C.E.O. II

           Contra más alejados del mundo estamos mas importante nos sentimos. Tan sucio está el mundo, tan asquerosa es la ciudad, que contra menos contacto con ella mejor. Nos gusta estar en la punta. Contra más distancia de la calle tienes, más poder.
            En el lobby de un edificio de treinta pisos se encuentra Nicolás.
            El lugar es el centro de operaciones de Transportes Leeros, una de las compañías de transportes más grande del país y una de las mas importantes del continente americano. Se encargan de mover de arte a ganado, todo. Este lobby podría ser perfectamente el de un hotel, una gran recepción con dos secretarias uniformadas y un par de guardias de seguridad, sillones de cuero negro, y hasta un bar, en el cual se encuentra Nicolás bebiendo agua con gas, no quiere que nadie lo vea consumiendo alcohol antes de una entrevista de trabajo, tiene puesto un traje, una camisa morada y una corbata negra, su pelo negro esta manipulado con casi cien gramos de gel para asegurar una buena presentación. Tiene media hora esperando. Siente una mano en su hombro y cuando voltea la ve, flaca, vestida de chaqueta y falda roja, rubia, alta, con una carpeta en la mano y otra extendida mientras empezaba a hablar:
            -Hola, tu debes ser Nicolás Weber.
-Si! Tu debes ser Sabrina.
-Si, ¿tienes mucho tiempo esperando?
-No, como diez minutos, pero no te preocupes, me imagino que el señor Leeros esta siempre muy ocupado.
-Como no tienes idea.
            Ella se da vuelta y el instintivamente la sigue, van hacia los ascensores.
            -Estoy muy agradecido que tenga tiempo para verme. Dice Nicolás una vez que entran en el ascensor.
-El no te va a ver. El rara vez concede una entrevista de trabajo y nunca para una posición como la que estas aspirando, tu entrevista será con Ismael Castillos, si te contratan el, será tu jefe.
-De acuerdo.
-Y no creas que todo el edificio es nuestro, solo manejamos el lobby el piso 15, 16, 29  y el pent house.
            Llegan al piso quince, salen del ascensor y se van por el pasillo de la derecha, después izquierda y llegan a un escritorio, la secretaria que se encuentra allí levanta la vista y sonríe mientras que Sabrina pide permiso y sin esperar respuesta entra en la oficina de Ismael Castillos.
            Ismael, un hombre medio logrado esta sentado en su escritorio, la oficina es simple, tiene una computadora y no se ven muchos papeles, un par de cartas en el escritorio, mucho metal y vidrio, bastante moderno, abierto, fresco. Ismael habla primero:
            -Sabrina! Me vienes a visitar.
-No, la verdad te traigo un delivery, este es Nicolás Weber. Nicolás, este es el señor Castillos
-Mucho gusto, siéntate por favor.
Y Nicolás como le han enseñado a obedecer, obedece.
-Chicos los dejo, mucho por hacer y muy poco tiempo.
Ambos se despiden. La entrevista comienza.
-Así que Nicolás, leí tu currículo, muy bien en la Universidad y en tus pasantías, hasta en tus primeros trabajos.
-Gracias.
-Así que dime, estas aspirando a una posición de Asistente General de Operaciones en las Zona Norte del País, que te hace pensar que eres el adecuado para el trabajo.
Pero no es importante lo que tiene que decir ahora, es importante lo que dibujaba hace un tiempo, siete anos atrás, antes de comenzar la Universidad privada y los trabajos mediocres que tanto odio al principio. Pintaba, le gustaba el acrílico y la acuarela, le gustaba ensuciarse, crear, pero estaba claro para su familia que su firma debía estar en cheques, no en colores.

Sus pinturas fueron destruidas por el mismo en su tercer año de facultad, según el ya no era necesaria. Al final consiguió el trabajo.

C.E.O. Primer Capitulo. (Re-edición del libro Filosofía Momento) Todos los dias una entrega.

            La oscuridad separa, la claridad une, pero no de otros, si no de uno mismo, porque estamos divididos, en lo que somos lo que queremos y lo que podemos ser. Por eso hacemos las cosas malas entre sombras, para no vernos, para no encontrarnos, para que nuestras partes no se enfrenten. Hoy a los demás los vemos igual de noche que de día, con cualquiera te encuentras a cualquier hora, con cualquiera te comunicas en cualquier momento, solo nuestro interior tienen día y noche, solo con nuestra luz interna luchamos, y como viene de adentro con facilidad la ignoramos.
En un camino oscuro del centro de la ciudad se encuentra Caín.
Esta parado frente a una puerta de madera alta y delgada, muy antigua, sostenida por unas paredes viejas y con filtraciones. Viste una camisa de rayas verticales blanca y azul con unos pantalones marrón claro, todo esta muy viejo y el esta muy sucio. Sus medias tienen huecos, pero no se ven ya que no coinciden con los de los zapatos, "Defecto que no se ve no existe" le dirá Sebastián mas adelante, aconsejándole que los haga visibles. En el callejón no hay más iluminación que un bombillo, sin lámpara, a un metro sobre la puerta, a veces los autos que pasan por las avenidas cercanas, mas no por ahí, lo iluminan por unos segundos y dejan ver a las prostitutas al principio de este. Se escucha el murmullo de la ciudad dormida, sirenas distantes, aires prendidos, multitudes llorando, una que otra risa.
            Mira por unos minutos a su alrededor y después de un largo suspiro da tres golpes, leves y seguidos, en la puerta, y espera.
            Pasan dos chicos en bicicleta, riendo.
            Espera.
            La puerta se abre y aparece un hombre pequeño y gordo, también calvo. Lleva puestos una camisa roja de mangas cortas, un pantalón gris y un blazer negro. El hombre habla primero:
     -   Si?
     -   Vengo a rezarle a San Sebastián.
     -   …. esto no es una iglesia.
     -   Si lo s-e… pero los chicos en la calle me dijeron que…
     -  Si si, eso es un juego para atrapar a las pendejos, aquí las cosas son serias muy serias. Entiendes?
     -  Si, es usted con quien debo hablar.
     -  No, pasa. Vamos a ver si te sacamos la idiotez.
Entran y la luz es tan escasa que casi no se puede ver, el hombre cierra la puerta asegurándose de pasar varios cerrojos, se distingue una puerta entreabierta y más luz en el otro cuarto. Quédate acá, dice el hombre y pasa a la otra habitación, se escucha el murmullo de una mujer y seguido la riza de tres.
La mujer es una secretaria encargada de archivar vidas y asignar cobradores, una burócrata, una herramienta, mientras sale del cuarto le indica a Caín que entre y este sin más opción que obedecer, obedece.
Ahora habría que imaginarse la oficina de un presidente si tuviera que vivir escondido, la guarida de un traficante de blancas en medio de un convento, mucho en muy poco lugar, información peligrosa y confidencial a corto alcance, tus playboy bajo tu cama, suficiente luz como para no saber si es día o noche, suficiente humedad para desfigurar una fotografía, y como en toda oficina respetable e importante equipo de computación ultimo modelo, eso si, sucio.

