Me gano la vida vendiendo cremas.
Realmente vendiendo una crema. Sólo trabajo con crema ITEA, la
compro porque la fabrican en el interior y no distribuyen para la
capital, me costó mucho trabajo encontrar un producto que fuera
bastante único. La crema es muy buena, la uso bastante, casi todos
los días, esto es lo único que digo que no es mentira, pero por muy buena que sea no es milagrosa, y me la
sacan de las manos como si fuera a salvarlos de la muerte. La vendo bastante más cara del precio sugerido. Trabajo en gimnasios. Voy de gimnasio en
gimnasio, utilizando a veces las instalaciones, tengo que mantener
una buena forma, pero no muy buena, solo lo justo para que parezca
que hago algo de ejercicio, no puedo parecer un modelo, al contrario,
tengo que estar en buena forma dentro de una normalidad, después
vendo en los vestidores y en la entrada, dónde sea, a veces voy y me
siento a tomar algo en el bar y digo que ya terminé de entrenar
mientras vendo, tiene que parecer que voy al gimnasio, no que estoy ahí vendiendo. Voy a unos cuarenta gimnasios diferentes, algunas
veces dos por día, a veces tres, una dos veces por mes, lo varío,
no dejo que se vuelva rutina para que no sospechen, ya que la primera
mentira que digo en los gimnasios, es que soy músico y vendo las
cremas sólo para ganar un poco extra, para generar un poco de
confianza, ni a las personas que trabajan ahí les digo la verdad, al
contrario, son a las que más tengo que convencer de mi vida de
bohemio. Nunca en mi vida he tocado un instrumento, o cantado, o
pertenecido a una banda o conocido a un músico, una vez a un
guitarrista en una fiesta, nada más, pero nadie me va a pedir que me
ponga a tocar algo mientras estoy trotando, así que es la profesión
perfecta. La segunda mentira, y esta es la que me hace vender todas
las cremas que llevo, cada vez que voy, a cualquiera de los
gimnasios, es que tengo 45 años, cuando realmente tengo 32.
Moto y música.
Se ha repetido, una y otra vez, que
mientras está en la moto no tiene que pensar, tiene que concentrarse,
se dice, ruta, velocidad, postura, ruta, velocidad, postura, ruta,
velocidad, postura, una y otra vez se repite esas tres palabras
mientras está en la moto, pero siempre se le olvidan, la moto andando
en un la ruta despejada es el momento perfecto para la reflexión,
nuestro hombre aprovecha para pensar en música, se hecha un poco
para atrás, siente el estuche rígido en la espalda, ya antes tuvo
accidentes, así que sabe que se requiere muy poco para que ocurran, mira el
velocímetro, ochenta kilómetros por hora, lo piensa muchas veces,
acá un mínimo error te cuesta la vida, la cadena se sale, se
engancha con la rueda, la llanta se pincha, los frenos se clavan, si,
piensa, no hay dudas de que andar en moto es peligroso, igual no hay
que pensar en eso, el casco cerrado, cielo nublado blanco, a los
costados, prados, palmeras, verde, no hay animales, piensa en el
destino, porque eso de haber tenido accidentes y haber salido ileso,
es algo que siempre tiene presente, piensa, creer en Dios, en el
destino y en la determinación, o por el contrario vivir bajo la idea
del libre albedrío, de la acción reacción, de que cada hombre es
autor de sus consecuencias, no hay destino en la música, se hace o
no se hace, pero la música sale del músico y se recuerda de Carlos
que no pudo huir de su destino, o pudo haber sido casualidad, piensa
en música y en Carlos, se juntaban a beber en el bar después del
toque, todos tomaban menos Carlos, que era abstemio, los otros
músicos lo molestaban, se metían con él, músico de jazz que no
toma no es jazzero le decían, pesados sus amigos, a Carlos le falló
el hígado, y eso lo mató, y era de todos el mejor músico de jazz,
algo hay ahí, también está el Chiquito Rodriguez, de chiquito el
Chiquito estaba todo el día con la trompeta, después la dejó,
nunca más agarró una trompeta, vino el Negro Sosa y le da una la
noche esa de navidad y le dice, sopla, y fue como si nunca hubiera
dejado de soplar, ya no la suelta, era su destino, piensa, el destino
como una cosa, como un final, o más bien cómo una manera de
continuar, un modo, y se repite, ruta, velocidad, postura, ruta,
velocidad, postura, ruta, velocidad, postura, y piensa en la música
y en lo maravilloso de la ruta despejada, siente el motor de la moto
entre sus piernas, se dice tranquilo, voy a acelerar un poquito.
La Carta.
Me preguntas si quiero seguir en
el mismo lugar para siempre, también me preguntas qué gano siendo
como soy, pues dejame contarte una historia.
Es verdad que si fuera un poco más
inteligente no estaría en esta situación; quebrado, desconocido y
solo. Siempre empiezo bien, todo, y más temprano que tarde mando
todo al carajo. Uno de los ejemplos más claros de esto, es el de la
carta y ese gran escritor, que no digo me hubiera podido ayudar con
mi carrera, pero tal vez, era una puerta abierta, mucho más de lo
que tengo ahora, que es nada.
No puedo recordar con exactitud el
contenido de la carta, sé que tengo pésima ortografía, y que no la
revisé, así que seguro tenía mala presentación, por esos días,
de vez en cuando, solía ingerir alguna bebida espirituosa,
generalmente entre borracheras, así que puede que la carta no solo
haya estado mal escrita, sino que además haya sido incongruente.
La comunicación empezó con una
carta que le escribí apropósito de uno de sus libros de ensayos. El
libro me había encantado, tanto como para escribirle, y decirle sólo
eso, me encantó tu libro. Su contestación fue un paquete con otros
tres de sus libros autografiados, al principio me pareció un gesto
un poco pomposo, pero con el tiempo me di cuenta de que era
simplemente un buen gesto, cuando empecé a conocerlo me pareció un
buen tipo, nunca hubo pretensión en sus palabras. Le contesté para
agradecerle, y agregué algo de información personal, él me
contestó e hizo lo mismo, así un par de cartas más, todas escritas
en papel y mandadas por correo, todas correspondidas.
