Érase una vez, en un castillo a las afueras de
Grotesburgo, vivía una princesa, paralítica, bruta y fea. Sus
sirvientes la odiaban porque dejaba baba por todo el castillo. Se
llamaba Horroricienta. Horroricienta vivió sola en el castillo hasta
que se murió de tristeza. El mismo día de su muerte los sirvientes
hicieron una fiesta, y al final se robaron todo, hasta la silla de
ruedas. Todos abandonaron el castillo y la propiedad
quedó sola y se hizo ruinas. Un día un Príncipe iba de paso en su
caballo y se sintió interesado por el castillo, averiguó con las
autoridades de Grotesburgo los pormenores de la propiedad, la
adquirió al instante y mientras inventariaban las antigüedades sin
valor que se encontraban en este, encontró en el sótano un retrato
de Horroricienta en la silla de ruedas. Se enamoró al instante, de
la silla de ruedas. En ese momento comenzó una búsqueda incansable
por este objeto que se había quedado con su corazón. Diez caza
recompensas entrenados buscaron por la comarca hasta que dieron con
ella. La encontraron, en muy buen estado, en la casa del encargado de
las alfombras del castillo, que la había utilizado para sacar
objetos de valor mientras lo saqueaban la noche de la bacanal. La
restauró, la protegió, y la utilizó con mucho amor. El príncipe
rodaba por el castillo como un niño jugando y su felicidad se
transmitía a todo aquel que lo conocía, todos querían trabajar con el príncipe feliz que rodaba a todos lados. Juntos, él y su silla,
vivieron felices para siempre. Fin.
El Árbol.
Veía el árbol y se preguntaba: ¿Qué ven los otros? Esta vez no es una subjetividad estética o un capricho cultural, como dice Martita, ese árbol, está mal podado. El sol del verano parecía marcar con énfasis las ramas desordenadas. No es solo un tema de que sea bonito o no, ese árbol necesita crecer para arriba, desde hace mucho que lo vienen cortando mal.
Él sabía que podía discutir con la dueña y ganar la discusión, porque desde un punto de vista lógico sus argumentos eran irrefutables, pero eso no importaba. Ese árbol es de ella, que eso quedara así fue su deseo y lo expresó muy claramente y frente a mí, él nada podía hacer al respecto, tener razón a veces no sirve para nada, la razón no otorga poder, la propiedad lo hace.
Él sabía que podía discutir con la dueña y ganar la discusión, porque desde un punto de vista lógico sus argumentos eran irrefutables, pero eso no importaba. Ese árbol es de ella, que eso quedara así fue su deseo y lo expresó muy claramente y frente a mí, él nada podía hacer al respecto, tener razón a veces no sirve para nada, la razón no otorga poder, la propiedad lo hace.
Tenía ya rato mirándolo mientras hacía otras cosas, y se volvía a preguntar: ¿Qué ven los otros? A lo mejor ella no ve lo que yo veo, y sí, es eso, si ella viera lo que yo veo no pensaría así, lo vería bien y lo vería mal y entendería. Entonces el hombre dejó de hacer lo que estaba haciendo y se fue a buscar a la mujer, y no la encontró, preguntó a su hijo que estaba arreglando el auto y el muchacho le dijo que no sabía, que se había ido a hacer algún trámite, que si necesitaba algo, no le dijo, nada, entonces le preguntó al hijo si le gustaba ese árbol y el dijo, mientras peleaba con el filtro de aire, que a él ese árbol no le importaba.
En su casa lo habían enseñado a respetar, y ahí precisamente estaba la causa de la mayoría de sus conflictos, el otro y sus límites lo detenían y determinaban, le costaba avanzar sobre los otros.
Si le muestro, si lo ve como yo lo veo, va entender y le va a gustar.
Si le muestro, si lo ve como yo lo veo, va entender y le va a gustar.
Al Principio dudó mucho con las primeras ramas, parecía no tener la fuerza necesaria para realizar el corte, en cada corte dos resistencias, la biología y la educación. A medida que sacaba veía como le iba quedando fue avanzando con más y más seguridad y el conflicto seguro que iba a tener con la dueña se hacía más insignificante. Nada alienta más que la fuerza que otorga la búsqueda de la belleza.