-Así que Caín… que nombre más feo. Pero bueno no importa, a lo mejor lo podemos utilizar.
Esa fue la primera frase de Sebastián, una voz dulce y severa que venia de atrás, cuando volteo estaba muy cerca, tal vez peligrosamente cerca. Se podía sentir su perfume caro, gordo pero no tanto, con cabello castaño claro y corto pero un poco largo, ropa cara y oscura, el estaba muy limpio.
-Entiendo que te mando Roberto y que estas acá por tu propia voluntad. Continúo mientras se sentaba en su escritorio,
-Si señor, yo solo quiero…
-Si, alimentar a tu familia. Todos dicen lo mismo. Hasta los niños. Vallamos al grano, qué tan grande es tu familia?
-Perdón?
-Tu familia! quiero saber cuanto quieres ganar.
-Somos cinco.
-Cinco... Cuántos de esos son niños?
-Tres.
- No va ha ser fácil. Tengo las calles llenas. ¿Cuánto te quieres perder?
-Lo que sea necesario. Ya lo hable con mi mujer y decidimos que no iba a ser problema.
-Mujeres, todas carecen de conciencia. Bueno. Me imagino tienes idea de cómo funciona.
-Algo.
-¿Algo? Se puede ser ingenuo para venir a un lugar como este sabiendo solo algo, y además con tres hijos. ¿Quieres ponerlos a trabajar?
-No.
-Bueno. Expliquémoste un poco mas de ese algo que tu sabes. Si yo decido que entres a nuestra familia te daré los recursos para que puedas hacer el dinero que quieras y te daré un buen lugar para poder hacerlo. De nuevo, depende de ti que tanto quieras hacer. Ahora, sabrás que no es fácil suministrar los recursos así que por mi generosidad tendrás que pagar siempre una cantidad al mes hasta pagar la deuda de dichos recursos y después hay que pagar por el lugar. Mira que el espacio no sale gratis.  Te pregunto, hay tres grupos me imagino que no eres tan ignorante como para no saber eso. ¿A cual quieres pertenecer?
-El medio señor.
-Muy bien. Seguro que quieres hacer esto.
-Si.
-Puedes con la responsabilidad, mira que si te equivocas no hay juicio.
-Si.
Sebastián lo mira y mientras lo hace distrae la vista por unos segundos a la puerta donde su secretaria lo ve con una de esas miradas de dale-a-este-una-oportunidad-mira-que-con-tres-hijos-seguro-fue-dificil-venir-aquí. 
-Perfecto. Vete. Bienvenido.
Y le entrega una pequeña nota.
-¿Ya? Pero…
-Vete!
-No tengo plata para el colectivo.
-Pide, empieza a practicar.

