Diente de León.

     Max Der Ring (nacido Von Hausen) se alejó de la carrera militar al ver un cuerpo mutilado y esparcido en un campo frondoso, la visión de la sangre sobre el verde, la piel mezclada con la tela del uniforme, los huesos a la vista sobre las flores de diente de león, lo iniciaron en el camino de la incertidumbre y de ahí el efecto inevitable de la búsqueda. 
     Esta imagen se dio en las laderas del río Aisne dónde, el para entonces Comandante Von Hausen, ordenó una retirada. Experto militar no era ajeno a la muerte y a la sangre, pero algo captó su ser en ese momento que antes, tenía vedado. 
     Nuestro soldado dejó el ejército al instante, cierto rango y acomodo familiar lo dejaron ir después de una bien servida carrera militar. No muchos días después comenzó su búsqueda y sus viajes.
     El soldado y explorador visitó templos, habló con maestros, siguió rituales, probó plantas y animales, experimentó con lenguajes, y se entregó por completo y absolutamente a su inquietud. En medio de eso, conoció a los Kula Lumaya.
    Der Ring siguió los pasos de los Kula Lumaya lo más que pudo. Conoció las cuatro lineas energéticas del mar, hizo los ritos del atardecer y siguió los ejercicios físicos. Se sabe que estos ritos organizaron su búsqueda, y delinearon su día a día, el hombre había podido al fin perdonarse ser parte de la escena macabra que lo seguía todos los días, no la había olvidado, se había reconciliado con ella.
     Cuando Der Ring llegó a su casa después de diez años de viaje, con el bigote afeitado y un físico embellecido, muchos se sorprendieron que a su edad y con tanta lucidez decidiera volver a los estudios, y más aún emprender una carrera como letras, y más todavía que fuera para seguir los caminos de la poesía, ya que todos pensaron al verlo que sería un maestro espiritual, así de cambiado estaba.
     Igualmente el hombre, aunque sumergido en la ciencia del lenguaje, no pudo escapar al misticismo. Max Der Ring cuenta en el prólogo de su primer libro de poemas: " El hombre, ya sea soldado, artesano o vagabundo, vive bajo el yugo de todo aquello que lo conoce." y más adelante, " ... en que no entendemos el Diente de León está la clave ". Muchos lo criticaron por su secretismo en esta época de retorno, aunque a veces hablaba bastante sin repetirse, una vez dijo el explorador a uno de sus colaboradores: "Los Kula Lumaya hablaban de "La suprema prueba para entrar en el conocimiento", está prueba consistía en un diálogo, el maestro le decía al posible aprendiz: "Sabes tan poco, que ni siquiera puedes hacer la pregunta adecuada para comenzar a aprender", entonces el maestro medía la actitud y la reacción del posible aprendiz, y en base a esta, decidía si lo iniciaba o no en los caminos de la sabiduría. No existía respuesta correcta o modelo de respuesta, variaba de candidato en candidato, ya que los Kula Lumaya no creían en una historia única o un criterio igualitario, cada candidato se media contra sí mismo, y cada maestro enseñaba de acuerdo a su pupilo."
     Nuestro explorador y autor vivió escribiendo libros olvidados, trabajó como asesor en distintas áreas, manejó los bienes familiares, llevó una vida sin sobresaltos, conoció mujeres, era conocido por su sentido del humor en círculos pequeños, cuidó siempre su alimentación y su cuerpo. 
     Max Der Ring murió atropellado por un auto. Iba saliendo de su casa en la campiña a buscar una botella de vino. El conductor del auto dice que el hombre venía por el medio de la ruta, la autopsia reveló altos niveles de alcohol en la sangre de la víctima. Sus admiradores lo defienden siempre con la misma frase, "Si, iba alcoholizado, pero iba en bicicleta".
     Su vida en estos momentos es importante por su legado. La organización Diente de León, que desde hace años aterroriza el mercado comercial con sus hurtos, destrozos y secuestros, llena los sitios públicos de pornografía y llama constantemente a la revuelta social, dícese llamarse así por Max Der Ring.  

Saber el amor.

- Mira Kari, lo que te estoy diciendo, es que si te asustaba, es porque te amaba.
- Maxi, por favor. La marihuana te pone tarado. Te estoy hablando en serio vale.
- Yo también chica, piénsalo, es muy difícil asustar a alguien, tienes que pensar mucho, tienes que planear, ser paciente, tener al otro en cuenta, conocerlo, tienes que tener ganas de consolarlo después, ese consolar tan lindo, después de los golpecitos y los estúpido no lo hagas más, ese abrazo cuando sientes el corazón del otro a full, uno asusta para acurrucar. Tú no decías que te asustaba todo el tiempo pues, te vivías quejando de eso. 
- Si. Si me dejó tonta, siempre estoy mirando detrás de las puertas y bajo la cama.
- Entonces? Te digo Kari, el susto planeado es un acto de amor, piénsalo.

Eustasio Rivera el Detallista.

     En su bio de Twitter Eustasio Rivera, que así se llamaba por el poeta, había puesto inocentemente: "Detallista". Muy profundamente su inconsciente planeaba con esa palabra encontrar al amor de su vida. Ya algo adentro le hacía ruido cuando lo leía del pinned tweet del Maestro Shifu, que decía que ahí como en todos lados, lo que uno busca es amor, se sentía como oliendo una trampa. Eustasio Rivera no mentía con esa palabra, era un detallista, y esto lo aislaba y al mismo tiempo lo acompañaba.
     El detallista es pesado. Puede ser más o menos pesado, digamos un tipo aguantable, o un completo imbécil. Eustasio se encontraba, y lo sabía, por entre los medios, capaz de seguir adelante sobre cosas que llamaban poderosamente su atención, pero obligado a comentarlo, a veces de manera no muy agradable, eso si, ejercía un gran esfuerzo para llegar a ese nivel, y de ahí su pensamiento recurrente: "El trabajo espiritual consiste en mantener el control sin importar las circunstancias".
     Eustasio no era religioso, pero si muy curioso, la posibilidad de otra cosa le llamaba poderosamente la atención, más aún si era comparable, los detallistas adoran un antes y un después, y el placer del detalle es entendible solo en el trabajo que cuesta conseguirlo, de acá también otra palabra sobre la cualidad suprema del espíritu: "Hacer del modo, el fin".
     Ser detallista es como ser rápido, o lento, no garantiza ningún tipo de estética en particular, es una forma, una manera. Así el detallista, como cualquier otro, puede hacer bien con lo que tiene, o buscar aquello que necesite, así como obsesionarse por lo que no tiene. Eustasio hacía bien con lo que tenía, gran ventaja. 
     Dónde Eustasio resaltaba su calidad de detallista era en la cocina. Si hay un lugar en el que el detalle se siente a sus anchas, es en el paladar, y si a parte se hace bien con lo que se tiene y se es curioso, la buena posibilidad encuentra su resultado y la variable de lo malo se reduce considerablemente. Eustasio podía cocinar muy bien, con muy poco.
     Con cuatro ingredientes hacía comida, con cinco manjar y con algo de dinero no conocía límites. Sabía cortar, cocer, guisar, asar, mezclar y por sobre todas las cosas y tal vez la más importante, comprar. Que para el detallista, el tiempo no es una cosa recta que avanza y atropella, el tiempo para el observador es más un infinito, un ocho acostado, una cosa que va y vuelve y se encuentra en el medio, el círculo apretado por el presente. Se planea, se visualiza, se prepara y se tiene que disfrutar el resultado, presente, pasado y futuro se ven por encima y se viven con intensidad, sabiéndose complementos. Esta cualidad para la buena cocina, es indispensable.
     Así que la soledad que le generaba su ligera pesadez se veía compensada en el espacio que le generaba trabajar a sus anchas, hombre que trabaja con soltura no busca consuelo en otra parte.
Pero tal vez por eso de que comparar trae conocimiento y novedad, sus profundidades pensaron que demostrando, la que tal vez era para el mundo su peor cualidad, encontraría eso que más sabor da. Que a panza llena corazón contento, y aquí también que una mujer de verdad haría de dos más dos cuatro, y sabría que gourmet, es también buen amante. El detallista es bueno en la cama, o en el auto, o en la playa, o en el monte, o dónde le toque. 
     El plan del subconsciente era preciso, dejar la debilidad al descubierto y una vez atraída la presa, enseñar como toda debilidad es también una fortaleza. Así Eustasio Rivera puso "Detallista", pensando superficialmente en mostrar un escudo, cuando en realidad mostraba una invitación.

