Dos preguntas sobre lo malo.

Es raro leer algo malo sobre una obra literaria. Generalmente las críticas que llegan a los medios, son buenas o neutras. Cuando uno se acerca a una editorial o a una publicación literaria, las respuestas son si, no o neutro (silencio). Aunque un si y un no son bastantes elocuentes, nunca sabes si la respuesta se debe a la calidad del trabajo o a cualquier otro motivo, por lo tanto la respuesta es poco útil para el que la recibe. Me preguntaba qué pasa cuando algo es malo, qué pasa también con el silencio. Les pregunté por mail a Damián Ríos, reconocido editor y poeta, actualmente al frente de Blatt y Ríos, y a Juan Terranova, escritor de ficción y arriesgado crítico literario, y esto fue lo que me dijeron: 

Toto: Le dices a los autores cuando los libros que te envían son malos? Ves necesario mencionar lo malo de una obra tanto como lo bueno?

Damián Ríos: Sí, lo hago, pero no siempre. Recibimos 1 o 2 libros por día para leer. No podríamos leer todo y hacer, además, críticas. Es imposible. Si entiendo que hay algo que tiene futuro o lo que sea y en el que puede ser interesante lo que tenga para decirle, lo hago en la medida que puedo. Me mandan muchas cosas que no tienen nada que ver con lo que editamos y entonces es imposible charlar.


Toto: Como crítico literario. Encuentras necesario decir si algo es malo tanto como si algo es bueno? Cómo usas el silencio? No dedicarle palabras a un trabajo es negativo o positivo? "

Juan Terranova: 1. La crítica es evaluar. Si no evalúa y da una conclusión no es crítica. 2. Hoy el silencio se usa de forma crítica. Como hay un tabú general de jugarse y decir que algo es malo o está mal hecho, se ningunea. Yo trato de escribir todo lo que puedo. Esa es mi forma de usar "el silencio": decir. 3. Si te pagan para escribir y no escribís te estás robando el dinero. No está mal, pero es pecado y por tus actos serás juzgado.

Eclosión de una estrella del surf en una noche de Barranco.

          Tardaron en prender las luces de la plaza. Me pregunto si hay un encargado para eso o, al contrario, se encenderán con un sistema automatizado. En caso de que fuese un encargado, puedo pensar en pocos trabajos que carguen tanta responsabilidad. Cuando las encendieron, o se encendieron, ya la noche estaba tranquilamente asentada en la vida de aquellos que dejábamos pasar el tiempo sentados en los bancos. Esto acentuó mí, ya plantado, desconcierto y agregó mucha incomodidad. Después de todo era de noche y estaba en un lugar desconocido.
Agradecí estar solo y no tener en quien derramar mi desmán. Todo el día había sido igual en las calles de Barranco, me sentía un campesino o un monstruo, muchos años tenía ya alejado de las grandes ciudades y era poco lo que quedaba en mí de cosmopolita. Varios sentimientos, chocando y peleando dentro de mi, incrementaban el desasosiego. Estaba, en parte, muy contento por estar de nuevo cerca del mar, y parte de esta emoción se había convertido en una pregunta clave ¿No tendría que estar viviendo cerca del mar? Las vacaciones me ayudaban a soportar la lejanía, pero también me recordaban que existía y que no lo tenía todos los días.
            Las calles oscura poco ayudaban, no por la oscuridad en si, pero por su carácter misterioso. Al final de mis vacaciones escribí una pequeña frase en el cuaderno del hostel, " Me gusta el barrio, lo encuentro sólido". Era Jueves, tendría que esperar al fin de semana para comprobar su famosa vida nocturna, la cual no agregaría o restaría a mí ya bastante clara opinión del lugar.
Varios niños jugaban y saltaban a mí alrededor mientras mamás distraídas charlaban cerca de un árbol. Sentía que de alguna manera Barranco y Perú me estaban dando una lección. Intentaba descubrir cual era. Pensé que caminando me despejaría un poco.
            Me levanté y lentamente me alejé de la plaza. Algunas casas se caían de viejas, encantadoras todas ellas. Estaba pensando seriamente en estirar mi viaje un par de meses más. Quería aprovechar el hecho de que estaba en una ciudad con cultura de Surf, eso era algo que siempre había querido aprender a hacer. Justo cuando estaba pensando en esto, la vi.
            La casa era, como tal, solo una fachada. De puro curioso me asomé por un espacio que dejaban las tablas de madera que tapiaban el frente. Se podía ver que el interior estaba toda destrozado para hacer espacio. Grandes reflectores iluminaban todo el taller. Porque eso era, un taller. Un taller en el que hacían tablas de Surf. Dos hombres cortaban, daban forma, lijaban, trabajaban en silencio. No podía reconocer la música que escuchaban, y no sé que clase era, sé que no era latina, clásica, country, heavy metal o pop.
            Intenté llamar la atención de los trabajadores en el interior de la casa, pero era muy poco el ruido que podía producir, jamás pude silbar muy fuerte, y al no haber timbre o manera visible de llamar hacia adentro, rápidamente desistí de seguir haciendo el ridículo con mis débiles silbidos. No sabía bien por qué quería llamarlos, lo había comenzado a hacer instintivamente, solo sabía que me interesaba hacerlo. Me imagino que me llamaba mucho la atención saber cómo se hacia una tabla de Surf. Podía ver varias ya listas, alineadas contra una pared. Decidí esperar.
Primero lo hice en la puerta, después me senté en la vereda de enfrente, y me distraje detallando la fachada de la casas, todas llenas de moho y mierda de palomas.
Espere más.
Espere mucho tiempo.
No sé cuanto tiempo pasó, desde mi posición podía escuchar claramente la música y el ruido, casi murmullo de alguna herramienta eléctrica.
De repente todo se apago en el interior, crucé rápido y me asomé de nuevo por el pequeño agujero de entre las tablas, silbé y golpeé un poco con mis pies, esta vez dio resultado. Uno de las personas del interior se acercó a una de las tablas y la abrió a modo de puerta, me presenté y le dije lo que quería, por alguna razón me justifiqué diciendo que nunca había Surfeado y que quería aprender a hacerlo. Joseph, así se llamaba el rubio que había venido a mi encuentro, me invito a pasar.
Había una especie de tablas blancas recortadas en las paredes, una de ellas en la que parecía que trabajaba Joseph, estaba cortada y se podía ver ya claramente la forma de la tabla de surf.  Mi anfitrión, tranquilo, mientras su compañero pintaba una tabla en el otro extremo de la estancia, me explicó paso por paso cómo se fabricaban.
Cuando terminó, fue muy poco lo que podía recordar, le di las gracias y me despedí. Joseph me dijo que estaban por comer algo que si quería los podía acompañar. Vi mi reloj, eran las dos y media pasadas, mi temprana cena de anticuchos estaba bien digerida, y la verdad, tenía hambre, estaba curioso y no tenia nada más que hacer. Acepté y me ofrecí a buscar algo para tomar o para completar lo que ya tenían, Joseph dijo que no, que nada hacia falta. Héctor, así se llamaba el chico que estaba pintando, se presentó y excusó al mismo tiempo, dijo que no nos podía acompañar, que se iba a su casa un rato y después volvía. Me pareció extraño, pero toda la situación y la noche lo era, así que no me hice mayores problemas.
En la parte de atrás de la casa había una cocina sin artefactos, sólo había un microondas, una cava portátil, una mesa de plástico y dos sillas de madera. La cava estaba llena de hielo y latas de cerveza rubia. Joseph calentó arroz y una especie de carne al horno, sirvió abundante en dos platos y me entregó una, también me alcanzó una cerveza y un poco de salsa de rocoto.
Comimos mucho y charlamos copiosamente, surgió mi pregunta, bastante obvia, de por qué trabajaban de noche. Me explicó que todas las mañanas iban a Surfear, que era su hora predilecta, aunque el dijo preferida, para hacerlo, como les costaba levantarse temprano, encontraron como solución cambiar sus horarios. Me dijo que para ellos el día comenzaba a calmarse a eso de las dieciocho o diecinueve, que ellos usualmente se despertaban como a las veinte, cuando el día ya estaba totalmente tranquilo. De esta manera, trabajaban por la noche, surfeaban por la mañana y dormían por la tarde. Me pareció bastante lógico en su momento, ahora pensándolo bien, no tanto.
Joseph tenia que volver al trabajo así que dejamos la mesa y pasamos al salón justo en el momento en que entraba Héctor. Les pregunté si alquilaban tablas, me dijeron que no pero que tenían para prestarme una si quería y ambos me invitaron a acompañarlos en un par de horas cuando salieran. Les dije que si, y me dirigí al hostel para dormir un par de horas, la verdad es que estaba cansado.   
            Contrario de lo que esperaba, me dormí enseguida, y cuando me levanté solo con dos horas de sueño, me sentía fresco y sin rastros de cansancio. La mañana era suave, acogedora y promisoria. Cuando llegué al taller me convidaron café con leche y un trozo de pan con mermelada, ya me estaba sintiendo un poco incomodo con tantas invitaciones, así que les deje que el almuerzo lo invitaba yo, "por supuesto", me dijeron y empezaron a reír como si ellos supieran algo que yo no.
            Tenían un auto, así que no fuimos a las playas de la ciudad, nos fuimos al sur, unos setenta kilómetros. Cuando llegamos me pareció que estaba viendo una de las playas más bellas del mundo. El sol empezaba a calentar, finalmente iba a saber lo que era surfear.

