Stephen Hawking y la estupidez.


Yo lo conocí a Stephen Hawking, fue en una galería de arte en Los Ángeles. La invitación era para mi padre, que es productor musical, pero a él no le interesan esas cosas, está siempre muy ocupado, así que fui yo, que no hago nada, y siempre tengo tiempo. Ya por la calidad de la invitación me imaginé que iba a ser algo importante, el artista era una nueva maravilla californiana, muestra mixta, hiperrealismo y arte conceptual, el hombre quería demostrar su talento en todos los campos, por qué no, la idea no me parecía aborrecible si era mejor que el resto que lo demostrara. Cuando llegué y vi la seguridad confirmé que era algo grande, así que para estar bien preparado me fui hasta una callejón cercano y me armé uno de chemdog, bien grueso, sabía que adentro iba a comer bien. Estaba en lo cierto, después de ver los cuadros por unos veinte minutos me fui hasta una mesa, bastante alejada, que tenía comida increíble, cara y fresca. Estaba llenándome la boca de salmón ahumado cuando noté que al final de la mesa medio separado y solo, estaba el profesor Hawking, a mi parecer un poco de mal gusto que se estacione cerca de la comida, pero inteligente no es bien educado. Tragué como pude la delicia nórdica y me di un buen trago de mi ron con tónica, trago que siempre va a acompañado de una mala cara del barman cuando lo pido, me acerqué y lo saludé, él me contestó y me saludó de vuelta, le pregunté si le habían gustado las pinturas, algunas me contestó, “some”, entonces nos quedamos callados unos segundos y le pregunté por la estupidez, “stupidity”, y me contestó, está en todos lados, “it´s everywhere”, y continuó, pero de alguna manera logramos avanzar yo tendría que estar muerto y sin embargo estoy hablando contigo ya vas a ver algún día la erradicaremos por completo, eso me dijo. Yo me quedé pensando en su respuesta, cuando terminé de pensar saqué la pajita de mi trago y me la llevé a la boca y le soplé en la cara lo poco que quedaba adentro, alrededor nuestro se hizo un silencio profundo, un par de gotas le cayeron en la pantalla y se le podían ver también en los lentes, entonces le dije, no lo harán, “you won´t”, y me fui a comer la mayor cantidad posible de dulces antes de que me pidieran, muy respetuosamente, que dejara el establecimiento.

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