Se ha repetido, una y otra vez, que
mientras está en la moto no tiene que pensar, tiene que concentrarse,
se dice, ruta, velocidad, postura, ruta, velocidad, postura, ruta,
velocidad, postura, una y otra vez se repite esas tres palabras
mientras está en la moto, pero siempre se le olvidan, la moto andando
en un la ruta despejada es el momento perfecto para la reflexión,
nuestro hombre aprovecha para pensar en música, se hecha un poco
para atrás, siente el estuche rígido en la espalda, ya antes tuvo
accidentes, así que sabe que se requiere muy poco para que ocurran, mira el
velocímetro, ochenta kilómetros por hora, lo piensa muchas veces,
acá un mínimo error te cuesta la vida, la cadena se sale, se
engancha con la rueda, la llanta se pincha, los frenos se clavan, si,
piensa, no hay dudas de que andar en moto es peligroso, igual no hay
que pensar en eso, el casco cerrado, cielo nublado blanco, a los
costados, prados, palmeras, verde, no hay animales, piensa en el
destino, porque eso de haber tenido accidentes y haber salido ileso,
es algo que siempre tiene presente, piensa, creer en Dios, en el
destino y en la determinación, o por el contrario vivir bajo la idea
del libre albedrío, de la acción reacción, de que cada hombre es
autor de sus consecuencias, no hay destino en la música, se hace o
no se hace, pero la música sale del músico y se recuerda de Carlos
que no pudo huir de su destino, o pudo haber sido casualidad, piensa
en música y en Carlos, se juntaban a beber en el bar después del
toque, todos tomaban menos Carlos, que era abstemio, los otros
músicos lo molestaban, se metían con él, músico de jazz que no
toma no es jazzero le decían, pesados sus amigos, a Carlos le falló
el hígado, y eso lo mató, y era de todos el mejor músico de jazz,
algo hay ahí, también está el Chiquito Rodriguez, de chiquito el
Chiquito estaba todo el día con la trompeta, después la dejó,
nunca más agarró una trompeta, vino el Negro Sosa y le da una la
noche esa de navidad y le dice, sopla, y fue como si nunca hubiera
dejado de soplar, ya no la suelta, era su destino, piensa, el destino
como una cosa, como un final, o más bien cómo una manera de
continuar, un modo, y se repite, ruta, velocidad, postura, ruta,
velocidad, postura, ruta, velocidad, postura, y piensa en la música
y en lo maravilloso de la ruta despejada, siente el motor de la moto
entre sus piernas, se dice tranquilo, voy a acelerar un poquito.
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