Después leí la novela, esa que
le ganó los premios y comenzó su ascenso, el producto que lo hizo
famoso, y que yo leí autografiada por el autor. El libro me pareció
una porquería, de principio a fin una completa basura, un libro
viejo, ineficaz, largo, obsoleto y aburrido. Espero no hayan sido
esas mis exactas palabras, pero no lo sé, no lo creo, aunque si
estoy seguro que eso fue lo que quise decir, tal vez. Si recuerdo con
claridad que le pedía, con toda la desfachatez y el despilfarro que
me es innato, que me compartiera un texto más libre, no tan
cuadrado, no tan pausado, tan armado, tan cauto, recuerdo que le
pedía escritura de detrás de sus cuadernos, eso le pedí, le dije
al escritor venerado "oye, por que no me compartes algo de lo
que tienes escrito detrás de los cuadernos", esa escritura,
esas notas, eso era lo que me interesaba de la ficción de ese
hombre. Pensaba, este hombre que puede escribir ensayos tan lucidos
sobre la condición humana, que puede encontrar ese denominador común
que nos une a todos más allá de la cultura, y lo puede controlar
con ejemplos concretos, ese mismo hombre, escribe una ficción dura,
durisima y de manual, cómo puede ser esto, hay algo más acá, algo
que se esconde, algo que no se muestra, algo que no quiere mostrar.
Tal vez, me imaginé, que él no deseaba mostrarlo, tal vez que su
editor lo mantenía a raya, no se le permitía un texto libre por
miedo al mercado, él a lo mejor simplemente respondía a un pedido,
era un gran carpintero al servicio de un arquitecto mediocre,
simplemente había que pedírselo. No lo sé, ni siquiera sé si
habrá entendido la analogía, a lo mejor nunca escribió en un
cuaderno, nunca trabajó sus textos con lápiz y papel, y por ende
nunca sintió esa necesidad de ir a atrás y escribir cualquier cosa,
disparates, subjetividades, imágenes. La parte de atrás del
cuaderno es dónde van a morir todas las imágenes que no se pueden
vender, que no han pasado una traducción, un moldeamiento. A lo
mejor siempre fue un escritor de computadora, los escritores de
computadora son más duros, pero no lo sé, no sé nada, y no creo
que vaya a saberlo porque siempre, en todo lo que hago, termino
saboteándome antes de conocer el final.
Esa carta fue la ultima en nuestra
pequeña comunicación. Después le envié una edición económica y
artesanal de uno de mis libros, uno muy malo, un desastre realmente,
pero era lo único que tenía y sentía que algo tenía que darle, le
envié una postal, intenté mantener la conversación, pero nada.
¿Mucha confianza? ¿Disparate? ¿Mala educación? todas. Merezco el
silencio.
¿Lo lamento? no, la verdad que
no. Creo que igual la relación no hubiera llegado a nada, porque
después de todo soy un boca floja, diría algo incorrecto tarde o
temprano, no sé comportarme, por otra lado, si me hubiera
contestado, si hubiera aceptado el delirio, tal vez seriamos ahora
grandes amigos, y él es un gran escritor, estoy seguro que leer las
notas de detrás de sus cuadernos debe ser un placer, después de
todo no era un pedido tan injusto, no, no me arrepiento.
Así que no, no me gusta estar en
este lugar, no gano nada siendo como soy, lo que pasa es que no me
interesa lo frío y distante, lo mediocre, lo armado, yo voy por
todo, por la verdad, sino, no me interesa.
Depredador nato.
Tendría que ir a ayudarla, más aun
después de haber visto ese video sobre animales de granja y
mataderos. Me es molesto el sonido, el zumbido intermitente, bastante
intenso, despierta en mi más asco que otra cosa. Más allá de las
dos ventanas en las que está atrapada puedo ver el mar, el día está
soleado, hace calor, es un buen día para estar afuera, polinizando
tal vez.
Me voy a parar, la voy a liberar. Después de todo me para para ir al baño, para hacer más cafe, para buscar una galleta, hasta para estirarme, me puedo parar para esto.
La maté.
Moví la ventana, para que pudiera
salir, son corredizas, al abrirlas había quedado ahí encerrada, la
cerré para que pudiera salir, voló hacia dentro de la casa, quise
forzar su salida, después de todo es un día hermoso, busqué un
frasco, lo puse sobre ella y contra otra ventana en la que se había
ido a posar, moví el frasco y lo tapé, en ese momento creo que la
mutile un poco, debe de haber quedado justo debajo de la tapa, en el
borde, fui afuera, le di la vuelta al frasco y calló al suelo,
caminaba pero no se movía, la empujé un poquito, nada, tenía un
ala rota. La aplasté.
Sigue siendo un hermoso día.
escribí todo esto en el buscador de google y este fue el resultado
escribí todo esto en el buscador de google y este fue el
resultado, todo esto desde esto, y sigo escribiendo porque me pareció que no
era un enunciado tan largo y alguien seguramente ya lo había escrito , porque
con esto de que está todo indexado, ya la originalidad minúscula no la veo muy
posible, ahora se nos pide más, enunciados más largos, títulos más extensos,
más tiempo, pero si no, me dices, de qué hablas si es todo mínimo, si es todo
corto, si es todo rápido, seguro?, yo no sé, es todo más corto pero no para, si
no para es porque es más largo, y ahí paro y veo que resultado me da google
"
"posible" (y cualquier palabra posterior) fue
ignorada debido a que hemos restringido las consultas hasta 32 palabras.