Fluidez.

Solo una cosa 
tiene la capacidad
de impedir
el desenvolvimiento
natural 
del 
universo:
Retener el amor. 

Dos Hermanos.

     Eran dos hermanos. Dos varones. Uno quiso ser Militar, el otro resultó Delincuente. Al principio ambos se intentaron convencer mutuamente de que seguían el camino equivocado, pero ninguno lo logró. El Militar era callado, pero muy expeditivo, esto le daba un aire más bien de extrovertido, lo que ocurría era que mientras otro realizaba una actividad él realizaba tres, y hablar poco de tres cosas parece hablar mucho de una, así que pocos leían bien su personalidad y esto le generaba cierta incomodidad en el mundo. Y algo parecido le pasaba a su hermano, que metido como estaba en el mundo de los libros y la filosofía, parecía que le quedaba poco tiempo para delinquir, cuando al contrario era lo único en lo que pensaba.
     Al principio, cuando se hablaban, y por supuesto antes del tiroteo que culmina esta historia, sus conversaciones eran más o menos así, el Delincuente hablando primero:

- El problema principal es que los productos terminan y la vida no, por supuesto termina, todo se muere, pero se termina una vez, y estamos acostumbrados a consumir cosas que tienen un principio y un fin. Las películas, los libros, los discos, todo tiene un principio y un fin en un periodo muy corto de tiempo, y nada en el mundo real es así, en la realidad todo es largo, todo se entremezcla, se divide, se bifurca, se desvanece y cambia, ese cambio constante que sufre la misma cosa a través de un periodo largo de tiempo, digamos un año, o cinco o diez, es incomprensible dentro de la lógica de producto, así que existe un diálogo constante entre lo que nuestro cerebro consume y las realidades con las que se encuentra.
-No entiendo mucho, si claro te entiendo lo que dices, pero no estoy seguro que así sea como las personas vemos la vida, muchos ven las cosas para toda la vida.
- Pero qué es toda la vida. Eso es una medida que nadie entiende, por mucho que se repita.
- No es tan complicada la vida.
- Si lo es. Los diálogos entre las instituciones, la convivencia de los lenguajes, el desarrollo de las teorías, todo se relaciona entre sí, y si consumimos tanto productos de cierta manera, todo el resto se va a ver afectado.
- Escoges algo para hacer y lo haces al máximo de tus capacidades.
- Y los otros?
- Hacen lo mismo.
- Y si los caminos se cruzan y los caminos se entorpecen.
- Entonces el mejor gana, como en todo, no es tan complicado.

     Estas conversaciones iban subiendo de tono y cambiando de forma, hasta que llegaban a la violencia, más de una vez llegaron a los golpes y siempre terminaban a los gritos.
     Se dejaron de hablar gracias a uno de ellas, ya la madre muerta, por más de diez años no se dirigieron la palabra, se mandaron un par de mensajes, estaban atentos de noticias cruzadas, pero poco más, sus condiciones laborales ayudaban a acentuar la separación.
     Ahora, los militares y los delincuentes no son de cruzar sus caminos normalmente, a menos por supuesto que compartan un interés económico, cosa posible y real. Pero quién comprende los caminos de la casualidad.
     Lo que ocurrió fue que hubo un cambio de gobierno en el país y con el cambio hubo movimiento, con la promesa de los nuevos mandatarios por una ciudad con más seguridad, se aumentó la presencia militar en la calles. Y si hay una cosa que tienen en común los Delincuentes y los Militares, es que ambos odian a la Policía, y acá que cuando los tres grupos están en la calle, dando vueltas y trabajando, cosas están destinadas a pasar, y aquel odio leve que sintió alguna vez un grupo por alguno, está destinado a cambiar por amor gracias a un odio todavía mayor.
     El delincuente estaba en la calle, cerrando transacción frente al restaurante de Carlitos en pleno centro, mucho tránsito mucha gente, y atento y vigilante con un ojo en cada esquina a dos grupos divisó, los militares, escondidos en la cuatro por cuatro, uniforme completo, con armamento y seguro con apoyo no muy lejos, y en la otra, torpes y perezosos, los policías, también cerrando trato, pero exprimiendo y pidiendo, corruptos y sin código.        
     El Delincuente se vio en una encrucijada, qué hacer, desde hace tiempo que la policía lo viene molestando, ignoraba si los militares estaban ahí por él, y acá que la casualidad da lo que la mente no encuentra, y divisa, de civil, a su hermano no muy lejos de ahí. Sin más, los años de silencio se derribaron en la corta caminata:

- Vienes por mí.
- Venimos por todo.
- Solo los del auto.
- Solo los del auto.
- Son pocos.
- Somos suficientes, somos profesionales.
- Y por qué no se mueven.
- Indecisión de arriba, es ustedes o los puercos aquellos, ustedes son el enemigo, los puercos son peores, pero son estado, y son más, hay varios en lo de Carlitos, truchos y corruptos como son, esto se puede ir todo al carajo.
- Nosotros somos tres, estamos bien armados, y tu bien sabes que entre tu y yo y lo que hacemos, ellos están antes, y juegan para los dos, y nos joden a los dos, en la confusión tiramos para tu lado, nos vamos como vinimos, y después vuelves al ruedo, que yo a ningún lado voy a ir, y tu tampoco. Puedes terminan mañana lo que empezaste hoy. Los de arriba saben que somos hermanos.
- Saben.
- Pero te conocen.
- Me conocen.

     Entre los dos ocurrió un momento de reflexión, y el Militar por primera vez rompió primero:

- Yo cierro por detrás del auto, agarro a policías y malandrines todos por igual. Tu agarra a los que salgan del restaurante, los tiras al piso que crean que están de civil, enseguida va uno de los míos y los esposa, tu a volar, y escúchame bien, si una bala toca a un civil te quiebro, y sabes que cumplo.
- Lo sé.

    Y así frente a lo de Carlitos ocurrió, que dos hermanos y dos mundos y dos historias, se confiaron, y salieron ilesos ellos y los suyos. La sangre, una vez más, como siempre fue y siempre será, probó ser más dura que el plomo, que el dinero, que la educación.  

El Futuro.

lo que hago es apagar el monitor
y dejar la luz del teclado encendida
escribo con el ritmo que me dicta la frase
separo con el enter
y sigo
como venga y adónde vaya
pero en control 
escribo así y me siento que estoy escribiendo en Tron
o que de alguna manera
esta palabra
o esta ahora
es cibernética
o nuclear
si hago eso
esta palabra se siente
como el
futuro
como estar en una nave espacial decidiendo en que planeta aterrizar
y no como una palabra atada a mi sillón
motor auxiliar encendido
cabina de combustible aislada
tranquilizantes a disposición
comienzo maniobras evasivas
por un campo de asteroides en el fondo más negro de los negros
y con la luz cercana de una estrella moribunda
así
desde este lugar y este tablero
manejo el destino de mi nave

Un día más.