El agua estaba fría, bastante fría. 

La librería de usados

A mi amigo Viti. Juntos aprendimos el arte de pagar libros una miseria, pero sobre todo, a mantener cara de nada frente a un elefante blanco.

Una librería es más que un negocio, es un lugar de posibilidades. Ningún otro negocio te ofrece tantas variedades del mismo producto, y con resultados tan diferentes, brechas tan distantes en precio, ideología y calidad. Se meten todos los libros en la misma bolsa.  Y aunque tienes librerías especialidades, las de usados, que son las que nos ocupan en este relato, tiene de todo. Ofertas de mínimo valor, rarezas sobre valuadas esperando al cliente justo, libros como nuevos a mitad de su precio original, todas las materias, ciencias, filosofía, literatura, espiritismo, diccionarios, otras lenguas, infantiles, juveniles, solo para adultos, hasta un libro para hacer juguetes de madera y una historia de Cristo por el mismo. Todo. Una buena librería de usados no discrimina, al contrario, todo sirve, un libro roto se arregla, uno por la mitad encuentra su otra parte en algún momento, un tomo de enciclopedia perdido por uno es el encontrado por otro, el librero de usado almacena sin asco, sin pena y muchas veces sin juicio.  Una librería son sus libros, y como se consiguen esos libros, es lo que nos interesa.
 Toda librería que se respete debe tener dos responsables. Ambos igual de importantes, ambos igual de capaces. Toda librería tiene que tener un Cazador y un Guardia. Sus nombres responden obviamente a sus tareas. El Cazador busca libros, responde a los anuncios, va a las casas, va a otras librerías en busca de rarezas pasadas por alto, camina la ciudad, se pierde en internet, roba si es necesario. El Guardia se queda en la librería compra los libros que traen para vender, se encarga de los cambios y por supuesto de las ventas. El Cazador, tiene que ser rápido, atento, inescrupuloso, un poco mentiroso y preferentemente tener miles de historias para contar y distraer la atención de lo más importante, los libros. El Guardia tiene que ser duro, intuitivo, de apariencia confiable, y muy sereno, un Guardia tiene que ser paciente, ya que de él depende el capital, tiene que estudiar muy bien los precios y los clientes, y tiene que tener la frialdad para hacerlo.
En esta librería, esa que se ve al final de la calle, esa del toldo verde, con los dos tablones al frente, tablones de oferta, tenemos a nuestros dos dueños, discutiendo por supuesto, y esto es lo que dicen:
- Mirá no me importa que tan lejos tuviste que ir, hacer ese viaje, por este libro, no vale la pena, acá a seis cuadras hay una biblioteca para ir a ver.
- Bueno, como iba a saber que era un viaje perdido, a veces en el campo se rescata algo bueno.
- Cuanto crees que le sacamos a esto.
- Dice 226 de ochocientos, por lo menos está numerado, mira ponle trescientos, y pagamos el viaje y un poco más, no es tanta perdida.
- Bueno. Pasaste por la otra casa.
- Si.
- Ajá, te lo estabas guardando para el final. Qué conseguiste.
- Nada.
- Dale.
- Mira.
-No?! Todos de Aguilar?
-Todos. Mira, mil y una noche de Cansinos.
- Vamos todavía. Esto si que esta bueno. Cuanto?
- Todo por quinientos.
- Quinientos? Esta bien. No le ofreciste menos.
- Vamos viejo. Mira, está el tomo uno de Dostoievski y el de Mark Twain, más las mil completas, olvídate es un regalo, mira, Camus y Pirandello.  
- Si, la verdad que esta bien. Es un regalo. Mira lo que compre yo.
- Bien, Perfume, Lem, Marquez, lindo che, hoy salimos del poso, rompimos la racha de mierda.
- Loco esto está buenísimo. Uno cada uno.
- Bueno.
- Yo me quedo Camus.
- Puto. Dame Dosto.
- Bueno. Menos mal que nos fue bien. Llamó la bruja, quiere plata.
- Que se valla a cagar la vieja de mierda.
- Bueno, le dije que pasara esta tarde, le voy a dar algo.
- ¿Qué? Estas loco. Ya fue eso. Déjame que la atienda yo esta tarde, no le van quedar ganas de llamar más, vieja hija de puta.
- Mira, quedé en darle trescientos, y ya está, es lo último.
- Se aprovecha de ti, cuando estoy yo nunca aparece.
- Bueno pero ya terminamos, ya esta.
- Conchuda, la próxima vez le voy a partir la mesa en la cabeza, haber que dice ahí.
- Bueno, otro tema. Vino el gordo.
- Otro hijo de puta.
- Nos ofreció el siguiente cambio. Nosotros le damos los de Steinbeck de Caralt.
- Que se valla a cagar.
- Y él nos da la colección completa de siglo y medio de Eudeba, la de literatura argentina.
- El gordo no tiene esa serie completa ni en pedo.
- La tiene yo la vi.
- ¿De dónde mierda la sacó?
- No sé, se la cambiamos.
- Claro. Pero ¿por qué lo quiere cambiar?
- Al gordo le da asco el papel amarillo.
- Es un conchudo.
- Podes hablar un poco mejor.
- Anda a cagar.
- Shh viene gente. Esto de Aguilar esta increíble.
- Increíble.


Así, en la librería de usados. 

Misterio/Secreto. Otra lectura personal.

Misterio. En arameo una raiz DALET ZAIN. Es el movimiento lo que importa, la búsqueda. DALET es la respuesta, es la reacción a un estimulo, y ZAIN es el movimiento, movimiento hacia dónde, si hablamos de algo que nos es oculto y nos hizo reaccionar (DALET) el movimiento (ZAIN) debe ser hacia develar el misterio, hacia el misterio, a resolver la inquietud. Pero en hebreo no existe misterio. En Hebreo es SOD (SAMECH VAV DALET) que es más un secreto, SAMECH entre otras cosas es biología, energía biológica, VAV, entre otras cosas, es el agente fertilizante, es el responsable de generar, y DALET como dijimos antes es una respuesta al estimulo, en este caso vemos como la fuerza de la vida, se ve fertilizada por la respuesta, por el proceso, por lo tanto lo que ahora es un misterio antes era un secreto, la diferencia básicamente entre una palabra y la otra, es que una nos invita a buscar nada más, a revolvernos en la nada y la otra nos dice que la respuesta está en el mundo físico, qué hay que buscarla, pero que está. El secreto es sólido, el secreto se puede compartir, el secreto es información escondida, el misterio nadie sabe. Nos cambiaron la palabra, nos cambiaron todo, teníamos historia, nos dieron mitología.  

Las iglesias usan la palabra misterio para dejarte dando vueltas en la nada. Y si usaran la palabra secreto? 

Pensamiento Jasídico.

El siguiente texto, más allá del humor y la posible moraleja, es un texto que me gusta porque está muy bien escrito. Nótese con que pocas palabras, y utilizando los signos de puntuación son capaces de describir la escena y dar atmósfera al dialogo.