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Sugerencias:
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"
así
los ciclos, la soledad, la degradación del cuerpo no es guía para el andar de seres superiores, y pienso en los poetas, que aguantan todo, en la fuerza que se necesita para ser débil, corazones blandos endurecidos por la desilusión, cuidar al otro, yo todavía no veo diferencia entre un nobel de la paz y un violador, gente sufriendo innecesariamente, que desperdicio, escuchar, un hombre va caminando por el desierto con una carretilla llena de otros hombres moribundos, tiene sed, tiene tanta sed, y la carretilla es tan precaria, y la arena tan blanda, y los gemidos tan dolorosos, pero él continúa, y recuerda que los grandes hombres dicen "no te quejes", tiene un arma en la cintura, y cada diez o veinte pasos la saca, se la pone en la sien y trata de acabar con su miseria, pero no hace nada, y continua, lo peor es haberse dado cuenta que los espejismos, esas imágenes imaginarias, eran una mentira, nunca las vio, un paso más se dice, unos metros más, siempre hay tiempo para volarme la cabeza, y es hermoso, el desierto es hermoso, las sombras en las dunas, el cielo tan azul, las noches tan abiertas, si no fuera por los muertos, si no fuera por la carretilla, la belleza convive con el horror, dicen que dónde hay amor hay dolor y que el bien sin el mal no existe, Dios, bello amor que hace bien, horrible dolor que hace mal, todo en el mismo desierto, el arma en la cintura, la soledad es el caníbal de la cordura, mancha de sangre, agua salada, esfuerzo, no te quejes, parcial, amor
La Fe.
A mis amigos de la red.
El Imperio dividió el mundo en Ciudades, Plantaciones y
Ruinas. Aquellos que decidían involucrarse con la producción se unían a las Ciudades;
un promedio de cuarenta kilómetros de fábricas, edificios de cien pisos,
instituciones educativas y centros de entretenimiento. El que no se adaptaba
era expulsado a las Ruinas; cientos de kilómetros de construcción libre sin
protección del estado. Las Maquinas se encargaban de las Plantaciones;
producían vegetales y animales, genéticamente modificados para aguantar las
altas dosis de polución y radioactividad.
La Energía, que antes había unido a la humanidad, fue
desestimada por el imperio como inservible y poco productiva, miles de años
antes habían declarado sus intenciones bajo el lema “la religión es veneno”.
Los primeros quinientos años, después de la toma absoluta de
poder, los Sacerdotes de la orden de la Nada, caminaron por las ruinas buscando
hombres dispuestos a dar El Primer Paso hacia la Energía. La Orden de la Nada
conservaba las fórmulas secretas. A veces un Sacerdote pasaba toda su vida con
un solo hombre, a veces uno solo podía convertir a toda una tribu, nunca
midieron su trabajo en cantidad. Su método era el siguiente; primero
establecían contacto con la persona, segundo se aseguraban de entender su
realidad, y tercero, de acuerdo a su realidad y en su lenguaje, les enseñaban a
dar el Primer Paso.
La Nada funcionaba en silencio, se alejaban de la
masificación y de la propaganda, las maneras del imperio, ya que para ellos
sería necesario aferrarse a reglas específicas y la Nada buscaba la manera de
cada hombre, no al revés. Los Sacerdotes no tenían contacto entre ellos, a
veces se reconocían en una comunidad o se encontraban en un camino, entonces se
saludaban como hombres. Eran escogidos y educados por los Maestros, que se
comunicaban entre sí a través del Segundo Paso.
Después de quinientos años las ruinas se llenaron sin
control y el caos se adueñó por completo de sus habitantes. Algunos grupos,
pequeños, lograban unirse, protegerse y amarse, si crecían demasiado el imperio
los disolvía. Bajo estas condiciones, un consiglio de Maestros decidió cambiar
el proceso, instaurar un orden, agilizar el intercambio de información, simplificar
el conocimiento sobre la Energía. Decidieron construir establecimientos en las
ruinas y comunicar a los sacerdotes, estos establecimientos unirían a un grupo
grande de hombres al mismo tiempo y facilitaría la tarea de comunicación, ya no
aceptarían a los hombres como individuos, los verían como un grupo. A través de
la Energía que podían Materializar los maestros desde el Tercer Paso, construyeron
Portales, estos dirigían al individuo, a través del Segundo Paso, a las
estrellas. El Primer Paso, el necesario para la comprensión espacial, se
convirtió en una formalidad, dar literalmente un paso hacia al vacío, entrar,
atravesar un umbral. Se creó una desviación del orden natural. Aquel hombre
cansado del imperio, huyendo hacia las ruinas en busca de otra verdad, o
expulsado por su desobediencia, se vería atraído hacia el camino del universo,
pero entrenado en el seno del imperio y sus maneras, elegiría el camino más
rápido y aprovecharía el atajo de saltar el Primer Paso utilizando el portal,
aceptaría un camino establecido en vez de encontrar el propio. Así quedan las
almas perdidas en las estrellas, funcionando en esta realidad, con una visión
cosmológica, pero no sabiendo utilizarla, perdidos en una mentira, ayudando en
su ceguéz al imperio, ya que la fuerza imperante se beneficia de la neutralidad
de las inferiores. Diez mil almas se
perdieron en los primeros intentos, doscientas mil en los primeros años, y el
consiglio de Maestros, lejos de cerrar las puertas, aumentó las invitaciones y
perfeccionó los discursos.
Un Maestro llamado Pla se rebeló contra el método. Entonces,
contactó a un joven sacerdote llamado Sesiom, y lo educó en las artes de los
Tres Pasos, le enseñó los lenguajes de los Tres Niveles, y le enseño a levantar
el velo que oculta el corazón de los hombres, y así ver su verdad. Cuando
terminó su educación le dijo, “tu misión es encontrar y cerrar los portales, el
imperio ha corrompido nuestra casa de conocimiento, los maestros han olvidado
el orden exponencial, están cegados por la impotencia y la desesperación”.
Sesiom comprendió al instante.
Pla cortó comunicaciones con el Segundo Paso para no ser
visto, se empezó a mover en el mundo de los mortales colaborando para que los
hombres dieran el Primer Paso por sí mismos, sin la falsa ayuda de la
estandarización, y en el tercero, para ayudar a Sesiom a conseguir las fórmulas
correctas que lo ayudarían a triunfar en su empresa.