    Hoy me fui por la playa desde mi casa hasta el murito del puerto. Yo estaba muy tranquilo porque me habían dado el día libre en el trabajo. Cuando fui estaba atardeciendo, después de las seis de la tarde. Había estado lloviendo todo el día y el cielo estaba partido en pequeñas nubes grises muy oscuras, algunas se acumulaban a lo lejos, sobre el mar y también sobre la tierra. En esta época del año el sol todavía empuja, así que había mucha luz entre las nubes, la mezcla generaba muchos colores, se formaban algunos rosas entre negros y azules claros. El mar estaba azul oscuro, un poco picado, cuando le tocaba un poco de luz la espuma de la costa se veía muy blanca y el agua más clara.
     Como había estado lloviendo la arena estaba uniforme y compacta. Estaba fresco, pero como iba corriendo estaba muy bien, solo necesitaba una remera y los shorts. Hay unos cuatro kilómetros hasta el murito del puerto, unos cinco tal vez.
     Algunos como yo se estiraban de la lluvia. Había hombres de a caballo, gente jugando con sus perros, un par de surfistas. Todos iban bien abrigados.
     Ayer había llegado al hospital con la garganta cerrada por una reacción alérgica, por eso mi día libre. Me pasó que estaba cortando leña en el bosque y me interesó un nido de avispas, por tonto y curioso me picaron unas diez o doce, mi novia me llevó al hospital de emergencia, cuando llegamos tenía la garganta cerrada, no podía respirar y tenía el cuerpo todo brotado, piernas, espalda y brazos, no sentía la cara... Nada que un poco de ciencia no pudiera solucionar. Una inyección y listo. 
     Ahora, terminar de hacer este párrafo, y cuando termine empiezo con la última temporada de Walking Dead, anoche se terminó de descargar. 
     Mañana tengo que volver al trabajo, y después tengo que ir a cortar más leña. 

00:39


Lunes 00:39, y yo estoy terminando. Hoy trabajé unas doce o trece horas, y no hice nada que valga la pena, yo sé que no vale la pena, porque sé lo que hago, porque trabajo mucho para eso. Yo sé cuándo vale y cuándo no, algunas veces encuentras tu público, otras no. Para eso trabajo, para saber si lo que hice está bien hecho o no. Usted verá Edison dijo que sabía más de tres mil maneras de cómo no hacer una bombilla, y eso es todo. El hombre que no pueda decir que su vida fue trabajo no fue hombre, y el hombre que dude de lo que otro llame trabajo, también, el trabajo viene de todas las maneras; porque para todos algo cuesta. Y bueno esto tiene que ver con el esfuerzo, los resultados, el fracaso y el conocimiento. Descubrir que hay otros como tu es importante. Terminé recién, cuadro tras cuadro de basura, pero estoy trabajando, y eso es lo importante.   

Ya está.

Ya está,
eso fue todo,
lo cagamos
lo hicimos mierda,
la culpa por supuesto es de todos
y no es de nadie
fue una operación en conjunto
todos
pusimos
nuestro
granito
de arena;
el que no mató
violó
robó
o no hizo nada,
nadie se salva,
y que podemos hacer?
mirar con lastima?
desear otro resultado?
esperar que alguien...
pero no,
no hay nadie,
lo jodimos
lo rompimos
y,
algunos
todavía tienen ideas,
ven con planes,
todavía creen que tienen razón
o
peor aun,
que otro la tiene
por tontos con razones
es que estamos como estamos
la gente con motivos es dañina
la salud, la edad, los derechos, el salario,
que manera tan desagradable
de terminar
lenguaje sobre lenguaje
(la grasa sale con tierra)
pero no es ahí
dónde buscamos,
después de todo,
pornografía
y regímenes alimenticios,
quedaran montañas de basura
los mares
radioactivos
las montañas hechas
polvo
de nosotros
cáncer
sida,  
algún adinerado orbitando el
espacio.
Lenguaje sobre lenguaje
por eso fue que nunca nos entendimos
fue
una
eterna
traducción;
nadie conversó
nadie se escuchó
todos dijimos
tradujimos
hicimos
y
amontonamos
una gigantesca pila
de
conocimiento,
más
más
más
y
más.
No importa
si eras
torero
jardinero
doctor
todo producía,
todo sumaba,
todo agregó presión,
todo generó basura
cada logro 
fue un paso 
hacia la destrucción. 
Lo
único
que
nos
puede
salvar
es
la
naturaleza
pero
a
nadie
le  importa,
porque
no
se
puede
traducir. 

Alejandra Lunares.

   
Berta cáceres, campesinas, lucha, literatura, borges, cortazar, Héctor Baptista, cuento, feminismo,

