Como soy el “escritor” del barrio, un vecino me trajo un
documento para su corrección, me dijo que tenía que dar, esa fue su palabra,
dar una carta, y que se quería asegurar de que estuviera correcta, yo por supuesto no soy quién para corregir nada a nadie, pero por intriga le
dije que sí, que me la dejara y que en un rato se la llevaba a su casa, él
obviamente se fue desilusionado ya que esperaba una operación inmediata, pero
yo aludí tareas domesticas impostergables y como esto se entiende en las
soledades del pueblo, el hombre aceptó, me agradeció y partió para su casa a
unos escasos cuatrocientos metros. Sé que el hombre no tiene computadora y como
es hombre mayor lejos está de aprender o entrar en el internet, así que me tomo
una licencia y publico su carta. Es esto una violación de su intimidad, si, es
esto una bajeza de mi parte, si, pero me justifico en el hecho de que me
entregó la carta abierta, y en ningún momento especificó que era de dominio
privado. Transcribo palabra por palabra un documento que por supuesto, no
necesita corrección.
“Querida vecina,
Perdoneme, pero que hago. Yo la quiero mucho a la perra. Esta
conmigo desde bien cachorra días tenia cuando la agarre. La perra me hace compañia.
Por falta de trabajo no termine el cierre me faltan materiales. Si ato a la
perra se me pone triste y no come se queda parada con la cabeza gacha y me
mira. Yo se que le ladra pero tambien se que no le muerde. Mi perra nunca mordio
a nadie. Usted tiene razon la perra sale a su encuentro usted nada le hace. Yo
hice el corralito en el fondo no se como se escapa. Usted me avisa y yo la
guardo pero no le pegue. Yo no le saco razón pero tampoco le entrego
privilegios.
A sus ordenes, el
vecino de la casa amarilla. ”
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