Sesiom se vistió con la túnica de Próxima Centaura, empuño
el libro de las fórmulas y se dirigió hacia las tierras de Otpige, dónde los
maestros corruptos habían instalado el primer portal, protegido por soldados
reales, primer señal de la desviación de la energía.
Esta historia me fue revelada por el mismo Pla una vez que
di el primer paso junto con el consejo supremo “Los hombres pertenecen al
mundo, el mundo es parte del universo, la verdad es lo que pasa y es
compartida, la realidad es manipulable, la nada no existe y todo cabe en ella”.
Sesiom continúa su lucha.
El funeral
Magaly termina su té parada frente a la ventana. Está mirando a su perro jugar con un hueso, el can se revuelca sobre él, lo muerde, lo lanza en el aire. Ayer se murió su padre, por la noche, así que el funeral va a ser hoy por la mañana. Magaly tiene dos niños, que esta mañana no ha visto, son de levantarse temprano y salir a buscar comida, son activos, les gusta cambiar y conseguir herramientas y utensilios, son buenos cazadores, así que consiguen mucho. En la pantalla anuncian un día soleado, pide ver la cocina de su madre, la pantalla la muestra, la mujer está atareada con las festividades, prepara un cerdo para meter en el horno, y en una gran cacerola está hirviendo distintas verduras, cuando lleguen los invitados freirá el pescado. Magaly sale de su casa, hecha de madera y barro y se va hasta el taller, su hombre trabaja en un prototipo de motor, está intentando reducir el consumo de la batería agregando un panel solar, ya intentó agregando otra batería, pero el peso extra le entorpece la maniobrabilidad en el agua. Magaly se acerca por detrás y le besa el cuello, su hombre es fuerte y a ella le gusta. Le pregunta si vio a los muchachos, si, contesta, salieron temprano, querían cazar algo para el abuelo. Escuchan a lo lejos un vehículo, Magaly sale a recibirlo, sabe que son los oficiales, la muerte de un padre amerita un reconocimiento por parte del estado, por dos años uno de sus hijos dejará de pagar el impuesto de existencia. El trámite es rápido, un escáner de retina cierra el trato, el funcionario descarga las nuevas formulas en su brazo y listo. Magaly pasa por la huerta a cosechar tomates, pimientos y berenjenas, planea llevar eso al funeral de su padre. Se le está haciendo un poco tarde. Los chicos no vuelven. Se acerca a la pantalla y llama su madre, ya están casi todos esperándola, que pase rápido por su casa a dejar los vegetales y que venga con su hombre, que se olvide de los niños, por supuesto, que más da.
Van caminando de la mano, el perro los sigue, son unos dos kilómetros
por el campo, uno por las ruinas, eligen el campo. Cuando llegan a la casa los
muchachos, de 13 y 14, los estaban esperando con trozos grandes de venado fresco.
Van todos juntos hacia el hueco, son unos tres kilómetros por el campo o dos
por las ruinas, deciden ir por el campo, es temporada de fateliz, cosecharan
unos pocos.
En el hueco esperan varios habitantes de la P56, Magaly levanta la mano y todos contestan, después su hombre y los muchachos hacen lo
mismo, todos contestan, el cuerpo de su padre espera al borde del hueco, su
madre al lado con una sonrisa, le dice, gracias por todo, y empuja el cadáver,
todos aplauden se escuchan algunos gritos, los perros ladran, la madre de
Magaly se ríe y llora, abraza a su hija, todos siguen gritando y aplaudiendo,
los muchachos se suben a un árbol y comienzan a gritar, uno que logra subir más
alto, puede ver el cuerpo de su abuelo, se emociona, grita más fuerte. Todos
gritan, eufóricos, no dejan de aplaudir.
Magaly se separa del grupo, encara hacia la casa de su
madre, el grupo la sigue. De lejos comienza
a oír los tambores, han empezado a tocar, su madre va a estar contenta. Hoy hay fiesta.
Stephen Hawking y la estupidez.
Yo lo conocí a Stephen Hawking, fue en una galería de arte
en Los Ángeles. La invitación era para mi padre, que es productor musical, pero
a él no le interesan esas cosas, está siempre muy ocupado, así que fui yo, que
no hago nada, y siempre tengo tiempo. Ya por la calidad de la invitación me imaginé
que iba a ser algo importante, el artista era una nueva maravilla californiana,
muestra mixta, hiperrealismo y arte conceptual, el hombre quería demostrar su
talento en todos los campos, por qué no, la idea no me parecía aborrecible si
era mejor que el resto que lo demostrara. Cuando llegué y vi la seguridad
confirmé que era algo grande, así que para estar bien preparado me fui hasta
una callejón cercano y me armé uno de chemdog, bien grueso, sabía que adentro
iba a comer bien. Estaba en lo cierto, después de ver los cuadros por unos
veinte minutos me fui hasta una mesa, bastante alejada, que tenía comida increíble,
cara y fresca. Estaba llenándome la boca de salmón ahumado cuando noté que al
final de la mesa medio separado y solo, estaba el profesor Hawking, a mi
parecer un poco de mal gusto que se estacione cerca de la comida, pero inteligente
no es bien educado. Tragué como pude la delicia nórdica y me di un buen trago
de mi ron con tónica, trago que siempre va a acompañado de una mala cara del
barman cuando lo pido, me acerqué y lo saludé, él me contestó y me saludó de
vuelta, le pregunté si le habían gustado las pinturas, algunas me contestó, “some”,
entonces nos quedamos callados unos segundos y le pregunté por la estupidez, “stupidity”,
y me contestó, está en todos lados, “it´s everywhere”, y continuó, pero de
alguna manera logramos avanzar yo tendría que estar muerto y sin embargo estoy
hablando contigo ya vas a ver algún día la erradicaremos por completo, eso me
dijo. Yo me quedé pensando en su respuesta, cuando terminé de pensar saqué la
pajita de mi trago y me la llevé a la boca y le soplé en la cara lo poco que
quedaba adentro, alrededor nuestro se hizo un silencio profundo, un par de
gotas le cayeron en la pantalla y se le podían ver también en los lentes, entonces
le dije, no lo harán, “you won´t”, y me fui a comer la mayor cantidad posible
de dulces antes de que me pidieran, muy respetuosamente, que dejara el
establecimiento.
