1. Compré “El traductor “de Salvador Benesdra en una mesa de
saldos en plaza Italia. Lo leí con mucho cariño, siempre le tengo cariño a los
libros de los suicidas y por mucho tiempo fue uno de mis libros de cabecera.
Después hice de vender libros mi trabajo y lo vendí.
2. El suicidio siempre ha estado presente en mi vida. He
conocido a tres personas, muy cercanas, que se han suicidado. Uno de mis
mejores amigos intentó y falló.
3. Desde siempre en mi familia y después lamentablemente por
mi cuenta se trató el tema del significado, de encontrar tramas en la absurda realidad.
Esto es enfermizo.
4. Benesdra se ha puesto de moda.
5. Indefectiblemente he trazado tramas y significados en
esto.
6. Quise hacer algo productivo de esos desvaríos. Hacer un
mini policial del encuentro subrayado por la muerte y en lo posible encontrar
algo, un entendimiento.
7. No tenía mi libro para releer, encontrar citas, refrescar
la memoria.
8. Me encontré con muchas ganas, pocos recursos y muchos desvaríos.
9. La tarea de traducir, de llevar el abstracto al concreto,
la tarea de dar forma. La tarea de trabajar con sentido.
10. Ser un detective en busca de la nada y esperar una recompensa
cuando la encuentre.
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