En un corte se equivocó. Trabajar bajo la presión que generaba que la dueña volviera y generara la discusión a media faena lo estaba haciendo cometer algunos errores de cálculo y le hacían fallar el ojo. A esto se le sumaba que había descuidado la otra tarea que estaba realizando, terminar el muro, que lo veía desde atrás avanzado en el tiempo acordado, pero aún sin terminar. Está vez de manera grosera, al nivel que se veía obligado a recortar otras ramas.
En un corte se equivocó. Trabajar bajo la presión que generaba que la dueña volviera y generara la discusión a media faena lo estaba haciendo cometer algunos errores de cálculo y le hacían fallar el ojo. A esto se le sumaba que había descuidado la otra tarea que estaba realizando, terminar el muro, que lo veía desde atrás avanzado en el tiempo acordado, pero aún sin terminar. Está vez de manera grosera, al nivel que se veía obligado a recortar otras ramas.
Ahora, si viene y yo no he terminado sí que sí que no tengo argumento que valga, porque no le voy a poder mostrar ella no va a poder ver y voy a perder. Lo mismo si sigo haciéndolo mal, si lo hago y ella llega y lo hice mal es todavía peor. De los dos prefiero el primero, la discusión, porque todavía me dejo un espacio para salir.Me tengo que tomar mi tiempo.
Se echó para atrás examinó el árbol se regaló un minuto de silencio para observarlo, a veinte metros el hijo reclinado sobre el motor generaba un agradable repiqueteo de metales.
Huckleberry Finn y un cerco verde.
(Cuento)
Blanco. Estoy casi seguro.
Si, Huck Finn pintaba la cerca de blanco. No terminó, claro que no
terminó, de eso va el libro no, o sí. Pintaba porque lo habían
castigado, un regaño era, no, si, tengo que leer el libro de nuevo.
Yo estoy pintando en verde, que no es blanco, pero bueno, estoy
pintando muy mal, pero no importa, o si importa, pero no tanto como
para que me digan nada, creo que se conforman con que esté mal
pintado, está tan feo esto, no es feo, es desprolijo, pero eso es
feo, con unificarlo con este color es una gran mejora, la pintura
arregla todo. Estaba Huck al sol, si, claro que sí, de ahí al río,
yo me podría ir al mar, me voy a ir al mar, claro que Huck era un
niño y yo soy un hombre, un hombre pintando una cerca, de verde, mal
pintada. Que hermoso día, tan lindo que no me importa estar acá,
igual se está bien acá, te tratan bien, agua de botella cada vez
que pides, te dan fruta, había queso esta mañana, no están encima
de uno, podría hacerlo mejor, pero no quieren, quieren rápido, y
bueno, a mi me importa, pero a ellos no, complicada la cosa, para
hacer bien este trabajo me tengo que descontracturar, ir a peor tal
vez, que no es realmente peor, es diferente, toda la vida planeando y
midiendo y teniendo cuidado para que ahora, si quiero que me vaya
bien, tengo que hacer totalmente lo contrario, igual tan bien no me
fue con lo otro, porque terminé pintando cercas, pero bueno, tampoco
tengo que hacer esto, podría no hacerlo, pero decidí hacerlo, que
no era exactamente lo que hacia Huck, convenció a un par para que
pintara por él, es más le daban cosas, los convencía para que
pintaran y le pagaran, que genio, yo estoy ayudando gratis, no hace
eso Huck, no, sé va por ahí, la pasa re bien, se divierte como le
da la gana, después lo ponen de castigo a pintar un cerco, yo hice
todo bien y terminé en el mismo lugar. Cómo se llamaba la segunda
parte del libro, ah no, el que pinta el cerco es Tom Sawyer, claro,
Huck Finn es el amigo y ese es el segundo libro, las aventuras de
Huckleberry Finn, y a Tom lo castigaron por no ir al colegio, eso,
si, por ahí va la cosa, y engaña a los otros chicos para que se
queden pintando, eso, bueno bien. O el thiner me agudiza las neuronas
o acabo de entender al Karate Kit.
El Hombre.