Baldomero.
Baldomero hace arepas en la playa. Dejó el colegio a los
dieciséis años, en cuarto de bachillerato, y se fue a la playa. Consiguió una
buena casa en la que necesitaban un cuidador y se puso a hacer arepas para
ganar dinero, le gustó, de esto hace veinte años. Pasó por varios lugares hasta
tener suficiente para armarse su ranchito, cerquita del mar, se hizo un carrito
con chapa, con un bracero en el medio, y se marcó una ruta, la misma, todos los
días y todo el día. Baldomero pasa diez horas diarias caminando por las calles
del pueblo, vende arepas solas, con mantequilla y con queso. Baldomero no cree
en la monogamia, no cree en Dios y no cree en el gobierno, cree en el pan, y lo
dice siempre, “el paraíso es la panza llena”, y por eso el nombre de su carro,
“El cielo en una arepa”.
La verdad sobre el asesino del parque San Martin
Cuando asesinaron de tres balazos, realmente tiraron nueve
pero el homicida bisoño no derrocha en puntería, a German el nazi justiciero,
en la calle se habló de un castigo por parte del Topo y sus delivery de drogas,
por un momento hasta yo pensé que esa historia podía ser cierta, y tenía
sentido, ya había llevado a juicio a dos y estaba realizando averiguaciones
sobre el tercero, unas semanas atrás se había envalentonado con un treinta y
ocho sobre la puerta de la casa de un pudiente, en plena transacción el
delivery todavía sosteniendo la mercancía y el comprador en pantuflas con la
plata en mano, la escena no terminó en tiros por que el delivery quiso proteger
la identidad del comprador desapareciendo como prueba, astuto el muchacho,
violento el German, torpe el cliente, así que todos aceptamos la historia. Aunque buen cliente, el German no dejaba de ser Nazi, no jugaba al ajedrez con
las piezas negras, todos los libros de la segunda guerra eran mentira, igual me
los compraba, para después desmentirlos, y su placer por el ocultismo era del
negro, que aunque acá también pagaba con creces un hallazgo extraordinario, uno
no se siente muy bien cuando vende un libro de hechizos de probada efectividad a alguien que de entrada se muestra oscuro,
así que todos aceptamos que German el Nazi fuera baleado en la puerta de su
casa, por un ajuste de drogas, ahora, unos días después, tres días para ser
exactos, Hugo, el comprador compulsivo que me pide una bolsa por libro, pasa
buscando libros de ciencia y más precisamente sobre el método científico, y me
pregunta si tengo algún específico sobre el desarrollo completo de un
experimento, tenía un libro de Manilow, uno de Fabre y uno de Wacquant, el de
boxeo, y como el vendedor de libros que consume su mercancía es un mago en
hilar un tema con una necesidad para conseguir una venta, le vendí los tres, y
cuando se iba su ego no lo dejó y Hugo me dijo, la perfección está en la práctica,
y así se fue el hombre, y me recordé de esa vez que me dijo, quién sabe por qué,
aunque al vendedor de libros algo de confesor le ven, yo tengo el método
perfecto para matar a alguien espero nunca tener que utilizarlo pero a los míos
los protejo, a lo que yo le contesté, si lo cuentas no es perfecto, y él me
contestó, no te lo conté, y yo le dije, tampoco es perfecto eso que no se puede
practicar, y ahí quedó la cosa y el hombre se fue con su bolsa, en la que mete
todas las bolsas, por supuesto que el hombre puede estar practicando cualquier
cosa, y no hay indicio alguno o prueba concreta de un supuesto que todavía no
es explicado como tal, pero resulta que también recordé aquella vez, que por
pura casualidad, mientras Jugaba ajedrez con el Roberto, el German observando y
el Hugo comprando, este último me preguntó un precio, a lo que German contestó,
ese libro no vale nada, de un libro sobre Sócrates hablamos, La Muerte de Sócrates
de Robert Waterfield para ser precisos, acá
Hugo lector incansable de los clásicos griegos y fanático de la libertad y el
libre pensamiento, se enganchó en una discusión con el Justiciero Nazi, la discusión
fue resuelta por un tercer integrante de la mesa, esta del sexo femenino, que
con su buen aspecto preguntó un precio y disipó los conflictos, que todos se
rinden ante la belleza, y en una futura compra Hugo me preguntó por tal
individuo, y seguro a otros habrá preguntado y todos habrán respondido, es un
Nazi, así que yo me quedé con esos recuerdos, masticándolos, y cuando ocurrió el
asesinato del turista Belga y a los tres días volvió a pasar el Hugo y me
recuerda sobre la práctica y la perfección, y cuando encontraron el cadáver del
jugador de fútbol apuñalado entre los árboles, y a los tres días de la noticia
pasa Hugo y me recuerda sobre la práctica y la perfección, yo lo retengo y le
pregunto si se recuerda de German, del Nazi, y me dice, si el antisocrático el enemigo
del pensamiento, le pregunté si sabía cómo lo habían matado, si había escuchado
algo que en los diarios nada dijeron del cómo, él me dijo, nada sé lo mismo que
saben todos y se cuenta por las calles que mientras abría la puerta de su casa alguien
se le acercó por detrás y le pegó tres tiros en el pecho y después descargo el
resto del arma en el pasillo.
Es en la otra puerta.