"Se puede aprender de cada cosa", dijo cierta vez, el rabí de Sadagora a sus "jasidim": "Cada cosa puede enseñarnos algo, y no sólo las cosas que Dios creó. También lo que el hombre ha hecho tiene algo para enseñarnos". 
"¿Qué es lo que podemos aprender del tren?" preguntó un jasid con incertidumbre. 
"Que por un segundo, uno puede perderse todo" 
"¿Y del telégrafo?" 
"Que cada palabra se tiene en cuenta y debe pagarse".
"¿y del teléfono?" 
"Que lo que decimos aquí es escuchado allí". 

Permítenos oh Dios escuchar tu risa.

Si el Humor es terreno exclusivo del Hombre,
Que nadie conoce perro que ría,
O albatros que se detenga a sonreír frente a pingüino,
Si esto que nos entretiene cosa humana es,
En ella algo de Divino puede haber.
Porque,
Si Borges ciego era,
Y Beethoven sordo componía,
Y el que no tiene dientes se jacta de tanto pan,
Nuestro haber cómico es,
Así que ya sea por azar del destino,
O por interferencia celestial,
Nuestra realidad en la ironía y el sarcasmo se realiza.
Así que como victimas de tu Gracia,
Oh Dios,
Al menos permítenos,
Tu risa escuchar.

La Máquina.



Ira e impotencia. Eso es lo que siento cada vez que me doy cuenta soy una piecita más, una arandelita, un clavo oxidándose en esta gigantesca y compleja maquinaria que funciona por funcionar. Una maquina que se rompe, se mejora y se agranda hasta tener proporciones insondables, con sus partes trabajando por separado, independientes y unidas. Una maquina asquerosa, grasienta y desprolija, una maquina que por falta de ingeniería lastima sus partes, las rompe, las remplaza fácilmente. Yo no soy más que otra partecita de esa enorme asquerosidad, humeante, ruidosa, en permanente discusión. Se discute para que sirve, se discute como funciona, se discute como modificarla, y nadie tienen idea, y se convocan a las expertos, y los expertos tienen teorías, pero han estudiado dentro de la maquina, se han criado en ella, la suya es una ignorancia adiestrada. Y que hermosa seria la vida si fuera un clavo de los de adentro, una de esas arandelas o tornillos que viven en las entrañas de la maquina, que no conocen otra cosa que el oxido y por eso se contentan con el aceite. Pero no, a algunos nos toca el borde de la maquina, uno de sus bordes, bordes que desaparecen porque la maquina va creciendo y nos va tapando, pero por un momento, la vemos, vemos la vida fuera de la maquina, fuera de los engranajes, fuera del ruido. Y te das cuenta que eres un tornillo, o un clavo o una arandela. Porque  tal vez lo peor de todo, es que ni siquiera puedes ver la pieza que eres. Esta maldita conciencia que me dice que existo pero nada más, información perversa. La conciencia como diversión de Dios e instrumento del Diablo.

Un payaso en el cementerio.

- Cómo es eso de que había un payaso en el cementerio.
- Si. Estaba ahí todo maquillado, y con un bolso colgando medio raro, seguro que tenia globos y esas tonterias.
- Estas seguro?
- Coño crees que soy tan tonto o tan ciego, como para no darme cuenta de que había un payaso en el cementerio.
- Bueno bueno. Le hablaste?
- No. Que le voy a decir?
- Cómo qué le voy a decir, te acercas y le preguntas, señor que hace usted vestido así?
- No.
- Cómo no?
- Y si era un fantasma?
- Un fantasma vestido de payaso?
- Y porque no, qué se yo como se visten los fantasmas. O qué, los payasos no se mueren.
- Hombre si, se mueren, pero no los entierran vestidos de payasos.
- Los fantasmas no se quedan  con la ropa con la que los enterraron, qué sabes tu de los habitos estilísticos de los fantasmas.
- Bueno bueno. No puedo creer que no le hablaras.
- Tu que hubieras hecho.
- Yo le pregunto.
- Y si era un fantasma.
- Qué se yo, corro, pero no me quedo con la duda. Igual no era un fantasma, era un tipo disfrazado, seguro iba al trabajo y antes pasó a dejarles flores a un familiar.
- Vestido de payaso?
- Y por qué no? Es su uniforme de trabajo. Hay gente que va de traje o con overol.
- No creo. Los payasos no andan vestidos de payasos, se visten para actuar, lo que dices es ridículo.
- Bueno bueno. No puedo creer que no hicieras nada. Estaba maquillado?
- Si.
- Con peluca?
- Si, verde.
- La nariz?
-Grande y roja.
- La ropa?
- Gigante y de clores.
- Los zapatos?
- Enormes y blancos.
- Si, definitivamente era un payaso.
- Y estaba en el cementerio. 

Kind of Blue.

“A la gente le gusta mirar a alguien que mueva los dedos rápido.” Miles Davis.

Pero él no lo hacia. Él se encargaba de un lamento con swing. Se rodeaba de músicos que pudieran acentuar y enmarcar lo que él hacia, se encargaba de subrayar o resaltar lo que ellos querían decir.

 “La mansedumbre proporciona, pues, confianza y vastedad de visión. Las cuatro dignidades se inician con esta visión humilde y cumplidora, pero vasta, que al mismo tiempo ve los detalles con meticulosidad. El comienzo del viaje es esta sensación natural de realización que no necesita mendigar nada de los demás.”. De “Shambhala, la senda sagrada del guerrero”, Chögyam Trungpa.

Ser un guerrero cuando importa. El verdadero ser solo se muestra en los momentos cruciales. Cuantas millones de nimiedades prepararon el escenario para ese instante cósmico, cuantas por todas las partes que hicieron esa verdad posible, la verdad como una realidad compartida.

Hacer algo hermoso.

Saber interpretar lo que está ocurriendo, para que lo que se haga, encaje como el elemento necesario para restablecer balance y mostrar otra manera.

La suerte no tiene nada que ver en el arte.  

Azul/Blue, es primero un adjetivo. Es el color del cielo sin nubes. Blue es también un adjetivo que designa tristeza. Kind, casi, de alguna manera, puede que, Kind of Blue, casi azul, como un azul, casi algo.

“Crear: ahí está el gran alivio del dolor, y así es cómo se hace más ligera la vida. Mas para que llegue a existir un creador precisas muchas crisis de dolor y muchas transformaciones.”. De “Así Habló Zarathustra”, Friedrich Nietzsche.  




Agustina

            La historia es la de la mujer, Agustina, esa pobre mujer que se sentaba en su casa todos los santos días, frente a la tele, tomando mate y comiendo facturas. Esta pobre mujer que al contrario de lo que usted ya esta pensando, no es gorda, tampoco es flaca o anoréxica o bulímica ni nada que tenga que ver con vomitar y estar gordo. Agustina es una mujer normal, un poco ancha de caderas, culona, y de busto no muy grande. Ve todo lo que pasa en la tele y no ve programas boludos, nada de concursos de baile, o chismes de la tele, o series ridículas de media hora, ella ve documentales, y ve noticieros y ve entrevistas, ella ve programas de cultura y conocimiento, y esta todo el día mirándolos. Se podría decir que Agustina estudia a través de la televisión. Agustina no es muy grande, hasta joven se podría decir, tiene 34, no tiene novio y no tiene hijos, vive con sus padres, que la quieren y no le reprochan nada, se podría decir que viven contentos. Agustina como se podrán imaginar, es muy culta, ya que con tanto programa y tantos canales, es mucho lo que ve y por ende mucho lo que escucha y mucho lo que se le queda. Agustina, la mujer culona, muchos afirman muy linda casi bella, culta, sentada todo el día en su casa viendo la televisión.  

Quiero llegar a algún lado.


Es, al menos, razonable.

Eso de, quiero llega a algún lado, es un grito entendible, un reclamo justo.

Hasta el más logrado de los conformistas, entiende el llamado de la llegada.

La inconformidad, el gen alienígena, el que genera el arte, el entretenimiento, la deuda y la angustia, inconformidad que nos aleja con la creación de nuestro propio lenguaje, un lenguaje no natural, no biológico.

En la naturaleza no hay error. La inconformidad es un error. El hombre o no es natural o se salió de ella, de cualquier modo, hay un distanciamiento.

Quiero llegar a algún lado, gritó el conductor cansado y nervioso, y solo, sobre el cemento y entre chatarra combustible, leyes de transito y de física. Perdido. Un hombre perdido quiere llegar a algún lado, también un hombre con metas, también uno con inseguridades, sobre todo un hombre inconforme.