(Cuento)
Mira la verdad es que siempre me enredo, quiero contar una historia simple, y siempre me termina pareciendo tonta y poco intelectual y la termino enrollando sin ningún sentido así que déjame que te cuenta esta así no más, y si sale mal sale mal y tu no me dices nada. La historia, es la siguiente, es la de un hombre que se va a vivir a la playa. Nada más. No hay gran intriga, es un hombre que larga todo al carajo y se muda a un pueblito de playa, y no es todo color de rosa, el tipo la pasa mal, tiene que trabajar en cosas que no le gustan, se cruza con gente que le hace daño, igual que a cualquiera, pero le pasa en un pueblito de playa, el pueblito de playa que el eligió, y eso la hace a mi parecer una historia interesante, no hay grandes conflictos, ni grandes desenlaces, nada extrema, pero es bonita, y es fácil.
Mira la verdad es que siempre me enredo, quiero contar una historia simple, y siempre me termina pareciendo tonta y poco intelectual y la termino enrollando sin ningún sentido así que déjame que te cuenta esta así no más, y si sale mal sale mal y tu no me dices nada. La historia, es la siguiente, es la de un hombre que se va a vivir a la playa. Nada más. No hay gran intriga, es un hombre que larga todo al carajo y se muda a un pueblito de playa, y no es todo color de rosa, el tipo la pasa mal, tiene que trabajar en cosas que no le gustan, se cruza con gente que le hace daño, igual que a cualquiera, pero le pasa en un pueblito de playa, el pueblito de playa que el eligió, y eso la hace a mi parecer una historia interesante, no hay grandes conflictos, ni grandes desenlaces, nada extrema, pero es bonita, y es fácil.
El hombre este vivía en una ciudad,
una ciudad grande, trabajaba en una oficina en un edificio de veinte
pisos, el trabajaba en el cuarto, en la planta bajo había un
Mcdonalds. El susodicho tenía que pasar por el frente del Mcdonalds todas las mañanas. Iba al trabajo en tren subterraneo,
tren que tomaba a diez cuadras de su departamento, un departamento de
un dormitorio en un edificio de seis pisos en un barrio de clase
media. Este hombre tenía una novia, que dormía varias veces con él.
Este Hombre no tenía hijos. Este hombre era un infeliz. De Lunes a
Sábado se levantaba a la seis de la mañana, tomaba el tren a las
siete, llegaba al trabajo a las siete y media, trabajaba hasta las
cinco, llegaba a su casa la seis, hacía alguna forma menor de
entretenimiento y se iba a dormir. Tenía amigos, claro. Salía
esporádicamente al teatro, al cine, por supuesto. También leía
algún libro ocasionalmente, disfrutaba de bebidas alcohólicas y
tenia sexo regularmente. Ser infeliz no tiene nada que ver con esas
cosas, ser infeliz tiene que ver con lo que pasa en el centro mismo
de tu cuerpo, en la profundidad absoluta de tu cabeza, tiene que ver
contigo mismo y cómo te sientes con lo que estas haciendo. este
hombre era infeliz.
Cómo cualquier otro siempre lamentaba el fin de
sus vacaciones, pero en las vacaciones últimas algo había cambiado,
este hombre es vez de lamentarse se preguntó, de una manera seria,
porqué esto ha de terminar? y se lo siguió preguntando en la
oficina, y se lo siguió preguntando en el teatro, y en el tren, por
qué algo que me gusta tiene que acabar? , y cualquier hombre puede
aguantar preguntarse si es correcto o no, pero un verdadero hombre no
puede con la pregunta de si es verdadero o no, por qué se
preguntaba, se empezó a preocupar, el por qué no lo abandonaba, lo
charló tímidamente con un grupo de amigos, todos contestaron lo
mismo, porque si, porque esta es la vida, porque esto es lo que se
hace, alguno le dijo, va a ser lo mismo, te vas a otro lugar y al
poco tiempo estás cansado, aburrido, quieres otra cosa, mejor
quedarse haciendo lo que estas haciendo, hacerle frente y seguir, que
después de todo no es tan malo, te ha tocado bien, a muchos otros
les toca peor, si a muchos otros les toca peor. Pero la pregunta no
desaparecía, parecía estar instalada en un lugar más allá de la
lógica. Por qué no me puedo quedar en un lugar que me gusta. Podía
en particular apreciar por qué un hombre con familia, escuela,
trabajo con futuro, etc, encontraría mayor resistencia para no hacer
las cosas que le gustan, no estar en el lugar que le gusta, pero no
es el caso de la gran mayoría, la gran mayoría no es nada, es gris,
y sin embargo se queda, se mantiene, porque si.
