El funeral


     Magaly termina su té parada frente a la ventana. Está mirando a su perro jugar con un hueso, el can se revuelca sobre él, lo muerde, lo lanza en el aire. Ayer se murió su padre, por la noche, así que el funeral va a ser hoy por la mañana. Magaly tiene dos niños, que esta mañana no ha visto, son de levantarse temprano y salir a buscar comida, son activos, les gusta cambiar y conseguir herramientas y utensilios, son buenos cazadores, así que consiguen mucho. En la pantalla anuncian un día soleado, pide ver la cocina de su madre, la pantalla la muestra, la mujer está atareada con las festividades, prepara un cerdo para meter en el horno, y en una gran cacerola está hirviendo distintas verduras, cuando lleguen los invitados freirá el pescado. Magaly sale de su casa, hecha de madera y barro y se va hasta el taller, su hombre trabaja en un prototipo de motor, está intentando reducir el consumo de la batería agregando un panel solar, ya intentó agregando otra batería, pero el peso extra le entorpece la maniobrabilidad en el agua. Magaly se acerca por detrás y le besa el cuello, su hombre es fuerte y a ella le gusta. Le pregunta si vio a los muchachos, si, contesta, salieron temprano, querían cazar algo para el abuelo.  Escuchan a lo lejos un vehículo, Magaly sale a recibirlo, sabe que son los oficiales, la muerte de un padre amerita un reconocimiento por parte del estado, por dos años uno de sus hijos dejará de pagar el impuesto de existencia. El trámite es rápido, un escáner de retina cierra el trato, el funcionario descarga las nuevas formulas en su brazo y listo. Magaly pasa por la huerta a cosechar tomates, pimientos y berenjenas, planea llevar eso al funeral de su padre. Se le está haciendo un poco tarde. Los chicos no vuelven. Se acerca a la pantalla y llama su madre, ya están casi todos esperándola, que pase rápido por su casa a dejar los vegetales y que venga con su hombre, que se olvide de los niños, por supuesto, que más da.
     Van caminando de la mano, el perro los sigue, son unos dos kilómetros por el campo, uno por las ruinas, eligen el campo. Cuando llegan a la casa los muchachos, de 13 y 14, los estaban esperando con trozos grandes de venado fresco. Van todos juntos hacia el hueco, son unos tres kilómetros por el campo o dos por las ruinas, deciden ir por el campo, es temporada de fateliz, cosecharan unos pocos.
En el hueco esperan varios habitantes de la P56, Magaly levanta la mano y todos contestan, después su hombre y los muchachos hacen lo mismo, todos contestan, el cuerpo de su padre espera al borde del hueco, su madre al lado con una sonrisa, le dice, gracias por todo, y empuja el cadáver, todos aplauden se escuchan algunos gritos, los perros ladran, la madre de Magaly se ríe y llora, abraza a su hija, todos siguen gritando y aplaudiendo, los muchachos se suben a un árbol y comienzan a gritar, uno que logra subir más alto, puede ver el cuerpo de su abuelo, se emociona, grita más fuerte. Todos gritan, eufóricos, no dejan de aplaudir.
     Magaly se separa del grupo, encara hacia la casa de su madre, el grupo la sigue. De lejos comienza  a oír los tambores, han empezado a tocar, su madre va a estar contenta. Hoy hay fiesta.  

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