     Alejandra Lunares se fue a la cama pensando "mañana seguro se suma más gente, hoy a lo mejor logramos difundir mejor el mensaje", y ahí su mente entró en profunda meditación por unos segundos, solo para despertar con esta pregunta "¿Por qué la gente no escucha?".
     Alejandra Lunares había caminado hoy unos diez kilómetros de calles de tierra y caminos empedrados, estaba cansada, pero su cansancio no le arrebataba el pensamiento, en la cama, noche cerrada, pueblo dormido, todavía pensaba estrategias y visionaba caminos. Sabía cual era el problema, pero esto era tan grande, tan poderoso, que su diagnostico poco auguraba una solución, una y otra vez pensaba "por cada uno con el que yo hablo, ellos programan diez mil o cien mil", y seguía "por qué soy yo de las pocas, y por qué siempre somos nosotros los pocos", y aún más " ¿Y las mujeres? me cache en las mujeres, qué les pasa por la cabeza a esas brutas, que es que nunca vamos a aprender". Daba vueltas en la cama y pensaba en el día.
     Había salido temprano de su casa, como siempre, antes de que saliera el sol para aprovechar la fresca y avanzar varios kilómetros, los primeros kilómetros los hacía en bicicleta porque en su pueblo ya todos la conocían y no tenía ningún sentido ir caminando. La bici era buena, se la habían regalado, igual que sus zapatos, andar ahora era más cómodo que al principio, le habían ofrecido un auto, pero no, eso ya era capitular, su mensaje se iba a volver inaccesible. Así que esos kilómetros en bici, como todo en su vida, eran de reflexión, de planeamiento. Atrás llevaba una caja de panfletos y literatura, ella misma los hacía, con mucha información, bien explicados, algunos en tono general hablaban de precios, de medidas, de países lejanos, de maneras de hacer energía, de la explotación histórica, de cómo se conforma una empresa, de los sistemas. Después otros se enfocaban en proyectos específicos, en hidroeléctricas, en mineras, en grandes plantaciones.
     Llegó hasta el siguiente pueblo. Dejó la bicicleta en casa de Doña Petronia, la Doña la saludó por la ventana. Se fue hasta la parada con algunos de los folletos. Agarró un autobús de una hora y se bajó en un pueblo que hace más de un año no visitaba, la única calle asfaltada era la principal. El sol ya despuntaba. Antes de salir a caminar se dio cuenta de que tenía hambre, se acerco a una panadería que estaba frente a la plaza principal, compró un café y una torta, y se sentó en una mesita que estaba afuera y daba a la plaza, y se comió la torta remojándola en el café, mientras pensaba "la plaza es de ellos, la estatua, esos árboles, los carros, mis mismos pensamientos, ña ni yuyani en mío propio simi, no hay nada, hay que empezar todo otra vez". De repente se encontró sonriendo, el café caliente y la torta fresca le levantaron el ánimo y se notó en su cabeza "si que si, es un gran día para caminar".
     Con el estómago lleno se para de la mesa, desdobla un sombrero de tela que lleva en el bolso y emprende la caminata, "las mujeres somos grandes caminadoras, somos grandes hacedoras, la mujer que no hace está perdida, le toca vivir de esclava, como las chinas, esos chino y el zen, con esa filosofía de estarse quieto de que el universo se empareja, pero ellos de quietos nada, nada de nada, acá me quedo quieta y se meten en la casa en busca de pepitas de oro, estarse quieto es para los otros, ese que se queda quieta está perdido, y la mujer que se queda quieta está doblemente perdida y doblemente abusada, me cache en las mujeres calladas". Así emprende la caminata Alejandra Lunares, que mujer, campesina y revolucionaria, lleva todas las de perder, por cualquier camino que decida emprender.
     El sol sale y no importa que tan fresca sea la mañana, pica, "mejor el sol que la lluvia, aunque la lluvia es buena y riega, con el solsito se puede caminar", llega hasta la primera casa, todavía en el pueblo, bien construida de ladrillo, a su encuentro sale un hombre y por la puerta asoma una mujer, la conocen, o por lo menos saben quién es, la invitan a pasar, pasa y se sienta, la estancia oscura y fresca, deja dos folletos, habla veinte minutos:
     - Mire que el imperio está sobre nosotros, y ya no nos quedan muchas maneras de luchar, y no hay nada bueno ya, no hay a quién pedir ayuda ni dónde recostarse, porque el enemigo tiene máscaras y personajes, y sabe cosas que nosotros no, así que lo que tenemos es lo que conocemos de siempre, que estamos nosotros, que tenemos la tierra, que los tiempos son necesarios y que al campesino nunca nadie le regaló nada, quién dice que trae mejoras trae muerte.
     Termina, ve la hora, se va medio apurada.
     Y es que ella sabe, "A este paso no termino más, si sigo así hoy como mucho hago diez casas, con suerte, seguro que me quedo en alguna a la hora del almuerzo, me tocará pasar la siesta bajo algún árbol, tendría que traer la bicicleta, pero estos lugares, estos lugares hay que caminarlos."
De frente ve una señora que viene caminando con dos niños, ya está por las afueras, más en el campo, cuando se cruzan la saluda. La conocen, saben quién es. Le entrega panfletos, siguen su camino, "es que así no puedo, por cada uno con el que yo hablo, ellos hablan con diez mil o cien mil".
     Se acerca a otra casa, esta ya más precaria, le dan agua, está cansada. Mientras habla descansa.
     Así todo el día hasta la tarde, vuelve al autobús, a buscar su bici, y después a su casa.
     En su casa habla con su madre, ya anciana, y con Roberto, compañero de lucha:
     - M'ija caminó mucho hoy.
     - No lo suficiente Madre.
     - Siempre es suficiente Alejandra, que no se te olvide, una persona es una persona.
     - Escúchelo al Berto M'ijita que es bueno y sabe lo que dice.
     - Si Madre, lo escucho. ¿Y tu Berto?
     - Muy bien, junté unos diez vecinos por los lados de la cañada, cerca del cerro.
     - ¿Dejaste folletos?
     - Deje. Fui a la radio también, te quieren por ahí Alejandra, tienes que ir a hablar con esa gente.
     - ¿Otra vez Berto? si fui el mes pasado.
     - Pero quieren que vayas, todavía se preguntan como hicimos para movilizar tanta gente para parar la obra.
     - Ninguno de ellos fue.
     - Pero están ahí, en la radio, difundiendo, eso es algo.
     - Las palabras las palabras, hay que ir, hay que ponerse, si no no hay nada. Pero bueno Berto, ¿Vamos a hablar de eso otra vez?
     - No, no, ya lo hablamos.
     - ¿Quieres comer algo M'ija? no se me moleste con el Berto.
     - Claro que si Madre, tengo mucha hambre, y no, no estoy molesta con el Berto.
     - Y tu Bertito, estás muy flaco tu, y con ese bigote te vez más flaco todavía.
     - Claro Madre.
     - Pues a comer, hay guiso y pan de Doña Anastasia, para tomar hay vino.
     - Gracias Doña, eso suena muy bien.
     - Que rico Mami, que rico.
     Mientras Alejandra daba vueltas en la cama y pensaba en el día, tres hombres de la capital de acercaron despacio en un auto por la calle de tierra, noche cerrada, pueblo durmiendo. Les dieron un auto de marca y mil dólares a cada uno. Los levantaron de la esquina de Sarmiento y Tuyumeni, dónde se juntan los malandros de medio pelo, los tres, conocidos por la policía, han estado presos y tienen una larga lista de delitos. Ya le habían dicho a quién los buscó, "búscate tres que estén bien quemados por la pasta base y el vino de caja, tres bien brutos, que tengan miedo de caer en cana y no tengan ni dónde caerse muertos, que no piensen, les damos lujos y droga buena por una semana y los dejamos listos", los tres hombres llegaron hasta la casa, vieron las fotos en sus celulares y comprobaron que era la misma, se bajaron rápido, uno se quedó en la puerta, dos entraron por una ventana del costado, que aunque cerrada, no estaba trabada, encontraron a Alejandra en su cuarto, sentada en la cama, viéndolos a los ojos sin pestañear, sin gritar, sabiendo, y así, con la frente en alto y los ojos bien abiertos, Alejandra Lunares recibió nueve tiros y quedó muerta en su cama. A su madre la despertó el estruendo y enseguida supo. Los vecinos vieron que huía un auto gris o plateado, de una marca o tal vez de otra.
     La policía está investigando.  

Moto y tiros.

