El día que Huan y Lhei se olieron.

     Se movía inquieto en el cuarto de tres por dos. La cama estaba guardada, bien hecha, junto con la mesa, si ella quería ordenar comida la sacaría, se había asegurado de limpiarla bien. Había escogido como mobiliario un sillón de dos plazas y una pequeña mesa en el centro. Para las paredes eligió la vista de la ciudad, la vista que tendría su espacio si diera a una pared exterior y no a otro departamento, en un piso cuarenta y dos, casi en el centro de cien unidades iguales a la de él. Había comprado una botella de vino, unos cubos de queso, algunas zanahorias, galletas de harina y orégano, y unas bolitas de soja rellenas de pollo que calentaría cuando ella se sentara. Huan tenía todo bien preparado. Solo él sabía cuanto le había costado conseguir a alguien que realmente le agradara, horas y horas, días, meses en las redes mirando fotos, estudiando perfiles, viendo vídeos, escuchando la música que compartían. Había llegado bastante lejos con un par, hasta se vio en persona con dos, pero ninguna le había atraído tanto como Lhei. Estaba ansioso, pero con la ansiedad que genera una carrera o algo sabido, porque sabía que ella iba a ser puntual, y a sí fue, a las 7:01, sonó el timbre del edificio, él la hizo subir y tres minutos después le abría la puerta de su espacio. Huan la hizo pasar:

- Hola Lhei.

- Hola Huan.

- Pasa por favor, gracias por venir.

- Gracias por invitarme.

- Estoy nervioso.

- Yo también, pero hasta que no nos conozcamos mejor llevo mi pulsera de pánico, mujer precavida.

- Yo también la llevo, no te preocupes, siéntate.

- Gracias, traje vino.

- Yo también compré, gracias por traer. Abrimos la tuya.
     
      Por suerte era delgado, muchos ya saben mentir a través del vídeo, cuando los ves son más gordos, o más viejos, o más o menos de todo. Me encantó que abriera mi botella de vino, lo mismo que usara una pulsera de pánico y no tuviera vergüenza de mostrarla, lo vi como una señal de que era un hombre sensible y sin miedo a mostrarse realmente, muchos hombres se burlan de la pulsera. Sabía que el departamento iba a ser chico, en Buenos Aires ya no hay espacio, nadie tiene espacio, por qué lo tendría él, me gusto también que haya escogido la vista de la ciudad, todos los motivos son válidos, pero para una primera cita la mejor es escoger lo más neutral, y la ventana siempre es lo más neutral. Fue cuidadoso con todo, eso significaba que no tomó el hecho de que fuera a su casa como una victoria segura, como hace la gran mayoría, sino como el principio de la guerra, la cama estaba guardada, y había escogido un lindo sillón y una mesita que llenó con comida. Él estaba hermoso, con un pantalón azul y una camisa verde y rosa, olía bien, pero no a perfume, yo estaba muy caliente y con muchas ganas de acostarme con él.

- Tenía muchas ganas de conocerte, y puedo decir con sinceridad que eres mucho más linda en persona.

     Habían tenido varias conversaciones telefónicas, otras tantas por video, habían visto tres películas juntos.
- Si yo también a ti.

- Come por favor, te soy honesto, tengo mucha hambre, te estaba esperando con ansiedad y eso da hambre, así que permiso. Gran vino, gracias.

- Si, no soy muy gastadora pero me gusta el buen vino.

- Una vez fui a una bodega que tenía viñedo, les hicimos un logo para una etiqueta, ha sido la única vez que trabajamos con vino, nos dieron un pequeño tour, vimos las maquinas cosechadoras, las uvas, unos tanques gigantes que convierten el jugo en vino, después dónde guardan parte, el bueno, en barriles que todavía hacen a mano y de madera, y después dónde lo embotellan.

- Acabas de describir todo el proceso y de una manera bastante pobre.

- Si me di cuenta cuando llegué al embotellado.
    
     Realmente había traído un vino muy rico, yo no sé mucho, pero por el trabajo con la etiqueta y por el sabor nuevo imaginé que era muy bueno, y al final lo era, lo checkee en un momento mientras ella iba al baño. Desde que cruzó la puerta me dieron ganas de morderle el cuello, agarrarle las nalgas, besarla, y estaba contento, aunque no lo mostraba en las fotos, y es más, hacía un gran esfuerzo por ocultarlo, noté enseguida que tenía buenas tetas, lo suficiente como para decir que las tenía grandes, yo siempre he sido un hombre de tetas, imagino que todos los hombres también lo son, obviamente lo escondía como un proceso de selección, inteligente y calculadora, esto me tranquilizó muchísimo, y me abrió el apetito, ella obviamente estaba en control, lo único que tenía que hacer yo era comportarme correctamente, e insistir un poco a ver si ella también quería, me había costado mucho encontrar a alguien que me gustara realmente. Así que comimos y hablamos.

- Me llamó la atención siempre que no eres de hacer muchos vídeos, la mayoría de los hombres tienen miles de miles públicos, quién sabe cuantos privados. Tu tienes pocos.

- Si, no llego mucho al video, paso más tiempo con fotos y viendo lo que comparten. Hago vídeos privados como todo el mundo, no desde que dijimos de mantener los privados entre nosotros, he sido fiel con eso.

- Yo también.

- Tu si tienes muchísimos.

- Si. Yo pienso que para qué me voy a meter en la cabeza de alguien si tiene una voz horrible o me habla con un sombrero estúpido puesto, o tiene en la pared un escenario ridículo, prefiero poner el video, muchas veces no llego ni a dos segundos y ya los tengo bloqueados. Cuando hablé contigo solo había pasado lo del comentario, me había reído mucho con lo que dijiste, te dije que si al video, de una.

- Yo antes de escribirte vi tus cosas por largo rato.

- Yo pensé que me ibas a escribir enseguida .

- Y yo que me ibas a escribir antes de pedirme video.

     Antes de terminar la botella de vino, me intentó besar, y yo lo dejé, y me gustó mucho.

     Me dejó besarla rápido y me encantó.


     Después del beso siguieron hablando, hablaron de sus trabajos, de sus amigos, de sus familias, ella en un momento se paró para ir al baño, el lugar era pequeño pero con baño propio, cuando entró y vio que estaba todo limpio decidió acostarse con él definitivamente.


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