Seis de la mañana, pocos bolsillos en las calles, el centro es un mar de oficinas,  a esta hora todas apagadas, ocasionalmente la inutilidad ayuda y no hay nada más inútil que una oficina vacía. Media hora para un peso y solo una mirada. Caín ya va camino al hospital Alemán, ahí le dijo la secretaria que fuera de inmediato y que llevara la nota con el, sentado y casi solo en el autobús no sabe si leerla. Tiene la información de su vida en las manos y no sabe si debe accederla. No es fácil saber, hay que estar preparado. Pero la curiosidad mato al gato, a veces lo mutilo. En la nota esta escrito E56-L, con la firma de Sebastián y el numero 874, eso es todo. Así que la nota cerrada o abierta es lo mismo.
Una vez más se me presenta el futuro y soy incapaz de descifrarlo.
Llegar al hospital Alemán no es fácil, hay que cruzar ciertos suburbios de la ciudad donde no pasa el transporte público y donde si no te ves bien se aseguran que nadie te vea. En la recepción te mandan a otro hospital si no tienes la documentación adecuada, el buen trato y el buen material no salen baratos, así que una buena chequera también esta en regla, claro esta que una nota de Sebastián es crédito al instante, eso si del material no del trato.
            De pronto en un cuarto blanco y pequeño, al que no se llega con el ascensor, hay que bajar un par de pisos por las escaleras y pasar un par de guardias de seguridad, que gracias al mal pago que reciben de la empresa (la cual se encarga también de “vigilar” ciertos reclusorios mentales) hacen su trabajo con poco esmero y sin atención. Hay otros cuartos en el piso, pero a nadie le importan. Caín espera sentado en la camilla, desnudo con una bata que parece de papel, papel celeste. Mira todo y no entiende como no hay sabanas en la camilla y aparatos raros o luces extrañas. No hay aire acondicionado, solo una ventilador de techo que también sostiene la luz y hace que la parte superior del cuarto se vea intermitente. Esta solo por media hora hasta que entra un doctor con la famosa nota en la mano. Sin verlo le pregunta.
-   No hay especificaciones ¿Qué deseas?
-   No se, que se acostumbra.
-    Un brazo, es lo más cómodo.
-    Bueno. El izquierdo.
-    Tomate esto, vuelvo en unos minutos.
Le entrega dos pastillas, normales e inofensivas a la vista como todas las pastillas, se las toma y se acuesta. La pastilla lo duerme y en su mente se revela su historia, pero como contar un sueno, como se retrata la energía, quien sabe como se ven tus fantasías, dejemos que el nos cuente:
“Llego una tarde a mi caza, cansado de buscar trabajo, mis tres hijos juegan en la sala viendo una televisión que pronto venderé, miro por una ventana y mis padres siembran en el campo donde crecí. El caballo que nunca tuve pasa corriendo y se aleja. Mi mujer esta sentada en la cocina revisando cuentas pendientes y su mirada me indica que para el cumpleaños de Mariano, mi hijo menor, en una semana no van a haber regalos, me gustaría llevarlo al rió, enseñarle a sembrar fresas, a matar conejos, pero vendí mi chacra para comprar este departamento en la ciudad, para ir al cine, para ir al teatro que nunca entendí, a la universidad que mucho sufrí. No aguanto el dolor! La responsabilidad! la frustración se apodera de mi ser de mi anatomía, mis manos tiemblan y mi corazón se acelera, corro y salto por la ventana… pero un quinto piso parece no ser suficiente. Caigo.
Caigo y Caigo, caigo, caigo, caigo. Caigo y me pierdo. Caigo sin llegar al fondo. De repente entiendo que caí dentro de mi, que no tengo final que soy un abismo. Mi interior es detestable, un montón de inútiles memorias, de dudosos sentimientos. No tengo un piso donde caerme muerto, estrellarme con suerte desfigurarme, ni siquiera las alas de mi espíritu son lo suficientemente fuertes para controlarme y evitar la caída. Noto a mi alrededor, con dificultad ya que el viento en cara es muy fuerte, partes de mis hijos, los brazos y piernas de mis seres, la sangre me salpica la cara, sus cabezas caen mas rápido que mi cuerpo. Despierto."
Despierto en mi cama junto a mi esposa, pero no es ella, esta muy flaca,  pero no es ella, esta muy flaca, casi en el hueso, empiezo a sudar y me limpio con las manos, cuando las veo están llenas de sangre, de nuevo el pánico, vuelve la angustia, el miedo, me paro y salgo corriendo de la casa esta vez por la puerta. Estoy en el campo. Estoy tranquilo. Siento un río cercano de agua cristalina que atraviesa mi pecho, veo a mis hijos jugar en el pasto y perseguir a un perro, veo a mi esposa, saludable y vigorosa, recolectando fresas. Despierto." 
Caín despierta en la calle, en algún lugar del centro, alguien le hizo el favor de sacarlo del edificio por la puerta de atrás y llevarlo a su lugar de trabajo. Está sentado y pequeños espejos reflejan el sol en el suelo. Monedas. Siente un dolor en su hombro y por primera vez su sortija de matrimonio en la mano derecha. Su brazo izquierdo ha desaparecido.


Por qué Dios no habla tu idioma.

Dios, Meditación, Aleph, tao, Héctor Baptista, vuelta de Campana, momento, carpe diem, filosofía momento, suero, nodo, Sefer Yetsirah, Crowley

Varias veces el Sefer Yetsirah nos dice que tenemos que combinar, “Todo con Aleph, Aleph con todo, todo con Beth, Beth con todo” al final el libro nos da la clave, “Cuando Abraham, nuestro padre, entró en el flujo de la vida, el vio, el miró, el exploró, el articuló, el colocó, el grabó, el combinó, el estructuró y elevó con sus manos, y después recibió todo…”.

Nos recuerda Alister Crowley “El Libro de la Ley está Escrito y Encubierto”.

Vivimos dentro de un lenguaje. Desde que nacemos, estamos en constante programación, programación que nos aleja de la naturaleza, de lo primordial, como indican las supersticiones, el conocimiento nos alejó del paraíso, del paraíso en el que viven los animales que no conocen la dualidad, la separación de su ser, el espacio que existe entre instinto y lenguaje.

Si vivimos dentro de este lenguaje, cómo podríamos entender otro. Para comprender otro idioma se necesita un traductor, pero que pasa si ese traductor no estuviese, que pasa si dos personas que hablan idiomas totalmente diferentes se encuentran en una situación en la que tienen que comunicar conceptos. Acudirán a las referencias, a las señas, a los gestos, a las imágenes, combinarán diferentes medios para hacerse entender. Se puede acceder a conceptos nuevos fuera del lenguaje conocido, combinando de manera diferente elementos del mismo lenguaje. De la misma manera, tenemos que entender que si alguien o algo nos quiere comunicar un concepto que no existe en nuestro lenguaje utilizará una combinación de elementos dentro del mismo para hacerse entender. No creamos elementos, pero la combinación misma de los mismos es la esencia de la vida, del arte, de la evolución.  

Recordemos que en la tradición Judía no se escribe el nombre de Dios, siempre se omite una letra, tenemos el principio fundamental del Tao, que lee “El Tao de quien puede hablarse / no es el Tao absoluto. /Los nombres que pueden dársele / no son los nombres Absolutos /El tao que se pronuncia no es el Tao verdadero” (Traducción de Lin Yutang). 

Una vez que algo entra en nuestro lenguaje, el lenguaje se lo adueña, nuestro concepto de Dios, es el concepto del lenguaje, y Dios, si existe, tiene que hacerlo fuera del logos. La verdadera experiencia espiritual, que pasa en un presente único y no conoce separación del tiempo, no tiene pasado ni presente, tiene por ende que ser propia e incomunicable. 

Leña.