     Yo sé que a la gente le gusta escuchar historias de motos y tiros, el problema claro está en que generalmente las personas que están involucradas en ese tipo de historias no las transcriben, las cuentan nada más, y existen y son muchas, pero el público no tiene acceso, y en la prensa no se puede confiar, que dicen "delincuente en moto" y listo, san se acabo, nada de información jugosa como traen los crímenes pasionales o los relatos de fútbol. Por eso yo tuve tanta suerte de escuchar la siguiente historia, que inesperadamente y sin explicación me contaron y paso a contar:
     A Julian lo reconocí en un supermercado, yo lo había visto antes frente a un kiosko, arma en mano, frente a la pequeña ventana que queda entre las rejas, buenos tiempos aquellos en los que el kioskero no atendía como preso, pidiendo la plata, yo pasaba en un autobús que justo se paró en la esquina, lo que permitió que yo y la señora de enfrente nos percatáramos plenamente del espectáculo, es más, tuvimos la pequeña discusión, necesaria y urbana, de si bajarnos o no para servir de testigos, y ambos nos convencimos que entre las declaraciones, las acusaciones, los tiempo y la inoperancia de la policía sumada a una posible represalia por parte de los delincuentes, no valía la pena sumar dos testigos más a una causa que, dadas la hora del día y el lugar del hecho, iba a tener participación de sobra, así que bueno, me fui con una historia que no mucho después se une con ésta, porque al poco tiempo lo vi en el supermercado al mismo tipo, y yo pensando que volvía al robo, salí medio disparado de ahí , y él lo notó, y me siguió, y me agarró del brazo, oiga qué le pasa me dice, frente a mí un muchacho limpio, bien vestido, bien hablado, no muy alto, no llega al metro setenta, medio rubión de ojos oscuros, no transmitía alarma, entonces me dijo, déjeme que le explique, yo ya sé qué pasa yo sabía que un día iba a pasar que me iban a reconocer, y yo que le digo que no que deje que no pasa nada, y el no, le explico, tomemos acá un café y le explico, y así medio a los empujones, me sentó en uno de estos cafés que tanto abundan a las afueras de los supermercados grandes, y me dijo así no más, a mi me agarraron por la moto, le cuento, y algo así fue lo que me dijo:
     "A mi me encantan las motos vio, siempre me gustaron, me gustan grandes, me gustan rápidas, me gusta correr, me compré mi primera moto a las 12 años, una enduro cross, me caí como veinte veces de esa moto, pero nunca más me he vuelto a caer, siempre compré y tuve motos, y siempre mejores, ahora tengo una ducatti, sabe cuantas ducattis como la mía hay en esta ciudad, 4, nada más, si nunca corrí profesional es porque en este país no existe y sé que no tengo chance afuera, igual no lo necesito, yo con tener mi moto me basta, y todo el mundo sabe esto, todo el mundo sabe que soy bueno y rápido en la moto, y en mi barrio como todos los barrios, uno es niño, y de niño nadie es malo, todos jugamos juntos, y de ese grupo de amigos, uno, el Carlitos, se fue por el mal camino, mal enserio vio, hasta preso estuvo el Carlitos, y yo como siempre fue amigo, siempre hablé con él, y un día alguien que él conocía, que no sé si era amigo de él o no, nos vio en la calle, y me reconoció, y me dijo, tu eres el de las motos, este tipo era flaquito, y chiquito, más pequeño que yo, andaba siempre con un jean y una camisa medio bonita, buen celular, tranquilo, se veía que era chorro, no quiero discriminar pero el tipo veía todo y hacía comentarios de precios, y esto vale tanto y esto vale lo otro, y este tiene esto, todo así, Carlitos se dio cuenta que yo me di cuenta y de alguna manera quiso protegerme, o no, pero se lo llevó al tipo ese, y bueno, llegó el tipo ese un día a mi casa, y me saluda, era de tardecita y me dice, vamos a robar, y me saca un arma y me la muestra, y me dice tu manejas esa moto, una chinasa de mierda que seguro se había robado, que debe ser la que usted vio ese día en el kiosco, una 125, al final buena, pero pequeña, yo dudé obvio, bueno primero me paralicé, estábamos frente a mi casa que aunque clase media algo tenemos, mi vieja estaba adentro, y tenía miedo, yo no soy un hombre de armas, así que la verdad, la verdad es que ahí me dio mucho miedo, él me seguía señalando la moto, y la moto me tranquilizo, que siempre me tranquilizan, así que me subí adelante, él se subió enseguida, no sé que hizo con el arma, y bueno, me llevó al kiosco y ahí me dijo, bájate y roba, y yo estaba nervioso, y mire no sé cómo lo hice, pero lo hice, fue rápido, me dieron la plata, bastante por cierto, y nada más, y cuando usted me vio supe que me había reconocido, no lo he vuelto a hacer, se lo juro, sabía que algún día alguien me iba a reconocer, su cara de susto me dijo todo".
     Nos quedamos en Silencio un largo rato, entonces continuó:
     "Yo lo tengo que contar, porque no se lo he contado a nadie, y usted sabe que cuando llegamos al kiosco y él me dijo que tenía que robar me puse tan nervioso que se ve que largué mucha adrenalina, y mamita querida, cuando volví a la moto, con el corazón a mil, yo lo que necesitaba era velocidad, dura, y ahí no más se ve que el Carlitos se dio cuenta y me abrazo con fuerza y yo pensé, china aguanta que te quemo, y señor mio usted no sabe lo que fue eso, hasta en la vereda me subí dos veces evitando el tráfico, pasaba autos, semáforos, todo, puro ruido y velocidad, nadie nos seguía, nadie nada porque yo ni registraba, ni sabía lo que pasaba, yo veía al frente y aceleraba, y pensaba que tenía un movimiento para evitar lo que tenía en frente y nada más, y pensar es un decir, porque nada, era duro y rápido, un movimiento, nada más, no podía pensar más, y dale, y duro y por el tráfico y a fondo, usted sabe lo que es darle a fondo, esa moto estaba medio preparada, porque iba muy rápido, largué todo, y me entendí bien con esa china, los cambios entraban como manteca, y cuando la exigía respondía, dos veces me rocé el brazo con algún espejo, o con algo, no sé, me tranquilicé recién en una recta, que no vi nada adelante y supe que tenía un segundo para pensar, y ahí empiezo a tomar un poco de conciencia y bajo la velocidad, y ahí siento que el Carlos me suelta con una mano, que yo hasta me había olvidado que lo cargaba al flaquito, y así sin nada de aviso el tipo hecha un tiro al aíre, y eso fue como que me inyectaran con la peor de las drogas, el cuetaso calienta la sangre y nubla la razón, eso era darle y quemar, con cada tiro, porque el hombre sabía lo que hacía, y tiró un par de veces, para ponerme en movimiento, cuando me di cuenta habíamos atravesado media ciudad y no teníamos nafta, y ahí me dijo párate acá, me paré, se bajó, me dijo bájate, la moto ya queda ahí, anda a tu casa loco de mierda no te quiero volver a ver, se fue y más nunca lo vi, no sé que pasó con los tiros, no sé que pasó con el kiosco, no sé nada y no lo he vuelto hacer, y usted sabe que voy rápido ahora, y me animo, pero nada cómo cuando escuchaba esos tiros, nada".
     Dejó cien pesos en la mesa y se fue, diciendo, mi nombre es Julian un placer, yo le dije, muchacho compró un arma cierto? y contestó, claro usted porta?, y yo le dije portaba, y otra cosa, el casco porqué se lo sacó? y me contestó, de los nervios no sabía lo que hacía.  

El poder de la planta.


El mate verde, la pipa llena de hojas. La sabiduría eterna de la semilla, todo lo que será ya es, queda esperar las condiciones adecuadas para un desarrollo al máximo de su potencial. Existe la voluntad de crecimiento? la planta busca el sol. Revolvía en la basura y pensaba, cuanto desperdicio, tenía guantes, los había conseguido en la basura, nuevos, tenía dos bolsas y una caja; una bolsa para plástico la otra para latas, y la caja para comida. Movía las tres cosas con uno de esos pequeños carros de dos ruedas que se desarman. El verano es bueno, pensaba el hombre. Se acercó a una plaza y se sentó en un banco, aprontó un mate y se armó un cigarro de hojas. Miró a los lejos dos policías que de seguro lo ignorarían. El banco en el que estaba sentado le indicó la fecha, la hora y la temperatura terminando con un comercial de Pepsi. Abrió la caja de la comida, se comió una banana en perfectas condiciones y guardó la cáscara en la caja. Sacó un sandwich que se vencía ese mismo día, de jamón y queso, lo sacó de la bandeja de plástico en el que venía y guardó el envase en la caja. Dio dos mordiscos y pensó que le vendría bien un poco de tomate, así que buscó en la caja y encontró un tomate muy maduro en un extremo, sacó del bolsillo del pantalón la pequeña navaja del ejercito suizo y cortó la parte madura y la metió en la caja, lo que hizo entonces fue juntar en el envase del sandwich la cascara de banana y el tomate maduro, cortó lo que quedó del tomate en rodajas y se las puso al sandwich, así estaba bueno. Terminó el sandwich y el banco le recordó de nuevo la información, también reiteró el comercial de Pepsi. Buscó en su bolsillo unas monedas, las contó, separó una y se fue hasta la maquina de café, sacó un café negro, bien caliente y volvió al banco. Entonces claro, la clave de la semilla es la efectividad, el desenvolvimiento pleno de sus elementos naturales. Mientras se tomaba el café pensaba en lo obvio. 

Amistad.

- Guats ap gansta!!!!!
Trabajando como negro - 

- Y eres muy blanco así que es una desgracia.

? -

- Acabo de encender uno, y en un rato me voy a 
 poner a laburar, vienes?

Que hijo de puta -

- Adeeeeeeeeeentro.

-Vienes? 

Imposible, no te fumes todo - 

- Esclavo de mierda.

Hippie - 

- Tu mujer te manda saludos, pero con la mano 
porque tiene la boca ocupada.

Mi mujer nunca se la chuparía a un pobre - 

- Es verdad es a ti al que le gusta sucia.

Finísimo - 

- Ven.

Imposible - 

- Que esclavo de mierda

Que hippie de mierda -

- Y qué más?

Estoy trabajando!!! -

- Daaaaaaaaale.

Qué se yo, todavía no encuentro depto -

- Cómo puede ser?!!! que tipo....

- Vas a terminar viviendo en la calle, rico y en 
la calle, todavía no te defines y tienes casi 
cuarenta, looser

- Todo el día ahí sentado, ganando kilos , y no 
tienes ni dónde vivir, eres la alfombra de 
bienvenida en la escalera corporativa

No es un tema de plata -

- Maldito burgues

- Es un tema de que no encuentras nada que te 
guste, y la ciudad es una mierda, y blah blah 
blah

Exacto -

- Igual qué más te da lo único que tienes es un 
puto TV gigante, que bruto que eres por dios

- Ni un puto cuadro

- Ni uno

Tengo libros -

- Si es verdad tienes libros

Igual no sabemos, puede ser un buen -
momento para hacer un  
viaje, españa, francia, tal vez  
inglaterra  

- Tu vida de playboy me da asco, dale vas a 
   venir o no?

Imposible -

- Es el momento, la mañana está hermosa, el 
   patio está que vibra.

