!
misma voz
que
empuja y empuja y empuja y
empuja
y empuja
y empuja
y empuja
y empuja
empuja empuja empuja
empuja
y empuja
empuja y golpea
y no deja de golpear
de insistir
de molestar
en todos sus mensajes
y tras todas sus ideas
el mismo y único sentido
de su
de mi
de esa parte del ser
de MI ser
(busca, hay más, y más,
crees que estás esperando, pero no)
la iluminación es para
los iluminados
la desidia es para los
iluminados
la paciencia
la plenitud
todo para los iluminados
en
la
oscuridad
dos opciones
aceptar la putrefacción
que
invade a todo lo que se
detiene
o aceptar el golpeteo
y buscar
el movimiento
pero
a
v
e
c
e
s
el golpe que da
que doy
es
tan incesante
tan incisivo
tan brutal y molesto
que empuja
y empuja y
sigue empujando
lastima
entonces
el
v
é
r
t
i
g
o
hasta
el más tenaz de los viajeros necesita un descanso
es
que
nunca
se
va
a
detener
.
y el miedo absoluto
:
no sabrá detenerse
?
aparece
entonces
una
opción
que
parece
una
salida
la ansiedad, la faltad de
miedo y el hastío del golpeteo
embellecen tras un
espejismo su misterio
oh muerte
todos te huyen
y
yo
yo
y
para
mi
alivio
el alivio
del cese
del silencio
de la
de MI
el alivio supremo de
saberme irresponsable finalmente de la carga inexistente,
de la búsqueda
interminable
claro que está
está
me gusta el coqueteo
presiento un proceso de
seducción absoluta
la ultima aventura
el descanso que no
necesita del sueño
la liviandad
pero no
no
porque ante todo
y antes que eso
estaba esto
eso
aquello
lo que encierra mi
cansancio
y
mi
deseo
mis
voces
el amor mismo que genera
el misterio
la posibilidad
y
lo reconozco
lo sé
lo siento
y lo canto
está
y
continuaré sintiéndolo
y seguirá siéndolo
en la búsqueda
en el martirio mismo
encontraré ese alivio
dosificado en los reflejos de otras muertes que son amores
en la expresión absoluta
que me deja vacío
en el cansancio extremo
que me paraliza
en la belleza
que otros huyan de tu
presencia como aniquiladora
o destructora
yo como condenado buscador
no le tengo miedo a la responsabilidad de ser el único que ame o el
loco que intuya y celebre la incoherencia de una lógica sesgada
ansiedad como motor
desdoblamiento como
aprendizaje
cuanto vale la única
verdad
:
todo muere
y
todo continua
un sol muere y se
multiplica
lo hermoso
lo vivo se mueve
todo lo que es crece en
espiral bajo una linea
el encuentro justifica
hay
y mucho
no es obsecuencia o
tozudez
es la experiencia de haber
encontrado
dormir extenuado
soñar
ni
mi
ni
eso
ni
aquello
es la misma punzada
infernal que me golpea detrás de la cabeza
que me obliga a continuar
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