     Hablar de leña y no ponerse romántico es imposible. Junto con la recolección de frutos, debe ser la actividad más primitiva del hombre, en toda probabilidad fue la actividad causante de la primer herramienta. Utilidad absoluta. Cuando voy a buscar leña, me gusta ir caminando, con un carro, para no usar un vehículo a motor.  Llevo un trozador, y nada más, mi perra me sigue.  Generalmente busco acacias secas, o las ramas grandes que caen de los eucaliptos, muchas veces me alimento de los restos de una depredación más grande, los hombres que venden leña van solo por los troncos gruesos. Es trabajo duro cortar solo con el trozador, los dientes son gruesos, así que son torpes, si la rama está en el árbol es mucho más fácil, uno va seccionando, y la firmeza maximiza la calidad de la aserrada. No estas alejado del hombre, pero si puedes escuchar el ruido del mundo sin maquinas. Pájaros, insectos, se mueven las ramas pequeñas en el suelo, el pasto susurra con una especie escurridiza, te rodea la vida. Tus pensamientos divagan sin perder la atención en la tarea, te mides como hombre, estudias tu pasado, te cuestionas, pero la realidad del momento y la utilidad de lo que haces disipan cualquier existencialismo. El cuestionamiento no existe en lo primitivo. Cuando corto leña soy un salvaje, mis músculos son necesarios, mis debilidades, que están asociadas a otro mundo, al lenguaje, inexistentes. El carro se va llenando, la camisa mojada de sudor, también el cabello, la barba es siempre fresca. Una más. Otra. Son lindos los trozos de madera, es algo pesado, tiene una textura encantadora, firme sin ser dañina, cálida y segura. Juntar la leña para el fuego. Es lo que quiero, prenderle fuego. Me ilumina, me calienta, cocina mis alimentos.  Me detengo un segundo, hace calor, el trabajo es duro, se van cansando los brazos, el carro casi lleno, noventa, cien kilos tal vez. En casa todavía tengo que seccionar, por lo menos a la mitad, la mayoría de los troncos. Me voy. Mi perra siempre cerca. No puedes hablar de leña y no esperar algo romántico,  es imposible pensar en fuego y no volverse un niño, un enamorado.  

Agente Johnson.

- Agente Johnson, qué tenemos acá?
- Piel señor.
- Piel?
- Piel señor.
 -Agente Johnson, explíquese.
- Acompáñeme señor, le mostraré, por acá.
- Pero qué demonios.
- Así es señor. Aparentemente salió el esqueleto y dejo la piel sin suspensión. 
- Se ha movido?
- No señor ahí la encontramos, en el perchero. 
- Los órganos?
- Nada señor, como un saco vacío. Sin sueños, sin esperanzas, sin nada.
- Agente Johnson?
- Si señor.
- Guárdese sus sentimientos.
- Si señor.  
- Hombre, unos treinta y ocho años,
- Cuarenta señor, tenemos su registro.
- Cuarenta.  El castillo parece común, un hombre regular. Familia?
- Nada.
- Sabemos cómo se ganaba la vida?
- Aparentemente estaba
- Aparente?
- No señor, estaba en el mundo de las películas.
- Hollywood?
- Si señor,
- Tenemos uno grande. Productor?
- Si señor, y escritor, y otras cosas.
- Judío.
- No, señor.
- Parece.
- Se apellida Getz.
- Y no es judío?
- No señor.
- Eso si que es raro Agente Johnson.
- La piel señor.
- No. Que haya un Getz en Hollywood y que no sea judío.
- Si, es raro señor.
- Algo más que deba saber.
- Está la nota.
- Qué nota Agente Johnson?
- La nota que dejó la piel , el señor Getz.
- Qué esperabas el maldito día de la independencia para decirme, dame la maldita nota.
- Lo siento señor.
 “ Mi nombre es Qantar Gynz, soy un viajero intergaláctico que utiliza agujeros espaciales para conocer distintas especies, el tiempo en su sistema fue glorioso, son una raza increíble, su principal cualidad es que son capaces de proponerse hazañas maravillosas y cumplirlas. Ustedes han ido más allá del proceso natural y han creado su propia manera de evolución y ese es el primer paso.”
- El primer pasa para qué Agente Johnson.
- No lo sé señor.
- Qué clase de juego enfermo y macabro están jugando nuestros amiguitos verdes?
- No tengo idea señor.
- Agente Johnson, creo que tenemos un misterio evolucionando en nuestras manos.

Joke

Two bulls are on a hill looking down to a bunch of cows.
The yonger tells the older, " Hey dad why don´t we go down and fuck one of them cows ?"
The older answers, "No son, lets go down, and fuck´em all"".

Dos toros estan en la cima de una colina mirando a un monton de vacas.
El más joven le dice al viejo, "Hey pa por qué no bajamos y nos cogemos a una de esas vacas".
El más viejo contesta, "No hijo, mejor vamos y no las cogemos a todas".

Verdadero.

- Lo que usted propone no es serio, disculpe que se lo diga.
- Por qué no?
- Sr. usted no ha hecho ningún tipo de investigación, no ha hablado con otros profesionales en el área, nada. Entienda que su proposición es tan seria como una charla de supermercado.
- Entiendo. Pero lo que yo digo puede ser probado.
- Si, usted dice que puede ser probado. Cómo es que dice usted, probado por todos pero no compartido.
- Exactamente.
- Sigue siendo muy vago, tal vez todavía más, se tiene que comprobar fuera del individuo para que sea científicamente aceptable. Pero ni siquiera digamos científicamente, digamos verdadero. La verdad tiene que ser compartida.
- Y que me dice del humor?
- El humor?
- Si, a veces una persona encuentra algo cómico, gracioso, y otro no, eso quiere decir que no es verdadero.
- Dos personas solas en un cuarto, escuchan un chiste, una lo encuentra gracioso y la otra no. Es una cuestión de cultura.
- Puede ser, pero es verdadero o no.
- Si. Porque la persona se ríe.
- Y digamos que no se ríe, que lo piensa nada más, piensa, esto es muy gracioso, y nada más.
- La persona lo encuentra gracioso y altera su estado de ánimo, si pasa a ser verdadero, pero estoy seguro que se puede comprobar.
- Cómo?
- Con el cambio de la persona.
- Entonces pueden haber verdades propias. Esto es más o menos lo mismo.
- Entonces lo que usted propone tiene que ser tomado como un chiste.
- Por supuesto.

Amor.