Si te escucharas, estás deteniendo  
 el progreso     

- Gracias

- Puedes venir, no eres para nada necesario

Algo lo soy -

- No, nada

Alguien tiene que firmar los cheques - 

- No, nadie, eso lo hacen las computadoras, 
 eres obsoleto, si limpiaras baños serias 
 necesario, ahora ven a fumar un porro

Imposible, no tengo excusa, y hay trabajo -

- Que hijo de puta, me voy a quedar acá y me 
voy a fumar todo y me voy a quedar sin 
droga, y después vas a venir a llorar, y no 
vamos a poder trabajar y se va a ir todo 
al carajo

- No vamos a terminar el corto

- La canción se va a ir a la mierda

- Ni hablar de terminar el juego

- El campeonato de paleta, si seguimos con 
  este paso no llegamos ni a la segunda ronda 
  y planeamos seis, tal vez demasiadas, 
  para ya está ya empezamos.

- Y el Mrk57 ese nos está haciendo el orto online

Bueno no te acabes todo y listo -

- A bueno, esto es el colmo, que te pasa 
  hoy, estás tarado 

Tengo mucho laburo - 

- Jodete por pelotudo, me fui

Para -  

Bueno -  

Voy a la noche -

- No

Dame un rato -

- Ya me empiezo a armar otro

Lo peor es que sé que es verdad -

Dos horas, dame dos horas -

Tengo que terminar esto si o si -

Dale maricón -

- Me voy a poner a ver death proof, si no estás 
 acá para cuando aparece el segundo grupo de
 mujeres, no vengas, porque ya me fui a la 
 mierda

Eres una peste -

- Bueno no vengas

Espera - 

Dos hora, dame dos horas y la pones -

- Dos horas? demasiado.

Escalas! ponte a hacer escalas, estoy seguro -
que hoy no hiciste   

Unas escalitas - 

- Media hora y pongo play .

Una, dame una hora -

Haces escalas... -

- Una hora de escalas, y si me haces esperar al
  pedo te repito la clase de star wars.

No por todos los cielos, una, dale,- 
una y le das play   

- Una y pongo play, me fui

Cuando mis empleados se queden sin -
trabajo y mi mujer viva en la calle ya 
saben a quien culpar 

- Tu y tus empleados son todos infelices lo 
mejor que les puede pasar es que esa oficina 
cierre a la mierda, y tu mujer dice que no le 
importa, que igual no sabes coger, ningún 
ejecutivo sabe

Llevo algo - 

- Claro, acá no hay nada

Peste - 

- Burgués

Chupa sangre - 

- Me fui las escalas me llaman, puedes dejar 
  de distraerme!!!!

Vas a esperar? -

Peste -

El día que Huan y Lhei se olieron.

     Se movía inquieto en el cuarto de tres por dos. La cama estaba guardada, bien hecha, junto con la mesa, si ella quería ordenar comida la sacaría, se había asegurado de limpiarla bien. Había escogido como mobiliario un sillón de dos plazas y una pequeña mesa en el centro. Para las paredes eligió la vista de la ciudad, la vista que tendría su espacio si diera a una pared exterior y no a otro departamento, en un piso cuarenta y dos, casi en el centro de cien unidades iguales a la de él. Había comprado una botella de vino, unos cubos de queso, algunas zanahorias, galletas de harina y orégano, y unas bolitas de soja rellenas de pollo que calentaría cuando ella se sentara. Huan tenía todo bien preparado. Solo él sabía cuanto le había costado conseguir a alguien que realmente le agradara, horas y horas, días, meses en las redes mirando fotos, estudiando perfiles, viendo vídeos, escuchando la música que compartían. Había llegado bastante lejos con un par, hasta se vio en persona con dos, pero ninguna le había atraído tanto como Lhei. Estaba ansioso, pero con la ansiedad que genera una carrera o algo sabido, porque sabía que ella iba a ser puntual, y a sí fue, a las 7:01, sonó el timbre del edificio, él la hizo subir y tres minutos después le abría la puerta de su espacio. Huan la hizo pasar:

- Hola Lhei.

- Hola Huan.

- Pasa por favor, gracias por venir.

- Gracias por invitarme.

- Estoy nervioso.

- Yo también, pero hasta que no nos conozcamos mejor llevo mi pulsera de pánico, mujer precavida.

- Yo también la llevo, no te preocupes, siéntate.

- Gracias, traje vino.

- Yo también compré, gracias por traer. Abrimos la tuya.
     
      Por suerte era delgado, muchos ya saben mentir a través del vídeo, cuando los ves son más gordos, o más viejos, o más o menos de todo. Me encantó que abriera mi botella de vino, lo mismo que usara una pulsera de pánico y no tuviera vergüenza de mostrarla, lo vi como una señal de que era un hombre sensible y sin miedo a mostrarse realmente, muchos hombres se burlan de la pulsera. Sabía que el departamento iba a ser chico, en Buenos Aires ya no hay espacio, nadie tiene espacio, por qué lo tendría él, me gusto también que haya escogido la vista de la ciudad, todos los motivos son válidos, pero para una primera cita la mejor es escoger lo más neutral, y la ventana siempre es lo más neutral. Fue cuidadoso con todo, eso significaba que no tomó el hecho de que fuera a su casa como una victoria segura, como hace la gran mayoría, sino como el principio de la guerra, la cama estaba guardada, y había escogido un lindo sillón y una mesita que llenó con comida. Él estaba hermoso, con un pantalón azul y una camisa verde y rosa, olía bien, pero no a perfume, yo estaba muy caliente y con muchas ganas de acostarme con él.

- Tenía muchas ganas de conocerte, y puedo decir con sinceridad que eres mucho más linda en persona.

     Habían tenido varias conversaciones telefónicas, otras tantas por video, habían visto tres películas juntos.
- Si yo también a ti.

- Come por favor, te soy honesto, tengo mucha hambre, te estaba esperando con ansiedad y eso da hambre, así que permiso. Gran vino, gracias.

- Si, no soy muy gastadora pero me gusta el buen vino.

- Una vez fui a una bodega que tenía viñedo, les hicimos un logo para una etiqueta, ha sido la única vez que trabajamos con vino, nos dieron un pequeño tour, vimos las maquinas cosechadoras, las uvas, unos tanques gigantes que convierten el jugo en vino, después dónde guardan parte, el bueno, en barriles que todavía hacen a mano y de madera, y después dónde lo embotellan.

- Acabas de describir todo el proceso y de una manera bastante pobre.

- Si me di cuenta cuando llegué al embotellado.
    
     Realmente había traído un vino muy rico, yo no sé mucho, pero por el trabajo con la etiqueta y por el sabor nuevo imaginé que era muy bueno, y al final lo era, lo checkee en un momento mientras ella iba al baño. Desde que cruzó la puerta me dieron ganas de morderle el cuello, agarrarle las nalgas, besarla, y estaba contento, aunque no lo mostraba en las fotos, y es más, hacía un gran esfuerzo por ocultarlo, noté enseguida que tenía buenas tetas, lo suficiente como para decir que las tenía grandes, yo siempre he sido un hombre de tetas, imagino que todos los hombres también lo son, obviamente lo escondía como un proceso de selección, inteligente y calculadora, esto me tranquilizó muchísimo, y me abrió el apetito, ella obviamente estaba en control, lo único que tenía que hacer yo era comportarme correctamente, e insistir un poco a ver si ella también quería, me había costado mucho encontrar a alguien que me gustara realmente. Así que comimos y hablamos.

- Me llamó la atención siempre que no eres de hacer muchos vídeos, la mayoría de los hombres tienen miles de miles públicos, quién sabe cuantos privados. Tu tienes pocos.

- Si, no llego mucho al video, paso más tiempo con fotos y viendo lo que comparten. Hago vídeos privados como todo el mundo, no desde que dijimos de mantener los privados entre nosotros, he sido fiel con eso.

- Yo también.

- Tu si tienes muchísimos.

- Si. Yo pienso que para qué me voy a meter en la cabeza de alguien si tiene una voz horrible o me habla con un sombrero estúpido puesto, o tiene en la pared un escenario ridículo, prefiero poner el video, muchas veces no llego ni a dos segundos y ya los tengo bloqueados. Cuando hablé contigo solo había pasado lo del comentario, me había reído mucho con lo que dijiste, te dije que si al video, de una.

- Yo antes de escribirte vi tus cosas por largo rato.

- Yo pensé que me ibas a escribir enseguida .

- Y yo que me ibas a escribir antes de pedirme video.