Decidieron por nosotros que había o no un Dios, que es bueno y con quien, en que tengo que gastar mí tiempo, cual es mi lenguaje. Entre lo que me dieron y lo poco que puedo conseguir hay un espacio, entre lo que soy y quiero ser hay otro, un tercero entre lo que me dicta mi naturaleza y lo que ordena la cultura. 

Espacios dentro de uno. Inconformidad, no conforme, no con forma, figura con espacios, no solida, no definida, alejada del modelo.

Qué modelo.

Alejado de la naturaleza.

Quiero llegar a algún lado, grita desesperado el hombre dentro de su impotencia.

Tal vez,

Quiero volver a la forma. 

Cambio de Tinta.

Cuando uno cambia la tinta de la pluma, siempre queda un poco de tinta vieja en el depósito, así que por ejemplo, si estabas escribiendo con tinta negra y pones un cartucho de azul, al principio empiezas a escribir con negro, como al principio de este párrafo desde la palabra cuando, todo en negro, y después sale el nuevo color, yo acabo de cambiar el cartucho, cambié el color, y ahora lo que estoy haciendo es esperar que la tinta azul empiece a salir, escribo cualquier cosa esperando que eso pase. Dentro de todo es raro, tengo que hacer para que algo pase, producir de alguna manera sabiendo que voy a tener un resultado palpable, por muy mínima que sea mi producción va a tener un resultado, va a tener una pequeña recompensa, y produzco por un fin específico, conseguir que se gaste la tinta negra y ver como empieza a salir la azul. No sé realmente por cuanto deba escribir, lo que importa y lo bueno es que no importa que escriba, puedo decir lo que sea, es más, si quiero no tengo que escribir, puedo hacer garabatos, pero prefiero escribir, prefiero que el texto aunque irrelevante, pueda ser legible. Irrelevante. Si, irrelevante, no importa, hacer ejercicio, eso. Esto es un ejercicio, es un musculo que está trabajando, es correr un par de kilómetros, llegar a la meta, la meta azul, la llegada, el final es llegar al azul, conseguir el azul, ver el azul después de un párrafo negro, palabras negras, letras negras, un ligero esfuerzo negro, todo para llegar al azul, ver el azul que brota, conseguir palabras azules, y después de eso, qué pasará, continuaré, será suficiente con llegar a la meta o me animaré a continuar en el azul, será diferente, en algo cambiará la tinta azul, me dará otro animo, me provocará otra cosa, me acercará a la ficción, no lo sé. Ahora, hay una cosa extraña, nunca me ha durado tanto la tinta del depósito, siempre son como unas diez líneas, quince tal vez, ahora ya va una pagina y media, una pagina y media de ejercicio con lo que quedaba en el depósito, es más, tuve que asegurarme de que había puesto un cartucho de tinta azul, y si efectivamente compré azul. Digo raro, nada más, de ninguna manera me gustaría aludir a un pequeño milagro o a algún error catastrófico de la fábrica de cartuchos. Una pluma mágica o una fábrica descuidada. Los milagros como errores en el sistema, nada más, misconcepciones dentro de lo esperado, un eslabón roto en la cadena de la lógica crea la magia, la religión, un criterio establecido frente a un espejo borroso crea la mística. Está fallando un poco, creo que se está por producir el cambio, creo, pero no, no pasa nada, seguimos en negro, puro negro. Casi termino esta pagina y sigue el negro, creo que me está desesperando un poco, cuando comencé esto pensé que iba a ser cosa de un párrafo largo, y no, lo que es ahora dos paginas y dos líneas de, algo pasa, esta cambiando, cambio, es gris, estoy escribiendo con una especie de gris, es casi azul, está saliendo el azul, por el momento es más gris, es presenciar un exorcismo, más azul. Siento un poco de desilusión, me hubiera gustado escribir sobre mi pluma que siempre escribe en negro, no importa con que tinta se la cargue, siempre escribe negro. Ya estamos sumergidos en el azul, un azul bastante claro, todavía no es profundo, al principio el azul nunca es profundo. Azul, la meta. Llegué al azul, ahora, nada.

Benesdra, el suicidio y la nada o el perpetuo error.


1. Compré “El traductor “de Salvador Benesdra en una mesa de saldos en plaza Italia. Lo leí con mucho cariño, siempre le tengo cariño a los libros de los suicidas y por mucho tiempo fue uno de mis libros de cabecera. Después hice de vender libros mi trabajo y lo vendí.

2. El suicidio siempre ha estado presente en mi vida. He conocido a tres personas, muy cercanas, que se han suicidado. Uno de mis mejores amigos intentó y falló.

3. Desde siempre en mi familia y después lamentablemente por mi cuenta se trató el tema del significado, de encontrar tramas en la absurda realidad. Esto es enfermizo.

4. Benesdra se ha puesto de moda.

5. Indefectiblemente he trazado tramas y significados en esto.

6. Quise hacer algo productivo de esos desvaríos. Hacer un mini policial del encuentro subrayado por la muerte y en lo posible encontrar algo, un entendimiento.

7. No tenía mi libro para releer, encontrar citas, refrescar la memoria.

8. Me encontré con muchas ganas, pocos recursos y muchos desvaríos.

9. La tarea de traducir, de llevar el abstracto al concreto, la tarea de dar forma. La tarea de trabajar con sentido.

10. Ser un detective en busca de la nada y esperar una recompensa cuando la encuentre. 

Pomelo.

     Agarro mi celular y veo que tengo una llamada perdida de Viti. Raro, entre nosotros no hay emergencias y habíamos hablado la noche anterior. Lo llamo y, preocupado, me dice que Alejandro fue a visitarlo al local, que tenia muy mala cara, que se veía eufórico y deprimido, que le había pedido la bicicleta para ir a buscar la trompeta y el se la había prestado, que no sabia que hacer. Alejandro estuvo haciendo tonterías incomprendidas la ultima semana, así que entiendo la preocupación de Viti. Yo no me preocupo, sé que la gente cae en agujeros negros y sé que se sale, si sigue vivo va a seguir vivo. Le digo que estaba por comer, que cuando Alejandro vuelva le diga que me espere, que en más o menos una hora y media voy para allá. Termino rápido la comida, pero como, me preocupo, pero como, sería incapaz de ayudar a alguien con el estomago vacio, me aseguro de terminar dos copas de vino, ya que seria incapaz de ayudar a alguien sobrio. Me voy en la bici, llego en diez minutos. Alejandro me está esperado, se desarma cuando me ve, me abraza largo tiempo, un abrazo que disfruto, cuando nos separamos le veo la cara, tienes los ojos destrozados, el pelo mal cortado y la boca llena de migas, está bajo el efecto de alguna medicación bastante fuerte. Me tranquiliza no verlo violento, me tranquiliza la realidad, que siempre es mucho más reconfortante que las noticias. Saludos de rigor con Viti, hace diez días que no nos vemos, está cerrando el negocio, decidimos acompañar a Alejandro a su casa, caminar un poco, es invierno pero hay mucho sol, Viti y yo caminamos con nuestras bicicletas, Alejandro con la trompeta, lo estamos llevando a su casa, hay que llevarlo a su casa. Hablamos de cualquier cosa. Hacemos dos cuadras y pasamos por la catedral, a los tres nos llama la atención ver que en el patio hay un hombre haciendo una escultura gigantesca tallando una piedra, por lo menos tiene tres metros de altura. El artista es un hombre como de sesenta años, flaco, esta mugriento. Lo llamamos para que se acerque la reja, muy amable nos dice que está haciendo un San Pablo, le preguntamos su apellido, cuando contesta Abdala, Alejandro le pregunta si es familiar del profesor Abdala catedrático de historia en la facultad, el artista contesta que sí, y Alejandro pasa a hablarle de tres de los libros de su padre. Viti y yo escuchamos en silencio. Nos despedimos y seguimos. Hacemos dos cuadras y por el canal está pasando agua, así que nos quedamos un rato viéndola, se ve tan clara en esta tarde de invierno con sol, no decimos nada solo vemos el agua por un rato y seguimos.
      Llegamos a su casa, nos invita a pasar y por supuesto accedemos, nunca he estado en casa de Alejandro, es un gran amigo, nos vemos a menudo, y nunca he estado en su casa. Al entrar ya sabía que estaba en uno de los lugares con más dolor que había conocido. Su madre rezumaba amabilidad sin soltar la preocupación, estaba en alerta. En el fondo se veía el cuarto del padre, que estaba tirado en la cama con Alzheimer. La casa la mantenían oscura, había una pecera con dos peces dorados, estaba limpia, me concentré en la pecera, todos se tendrían que haber concentrado en la pecera. La madre de Ale se empeñaba en explicarnos, explicarnos todo, el caso del padre, lo que le pasaba con ale, lo que le pasaba con el hermano de Ale, su situación económica, todo, quería explicarnos todo, se quería justificar, la tratamos con respeto y entre Viti y yo le intentamos explicar que no hacia falta, que no estaba en falta, que nosotros no juzgábamos nada, pero ella no quería explicarnos a nosotros, se quería explicar a sí misma, se quería justificar con ella misma, ella no era mala madre, ella no era mala mujer, ella estaba desbordada, ella se había encontrado con algo diferente, ella se había encontrado con un mundo que no era el que había imaginado. Le dijimos que nos cebara unos mates, el hecho de hacer algo seguro la haría sentir mejor. Alejandro no paraba de dar vueltas, le dijimos que nos mostrara el patio.
      En el patio de Ale había un tesoro maravilloso. Ale nos mostro el Pomelo, un árbol gigante y frondoso, lleno de fruta. Viti y yo pedimos permiso y empezamos a comer pomelo, es mi fruta preferida, así que casi me violento cuando Ale me dijo que da tanto que los regalan, a veces los tiran, come pomelos Ale, le digo, come pomelos que te curan de lo que sea. La madre trajo el mate, tomamos mate y comimos pomelos.