Este hombre durante una cena le planteó
a su novia mudarse de la ciudad, ir a un pequeño pueblo de playa y
quedarse a vivir ahí. Su novia no sabía que hacer, la idea era
tentadora, pero dejar la ciudad, su trabajo, sus amigos, su familia.
Ella podía entender el planteo de él, que era simplemente, por qué
no hacerlo, pero no era suficiente para ella, poder o no poder hacer
algo no es suficiente, ella necesitaba una razón más fuerte,
laboral, familiar, que significara para el futuro. El futuro.
Este hombre sabía que no iba a
llegar lejos en su trabajo, no tenía ni los títulos, ni los
contactos, para acceder a las altas esferas de la empresa en la que
trabaja, salir de esta y comenzar por su cuenta parecía aún tema
irrisorio. Conseguir prestamos, relaciones públicas, el doble de
trabajo, cien por ciento de riesgo, por qué, para qué, por qué
cantidad. Seguir, alcanzar cierto nivel, conseguir cierta seguridad,
después de todo, es el sueño de muchos, una y mil veces se lo
repetía, eres un hombre con suerte, tienes alimento, agua corriente,
un techo, ingresos, una mujer que te acompaña, una familia que se
preocupa, porque entonces soy infeliz, porque entonces siempre el por
qué.
Departamento, tren, trabajo, casa,
ligera forma de entretenimiento.
Por supuesto que este hombre nada hizo
al principio. No era el primero ni sería el último en querer vivir
en el lugar en el que uno va de vacaciones. El por qué se quedó
dentro de él, lo acompañó por largo tiempo. Cuando le tocaron las
próximas vacaciones decidió no viajar. Se quedó en la ciudad,
haciendo nada, descansando, yendo a las plazas, disfrutando de los
cafés, intensificando su agenda cultural. Pero en todas estas
actividades o por lo menos en las buenas. Había un mensaje claro
fuerte, encuentra tu propia voz, sé verdadero, y mucho más
importante y mucho más presente, hay otra realidad. El arte le
mostraba una y otra vez, otra cara, otra posibilidad, otra manera. Y
le era particularmente asombroso como las otras personas que lo
acompañaban parecían no poder entender ese concepto básico,
profundo, y universal que le mostraba el buen arte, hay otra manera.
Cierta ira comenzó adueñarse de él.
Ya no podía permanecer callado frente a las pequeñas cosas que le
molestaban, comenzó a pelear con su novia por pequeñeces, comenzó
a separarse de los amigos, todo lo que hacían lo irritaba, en
particular le molestaba que todo pareciera una competencia, los que
hacían deporte, constantemente estaban compitiendo dentro de una
masa tan gigantesca y tan neutra que era imposible ver por qué lo
hacían, por qué competían, y era lo mismo con todos, quién
consiguió el mejor restaurant, quién encuentra la mejor película,
quién puede comentar mejor un libro, todo una competencia, todo una
carrera que va de ningún lado a ningún lado, todos los limites
borrosos, la promesa constante de algo mejor, de cierta fama,
seguidores de twitter, todo le pareció una competencia que no tenia
ningún sentido, principalmente porque no había nada para un
supuesto ganador, nada, en el trabajo era lo mismo, todos peleando
por un puesto, por un lugar, competencia.
Entonces pensó en el premio. En lo que
significaba ganar, en lo que le daban al ganador. Y lo vio
claramente, el ganador recibía una casa en la playa, un buen auto,
una mujer hermosa, dinero, viajes y reconocimiento. Pero de todo eso,
qué era lo que le importaba a él, qué le importaba ganar, vivir en
la playa, en un pueblito, entonces dijo, no compito, dejo de jugar,
no me interesa, no vale la pena, puedo directamente ir por el premio,
y fue lo que hizo, se fue a vivir al mar, a un pueblito de playa, y
no todo era color de rosa, la pasaba mal, sufrió la soledad, trabajó
en cosas que no le gustaron, extrañó mucho, pasó por mucho, pero
por todo pasó con la liviandad del hombre que ya había ganado.