     Dos mujeres, pasados los cincuenta, entran a un bar y se sientan en una mesa cerca de la ventana, no dicen palabra alguna. Su actitud es pausada, sus miradas libres de tensión. Al mozo le piden dos cafés dobles negros y dos whiskys. Desde donde estoy las puedo oír y ver bien. Rato después de que el mozo les traiga su orden sus miradas se cruzan, se toman de la mano, sonríen y se dan un beso, de unos siete segundos, en los labios, sus bocas se abren y cierran ligeramente con suavidad, una de ellas, la del cabello negro y la blusa roja, susurra te amo, la del cabello castaño rizado y la chaqueta negra contesta, yo a ti.  

8

Digamos
que la
palabra
“digamos”
que comienza
este
poema
es la superficie
del agua
y la
primera vez
que aparece la
palabra
“fondo”
es el
fondo.
Nada mejor que
quedarse
sumergido en la
palabra
“poema”,
sin que
tu cuerpo roce
el
digamos
y no
toque fondo.

Rogain.

- María has notado que Ernesto tiene más pelo.
- Qué Ernesto?
- El jardinero.
- Qué?
- Si, Ernesto el jardinero, me parece que tiene más pelo, menos entradas.
- Y?
- Cómo Y? el está saliendo con Julia, y bueno, me parece que lo quiere ver bien, más guapo, así que bueno, a mi me está faltando el Rogain.
- Qué?
- Si me está faltando el Rogain. 
- Me estas diciendo que la mujer que limpia y el jardinero te robaron el Rogain?
- No todo, pero yo he visto que ha bajado un poco.
- Eres un imbécil.
- Pero para, no soy yo el que está en juicio, tiene o no más pelo?
- Qué se yo? qué importa. 
- Es caro.
- Ya sé que es caro. Duérmete hazme el favor.
- No te preocupa?
- Duérmete.
- .
- .

- Me están robando el Rogain. 

Los Milagros de Mandelbaum.

Los tres milagros de Mandelbaum fueron los siguientes:

1) Fumar el mismo cigarrillo durante 27 horas. Mandelbaum se armó un cigarrillo de tabaco negro  lo fumó durante 27 horas mientras charlaba con diferentes grupos sobre la influencia de la religión en el logos.  El cigarrillo nunca se apagó.

2) Exprimir dos litros de jugo de media naranja. Testigos confirman que Mandelbaum se estaba haciendo un jugo con un exprimidor manual, y mientras exprimía media naranja sobre una jarra sus ojos se pusieron en blanco y empezó a balbucear palabras inentendibles, había entrado en trance, dicen que le duró unos tres minutos, cuando salió del mismo la jarra estaba llena de jugo, dos litros.


3) Cargar una piedra de 135 kilos. Durante la construcción de la casa de piedra en la montaña, el grupo se dividió para ir a buscar piedras, Mandelbaum apareció cargando, sin esfuerzo una piedra de 135 kilos, y la posó en la esquina de la casa, dónde todavía está, el resto de las piedras que trajo eran de más o menos dos kilos. Se le preguntó sobre el hecho y dijo “no me di cuenta de cuanto pesaba, solo me gustó y la llevé”.   

- De qué quieres hablar?

- De los años posteriores al accidente, tengo entendido que estuvo en rehabilitación un tiempo. No sabemos mucho de esa época, es un espacio en blanco.
- Yo tampoco recuerdo mucho. Me parece que ese fue el tiempo en el que volví a vivir con mis padres.
- Alguna victima esos años.
- Victima? Hay victimas todos los años, en todas partes.
- Asesinó a alguien durante esos años?
- No. Ya lo dije, el primero fue el primero, punto.
- Qué recuerda de esos años?
- Ya le dije que no recuerdo mucho. Recuerdo una cosa, que recordé por primera vez mientras asesinaba a la mujer del viejo Rosas yo
- Su tercera victima.
- Tienes una desagradable costumbre de interrumpir, raro, porque se supone que me quieres escuchar, como todo profesional resulta que eres un mediocre en la práctica.
- Disculpe, continúe.
- Bueno, recuerdo que estaba entrando tarde a mi casa, había salido a caminar por el barrio, la ventana de mis viejos daba al pasillo de entrada, y era de madrugada, yo estaba entrando y lo escuché a mi viejo hablar, decía que a él lo que le hubiera gustado hacer era quemar iglesias, hacer una revolución. Mi viejo jugó la cartas que le repartieron, trabajó y se dejó llevar por la corriente, nunca estuvo preso, nunca tuvo problemas con la ley, nunca se peleo con un vecino, iba tan fácil a dónde le proponían, no imponía su paso, impresionante cómo logró reprimir a tal nivel sus verdadero ser, me dio mucha pena, pensar que alguien había caído tan lejos de sus deseos, de sus propósitos, me dio lastima que alguien viera el pasado y encontrara pesar. Me dan lastima las vidas desperdiciadas, las vidas que no han llegado a ser.
- Es una contradicción no le parece. Porque gracias a usted muchas vidas no han llegado a ser. Cómo puede hacer algo que lo hace sentir mal? 
- En serio? esa es tu pregunta. Qué te crees que porque soy un asesino no tengo sentimientos, que estoy exento de la condición humana. No eres una persona muy inteligente.

Ayer me fumé un porro con Vargas LLosa.

