El Imperio dividió el mundo en Ciudades, Plantaciones y
Ruinas. Aquellos que decidían involucrarse con la producción se unían a las Ciudades;
un promedio de cuarenta kilómetros de fábricas, edificios de cien pisos,
instituciones educativas y centros de entretenimiento. El que no se adaptaba
era expulsado a las Ruinas; cientos de kilómetros de construcción libre sin
protección del estado. Las Maquinas se encargaban de las Plantaciones;
producían vegetales y animales, genéticamente modificados para aguantar las
altas dosis de polución y radioactividad.
La Energía, que antes había unido a la humanidad, fue
desestimada por el imperio como inservible y poco productiva, miles de años
antes habían declarado sus intenciones bajo el lema “la religión es veneno”.
Los primeros quinientos años, después de la toma absoluta de
poder, los Sacerdotes de la orden de la Nada, caminaron por las ruinas buscando
hombres dispuestos a dar El Primer Paso hacia la Energía. La Orden de la Nada
conservaba las fórmulas secretas. A veces un Sacerdote pasaba toda su vida con
un solo hombre, a veces uno solo podía convertir a toda una tribu, nunca
midieron su trabajo en cantidad. Su método era el siguiente; primero
establecían contacto con la persona, segundo se aseguraban de entender su
realidad, y tercero, de acuerdo a su realidad y en su lenguaje, les enseñaban a
dar el Primer Paso.
La Nada funcionaba en silencio, se alejaban de la
masificación y de la propaganda, las maneras del imperio, ya que para ellos
sería necesario aferrarse a reglas específicas y la Nada buscaba la manera de
cada hombre, no al revés. Los Sacerdotes no tenían contacto entre ellos, a
veces se reconocían en una comunidad o se encontraban en un camino, entonces se
saludaban como hombres. Eran escogidos y educados por los Maestros, que se
comunicaban entre sí a través del Segundo Paso.
Después de quinientos años las ruinas se llenaron sin
control y el caos se adueñó por completo de sus habitantes. Algunos grupos,
pequeños, lograban unirse, protegerse y amarse, si crecían demasiado el imperio
los disolvía. Bajo estas condiciones, un consiglio de Maestros decidió cambiar
el proceso, instaurar un orden, agilizar el intercambio de información, simplificar
el conocimiento sobre la Energía. Decidieron construir establecimientos en las
ruinas y comunicar a los sacerdotes, estos establecimientos unirían a un grupo
grande de hombres al mismo tiempo y facilitaría la tarea de comunicación, ya no
aceptarían a los hombres como individuos, los verían como un grupo. A través de
la Energía que podían Materializar los maestros desde el Tercer Paso, construyeron
Portales, estos dirigían al individuo, a través del Segundo Paso, a las
estrellas. El Primer Paso, el necesario para la comprensión espacial, se
convirtió en una formalidad, dar literalmente un paso hacia al vacío, entrar,
atravesar un umbral. Se creó una desviación del orden natural. Aquel hombre
cansado del imperio, huyendo hacia las ruinas en busca de otra verdad, o
expulsado por su desobediencia, se vería atraído hacia el camino del universo,
pero entrenado en el seno del imperio y sus maneras, elegiría el camino más
rápido y aprovecharía el atajo de saltar el Primer Paso utilizando el portal,
aceptaría un camino establecido en vez de encontrar el propio. Así quedan las
almas perdidas en las estrellas, funcionando en esta realidad, con una visión
cosmológica, pero no sabiendo utilizarla, perdidos en una mentira, ayudando en
su ceguéz al imperio, ya que la fuerza imperante se beneficia de la neutralidad
de las inferiores. Diez mil almas se
perdieron en los primeros intentos, doscientas mil en los primeros años, y el
consiglio de Maestros, lejos de cerrar las puertas, aumentó las invitaciones y
perfeccionó los discursos.
Un Maestro llamado Pla se rebeló contra el método. Entonces,
contactó a un joven sacerdote llamado Sesiom, y lo educó en las artes de los
Tres Pasos, le enseñó los lenguajes de los Tres Niveles, y le enseño a levantar
el velo que oculta el corazón de los hombres, y así ver su verdad. Cuando
terminó su educación le dijo, “tu misión es encontrar y cerrar los portales, el
imperio ha corrompido nuestra casa de conocimiento, los maestros han olvidado
el orden exponencial, están cegados por la impotencia y la desesperación”.
Sesiom comprendió al instante.
Pla cortó comunicaciones con el Segundo Paso para no ser
visto, se empezó a mover en el mundo de los mortales colaborando para que los
hombres dieran el Primer Paso por sí mismos, sin la falsa ayuda de la
estandarización, y en el tercero, para ayudar a Sesiom a conseguir las fórmulas
correctas que lo ayudarían a triunfar en su empresa.
Sesiom se vistió con la túnica de Próxima Centaura, empuño
el libro de las fórmulas y se dirigió hacia las tierras de Otpige, dónde los
maestros corruptos habían instalado el primer portal, protegido por soldados
reales, primer señal de la desviación de la energía.
Esta historia me fue revelada por el mismo Pla una vez que
di el primer paso junto con el consejo supremo “Los hombres pertenecen al
mundo, el mundo es parte del universo, la verdad es lo que pasa y es
compartida, la realidad es manipulable, la nada no existe y todo cabe en ella”.
Sesiom continúa su lucha.