Abel Cienfuegos.
Todo el mundo escucha la
campana. El que dice que no escucha la campana, miente, y todos
sabemos cuando alguien miente. Por eso nadie quería pelear con Abel
Cienfuegos. Gran boxeador Abel, pegada firme, ágil de pies, buena
defensa, pero nadie quería pelear con él , conseguirle peleas era
difícil, y lo fans lo abucheaban siempre, porque Abel, siempre, en
todas las peleas, metía un golpe después de la campana. Que en el
boxeo como en cualquier cosa lo mental es tan importante como lo
físico y saber golpear la cabeza es tan importante como saber
golpear el cuerpo, pero el juego psicológico es una cosa, y el golpe
bajo es otra. Hay varios de esos que recurren al golpe bajo, tan fácil como
certero, tan implacable, pero al mismo tiempo tan ratero y
destructor, se requiere un tipo de ser humano muy especial para
utilizarlo, generalmente son aquellos que pierden de vista la
distancia, que no comprenden el juego por afuera del juego, que no
entienden que después de la pelea la vida continua, y una pelea es
realmente una batalla, que el objetivo, es ganar la guerra. Abel
Cienfuegos, el boxeador de gran talento que todas las peleas hacía
lo obvio, que muchas veces le dio muchas victorias, dar un golpe
después de la campana.
Muerte.
No
es
ni
miedo
ni
respeto
ni
tristeza
es
es
la misma punzada infernal
que
me
golpea
detrás
de la
cabeza
es esa voz
MI
!
misma voz
que
empuja y empuja y empuja y
empuja
y empuja
y empuja
y empuja
y empuja
empuja empuja empuja
empuja
y empuja
empuja y golpea
y no deja de golpear
de insistir
de molestar
en todos sus mensajes
y tras todas sus ideas
el mismo y único sentido
de su
de mi
de esa parte del ser
de MI ser
(busca, hay más, y más,
crees que estás esperando, pero no)
la iluminación es para
los iluminados
la desidia es para los
iluminados
la paciencia
la plenitud
todo para los iluminados
en
la
oscuridad
dos opciones
aceptar la putrefacción
que
invade a todo lo que se
detiene
o aceptar el golpeteo
y buscar
el movimiento
pero
a
v
e
c
e
s
el golpe que da
que doy
es
tan incesante
tan incisivo
tan brutal y molesto
que empuja
y empuja y
sigue empujando
lastima
entonces
el
v
é
r
t
i
g
o
hasta
el más tenaz de los viajeros necesita un descanso
es
que
nunca
se
va
a
detener
.
y el miedo absoluto
:
no sabrá detenerse
?
aparece
entonces
una
opción
que
parece
una
salida
la ansiedad, la faltad de
miedo y el hastío del golpeteo
embellecen tras un
espejismo su misterio
oh muerte
todos te huyen
y
yo
yo
y
para
mi
alivio
el alivio
del cese
del silencio
de la
de MI
el alivio supremo de
saberme irresponsable finalmente de la carga inexistente,
de la búsqueda
interminable
claro que está
está
me gusta el coqueteo
presiento un proceso de
seducción absoluta
la ultima aventura
el descanso que no
necesita del sueño
la liviandad
pero no
no
porque ante todo
y antes que eso
estaba esto
eso
aquello
lo que encierra mi
cansancio
y
mi
deseo
mis
voces
el amor mismo que genera
el misterio
la posibilidad
y
lo reconozco
lo sé
lo siento
y lo canto
está
y
continuaré sintiéndolo
y seguirá siéndolo
en la búsqueda
en el martirio mismo
encontraré ese alivio
dosificado en los reflejos de otras muertes que son amores
en la expresión absoluta
que me deja vacío
en el cansancio extremo
que me paraliza
en la belleza
que otros huyan de tu
presencia como aniquiladora
o destructora
yo como condenado buscador
no le tengo miedo a la responsabilidad de ser el único que ame o el
loco que intuya y celebre la incoherencia de una lógica sesgada
ansiedad como motor
desdoblamiento como
aprendizaje
cuanto vale la única
verdad
:
todo muere
y
todo continua
un sol muere y se
multiplica
lo hermoso
lo vivo se mueve
todo lo que es crece en
espiral bajo una linea
el encuentro justifica
hay
y mucho
no es obsecuencia o
tozudez
es la experiencia de haber
encontrado
dormir extenuado
soñar
ni
mi
ni
eso
ni
aquello
es la misma punzada
infernal que me golpea detrás de la cabeza
que me obliga a continuar
Amor sin hijos.