Tetas Grandes.

Que putada hermano. Que capacidad infinita de dar vueltas sobre el mismo lugar, que capacidad infinita de no llegar a ningún lado. Pero si empezamos en la nada y a la nada vamos, porque este afán tan tremendo de encontrar sentido, de encontrar algo, de un propósito. Aburre. La clave está, por supuesto, en aburrir con estilo, en hacer que la espera que genera el aburrimiento, sea algo más placentera. Y no siempre fue así, no siempre nos aburríamos, antes teníamos stress real, peleábamos con los pumas, le temíamos a la naturaleza, nos preocupaba nuestra alimentación, ahora nos aburrimos con estilo. Esto desde el balcón, tomando mate, viendo la montaña, mientras caen unas gotas de agua. Tendría que haber muerto como un anciano de 29 atacado por un oso. Ahora no me queda más que curarme de enfermedades, seguir consumiendo e intentar el odioso ejercicio de escribir algo que valga la pena, tal vez la propagación de la raza, crear otro ser humano incompleto, disfrazarlo todo con la mutilante promesa de la felicidad, un asco, y lo peor de todo, por supuesto, es que me gusta.

Vender libros en la calle.

Hace mucho calor, unos treinta y siete grados, estoy bajo un árbol, una tipa gigantesca, medio seca, pero da sombra, está enferma, tira una especie de gomita, como unas gotas que caen secas, se posan en los libros y se derriten, quedan como pegoteados los libros, si no los limpias bien cuando los guardas se pegan las cubiertas y cuando los separas se sale la pintura, quedan como enfermos de lechina, de sarampión. Ya armé la mesa, sigo con la liquidación, tenia la casa llena de libros baratos, bruguera libro amigo, ediciones selectas, unas doscientas novelas de bolsillo, todo chico, decidí liquidarlo todo, saqué los libros caros, todo el mesón queda de oferta. Silla plástica blanca, el gabinete de un aficionado de Perec, una botella de agua, una botella que me encontré porque se me olvido la mía, la limpié un poco y la llené en una canilla, en la guerra cualquier hueco es trinchera. Hace mucho calor. Me paro para sacar el sombrero de la mochila, me pongo los lentes. Tengo cinco pesos, espero vender algo, cualquiera de la mesa sale diez, no me podría comprar uno de mis libros de liquidación. Una señora se para a ver las selecciones, unos cincuenta, pequeña, vestido de flores, gorda, tres por diez las selecciones, vamos, se lleva seis. Se para una chica, unos trece, musculosa negra y jeans, morocha, se lleva dos novelas. Ya van cuarenta, hoy con cien me conformo, aunque ya estoy sobrado.

Una lectura personal.

Dicen que hace unos dos mil años un niño, que había sido fecundado directamente por el ser más supremo del universo, nacía en un edificio muy pobre en el medio del desierto, por un tiempo sus padres terrestres esperaron en esta construcción hasta que llegaron tres individuos con regalos para este nuevo ser, regalos que representaban las riquezas físicas de la tierra. Sfor, Sippur y Sapher. Samekh-Peh-Resh, Samekh-Peh -Vau-Resh and Samekh-Peh-Resh. Numero, Letra, palabras. Tres regalos, Oro, Incienso, Mirna. Oro, aorum, presente primera persona verbo orar del latín oris, palabra. Incienso, conocimiento, incendoere, número. Mirra, para papiros, Letra. Los tres regalos que el ser más supremo del universo le regaló a su hijo y las herramientas que le envió fueron el conocimiento a travez de las herramientas (numeros), la comunicación entre sus iguales (palabra) y la posibilidad de conservar la historia (letra).

Qué puedo decir sobre el Jazz.