Augusto, viejo sencillo, y Héctor, joven aturdido, estaban parados afuera de la comisaria
mientras Victoria, joven hermosa, y Brunilda, sabia hermosa, entraban a
preguntar, mientras entraban Augusto les dijo, es en la otra puerta, pero ellas
no escucharon y entraron igual, entonces ahí Héctor le dijo a
Augusto, así se forman los lideres, Augusto le contesta, no
te entiendo, no importa dice Héctor, entonces se escucha que adentro el policía
les dice a las mujeres, el trámite es en la otra puerta, pero ellas se
quedan hablando, entonces Augusto enfila hacia la otra puerta y Héctor lo sigue
y le dice, viste hasta te sigo, y Augusto le contesta, no te entiendo, no importa
dice Héctor, y llegan a la otra puerta y justo sale un policía y les pregunta, que quieren, y Augusto le dice, los chicos van a comenzar el trámite de
residencia, y el policía les dice, es en la otra puerta, el policía se va y
Héctor le dice a Augusto, como los lideres, y Augusto contesta, te entendí.
Realidades
Estaba recién mudado a los Estados Unidos, tenía 15 años, y
estaba alucinado, en un año ya podía manejar, un auto era accesible con un
trabajo de medio tiempo, mis padres soltaron la cadena al estar en un lugar con menos inseguridad,
las tiendas de discos eran gigantes, los juegos de Nintendo eran regalados y los podías
comprar usados por monedas, una hamburguesa con papas fritas era la comida más
barata posible, no un premio de domingo, todo aquello que en Caracas era un
lujo acá era resto, de un día para otro, así de rápido, y el cine, todos los
viernes, seis, siete, diez películas nuevas, más los dvds en oferta por todos
lados el título que sea, accesibilidad, en su momento hermoso, después se
sumarían los libros, pero por el momento, era música, películas y comida,
bueno, pastas procesadas en forma de comida, que a los quince son ambrosía. El
único problema del cine por supuesto, es que era en inglés sin subtítulos, y yo
el inglés al cien no lo tenía, le estaba dando duro con revistas de la NBA y
las letras de los discos, compraba cds solo con librito, y fui afinando, y un
día sin darme cuenta ya estaba entendiendo, entendía las canciones, entendía
las revistas, me animé con algún libro, y me dije, pruebo con el cine. Había
una película nueva que causaba furor, no se podían conseguir entradas, así que por
supuesto nos dieron muchas ganas de verla, nos fuimos un día temprano, mi
prima, mi hermana y yo, y conseguimos entradas para la última función de ese
día, el resto del día lo pasé en el arcade gastando fichas y en Wendys comiendo
hamburguesas, mi hermana y prima se fueron no sé a dónde. Cuando entramos al
teatro, era un desastre, se habían colado un montón de personas, esto fue una
gran sorpresa porque quién iba a pensar que
la gente se colaba en Estados Unidos, y no habían asientos, es más las
escaleras estaban bastante llenas, nos tuvimos que sentar en el piso cerca de
una salida de emergencia, bien a la derecha del teatro, por lo menos estábamos
en el centro. Esa fue la primera película que entendí en Inglés, y fue la
primera película que disfruté sin subtítulos, y fue una puerta gigantesca hacia
el entendimiento de que había otros mundos, otras culturas que se representaban
a sí mismas, y que una traducción es otra cosa, estaba entendiendo un producto
desde otro punto de vista, desde otra perspectiva, había cambiado como
consumidor, al toque entendí que estábamos programados y que entendíamos las
cosas de acuerdo a esa programación, el idioma era algo que escribía en mí. La película
que veía mientras pasaba todo esto, era Matrix.
Todo es centro al infinito.
Todo es centro,
y dentro de ese centro,
hay centros,
y todo disemina
líneas de energía,
y si las líneas entre varios centros
son armoniosas
y fluidas,
lo que pasa es bello,
y si
son agresivas
son agresivas
y violentas,
lo que pasa es doloroso.
Y así los átomos
a las células
y las células
a los órganos
y los órganos
a mi cuerpo
y mi cuerpo
al infinito.
Mis dos libros auto publicados.
El primero fue “Filosofía Momento”. Tenía diecinueve o veinte
años, había dejado la segunda universidad a la que asistía, tan asqueado como
la primera, si vas a la universidad y no te sientes que estas asfixiando al último
panda, eres un insensible, si terminas o no, es otra cosa, pero tienes que
sentirlo. Me quedaba un poco de dinero de mi último trabajo, y quería el libro
para salir a venderlo, realmente quería hacer plata con mi libro. Lo imprimí en
una imprenta de Abasto, una impresión, no una edición, simplemente fui por toda
la ciudad buscando el lugar más barato para imprimirlo, no editarlo que es otro
precio. El dueño de la imprenta tenía una kombi pintada con la cara de Gardel,
su mujer vivía en el El Bolsón y yo estaba con ganas de irme a vivir a la Patagonia,
estaba en abasto como extranjero, la
kombi y Gardel, en su momento todo parecía bastante profético. El imprentero
era un peruano alcohólico, siempre que lo veía tenia una botella de gaseosa de
las grandes, dos litros, en la mano y tomaba frenéticamente. La sed. Todos los días
iba a la imprenta y todos los días era lo mismo, mañana. Mañana. Mañana.
Mañana.
Un día me cansé y le dije al dueño, lo hago yo, córrete, me
metí en la pequeña pieza donde tenían dos imprentas que parecían haberse
estrenado con la noticia “ayer crucifican al supuesto hijo de Dios” y el
peruano me dice, sin señalar, “el papel ahí y la tinta ahí, no pongas mucha
tinta, pero primero necesitas las placas”, trago largo de gaseosa, la espalda. El
dueño de la imprenta me agarra del brazo y me dice vamos por las placas. Fuimos
caminando, en el camino me preguntó, “porque todos los cuentos tienen tipografías
diferentes”, estoy intentando usar el medio le digo, que cada cuento tenga una
personalidad visual. Se quedó callado. Siempre me preguntaba cosas y después se
quedaba callado. Pasé mucho tiempo en
ese cuartito, tomando gaseosa con el peruano, sacamos el libro e imprimimos
algunos panfletos de putas en el medio, me ofrecieron trabajo, no gracias me
voy a vender libros a la calle. El libro terminado me salió dos pesos, yo lo vendía
a cinco. Vendía bastantes, realmente hice dinero con mi primer libro, tenía que
hablar muchísimo y mentir y pretender que todos me caían bien y exagerar el
acento y hacerme amigo, un asco, pero vendía, era mi trabajo en ese momento. El
libro se caía a pedazos, el pegamento era malísimo, y seguro para el segundo
cuento te quedabas con algunas páginas en la mano. Lo único que me dio Filosofía
Momento, fueron golpes, mi padre acostado en la cama y en calzoncillos se
encargó de subrayar todo lo que estaba mal con el libro, mi amigo Juan que a veces
me ayudaba a venderlo me decía “por lo menos era barato”, y todos me
recordaban, constantemente, que el libro se caía a pedazos.