1. "Te cambia
la vida", "Te da mucha fuerza", "Ves todo de otra
manera". Frases utilizadas para describir la experiencia de
tener hijos, que también se usan cuando se tiene una enfermedad
terminal, o cuando te vuelves millonario. No todo lo que te determina
y modifica tus decisiones es necesariamente bueno, es simplemente
eso, algo que te determina y modifica tu visión y tu percepción de
la realidad.
2. Como todo lo
real tener hijos tiene cosas buenas y malas, pero por qué existe un
énfasis tan grande en unir a los niños con la felicidad. Nuestro
concepto de felicidad es aprendido. Todo lo que se me ha enseñado ha
sido por un fin.
3. El sistema
es el que me enseña. La principal tarea de un sistema es perpetuarse
a si mismo. La vida del hombre, consumidor, es finita, obviamente se
necesitan más hombres para seguir consumiendo. ¿Existe la sobre
población para el sistema? por supuesto que no, al dueño del
negocio poco le importa quedarse sin mercadería, su problema es el
contrario. El único producto que el sistema no puede vender lo une a
una excusa para consumir. El amor hacia los hijos está unido a la
calidad de sus cosas.
4. ¿Qué es
el amor? ¿A quién está destinado? ¿Quién puede medir su
intensidad? Con qué autoridad puede un ser humano decirle a otro que
existen calidades de amor, o lazos de el mismo que pueden ser más
fuertes que otros. El amor adora el acto y aborrece la palabra. La
renuncia es el acto de un entrenamiento, es la expresión de una
conducta. Dejar de hacer o hacer por otro no es un acto de amor, es
un acto de fuerza. Cada quién sabe cómo ama y de qué manera, no
hay modo para el amor.
5. La
Naturaleza. Yo escribo, leo, me visto, voy al baño en un cubículo
que maneja mis residuos para que yo pueda vivir de una manera
higiénica, porque conozco de microorganismos. Respiro, como, me entreno, cosecho vegetales de mi huerta y
tengo internet. Lejos estoy del cavernícola que se mueve por
instinto. Por qué si no puedo usar la excusa de la naturaleza para
robar, matar o violar, la puedo utilizar para el hecho biológico de
tener hijos. Hoy en día la mayoría de los niños se tienen bajo un
"plan" absolutamente antinatural. La mujer está dispuesta
a tener hijos desde el momento de su desarrollo, que ocurre bajo la
mayoría de edad, en la cual no puede tener relaciones sexuales de
manera libre, el estado administra la edad adecuada para la concepción, por lo cual lo único natural que queda es el embarazo
mismo y el parto, que aunque un grupo pequeño de la población
decide hacerlo de manera "natural", no es la mayoría, y no
es algo que este disponible a un nivel popular. Tener hijos hoy en día no es un acto
libre y natural, al contrario, está absolutamente regulado y
controlado. No solo eso, una vez que el bebe se convierte en niño, se
controla todo su crecimiento, y los padres están obligados a rendir cuentas frente al estado sobre el desarrollo del mismo.
6. El control.
Desde que la historia es historia, a las mujeres se les une a sus
hijos y se les pone en un lugar detrás de su descendencia bajo la
excusa de la responsabilidad y las creencias culturales y religiosas.