Qué puedo decir sobre el Jazz? muy poco. Puedo decir que mi primer recuerdo es estar en la alfombra marrón del estudio de mi padre, todo el mundo seguro y gigantesco, y saber que él estaba escuchando jazz, no sé a quién, pero sé que eso era, tal ves él me lo dijo, por detrás, eso es Jazz. No puedo recordar la melodía o algún instrumento en particular, pero sé que eso era. Jazz. Después a eso de los quince, tras una suscripción a Time-Life, empecé a recibir unos cds con compilados, lo mejor del Jazz, te daban primero un Cd de los “maestros”, después los “clásicos” y ahí arrancaban década por década de los cuarenta a los ochenta, me parece, yo me quedé en los sesenta, ya va, antes, con eso de siete u ocho, iba en el auto, también con mi padre y le dije que quería tocar un instrumento y le pregunté que qué le gustaba más saxo o trompeta, no recuerdo su respuesta, estuve en clases de violín por un tiempo, pobre mi madre, cómo le debe haber costado comprar ese violín, después nada pasó, ahora si en los quince, consigo estos cds de compilados, y empezó lo que era sin duda un embelesamiento, un saber sin haber conocido, así, enamorado sin saber su nombre o su apellido, nada. Así por diez años, escuchando borracho, desordenado, comprando un discos esporádicamente, siempre volviendo a mis hits y a dos o tres particulares, hasta que bueno a los veinticinco llegó el saxo, un soprano, la pantera rosa, dos o tres escalas pedorras y nada más por un año, y un día después de muchas mudanzas, muchas novias, muchos trabajos y con veintiocho, llego el tenor. En eso estoy con 28 y mi saxo tenor, va un año solido y firme con mi tenor, todas las escalas, varias canciones, una negra respetable y dos o tres notas de improvisación que rayan en lo aceptable, y sobre todo un gusto, un amor y una pasión que solo se comparan a la felicidad embriagadora de sentirse pleno. Mañana por primera vez, me animo a tocar en un bar. Esto no es más que el tiempo que tendría que ser sueño. No puedo dormir. Mi amigo Juan vino a tocar conmigo, está dormido como una piedra, el guitarra, yo saxo. Voy por un trago. Creo que entender una partitura fue el momento de mayor claridad en mi vida. No es como entender un idioma, es entender él idioma, son sonidos con tiempo, gran limitación esa de los idiomas, el tiempo, como se enriquecería la lectura si se pudiera agregar tiempo a una frase. Glorioso ese momento, eso era do, ese punto en ese lugar, era do por esa cantidad de tiempo, es muy especial una partitura. Todavía me sorprendo cuando veo las hojas desperdigadas por los escritorios y me encuentro entendiendo todos esos puntitos y esas líneas, es maravilloso. Escritorios, tengo tres, los tres son un completo desastre, botellas vacías, teclados, libros, todo está muy limpio, pero es un desastre. Mi trabajo me llama a la referencia constante, y como me gusta tener todo a mano, se mezcla. Así que las partituras están por ahí y cuando voy a practicar tengo que ir recogiéndolas, eso pasa más o menos unas tres o cuatro veces por semana, a veces todos los días, obviamente cuanto más mejor. Más allá del talento, si no practicas no eres nadie. No nadie, de ser conocido, nadie de nada, de que no eres absolutamente nada. Este trago pasa como nada. Me imagino que la primera vez que tocas en público, por muy chico que sea el lugar, siempre significa algo. Me alegra que Juan allá venido a tocar conmigo, en seis años ni una vez pude hacer que me viniera a visitar, solo, con novia, con esposa, solo de nuevo, nunca, cuando le dije que era para que tocáramos en un lugar chico, dónde por supuesto no nos pagaban y donde seguro nadie nos iba a escuchar, no dudo en venir. Tranquilo, como si nada, nos fumamos uno y después de reírnos un rato se paró y a dormir, bueno veníamos fumando todo el día, así que seguro se durmió por ese ultimo, yo estoy como nuevo. Tocar en este lugar se dio como nada, estaba hablando con Gustavo, el dueño del lugar, no llega a ser amigo pero es buen conocido, y cuando le dije que tocaba me ofreció el lugar como nada. El lugar es mediano, sucio como pocos y con la peor comida de la zona, pero la gente va, y no es caro, y algo tiene, que no sé que es. El lugar está decorado con las pinturas del viejo David, un gringo que vive acá por economía, pintor, artista al cien por cien, una vez le compré un cuadro, un paisaje, a nadie le gusta, a mi me encanta. Bueno entonces estaba charlando con Gustavo y le digo que estoy aprendiendo a tocar el saxo, y me dice que si me animo me presta el lugar, al principio le dije que no, pero de apoco la idea fue creciendo en mi, hasta que me ganó, tampoco fue tan poco, habrá sido un mes desde que me dijo, pero yo sabia que no lo podía, y acá nadie a querido juntarse a tocar conmigo, no sé porqué creo que por desconfiados, esto no deja de ser un lugar chico, y yo un tipo extraño para ellos. Así que le dije a Juan y el me dijo que si, que si podía venia y tocábamos juntos, y así sin más, empezamos a tocar juntos por internet, nos aprendíamos algo, el su parte yo la mía, y después nos juntábamos a tocar on line, al principio fue difícil lidiar con el sonido, pero nos compramos buenos micrófonos y ya no fue más problema, así otro mes más hasta que me dijo, voy para allá creo que ya podemos tocar. Llegó hace tres días, la verdad que suena lindo, hemos practicado mucho estos tres días, practicábamos toda la mañana y hasta después de la siesta, como hasta las seis, de ahí en adelante fumábamos y tomábamos vodka, han sido buenos días. Voy a buscar otro trago. Cuando conocí a Juan el tocaba la guitarra y yo no tocaba nada. Caminábamos por la ciudad a la salida del curso, comíamos mucho y muy bien, tomábamos cerveza y charlábamos con muchas chicas, nunca pudimos levantar nada estando juntos, por separado nos iba muy bien, nunca nos faltó, pero juntos éramos un desastre. Al principio no conocíamos la marihuana, sólo tomábamos y caminábamos, caminábamos mucho. Me gustaría recordar por lo menos la mitad de esas charlas, pero no puedo, la verdad es que recuerdo muy poco, casi nada, tal vez por eso no puedo decir mucho sobre el jazz, creo que hay que tener muy buena memoria para el jazz, recuerdo una vez, que estábamos yendo a tomar el subte y creo que planeábamos una revista , y el me dijo, y después qué, como después, pregunte yo, y el contestó, claro después de hacer la revista y después de venderla y de que algunas personas nos conozcan y de que generemos algo después de eso qué, yo a modo de broma contesté, y bueno conquistar el mundo, y el me dijo muy serio, sí? Para qué?, eso lo recuerdo, esa tarde la recuerdo, hacia calor, el se iba al trabajo, yo a mi casa. Esa noche no hice nada, subí a la terraza, le di varias vueltas, ojee libros ya leídos, y me dormí temprano. Después con Juan intentamos hacer muchas cosas, una que otra salió bien, pero nada progresó, los dos parecíamos avanzar en la misma dirección pero en autos separados. Veremos que pasa después de mañana. Mi novia se levantó y me vino a preguntar que por qué no dormía, le dije que estaba nervioso, no lo puede creer, ella como toda mujer enamorada, cree que toco muy bien, me cuesta creer en su juicio, está demasiado comprometido. Desde hace un par de semanas tengo un sueño recurrente, y es que voy a hacer audiciones para diferentes bandas, voy, armo mi saxofón y después de probar el sonido empiezo a tocar, cuando termino, los integrantes de la banda , no se ríen no se burlan, simplemente me ven con lastima, no indiferencia, lastima, pooobre dicen sus caras. Ese sueño tengo. Una de las razones, de tener ese sueño, me parece que es la poca información que tengo de los otros, no soy de compartir mucho, a parte de mi profesor, mi novia y algún vecino que preste mucha atención al sonido que se filtra por mis muros insonorizados, nadie me ha escuchado tocar en un año. Lo mismo pasa con mi trabajo, hasta que no está terminado nadie lo ve, y la verdad poco escucho después. Esto puede que raye peligrosamente en la inseguridad. Y la verdad que así es. Me siento un gordo inútil sin talento que le gusta pensar que puede sacar un sonido coherente de una de las piezas más bellas que existe. En realidad no soy tan gordo, solo que así me siento. Tan tonto como suena, es reconfortante saber que los saxofonistas son panzones. Mi novia volvió a la cama, antes de irse me preguntó si me podía molestar, le dije que no, se molestó con migo, le pregunté que por qué se ponía de mal humor y me dijo que necesitaba un favor que como era tan egoísta como para decir que no, le dije que no sabia que necesitaba algo, ella no dijo eso, ella me preguntó si me podía interrumpir, si me hubiera dicho que necesitaba algo, o directamente me hubiera dicho lo que necesitaba yo lo hacia, pero pensé que tenia una opción, no la tenía, tonto de mi pensar que tenía una opción. Juan sigue inmutable. La primera vez que tocamos fue bastante incomodo, el vivía en un departamento muy pequeño y tenia miedo de que los vecinos se quejaran, y a los diez minutos así fue, nos quedamos los dos con ganas, nada pudimos hacer. La segunda nos juntamos en casa de mis viejos, otro desastre, para cuando se nos ocurrió que podíamos tocar ya