Me enserié. Escribí mi primera novela, “Suero”, la empecé a
escribir en Buenos Aires y la terminé en Mendoza, y fue perfecto porque la
ciudad encajaba perfecto en al novela, la utilicé muchísimo. Terminé Suero, a
buscar editorial, por supuesto nada.
Después de un año de silencio, me dije, la quiero ver en papel, la saco
yo, esta vez con calidad. Desastre. Caí
en manos de un estafador hijo de puta abrigado bajo un sello histórico, nada
peor que un ladrón con recursos. Por más de dos años sufrí en las manos de esa
basura, reuniones inservibles, excusas ridículas, vueltas y más vueltas,
micros, llamadas, tiempo, impotencia. Y durante todo este tiempo, la gente a tu
alrededor, “te estafaron”, “te robaron”, “lo hiciste mal”. Listo, no aguanto
más, a conseguir con que imprenta trabaja el hombre, la encontré, Pompeya,
vamos a ver que pasa, el imprentero me dice, el tipo me debe treinta mil pesos,
no le sacó ningún libro, y que culpa tengo yo le digo, ninguna, pero es tu
editorial, yo insisto, cuanto quieres por sacar el libro, tanto, es demasiado,
tanto, sigue siendo mucho no tengo esa
plata, mira, te doy tanto, y el resto se lo sumas a la deuda de este hombre,
silencio, bueno, pero le sumo tanto a la deuda, trato. A lidiar ahora con el
imprentero de Pompeya, lo primero que me dice el hombre es “porque no te saco
mejor los siete locos de Roberto Arlt” , a explicarle, pero yo no quiero los
siete locos, quiero mi libro Suero, el
insiste, si pero los siete locos lo vas a vender mejor, claro, no me queda
duda, pero yo quiero mi libro no el de Roberto Arlt, pero mirá que no te cobró
más y te llevas un mejor libro, ya sé que es un mejor libro, pero no es el mío
yo quiero ver mi libro impreso, si me dice, te entiendo, pero vos sacá los
siete locos y son tuyos porque los pagaste y los vas a vender, esta discusión tardó casi una hora, bueno me
dice al final, como tu quieras, es tu libro, acá yo tengo una copia de ese suero que me pasó el editor, para le digo, seguro es vieja, déjame que te
traigo otra, dicho y hecho era vieja, contrato una correctora que lea el libro
y lo corrija, yo lo leo una vez más, lo imprimo en mi casa para asegurarme que
esta bien, soy una molestia, quieren usar el internet, y yo estoy al lado de la
impresora que se traba cada dos segundos, terrible. Le entrego al imprentero la copia final, y le
digo que tengo que corregirlo una vez más, no me dice, esto ya está, yo
insisto, pero el insiste más y realmente a estas alturas, estoy agotado. Hace
el libro, lo voy a buscar, imprimió una copia vieja, que no sé como la tenía,
el editor seguro le habrá dado varias, el libro sale plagado de errores
ridículos. No puedo hacer nada, qué hago me sigo peleando hasta la eternidad, ya
fue. Esta vez el libro estaba cosido, no se caía a pedazos, pero la tinta de la
tapa era una porquería, el libro era azul y se decoloraba, lo ponías en la
mochila, al lado de otros libros, todo azul. Y mientras tanto todos se aseguran
de recordartelo, las dos cosas, que el libro pinta todo azul, y que está mal
editado, todos, mi padre hace su tanto desde la cama. A un par de personas les
gustó el libro, logré un poco de prensa, una crítica buena en un diario de
circulación mayor, una presentación en la feria del libro de Mendoza, todo
solo, a punta de empuje no más, y sabiendo que con cada copia que vendía venían
dos comentarios, está mal editado, pinta todo azul. No perdí plata, es más gané un poco. Por cinco años trabajé en
mi siguiente novela “Nodo”, esta vez me dije, si que si, sale bien, mucho
trabajo, sale lindo. Por dos años, editoriales, concursos, Argentina, España,
todos lados, cuatro copias doble espacio una sola cara anilladas, hasta cinco
copias te llegan a pedir, eso pesa y mucho, envíos para todos lados, la mitad
de mi sueldo se me iba en impresiones y envíos. No. No, no, no , no y no.
No.
No.
No, no , no.
No y no.
No.
Tal vez, no.
Tal vez, mejor no.
No.
No.
No.
No.
Si, dame guita.
No.
No. No.
Definitivamente no.
No.
No y por favor retírese del establecimiento.
No. No. No y no.
Mientras tanto, todo el mundo a tu alrededor, cuando no es
condescendiente, se aseguran de recordarte que no lo estas haciendo bien.
Muchos amigos te recuerdan lo difícil que es lo que estás haciendo, las
posibilidades, la suerte, la soledad, no haces sociales, escribes encerrado y
mandas manuscritos, no conoces a nadie, así no sirve te recuerdan, tienes que
salir.
El silencio.
Nada.
Todo el dinero, todos los envíos, nada.
Las cuatro líneas energéticas del mar.
- Terminó su experimento.
- En el sentido de que todo en la vida es una experimentación
si, pero en el sentido práctico de algo que comienza y termina con valores
determinados, no, nunca lo vi de esa manera.
- ¿Cuanto tiempo duró?
- Poco, seis meses.
- Poco o mucho, según como se vea.
- Claro que si, tiene usted razón.
- Lo mismo pasaría con las condiciones en las que se
encontraba.
- Si. Para algunos pueden haber sido de extrema solead y
dureza y para otros unas vacaciones.