     Resulta que voy caminando por la playa a eso de las cuatro o cinco, a la tardecita, el día estaba caliente, el cielo estaba algo nublado, así que el sol no molestaba, y veo a un señor gordito, en tanga negra, caminar hacia mi, a medida que se acercaba se me iba haciendo conocido, cuando estoy por cruzármelo lo reconozco, me sorprendo y me sale con sorpresa, “coño tu eres Vargas Llosa” el hombre contestó que si con una sonrisa, le pregunto, “qué hace por estos lados señor, tiene casa por acá o está de vacaciones”, el  contesta, “Vacaciones, y un poco de trabajo, estoy terminando una novela”. A mi no me gusta mucho lo que él escribe, pero quién soy yo para criticar, él se queda ahí parado como esperando conversación y yo, si, por que no, también tengo ganas de charlar, sobre el Nobel, el mundo editorial, el mercado, a si que le pregunto, “Sr. Vargas Llosa, armamos uno?”, y ni lento ni perezoso me dice, “claro que si”. Estábamos justo a mitad de camino entre la placita del hotel, la que tiene los banquitos sobre la playa, dónde esta el bote abandonado, y la cuesta de la virgen, ahí arriba en el mirador se puede sentar uno y ver el mar, y el puerto, estábamos frente a Rastalandia, ya cerrado como todo fuera de temporada, le pregunté “Vamos o volvemos?” , “Volvamos” me dice, esto me llamó poderosamente la atención, yo hubiera pensado que un Nobel va siempre para delante y para arriba, pero bueno, volvimos.
     Vargas Llosa cargaba una mariconera, muy bonita, de cuero, cuando nos sentamos y yo saqué mi paragua el me dijo que no, que armábamos uno de los suyos, y acá viene Mario y saca una flor hermosa, toda gomosa, con un olor fuerte, fresco, se sonríe y me dice “las ventajas de la fama”.
Apenas encendimos Mario empezó a hablar de la novela como un edificio, decía que era una estructura que necesita estudio, planeamiento, tiempo y calidad constructiva para no desmoronarse, estuvo un rato largo hablando sobre esto, en un momento le comenté algo de Perec y de su Vida Instrucciones de Uso, pero no sé si no me escuchó o si se hizo el desentendido, pero no me dijo nada, se quedó entre pensativo y fastidiado, yo aproveché el silencio y me quedé pensando en ese título, y en la valentía de Perec al ponerlo. Y ahí me quedé mirando el mar y pensando en eso, al rato le digo a Mario, “que me dices de los títulos, algunos títulos son tan valientes”, “si”, me contesta, “algunos lo son”. Y que hace que un título sea valiente, me pregunto yo, las palabras soases son más llamativas que valientes, y la picardía es desdeñosa, así que le pregunto al Nobel que tengo al lado, “De dónde proviene la valentía de un título”, y el me contesta, “de la información, te preguntas qué información es valiente, valiente es todo aquello que se adentra en las profundidades, con o sin miedo, el miedo no tiene que ver con la valentía, el miedo no es ajeno al valiente, entonces un titulo valiente es aquel que se adentra a las profundidades, que se pierde y que te lleva, que se abre camino”, muy lindo, por eso les dan el nobel. Para mí la valentía es jugársela, nada más.
      Las flores eran tan suaves que prácticamente las fumaba uno por el sabor, aunque también hacían efecto,  se notaba una disminución importante en la ansiedad, un ligero aumento en el apetito. La tarde caía suavemente, había un poco de viento, pero el sol todavía calentaba. Mario se paró y me dijo que lo esperaban para comer, nos despedimos y lo vi marchar para el lado de Arachania, siguiendo su camino, yo me saqué la ropa y me metí un rato en la playa, tenía que ir a comprar clavos para terminar lo que estoy haciendo, ayer fue martes, durante la semana la ferretería cierra a las ocho, así que todavía tenía tiempo.

El Bar.

     No soy quien para hablar de la relación de el alcohol y las letras, pero si me atrevo a hablar de una tangente del tema, lo literario de un bar.
     Primero hablemos del Bar. No acepto el titulo de Bar en cafés o restaurantes. En un Bar se sirve alcohol y se va a tomar alcohol. Si hay algo para comer es irrelevante, y si ponen música también. Nada más molesto que entrar bajo falsa publicidad a un “bar” y encontrarse a todo el mundo tomando un café y comiendo sanduchitos, algo bastante común y bastante molesto en argentina, que tiran la palabra en un cartel con una facilidad que raya en la ignorancia, que sean mas del vino que del ron, y más de las mezclas que de los años en barrica, no justifica tan liviandad en el uso de la palabra.
     Que el alcohol es malo para el cuerpo y para la conciencia nadie lo duda. En el que es probablemente el mejor stand up de la historia, “Himself” de Bill Cosby, el sketch del borracho nos da una línea que resume el por qué nos entregamos a tal castigo,  “porque me lo merezco, trabajo duro toda la semana, y me merezco la bebida”. El alcohol, por la razón que sea, empieza siendo una recompensa, es una puerta a algo bueno, a algo mejor, que después el conejo blanco se de la vuelta y te muerda una oreja es otra cosa.
     En el Bar, en el de verdad, se cocinan historias. Porque el bar de verdad está lleno de hombres que se merecen estar ahí. Trabajadores, obreros, hombres de oficio, mujeres cansadas, personas derrotadas, derrotas de verdad, derrotas que implican tramas complicadísimas, personajes pintorescos, peligrosos, reales.  Hay hombres que han vivido en la clandestinidad durante las dictaduras, hay ricos que han caído en la miseria, hay historias de cárcel, de estafas, de suerte. Que todas las personas tienen su historia, es un enunciado valido, que las historias de lucha son más entretenidas, también.
     El Bar está cargadísimo de historias, porque nunca salen del Bar. El hombre que ahí las cuenta no sabe contarlas en otro lado, el hombre que las escucha no sabe reproducirlas. En el lugar se dan las condiciones necesarias para que el relato tenga un marco que lo sustente, la camaradería, la liviandad de la lengua, la informalidad, y por sobre todas las cosas la falta de juicio.
     La literatura chorrea por las paredes de los bares porque no hay críticos. A los críticos los cuelgan de los huevos, no son bienvenidos, el que venga a juzgar que tome en el lobby de un Hotel, o que se ponga a tomar vino en un restaurante. En el Bar se está entre iguales, tu historia vale porque es tuya, el estilo se aprecia porque hay sensibilidad, y la excesiva inventiva se castiga con la falta de atención, no tanto por tener poco gusto por los adjetivos, si no más bien por una cosa de confianza, que el que mucho habla poco entiende.
     Tomar y hablar, tomar y escuchar, tener un hombre al lado y saberlo compañero, quien no presta la oreja presta la mano, te consigue trabajo, te charla de su jefe. El que no te cae bien no se te acerca, el que no te habla no te confía, si te vas de copas el cantinero te corta la ronda. Estas tranquilo porque tu mujer, si existe, sabe donde estas y lo sabe inofensivo, tu dinero rinde porque no hay pretensiones. El que no sabe escribir sabe hablar, y la Ilíada primero fue cantada.