estábamos destrozados. La tercer fue perfecta, el vivía en un departamento más grande que tenia una habitación interna, yo ya tenia mi tenor y el venia tocando bastante, empezamos tranquilos, nos pusimos eufóricos y terminamos satisfechos, como debe ser. Cómo podría describir el sonido, es imposible para mí, no sé hacerlo y realmente dudo que alguien pueda hacerlo, igual voy a decir esto, al principio era como soltar un jarro de bolitas de vidrio una por una, muy suavemente sobre un cartón, mientras alguien frota una moneda sobre una tela de jean estirada, después fue como que alguien trotara con zapatos de madera sobre una chapa mientras otra pasa un palo de madera por el costado de cinco botellas de vidrio una al lado de la otra de manera frenética, y el final como escuchar a un hombre nadando en una pileta cubierta, algo así. Es difícil describir la música por que las palabras son poesía y la música es matemática. En la música todo es matemática, es una cantidad de cosas que entran en una cantidad de tiempo, según administres esas cosas es tu estilo de música, el Jazz, no es diferente, hay una matemática para el Jazz, hay una matemática que no es la cosa, ya que está el swing, que no es el sentimiento, el sentimiento, está antes o después, creo que durante estorba, pero con la matemática está el swing que es un no sé qué, que cierra toda la cuestión. Si tienes que explicarlo, nunca lo vas a entender, así dijo uno de los grandes del Jazz, no recuerdo bien quien, y no creo que importe. Algo de sueño tengo, una modorra, una especie de cansancio, de falta de energía. Me gustaría practicar un poco pero esta falta de energía no me lo permite. La energía no es exclusiva del jazz, es exclusiva de la música, no se puede hacer música sin energía, creo firmemente que tocar cualquier instrumento requiere cantidades absurdas, por monumentales, de energía. Es verdad también que los instrumentos de la dan de vuelta, así que más bien es como una central que reproduce más de lo que consume. Es algo y no sé qué. Si pudiera decirlo con la firmeza con la que me da hambre y digo quiero pasta, pero no es así, te da hambre y quieres pasta. Pero no es eso lo que dices o lo que te pasa por la cabeza, es como un malestar, que se satisface con una acción. Algo puedo decir del jazz y es que es incertidumbre. Otros estilos cuentan una historia, nos muestran un momento. El jazz es el combustible de esos momentos, lo está tras bambalinas, si otros estilos son reloj, el jazz es engranajes. Una vez fui con una novia que tenía a un bar dónde tocaban el mejor jazz de la ciudad, siendo ciudad grande, el nivel era excelente. Mi novia era hermosa y voluptuosa, se llevaba todas las miradas, y a mi realmente me costaba relajarme, su presencia era abrumadora, entre las miradas que atraía y su lengua que no paraba, no había espacio para mi, pero una vez que los muchachos empezaron a golpear los instrumentos, a estirar cuerdas, a soplar metales, desapareció, nos habíamos movido a un mundo de mecánica que ella no comprendía. Ella era bella en un mundo paralelo, y lo que estaba pasando era transversal Obviamente peleamos esa noche, después hubo sexo de reconciliación y más nunca un bar de Jazz juntos. Y ahí entendí una cosa tristísima y muy real, y es que el Jazz no es para todo el mundo, lo cual me lleva a otro recuerdo. Noche de verano. Había un concierto de entrada gratuita en el mejor teatro de esta pequeña ciudad en la que vivo ahora, no recuerdo el motivo del acontecimiento, fui porque en una de las banas que tocaba cantaba una mujer que en teoría me iba a ayudar con mi trabajo, así que fui para poderle hablar de algo. Cuando llegue al teatro me sorprendió la noticia de que la segunda banda era de jazz, la primera con la mujer en cuestión tocaban fados. Los fados fueron un éxito, el teatro se vino abajo, pedían otra tras otra hasta que, según los integrantes, literalmente no tenían nada para tocar, a mí me gustó, me entretuvo, pero no le encontré el fanatismo. Cuando fue el turno de la segunda banda el teatro se vació a la mitad, siempre buena señal en esta ciudad. Salieron los músicos, y yo casi no me la creo, todos reconocidos maestros en su arte, en especial el de la batería que es directamente un joven maravilla, lo que paso a continuación fue sublime. No pienso ni siquiera arrimar un dejo de explicación. Sublime. A medida que tocaban el teatro se iba vaciando, al final solo un puñado quedamos, todos extasiados. Primero y única vez que he comprado un CD en un espectáculo. Falta todavía un rato largo para que amanezca. Me puedo dormir una buena siesta antes de ir a tocar. Sigo muy nervioso. Creo que en parte es porque muy pocas veces he visto toques malos, es más nunca vi nada malo, he visto cosas mediocres o simples, pero nunca nadie que fuera malo, que no tocara claro, he visto personas con poca imaginación, aburridas, simples, pero nunca nadie que tocara mal. A la persona que más he visto tocar, obviamente, es a mi profesor. No solo en las clases, que es donde le he visto hacer las cosas que más me gustan si no también en recitales. Tiene varios grupos, la mayoría francamente aburridos, me parece que son más un ejercicio para trabajar con sus alumnos y poder dirigir que verdaderas expresiones musicales, pero hay un par que son fantásticos, en especial el ultimo que armó, la razón muy sencilla y es la misma por la cual los otros son mediocres, los músicos con los que se rodea. Hay en el jazz mucho de química, química en serio, conexión en su más alto nivel, fusión. Los jazzistas son los químicos de la música. Son los científicos locos que se estudian la tabla periódica completa y juegan en el laboratorio a hacer líquidos de colores brillantes. Para tocar buen jazz te tienes que saber todo. Todo de todo. Todas las escalas todas las pentatónicas, todas las combinaciones. Todo. Si las personas que tocan contigo, también se saben todo, te luces, si no, te quedas corto. Eso me parece es una regla general para todo. Hacer reír a los cómicos, esa es la meta. Creo que entre esta descarga y la ansiedad, he tomado un poco más de la cuenta. Difícil saberlo. Nunca sé cuando estoy borracho. Sé que todavía no tengo sueño. Todavía sigue todo oscuro, nada de amanecer. No está mal hacer estos pequeños ejercicios, ejercitar un poco la memoria, intentar definir algo, poner el limpio lo que se puede saber. Hasta el momento me queda claro, es algo, pero no sé que es. Siempre envidie a esos que definen con la claridad de un mecánico, señor es la leva, punto, tiene que cambiarla, es obvio que es la batería, moverse entre blanco y negro debe ser una maravilla. Mi trabajo no me permite los extremos. Mis hobbies tampoco. Una autodisciplina militar, aunque no lo parezca ya que mi físico y mis modos poco lo dejan deslumbrar, me alejan de caer por el precipicio. Porque es así, si me descuido solo un poco, si volteo la mirada, si dejo que la vida tome control, desaparezco. Empezaría a vivir en mi cuerpo un ser andrajoso que no le importa nada más que leer un buen libro al mes, caminar entre los arboles y toar el saxofón. Ni siquiera importaría que tipo de música, si estuviera bien o no, si fuera algo coherente, a ese ser solo le importaría escuchar que su cuerpo es capaz de producir por medio de esa ese algo parecido a música. Así que esta autodisciplina me permite conservar amistades, cocinar, pagar las cuentas, pelearme con mi novia, criticar películas que no me importan y comentar por internet una foto ridícula. No me quejo, bastante bien llevo mi vida. Soy feliz. Pero ese monstruo de indiferencia tiene que ser controlado. A través del jazz llego a eso, a la indiferencia misma. Algo no está muy claro, hay dos conceptos acá que se están alejando y no puedo encontrar conexión entre ellos. Creo que la única manera de encontrarla es seguir indagando. Por qué me gusta tanto el Jazz y por sobre todas las cosas me gustaría ser un gran músico de Jazz que es de las cosas más difíciles que hay y al mismo tiempo dentro de mi hay un ser que no le importa nada. Tal vez por la misma razón que el hombre construye muros para separarse de algo que no le gusta, o construye tecnología para algo tan básico como la muerte. Escribí el párrafo anterior y me tuve que retirar un momento para pensar. Me serví otro trago, subí un poco a la terraza, disfrute el fresco de madrugada, el sol todavía no se asoma, se veían lejanas las luces de la ciudad, y se distinguían claramente las estrellas, ni una nube. Cuando volví a entrar pasé por mi biblioteca y me quedé largo tiempo observando mis libros de poesía. Leer buena poesía despierta los mismos sentimientos que escuchar buen jazz. La posea que un principio parece caótica, la no académica, la que oculta su orden en los espacios en blanco del papel. Esa poesía se parece mucho al jazz, y en esa poesía, está ese mismo yo no se qué, y está también la conexión entre el esfuerzo y la constancia y la nada misma. Sique siendo un misterio para mí qué las conecta, pero por lo menos ya encuentro dos que comparten una propiedad. Compré, lo que para muchos es el mejor disco de jazz de toda la historia, en una disquería de un shopping, me había ido a comer una