A los hombres se nos implanta también el discurso de la
responsabilidad junto con la mentira de tener la tarea sagrada de
"guiar a la familia". Así ambos, padre y madre, quedan
libres de hacer, siempre y cuando sus actos no afecten al hijo según
estándares sociales. Quedan mutilados, el ejemplo perfecto un hombre
o mujer sin hijos puede hacer todo lo que uno con hijos puede,
viceversa no es el mismo caso. Los padres quedan encerrados en
horarios, tareas económicas y responsabilidades civiles. A cambio de
esto el sistema les dice que están experimentando la felicidad, y se
nutre el concepto de nicho, de paréntesis.
7. En vez de
rendirse al embudo familiar aceptar el abanico comunitario. No
necesitar la excusa de la linea sanguínea para dar y recibir amor.
Que los sentimientos sean libres.
8 . La
felicidad como bienestar y la ausencia de malestar. Amar libremente,
tener tiempo para trabajar por toda la comunidad y no para un solo
individuo que pertenezca a esta.
9. La
experiencia no es transmisible. Experimentar la vida sin hijos es tan
"especial" como tenerlos. Son experiencias diferentes.
Intentar medir la calidad de una experiencia es ridículo.
10. Tener hijos como un acto biológico y experimentar a partir de la realidad.
11. Como
ejercicio práctico. Mirar a los adultos mayores de 30, ver cuantos
tienen hijos y preguntarse: ¿por qué?
Romper.
Despacio. Ahora caminar es
lo suyo. Otros fueron los tiempos de la efectividad. Ahora camina.
Tiene que pagar las cuentas y se va por la playa, con el perro, que
va saltando y persiguiendo las gaviotas, un perro grande y peludo, y
negro. El perro está todo sucio, a él le encanta. Él también está
muy sucio, antes estaba limpio, muy limpio, su mujer le lavaba y
planchaba la ropa, y cambiaba las sábanas de la cama y lavaba los
platos. Y ahora extraña a su mujer pero no extraña lo limpio. Lo
limpio no le importa, pero si extraña a su mujer. Va caminando, ya
no tiene tiempo para ser delgado, pero si ha bajado de peso. Se está
cocinando, cosas simples, compra milanesas hechas, o bifes de carne,
se hace salsas para comer con fideos, ha hecho dos guisos, los dos de
lentejas, y le han salido bastante bien. Dejó las gaseosas y la
cerveza, toma vino. Sigue caminando. Le preocupa un poco su hijo, no
su hija, su hija es fuerte y es mujer, pero su hijo es débil y es
hombre, le preocupa que finalmente pierda el control, que ceda frente
a la presión. Mucha presión, siempre lo pensó. Él sabía que
cuando actuaba mal era por la presión, sabía que podía cambiarlo,
pero no lo hacia, demasiada presión como para cambiar curso. Por
eso salió cuando pudo, cuando se liberó todo un poco, todo más
suelto, todo un poco más libre. Lo piensa, y lo sabe. Cuando el
envase se rompe se libera el contenido. En eso piensa ahora, mientras
camina por la playa y piensa en el pasado, piensa en que hay que
romper el envase para liberar el contenido.
Vickvaporub
- El vickvaporub me recuerda a mi casa, a mi cama cuando era pequeño, a la seguridad de mi hogar.
- Por eso te lo comes?
- No, me lo como porque estoy loco.
- Por eso te lo comes?
- No, me lo como porque estoy loco.
Pienso en mi.