     Para terminar voy a contar una anécdota, se me acerca Jorge, el cantinero del 01, para servirme la ultima copa, hemos estado un rato hablando de Chávez y de la abstracción que significa la conciencia y de la queja y su contraparte la aceptación, y me dice, hablando bajito para que nadie escuche, porque me confiesa que no todo el mundo sabe, “yo sé que lo tuyo son los libros y esas cosas, veo que bienes acá tranquilo y sacas tu cuaderno, sabes que a mi me apasiona la lectura, la historia en especial, pero no puedo leer, soy ciego de un ojo y del otro casi no veo”. 

Los cuadernos de Samuel Schuberstein

El gran Samuel Schuberstein decía que la clave era decir todo diciendo muy poco o nada. Se dice, personas que los han visto y estudiado, que escribía cuadernos enteros en los que ensayaba diferentes combinaciones de palabras buscando aquella frase que dijera todo y, al mismo tiempo, no dijera nada. Los primeros cuatro cuadernos contienen combinaciones de diez palabras, los siguientes seis contienen nueve, ocho, siete y seis palabras, hay dos cuadernos de cinco, uno de cuatro, dos de tres y uno no terminado de dos. Los cuadernos están escritos en su mayoría en su lengua natal, pero también se encuentran frases en español, ingles y francés. El gran Samuel Schuberstein murió de viejo a los noventa y tres años.  En su lapida se lee: "Samuel Schuberstein. Escritor."
A mi lo que me gusta es estar al sol tomando cerveza
ya me metí en un salón de clases y conté los minutos para salir
ya me senté en una oficina y me controlé para no asesinar a nadie
ya le debo plata al estado
ya rompí con el estado de mi familia
y a mi lo que me gusta es sentarme a ver el mar y tomar cerveza
y no es por vago
(que mi auto me lo arreglo yo, y mi comida en lo posible es cosechada, y si hay que levantar leña la levanto)
es por comprender el inmenso potencial que tienen mis minutos
el sol , la cerveza,
y pensar en las estrellas
en la infinita calidad que me da saberme nada
en cada ola una afirmación
esta no es nada más que la que sigue
y así hasta que no haya agua.
Así que a mi me gusta estar al sol tomando cerveza y
pensar que esta noche salen las estrellas.

Dos preguntas sobre lo malo.

Es raro leer algo malo sobre una obra literaria. Generalmente las críticas que llegan a los medios, son buenas o neutras. Cuando uno se acerca a una editorial o a una publicación literaria, las respuestas son si, no o neutro (silencio). Aunque un si y un no son bastantes elocuentes, nunca sabes si la respuesta se debe a la calidad del trabajo o a cualquier otro motivo, por lo tanto la respuesta es poco útil para el que la recibe. Me preguntaba qué pasa cuando algo es malo, qué pasa también con el silencio. Les pregunté por mail a Damián Ríos, reconocido editor y poeta, actualmente al frente de Blatt y Ríos, y a Juan Terranova, escritor de ficción y arriesgado crítico literario, y esto fue lo que me dijeron: 

Toto: Le dices a los autores cuando los libros que te envían son malos? Ves necesario mencionar lo malo de una obra tanto como lo bueno?

Damián Ríos: Sí, lo hago, pero no siempre. Recibimos 1 o 2 libros por día para leer. No podríamos leer todo y hacer, además, críticas. Es imposible. Si entiendo que hay algo que tiene futuro o lo que sea y en el que puede ser interesante lo que tenga para decirle, lo hago en la medida que puedo. Me mandan muchas cosas que no tienen nada que ver con lo que editamos y entonces es imposible charlar.


Toto: Como crítico literario. Encuentras necesario decir si algo es malo tanto como si algo es bueno? Cómo usas el silencio? No dedicarle palabras a un trabajo es negativo o positivo? "

Juan Terranova: 1. La crítica es evaluar. Si no evalúa y da una conclusión no es crítica. 2. Hoy el silencio se usa de forma crítica. Como hay un tabú general de jugarse y decir que algo es malo o está mal hecho, se ningunea. Yo trato de escribir todo lo que puedo. Esa es mi forma de usar "el silencio": decir. 3. Si te pagan para escribir y no escribís te estás robando el dinero. No está mal, pero es pecado y por tus actos serás juzgado.

Eclosión de una estrella del surf en una noche de Barranco.