- ¿Estaba usted solo?
- No, la verdad que no, a veces pasaba semanas sin hablar
con alguien pero era una decisión personal más que una condición impuesta por
las circunstancias.
- Tengo entendido que lo hizo para encontrar su animal de
poder.
- Así es.
- ¿Lo encontró?
- No.
- ¿Cómo lo buscó?
- Rituales sencillos, marihuana, fuego, intensa meditación,
piedras, ayunos, etc.
- Diría que fue una perdida de tiempo.
- Por supuesto que no, me endurecí de muchas maneras y
encontré otras cosas, no las que buscaba, pero cosas igual, cosas poderosas, y
aparte de eso me divertí mucho la pasé muy bien, no siempre ya que fui a los
lugares más profundos de mi mente, y salir de esos lugares no es fácil, no es fácil
tampoco lidiar con lo que se encuentra.
- ¿Qué encontró? ¿Qué nos puedes compartir?
- De mi experiencia personal no le puedo decir mucho, ya que
es personal, pero le puedo decir que confirmé una creencia que siempre me
pareció algo ridícula.
- ¿Cuál?
- Una creencia de los Kula Lumaya.
- Pensé que los Kula lumaya eran un mito, una leyenda.
- En parte lo son, muchas personas creen que son un invento
de Alfred Fainzaig, en parte porque su investigación lo llevó a lugares tan poco
comunes que parecen fantasía, en especial la distancia de sus descubrimientos,
es difícil de creer que una cultura tan precaria y antigua haya podido viajar
alrededor del globo.
- ¿Cuál fue el descubrimiento que pudo confirmar? me intriga.
- Confirmé las cuatro líneas energéticas del mar.
- ¿Cómo es eso?
- Los Kula Lumaya decían que hay cuatro líneas energéticas en
el mar, la primera va desde el lugar que nunca se moja por las olas hacia
adentro, hacia la tierra, la segunda es toda la línea que alguna vez se moja,
según las mareas, la tercera es la parte en la que uno puede caminar digamos,
la línea de mar que siempre está bajo el agua pero que es accesible, y la
tercera es la línea de flotación, un hombre flotando en el mar sin tocar el fondo.
- Obviamente entonces depende del tamaño del hombre.
- Las líneas energéticas no son trazos rectos, no son una
tabla de madera, el mar no es estático, la altura de un hombre no tiene nada
que ver.
- Y que hacen estas líneas energéticas, para qué sirven, en
qué modifican la vida del hombre.
- La energía balancea, no hace nada para un hombre en cuanto
a su situación en una sociedad o su ubicación dentro de un lenguaje, la energía
balancea a un hombre para que pueda conectarse con su parte animal, su conocimiento
básico, lo conecta con el universo.
- No entiendo muy bien. Me parece a mi, que son supersticiones,
disculpe si soy duro, pero usted pasa un tiempo en soledad, en la naturaleza,
desconectado de todo, y vuelve para decirnos de líneas imaginarias de energía y
culturas de las que no se puede confirmar su existencia y admite que consumió alucinógenos,
la información que nos da no es muy confiable.
- Es porque no es información, no es dato, no es conocimiento,
solo se puede confirmar a través de la experimentación, es sabiduría.
- Con más razón, como le digo, muy brumoso, poco creíble.
- Todo lo extraordinario lo es.
Querida Vecina
Como soy el “escritor” del barrio, un vecino me trajo un
documento para su corrección, me dijo que tenía que dar, esa fue su palabra,
dar una carta, y que se quería asegurar de que estuviera correcta, yo por supuesto no soy quién para corregir nada a nadie, pero por intriga le
dije que sí, que me la dejara y que en un rato se la llevaba a su casa, él
obviamente se fue desilusionado ya que esperaba una operación inmediata, pero
yo aludí tareas domesticas impostergables y como esto se entiende en las
soledades del pueblo, el hombre aceptó, me agradeció y partió para su casa a
unos escasos cuatrocientos metros. Sé que el hombre no tiene computadora y como
es hombre mayor lejos está de aprender o entrar en el internet, así que me tomo
una licencia y publico su carta. Es esto una violación de su intimidad, si, es
esto una bajeza de mi parte, si, pero me justifico en el hecho de que me
entregó la carta abierta, y en ningún momento especificó que era de dominio
privado. Transcribo palabra por palabra un documento que por supuesto, no
necesita corrección.
“Querida vecina,
Perdoneme, pero que hago. Yo la quiero mucho a la perra. Esta
conmigo desde bien cachorra días tenia cuando la agarre. La perra me hace compañia.
Por falta de trabajo no termine el cierre me faltan materiales. Si ato a la
perra se me pone triste y no come se queda parada con la cabeza gacha y me
mira. Yo se que le ladra pero tambien se que no le muerde. Mi perra nunca mordio
a nadie. Usted tiene razon la perra sale a su encuentro usted nada le hace. Yo
hice el corralito en el fondo no se como se escapa. Usted me avisa y yo la
guardo pero no le pegue. Yo no le saco razón pero tampoco le entrego
privilegios.
A sus ordenes, el
vecino de la casa amarilla. ”
Algunos ejemplos de los cuadernos de Samuel Schuberstein.
Supersticiones.
Ente abominable.
Premonición certera.
Pecado olvidado.
karma cumplido.
Oración vigorosa.
Grito silencioso.
Energía ilimitada.
Muerte esperada.
Dios presente.
Calidoscopio Cósmico.
Realidad controlada.
Imágenes.
Mujer desnuda.
Niño sonriendo.
Ropa mojada.
Sangre brotando.
Cigarro encendido.
Cabeza rapada.
Radio apagada.
Hombre insomne.
Cuaderno lleno.
Padre dormido.
Esposa llorando.
Sensaciones.
Agua helada.
Piel caliente.
Seguridad confirmada.
Aire fresco.
Chocolate amargo.
Pan tostado.
Amor correspondido.
Pezón erecto.
Diente infectado.
Fruta dulce.
Cama propia.
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