     Antes de terminar la botella de vino, me intentó besar, y yo lo dejé, y me gustó mucho.

     Me dejó besarla rápido y me encantó.


     Después del beso siguieron hablando, hablaron de sus trabajos, de sus amigos, de sus familias, ella en un momento se paró para ir al baño, el lugar era pequeño pero con baño propio, cuando entró y vio que estaba todo limpio decidió acostarse con él definitivamente.


Kombi, Lluvia y Jazz.


     Yo lo había visto a él en el taller literario, él fue a la primera clase y después no pudo ir más porque tenía que quedarse a cuidar a sus hijas, por eso y porque odiaba profundamente al tipo que daba el taller, él y todos los que fuimos a ese taller, el primero día éramos catorce, el segundo fueron tres, y al final quedó el tipo solo con una viejita, que se joda por pelotudo, bueno no importa, no quería contar sobre lo pelotudo que es el tipo que daba el taller literario, quería contar sobre él, después lo vi en las clases de música, él estaba aprendiendo a tocar la trompeta y yo iba para practicar el saxo y preparar un par de temas para ver si me animo a tocar en público de una vez por todas, mi relación con el saxo es rara, yo no soy un músico de fogón, estoy casi seguro que no tengo nada de oído, y no me sé ninguna canción, me gusta agarrar el instrumento y tocar, muy afinado, lo que a mi me de la gana, bueno esto tampoco es sobre mi relación con el saxofón, el tema es que ahí lo vi otra vez, al final de una de las clase nos pusimos a charlar y en un momento yo tuve que cortar la conversación porque tenía que salir para la radio a dar las noticias, entonces fue cuando él me dijo que hace un tiempo tenía un programa de radio, en la misma estación en la que yo estaba, la comunitaria, un programa de jazz, pero que lo había dejado porque nadie lo escuchaba, entonces yo le dije, hey yo te escuchaba, tu programa una vez casi me salva la vida, y le conté que yo vivía en la Kombi, fue un tiempo que pasé solo con mi perra, un tiempo de mierda, no tenía un mango, me habían robado el celular y la billetera y no tenía suficiente dinero para alquilar nada, así que estaba durmiendo en el auto, en una playa de estacionamiento, en un colchón arriba de libros, mi cara quedaba a veinte centímetros del techo, con la ropa tirada en el asiento delantero, era verano y estaba cerca del mar, pero fue justo un verano muy lluvioso, y me pasaba horas adentro del auto, aturdido por la lluvia que golpeaba en el techo, agua contra lata, mi perra una genia siempre pendiente de hacerme un cariño, y yo a ella, el tema es que me había comprado un celular muy barato pero que tenía radio, y yo lo descubrí una noche que estaba lloviendo mucho y a mi se me había olvidado comprar comida, para comer lo único que tenía eran unas galletas y para tomar un poco de agua, una situación bastante desesperante si se le agrega que estaba en un país extranjero, sin familiares o amigos, entonces me puse a jugar con el celular y encontré que tenía radio, y la única estación que agarré fue la local comunitaria, porque estaba cerca, y justo estaba empezando un programa de jazz, yo tenía como un mes sin tocar porque el saxo había quedado escondido bajo cajas de libros, y escuchar eso fue maravilloso, costaba escuchar porque el golpeteo de la lluvia era muy fuerte, pero se escuchaba, la programación era salteada, jazz de todas las décadas y todos los estilos, una buena hora y media, casi dos, y bueno, fue un poco salvador, nada milagroso o extravagante, pero si justo y suficiente, se lo dije a él porque él me dijo que pensaba que nadie lo escuchaba y por eso había dejado de hacer el programa, y yo le dije, hay que hacer, porque siempre hay alguien que escucha.   

Fumar.

     El hombre se sentó frente a mi en una pequeña mesa redonda. Tenía una chaqueta de cuero marrón liviana, en la cabeza una boina marrón gastada dejaba salir un pelo corto gris, no recuerdo su camisa, pero tenía un color claro, recuerdo que era flaco, de unos cincuenta años, llevaba una barba fuerte de un día o dos, canosa, tenía los ojos verdes, un poco grises, y te podía sostener la mirada.
     Se sacó los zapatos, y del bolsillo de la chaqueta, una cartuchera de cuero marrón gastada, la abrió, sacó papel de liar, una lata de tabaco, pidió un café en alemán, y muy lentamente pero con gran firmeza, comenzó a armar un cigarrillo.
     Tomó el papel y lo acarició en su longitud con la punta de los dedos, con ambas manos, del centro hacia afuera, lo hizo dos veces, lo sostuvo con la mano izquierda y con la derecha tomó un poco de tabaco, lo pesó, y moviendo ligeramente la yema de los dedos soltó algunas hebras de nuevo en la lata, pesó de nuevo, volvió a un ligero movimiento de yemas y soltó un par de hebras más, pesó una vez más, conforme, soltó suavemente sobre el papel las hebras, parecían caer una a la vez, tal vez caían de a dos, movía a veces ligeramente la mano en la longitud del papel para esparcir el tabaco un poco más, cuando las hebras terminaron de caer, tomó el papelillo con ambas manos y con un movimiento en dos partes, lió el cigarrillo, primero con los pulgares rodó el papel hacia abajo, frente a sí, levantando la parte de afuera, y después los pulgares empujaron hacia dentro y se deslizaron hacia arriba, el tubo quedó armado. Sacó de la cartuchera un encendedor plateado mientras el mozo le traía el café, se llevó el cigarrillo a los labios, el encendedor encendió a la primera.
     El Hombre tomaba caladas lentas, intensas y cortas, parecía llenar sus pulmones mitad con humo, mitad con aire.
     No recuerdo que hizo con el café, sé que pidió otro, y que repitió la operación del cigarrillo.

Fi

y
a

ver
sirve
aprender
y embriagarse
continuamente de todo
aun sabiendo que todo es infinito 

Una de verdad.

Vivía solo en un edificio de cuatro pisos y cuarenta departamentos, en medio de un basural y al lado de una de las villas más calientes de la ciudad. Solo. No vivía nadie más en el edificio. El edificio no tenía puerta, y la puerta de mi departamento no tenía rejas, tampoco tenía rejas en las ventanas que daban a los pasillos, una situación de vulnerabilidad extrema. Una noche, volviendo de la feria, tenía que cerrar temprano el puesto de libros porque si volvía tarde por la noche seguro que me asaltaban, había un auto estacionado afuera del edificio, entro, todas las luces del edificio encendidas, me pareció muy raro, subo a mi departamento, yo estaba en el cuarto piso, y cuando entro siento pisadas en el techo, subo, cuatro policías de investigación me rodearon y me empezaron a empujar con las pajeras, había doce en el techo, no me golpeaban pero si eran muy firmes, quien sos vos pibe? qué hacés acá? yo vivo acá les digo, todos se quedaron en silencio, al rato uno me pregunta, vos vivís acá?, si le digo, silencio, se abrieron, no me hablaron más. Le pregunté a uno que qué hacían acá, nos estamos por mover sobre alguien en la villa me contestó, uno de los que se escapó de la comisaría de Maipu la semana pasada, y me preguntó, vos viste un gol blanco? si claro que había visto un gol blanco, dos noches atrás estaba acostado y empecé a escuchar tiros, las balaceras eran normales así que me asomé por la ventana a ver si veía a algún recurrente, vi el gol blanco, iba rapidísimo por el medio de las montañas de basura, se estaba tiroteando con los guardias de seguridad de la construcción de enfrente, no le dije al policía, no no vi nada. Bajé a mi departamento, toda la noche escuché las pisadas en el techo, como a las cuatro de la mañana los escuché a todos bajando de golpe por las escaleras, no los vi más. El edifico estaba pegado a otra construcción, una fabrica abandonada llena de túneles, torres y planchones de cemento, ahí cuidaban un par de policías, y siempre charlaba con ellos, y siempre me ofrecían armas, todos me ofrecieron armas o me decían, agarrá cartuchos, hacete una tumbera, vos acá necesitas protección. Mis amigos iban muy poco a visitarme, y cuando iban se iban tempranito, empezaba a caer el sol y partían, les gustaba ir a ver las peleas que se armaban en la villa, los pibes de trece y catorce vivían a las piñas, en especial se agarraban los del ferrocarril contra los del galpón. Estuve viviendo así más o menos dos meses, me costaba dormir, mi amigo Víctor me daba tes sedantes, pero la verdad era que me daba miedo quedarme dormido, era muy fácil entrar en el edificio y era obvio que solo vivía una persona. Me quedaba por la noche, con la luz apagada, porque cuando la luz estaba encendida me tiraban piedras, el setenta por ciento de los vidrios del edificio estaban rotos, y aunque tenía puesta una media sombra muchas la pasaban, y me ponía escribir, en la maquina eléctrica, horas y horas por la noche, en la oscuridad, con el ruido sedante del tecleo, solo en ese edificio, muchas veces recibía negativas de las editoriales en esa condiciones y todavía hasta el día de hoy, no sé muy bien que sentir con respecto a eso. A los dos meses se mudó otro flaco, un divino, en el segundo piso, los de la villa lo recibieron con un tiro de veintidós, a él no le pasó nada, solo le rompieron el vidrio del balcón, un huequito, nada más, valiente el flaco, no arrugó y se quedó tranquilo. Un día él estaba volviendo tarde del trabajo, venía borracho, me llamó para que saliera a recibirlo, venía en taxi, hasta la esquina porque los taxistas no entraban por entre la basura, salí, llegó haciendo escándalo, y me dijo entre lagrimas y risas, nadie viene a visitarnos, mis amigos no quieren venir a verme, nadie viene, no le digo, generalmente la gente se aleja de estas situaciones. El ascensor no funcionaba.  