hamburguesa, y como ese día no trabajaba me iba a ir al cine, camino al cine, que estaba en el ultimo piso, estaba la disquería, entre, y apenas lo hice, me di cuenta de los poco discos de jazz que tenia, a parte de los copilados y uno que otro heredado o encontrado, más algunos bajados de internet, no tenia mucho más, así que me dije, en vez de ir al cine, me compro un CD. La selección era realmente pobre, no sé si tenían en total veinte títulos, pero tenían ese, el disco de los críticos y la mayoría de los músicos, el disco del genio indiscutible de la trompeta, lo compré, porque ni en digital lo tenia, y antes de irme, volví al patio de comidas pero esta vez para tomar un café y leer le librito que traen los cds. El disco era importado, lo noté recién cuando lo abrí, estaba todo en ingles, yo lo hablo así que no tuve problemas, recuerdo, muy vivamente, que leyéndolo, me dio una vibra de jazz, como si fuera algo más grande que la música en sí, como si las palabras Sax, trumpet, bass, solo, improvisation, ya no se pertenecieran a si mismas, una vez utilizadas para algo, o por alguien , o para describir un fin superior que fuera más allá de su mero significado, ellas pasaran a ser parte de ese algo, su yo pasara a ser un de él, o para él, parece obvio ya que las palabras están para designar algo, pero esta era diferente, era una carga más allá de su significado. Obviamente esto era una sensación mía, y la palabra trompeta tendrá para cada quien un significado diferente y una imagen diferente y un valor diferente dentro de su juego de memoria, pero lo importante, la sensación que retengo, el hecho que retengo, es que las cosas se riegan, se unen, se bifurcan y se mezclan, se fusionan. Sumamos y cambiamos, modificamos, pero no tenemos absolutos, imposible tenerlos. Ese día leyendo ese librito, en ese lugar impersonal con un café excelente, me di cuenta de lo ridículamente condicionado que estaba, de la suma de todas las cosas que me hacían. Empecé a sentir una nostalgia por la palabra trompeta desnuda de todo significado, y supe que jamás lo encontraría, qué tal vez no existía. Dudé por un instante de mis gustos y de cuales eran realmente míos. Y después volví la mirada para abajo y mire el librito, y pensé en el jazz y si realmente me gustaba. Si algo me gustaba o no, ya no parecía tener sentido, busqué otro juego de palabras, otra cosa no relacionada a lo neuronal, y pensé en el hacer, una acción, algo más cercano al dolor y al placer. Eso es más difícil de engañar, eso dado el esfuerzo de la acción, y la inmediatez de la respuesta, debe ser más real, si te gusta hacerlo, te tiene que gustar, si te da placer, te tiene que gustar, puedes hacerlo, por obligación, por gusto, por no tener otra alternativa, pero por eso no te tiene que gustar, la acción de hacer y gusto juntas, me sonaban bien, me sonaban seguras en ese momento de incertidumbre. Me gustaba hacer jazz? Si me encantaba. Me gustaba hacer algo más? Muy poco. El jazz era una cosa para hacer, y estaba buena, el jazz se pasó al lado de lo real. Volvía mi casa a escuchar el disco. Estaba solo en ese entonces, todavía no conocía a mi actual novia, me senté a escuchar el disco y a no hacer más nada, a disfrutar, de ese momento. Esa noche también empecé a tener conocimiento del monstruo de la indiferencia, y fue, ahora lo veo, por la misma razón, enfrentados con esa pregunta, me gusta hacer? Disfruto de la acción de realizar esto? las cosas pierden valor, el mundo tal como lo conocemos pierde fuerza. Cómo ahora, a punta de recuerdo, tiempo muerto y ansiedad, he podido ordenar pensamientos que tanto me incomodaban, en el baúl. Lo más raro es que ha sido un ordenamiento que ya existía, algo que ya me había pasado, ya tenía las piezas, me faltaba armar. Así que eso es, el hacer con placer es la clave. Tendría que dejar mi trabajo, por lo menos la mitad de mis amistades, y toda la familia de mi mujer. Una larga madrugada. Un galpón oscuro. Un bar con mucho terciopelo rojo. Cuartos llenos de negros con camisas blancas impecables, humo, mujeres con vestidos rojos. No eran nadie. Eran descartables. Eran una transición un suspiro antes del grito. Solo puedo llegar a imaginar el dolor y la impotencia que sentían, desplazados, ignorados y abusados. No sé si los primeros jazzistas, que eran bluseros, lo hicieron por ellos, para ellos, pero me encantaría pensar que si, que tocaban para ellos, que fue una voz absoluta mente propia, una masturbación, y que alguien lo escucho y dijo me gusta, así quiero hacer yo también, te voy a copiar. La nota Blues. / Teoría de la nota blues/ Otra cosa que no sé, la historia del jazz, del blues, como llego a ser. No tengo el conocimiento, pero si tengo la sabiduría. Porque el blues solo puede venir de un lugar, el blues nace de las entrañas, porque yo, sin saber de música, lo sentía, no lo podía reproducir, pero lo sentía, y de ahí viene el genio de esos primeros creadores, le dieron nombre, color y forma a un sentimiento primitivo de la historia, a ese primer sentimiento que hizo que un hombre saliera de una cueva a matar a otro porque se llevó a su hembra, qué hizo que un marinero se convirtiera en ladrón por estar arto de un capitán déspota, un granjero huyera a otro continente para tener tierra propia, una mujer dejara a su hogar cansada de recibir golpes, un indígena se escondiera en una selva impotente de trabajar por nada y ver a sus hijos morir de hambre, un hombre sin derechos golpeado obligado a trabajar en campos de algodón por nada, una mujer sin voz sin alma sin gustos, a ese sentimiento que cultivaron y cultivamos y del cual parece no podemos escapar, la voz de ese sentimiento es el blues, y esos grandes creadores lo pudieron enmarcar y eso es mucho, es mucho más que nombrarlo y describirlo, es darle identidad, volverlo orgánico, más que explicarlo, es traducirlo. Después el jazz fue la evolución de ese sentimiento al poder. De la elevación de la queja al grito de la victoria. El blues sube a la montaña y el jazz disfruta de la vista. El blues es el viaje, el jazz es la fiesta. Está amaneciendo. Tengo hambre, me voy a hacer un sándwich de queso, tostado y con manteca. Juan no se levanta hasta las nueve y si no despierto a mi mujer sigue de largo hasta mañana, así que voy a intentar seguir esto un poco más. El amanecer es desesperante en su rapidez, atardece lento, pero amanece con una rapidez que realmente aterra. Me gustaría que los amaneceres fueran más lentos. El atardecer va cayendo lento y pesado, el cambio de temperatura, la luz, todo va segundo por segundo, cambiando a la velocidad de la arena, hasta después de que se va el sol, te da un tiempito para que asientes lo que está pasando, pero el amanecer va de golpe, es un segundo, ves que esta clareando, sientes el pico de frio, y nada más, luz, sol, los pájaros se vuelven locos un trompetazo, eso, el amanecer es un trompetazo, mientras que el atardecer es saxo barítono. Me quedé pensando en los primeros creadores. Me imagino el espacio gigantesco que tenían para crear, esos primeros genios. Porque para hacer eso, hacia falta espacio y tiempo, dudo que sin dedicarle tu vida a algo puedas hacer algo de eso, no digo el mejor que aparte de todo el tiempo del mundo, necesitas ese algo más que nadie sabe bien que es, digo uno medianamente bueno. Creo que es imposible ser un buen jazzista sin dedicarte a ello tiempo completo, si practicas mucho podrás ser un mediocre que engañe a algunos una noche en un café, pero nada más. Espacio y tiempo. Para ser un creador, tienes ante todo que ser un creador, y nada más, todo tiene que ir en segundo lugar. Pienso en todo el tiempo que perdí antes de estudiar mi instrumento. Pienso en todas las distracciones, pienso en mi debilidad frente a ellas. No, lo hagas por que no es el momento, no lo puedes hacer porque no hay dinero, tienes otras prioridades. Pienso en mi de niño, tal vez buscando jazz y encontrando músicas de moda, dejándome llevar, cantando algo que en su momento fuera lo conocido, en el secundario, dejándome llevar por los que escuchaban los otros, siendo influenciado constantemente. Si tan solo me hubieran dejado tranquilo, si tan solo me hubieran dejado un espacio dentro de tanta información. Es verdad, admito que no tuve la fuerza para decir déjenme tranquilo, voy a hacer esto voy a hacer la otro, no tuve la fuerza para decir no los necesito, no necesito su aprobación o su apoyo, no quiero que me lleves, yo me voy e bicicleta, no me interesa que no te guste a mi me llena. Pero quien tiene esa fuerza? Los grandes la tienen, por eso más allá del espacio tienen ese algo, que tal vez es la fuerza, a tal vez ese algo los lleva a ser fuertes. No lo sé. Ahora si lo supiera, o lo hubiera sabido entonces, podría hacer algo al respecto. Por delante un día de trabajo, un desayuno seguramente muy agradable, lleno de pequeñas bromas y mucho amor, seguro la anticipación de tan pequeño e importante acontecimiento nos va a devolver a un estado infantil. Nuestro primer recital a los treinta, una hora y media de soft jazz y blues. Una guitarra y un saxo tenor. Qué es lo peor que podría pasar?

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...