Kombi, Lluvia y Jazz.


     Yo lo había visto a él en el taller literario, él fue a la primera clase y después no pudo ir más porque tenía que quedarse a cuidar a sus hijas, por eso y porque odiaba profundamente al tipo que daba el taller, él y todos los que fuimos a ese taller, el primero día éramos catorce, el segundo fueron tres, y al final quedó el tipo solo con una viejita, que se joda por pelotudo, bueno no importa, no quería contar sobre lo pelotudo que es el tipo que daba el taller literario, quería contar sobre él, después lo vi en las clases de música, él estaba aprendiendo a tocar la trompeta y yo iba para practicar el saxo y preparar un par de temas para ver si me animo a tocar en público de una vez por todas, mi relación con el saxo es rara, yo no soy un músico de fogón, estoy casi seguro que no tengo nada de oído, y no me sé ninguna canción, me gusta agarrar el instrumento y tocar, muy afinado, lo que a mi me de la gana, bueno esto tampoco es sobre mi relación con el saxofón, el tema es que ahí lo vi otra vez, al final de una de las clase nos pusimos a charlar y en un momento yo tuve que cortar la conversación porque tenía que salir para la radio a dar las noticias, entonces fue cuando él me dijo que hace un tiempo tenía un programa de radio, en la misma estación en la que yo estaba, la comunitaria, un programa de jazz, pero que lo había dejado porque nadie lo escuchaba, entonces yo le dije, hey yo te escuchaba, tu programa una vez casi me salva la vida, y le conté que yo vivía en la Kombi, fue un tiempo que pasé solo con mi perra, un tiempo de mierda, no tenía un mango, me habían robado el celular y la billetera y no tenía suficiente dinero para alquilar nada, así que estaba durmiendo en el auto, en una playa de estacionamiento, en un colchón arriba de libros, mi cara quedaba a veinte centímetros del techo, con la ropa tirada en el asiento delantero, era verano y estaba cerca del mar, pero fue justo un verano muy lluvioso, y me pasaba horas adentro del auto, aturdido por la lluvia que golpeaba en el techo, agua contra lata, mi perra una genia siempre pendiente de hacerme un cariño, y yo a ella, el tema es que me había comprado un celular muy barato pero que tenía radio, y yo lo descubrí una noche que estaba lloviendo mucho y a mi se me había olvidado comprar comida, para comer lo único que tenía eran unas galletas y para tomar un poco de agua, una situación bastante desesperante si se le agrega que estaba en un país extranjero, sin familiares o amigos, entonces me puse a jugar con el celular y encontré que tenía radio, y la única estación que agarré fue la local comunitaria, porque estaba cerca, y justo estaba empezando un programa de jazz, yo tenía como un mes sin tocar porque el saxo había quedado escondido bajo cajas de libros, y escuchar eso fue maravilloso, costaba escuchar porque el golpeteo de la lluvia era muy fuerte, pero se escuchaba, la programación era salteada, jazz de todas las décadas y todos los estilos, una buena hora y media, casi dos, y bueno, fue un poco salvador, nada milagroso o extravagante, pero si justo y suficiente, se lo dije a él porque él me dijo que pensaba que nadie lo escuchaba y por eso había dejado de hacer el programa, y yo le dije, hay que hacer, porque siempre hay alguien que escucha.   

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una gran verdad,no estamos solos!
Siempre hay alguien que esta escuchando y compartiendo nuestras vivencias en lo mas profundo de nuestra existencia.

El Jazz,siempre el gran salvador y conexión con lo mas profundo.

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