Luis Masliah.


      Aunque era un hombre de tierra, Luis Masliah daba la sensación de ser un pez de mar, funcional y aerodinámico. Luis se dedicó a la investigación privada para no lidiar con los otros. Había sido un gran policía, y podría haber llegado a ser un gran detective de homicidios, su carácter observador y estudioso lo hubieran llevado a resolver muchos casos, pero lidiar con los otros lo alejó de la fuerza. Luis se sentaba horas en su auto a escuchar música, solo escuchando electrónico, Aphex Twin, Chemical Brothers, Gabin, Kruder & Dorfmeister, mientras fumaba marihuana. Así se resolvían los casos, todos los casos, escogiendo con criterio y esperando. Últimamente venía teniendo suerte, con un caso al mes vivía bien, y en los últimos seis meses había hecho tres por mes, casi todos de sospecha de engaño, todas confirmadas por supuesto, eran muy pocas las veces con las que se encontraba con una falsa sospecha, de esto no sacaba ninguna conclusión. Luis era flaco, su dieta era variada pero estricta, se alejaba de los alimentos procesados y las gaseosas. Las bebidas alcohólicas las tomaba puras y con hielo. Eran las dos de la tarde de un día de otoño, estaba en su auto escuchando Thievery Corporation, estacionado en las afueras de la ciudad frente a una fábrica, tal vez abandonada, y un albergue transitorio de nivel medio, esperando que apareciera el Ford Focus Azul de la mujer de su cliente cuando algo del otro lado de la calle le llamó la atención, dos hombres cargaban una mujer entre ellos, como si estuviera borracha, y miraban culpables hacia todas las direcciones, él sabía que no lo verían, todos los policías saben que un hombre nervioso no sabe mirar. Llegaron hasta una puerta de metal en un edificio de dos pisos de ladrillo visto con ventanas en el segundo piso, el que tenía la campera marrón y los jeans gastados sacó con dificultad un manojo de llaves y abrió tres cerraduras, el otro que tenía una camisa de cuadros y unos pantalones beige sostenía a la joven, entraron en el edificio. Acá Luis, ya sabiendo todo lo que estaba ocurriendo, y pensando que la vida había sido buena con él y, después de todo, era muy bueno en lo que hacía y tenía su Beretta, realmente sería muy mala persona si se quedaba en el auto sin hacer nada. Sabía que adentro había uno o dos hombres sin contar los que habían entrado, sabía que seguro había más de una mujer adentro, y sabía que la policía de la zona era cómplice. La cercanía con el albergue no era casualidad. Tenía que esperar a que salieran los dos hombres. Esperó. Escuchó algo de Nouvelle Vague y algo de Morcheeba. Los dos hombres salieron, sin la mujer por supuesto. Tenía pocos menos de un minuto para tocar la puerta y que el hombre que estuviera adentro pensara que a alguno se le había olvidado algo. Salió de su Corolla gris, y trotó hasta la puerta, golpeó un par de veces con intensidad, veía a lo lejos como los dos hombres doblaron en la esquina, por suerte no habían volteado, pasaron unos trece segundos, y alguien empezó a destrabar las cerraduras, apenas abrieron la culata del arma encontró una nariz y sintió como se rompía bajo su peso, el golpe se repitió varias veces hasta asegurar inconsciencia. Enfrente solo unas escaleras, las subió despacio, ahí se encontró con un taller abandonado, sin divisiones, contra una pared cuatro camas de caño con colchones roñosos, tres ocupadas con mujeres amarradas, estudió bien el lugar, buscó baños y cuartos dónde pudiera haber alguien escondido, no encontró a nadie más, se sintió con suerte, desató a las mujeres, todas estaban inconscientes. Se acercó a la ventana, nadie pasaba por la calle. Se tomó un momento para pensar. Entonces, prodigiosamente, apareció el auto azul, bajó rápido las escaleras, el hombre continuaba inconsciente, sangraba bastante, y acá hizo lo posible por no pisar la sangre. Corrió hacia el auto que estaba por entrar en el estacionamiento del albergue. La mujer se asustó muchísimo cuando él le golpeó la ventana y ella en un intento desesperado y acostumbrada a vivir en una ciudad peligrosa, retrocedió con velocidad, pero él dijo el nombre de ella varias veces, y lo vio a los ojos, y dudó, y supo que había algo más, porque aquel que engaña conoce de realidades paralelas y situaciones complicadas. Detuvo el auto, y él le dijo, necesito ayuda ya, y sin que ella abriera la ventana él le dijo, tu esposo me contrató para seguirte, si me ayudas le miento. Silencio. Él insistió todavía a través de la ventana, hay mujeres en ese edificio las tenemos que sacar, entonces ella ya no dudó, bajó la ventana y le preguntó, qué hacemos, y él le explicó, tienes que estacionar el auto ahí en el frente las bajamos entre las dos y las llevas dónde yo te diga eso es todo. Un segundo más de duda por parte de ella, pero frente a la esclavitud ningún hombre o mujer duda, la libertad es por lo único que todos luchamos. La mujer estacionó el auto y Luis, más allá de la situación no pudo dejar de notar su belleza, estaba vestida con una calza negra y una camisa de deporte, obviamente su excusa era entrenar, era alta y esbelta, tenía el cabello negro y lacio, tenía la piel oliva de la mujer latina, también notó su valentía cuando pasó por arriba del cuerpo caído sin inmutarse. Si se sorprendió cuando vio a las mujeres en las camas. Con dificultad bajaron los tres cuerpos y los acomodaron en el auto de la mujer, Luis le dijo, tranquila le voy a decir a tu esposo que nada está pasando llévalas al hospital que está frente a la escuela de medicina yo le voy a mandar un mensaje a alguien que te va a estar esperando en la puerta de emergencias nadie te va a preguntar nada, entonces se cuestionó, y le preguntó, tu pareja por qué no aparece, y ella le dijo, si lo hizo vi su auto mientras gritabas mi nombre pero se fue obviamente pensó que era un robo y huyo como un cobarde hijo de puta, bueno dijo él, te salió barato. Ella partió, él volvió a su auto, arrancó y se fue en la dirección contraria, llamó a su amiga en el hospital y le explicó la situación, ella iba a estar lista, encendió la radió y escuchó un poco de Gorillaz, abrió la guantera y sacó uno de los armados que tenía ahí, le estaba dando hambre, tenía buen dinero, se iba a sentar en un restaurante a comer como un rey.  

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...