          Tardaron en prender las luces de la plaza. Me pregunto si hay un encargado para eso o, al contrario, se encenderán con un sistema automatizado. En caso de que fuese un encargado, puedo pensar en pocos trabajos que carguen tanta responsabilidad. Cuando las encendieron, o se encendieron, ya la noche estaba tranquilamente asentada en la vida de aquellos que dejábamos pasar el tiempo sentados en los bancos. Esto acentuó mí, ya plantado, desconcierto y agregó mucha incomodidad. Después de todo era de noche y estaba en un lugar desconocido.
Agradecí estar solo y no tener en quien derramar mi desmán. Todo el día había sido igual en las calles de Barranco, me sentía un campesino o un monstruo, muchos años tenía ya alejado de las grandes ciudades y era poco lo que quedaba en mí de cosmopolita. Varios sentimientos, chocando y peleando dentro de mi, incrementaban el desasosiego. Estaba, en parte, muy contento por estar de nuevo cerca del mar, y parte de esta emoción se había convertido en una pregunta clave ¿No tendría que estar viviendo cerca del mar? Las vacaciones me ayudaban a soportar la lejanía, pero también me recordaban que existía y que no lo tenía todos los días.
            Las calles oscura poco ayudaban, no por la oscuridad en si, pero por su carácter misterioso. Al final de mis vacaciones escribí una pequeña frase en el cuaderno del hostel, " Me gusta el barrio, lo encuentro sólido". Era Jueves, tendría que esperar al fin de semana para comprobar su famosa vida nocturna, la cual no agregaría o restaría a mí ya bastante clara opinión del lugar.
Varios niños jugaban y saltaban a mí alrededor mientras mamás distraídas charlaban cerca de un árbol. Sentía que de alguna manera Barranco y Perú me estaban dando una lección. Intentaba descubrir cual era. Pensé que caminando me despejaría un poco.
            Me levanté y lentamente me alejé de la plaza. Algunas casas se caían de viejas, encantadoras todas ellas. Estaba pensando seriamente en estirar mi viaje un par de meses más. Quería aprovechar el hecho de que estaba en una ciudad con cultura de Surf, eso era algo que siempre había querido aprender a hacer. Justo cuando estaba pensando en esto, la vi.
            La casa era, como tal, solo una fachada. De puro curioso me asomé por un espacio que dejaban las tablas de madera que tapiaban el frente. Se podía ver que el interior estaba toda destrozado para hacer espacio. Grandes reflectores iluminaban todo el taller. Porque eso era, un taller. Un taller en el que hacían tablas de Surf. Dos hombres cortaban, daban forma, lijaban, trabajaban en silencio. No podía reconocer la música que escuchaban, y no sé que clase era, sé que no era latina, clásica, country, heavy metal o pop.
            Intenté llamar la atención de los trabajadores en el interior de la casa, pero era muy poco el ruido que podía producir, jamás pude silbar muy fuerte, y al no haber timbre o manera visible de llamar hacia adentro, rápidamente desistí de seguir haciendo el ridículo con mis débiles silbidos. No sabía bien por qué quería llamarlos, lo había comenzado a hacer instintivamente, solo sabía que me interesaba hacerlo. Me imagino que me llamaba mucho la atención saber cómo se hacia una tabla de Surf. Podía ver varias ya listas, alineadas contra una pared. Decidí esperar.
Primero lo hice en la puerta, después me senté en la vereda de enfrente, y me distraje detallando la fachada de la casas, todas llenas de moho y mierda de palomas.
Espere más.
Espere mucho tiempo.
No sé cuanto tiempo pasó, desde mi posición podía escuchar claramente la música y el ruido, casi murmullo de alguna herramienta eléctrica.
De repente todo se apago en el interior, crucé rápido y me asomé de nuevo por el pequeño agujero de entre las tablas, silbé y golpeé un poco con mis pies, esta vez dio resultado. Uno de las personas del interior se acercó a una de las tablas y la abrió a modo de puerta, me presenté y le dije lo que quería, por alguna razón me justifiqué diciendo que nunca había Surfeado y que quería aprender a hacerlo. Joseph, así se llamaba el rubio que había venido a mi encuentro, me invito a pasar.
Había una especie de tablas blancas recortadas en las paredes, una de ellas en la que parecía que trabajaba Joseph, estaba cortada y se podía ver ya claramente la forma de la tabla de surf.  Mi anfitrión, tranquilo, mientras su compañero pintaba una tabla en el otro extremo de la estancia, me explicó paso por paso cómo se fabricaban.
Cuando terminó, fue muy poco lo que podía recordar, le di las gracias y me despedí. Joseph me dijo que estaban por comer algo que si quería los podía acompañar. Vi mi reloj, eran las dos y media pasadas, mi temprana cena de anticuchos estaba bien digerida, y la verdad, tenía hambre, estaba curioso y no tenia nada más que hacer. Acepté y me ofrecí a buscar algo para tomar o para completar lo que ya tenían, Joseph dijo que no, que nada hacia falta. Héctor, así se llamaba el chico que estaba pintando, se presentó y excusó al mismo tiempo, dijo que no nos podía acompañar, que se iba a su casa un rato y después volvía. Me pareció extraño, pero toda la situación y la noche lo era, así que no me hice mayores problemas.
En la parte de atrás de la casa había una cocina sin artefactos, sólo había un microondas, una cava portátil, una mesa de plástico y dos sillas de madera. La cava estaba llena de hielo y latas de cerveza rubia. Joseph calentó arroz y una especie de carne al horno, sirvió abundante en dos platos y me entregó una, también me alcanzó una cerveza y un poco de salsa de rocoto.
Comimos mucho y charlamos copiosamente, surgió mi pregunta, bastante obvia, de por qué trabajaban de noche. Me explicó que todas las mañanas iban a Surfear, que era su hora predilecta, aunque el dijo preferida, para hacerlo, como les costaba levantarse temprano, encontraron como solución cambiar sus horarios. Me dijo que para ellos el día comenzaba a calmarse a eso de las dieciocho o diecinueve, que ellos usualmente se despertaban como a las veinte, cuando el día ya estaba totalmente tranquilo. De esta manera, trabajaban por la noche, surfeaban por la mañana y dormían por la tarde. Me pareció bastante lógico en su momento, ahora pensándolo bien, no tanto.
Joseph tenia que volver al trabajo así que dejamos la mesa y pasamos al salón justo en el momento en que entraba Héctor. Les pregunté si alquilaban tablas, me dijeron que no pero que tenían para prestarme una si quería y ambos me invitaron a acompañarlos en un par de horas cuando salieran. Les dije que si, y me dirigí al hostel para dormir un par de horas, la verdad es que estaba cansado.   
            Contrario de lo que esperaba, me dormí enseguida, y cuando me levanté solo con dos horas de sueño, me sentía fresco y sin rastros de cansancio. La mañana era suave, acogedora y promisoria. Cuando llegué al taller me convidaron café con leche y un trozo de pan con mermelada, ya me estaba sintiendo un poco incomodo con tantas invitaciones, así que les deje que el almuerzo lo invitaba yo, "por supuesto", me dijeron y empezaron a reír como si ellos supieran algo que yo no.
            Tenían un auto, así que no fuimos a las playas de la ciudad, nos fuimos al sur, unos setenta kilómetros. Cuando llegamos me pareció que estaba viendo una de las playas más bellas del mundo. El sol empezaba a calentar, finalmente iba a saber lo que era surfear.

El agua estaba fría, bastante fría. 

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...