No son dos los que hablan, soy yo que
me digo, y soy yo quién acepta. Cómo puede ser esto. Cual es el
desdoblamiento macabro que ocurre dentro mío. Cómo hay dos en el
lugar en el que solo puede haber uno. Son todos dos, cómo serán los
otros. Sé que hay dos, no sé quién de los dos es quién, y peor
aún, no sé cual de los dos soy yo. Esta batalla es horrible, y solo
recientemente pude encontrar manera de identificar uno de mis
yo, y es que uno es ofensivo y productivo, el otro yo sufre esto, y
así reconozco uno del otro, porque lo reconozco en el sufrimiento,
la característica productiva de mi yo ofensivo no le permite la
reflexión, por lo tanto no hay sentimientos. Lo que ocurre es que ese yo, el productivo, con el aliento
adecuado por parte de la realidad, baja la guardia, y ahí en la falta
de productividad se encuentra en control el yo reflexivo que detiene
por completo al yo activo, porque su carácter estacionario no le
permite generar nada, pero en la reflexión se recuerda de las cosas
que hizo el yo ofensivo y se siente mal, y así hasta que este
sentirse mal deja un espacio en el que el yo ofensivo logra generar
algo, lo que sea y toma el control. Así todos mis días. A veces uno
de los dos yo logra control por un largo periodo de tiempo, en una de
esa veces el yo ofensivo escribió una novela, en otra el reflexivo
me hizo leer a Perec. Estas personalidades exceden lo literario, el
ofensivo me hizo adicto a la entraña jugosa y al vino de damajuana,
el pasivo perdió diez kilos y aprendió a surfar. Esta batalla algún
día tiene que terminar, no lo ha hecho hasta el momento, porque
aquello que alienta el cambio, aquello que no deja que resurja un yo
sin conflicto, es el miedo. Pero el miedo es escurridizo, es
tramposo, es mágico, se esconde tras capas, todas diferentes, que
mutan, como el miedo mismo, por eso para atacar al miedo hay que ser
un estratega, un matemático más que un lingüista, y tener por supuesto espacio para la improvisación, para la poesía, el principio de incertidumbre de toda ecuación real. Mientras escribo esto no sé
cual de mis dos yo está en control, algo de mí me dice que el
reflexivo puede estar mutando y convirtiéndose en un hacedor de
reflexión, pero el hacedor no es de fiar, puede hacerte creer
cualquier cosa con tal de estar haciendo.
Tres tiros en la cabeza.
No quisiera con esta
historia violenta asustar a mis muy apreciados clientes, pero se me
hace muy difícil no contar la historia de Leónidas y sus tres tiros
en la cabeza. Bien sé que los compradores de libros son comunes,
pero los enfermos de los libros no lo son, que ya cuando alguien se
para en la mesa y sabe mucho más del común te enfrentas a un especialista de algún tipo, y ya cuando se ve que alguien
conoce mucho más pero no se jacta de mostrarlo, estás frente a un
enfermo de los libros. Acá hablo de enfermedad no como la condición
que daña al prójimo con respecto a una salud, sino como algo que lo
encierra en una salud sin dejarlo ver el resto. Visiones sobre la
salud y la enfermedad hay muchas, mejor no entrar en ese tema.
Leónidas era un conocido maleante de la zona, se le atribuían
cuatro muertos, dos justificados. Su muerte a nadie sorprendió, y
los sospechosos del común son dos o tres. Tres tiros le dieron y lo
echaron en una zanja del monte, cerca de la ruta. Rumores y
policiales que tienen que ver conmigo y mi mesa de libros por el
carácter de enfermo por los libros que sufría tan placenteramente
Leónidas, me atrevo a decir sin ninguna duda, mi mejor cliente. Acá
como la salud y la enfermedad podríamos debatir por páginas sobre
lo que significa educación y violencia y los tratos que la sociedad
asigna a sus conceptos, pero también es muy largo y no es el tema en
cuestión. Se me hace difícil no contar la historia de Leónidas
porque su muerte me crea un conflicto real del día a día, su muerte
ha afectado mi economía. Esta situación de desconcierto me lleva
al papel y a la historia. La historia es la siguiente: a Leónidas lo
levantan de su rancho de madera a eso de las dos de la mañana con la
excusa de completar una compra de droga, aunque enemigos en distintas
ocasiones con el chofer , único ocupante del vehículo y arquitecto
del trato, Leónidas no se podía permitir dejarlo pasar por motivos
económicos, inteligente el arquitecto que sabe los caminos de la
avaricia, una vez en el auto se dirigen hacía el próximo pueblo,
noche veraniega, vidrios abajo, algo de música, el conductor se
detiene al costado de la ruta de manera casi abrupta pero no
sobresaltada, y esgrima la historia de las ganas de mear, antes aún
de que el auto se detenga por completo, el socio del arquitecto y
ahora también nuevo barón de la droga, le da el primer tiro a
Leónidas en la cabeza, por todo lo que estaba pasando el tiro fue
mortal pero no fulminante, acá abren la puerta y tiran el cuerpo a
fuera del camino dónde el hombre es liquidado. Sí, es una historia
simple y sin sorpresas. Me siento un poco vil al contarla, no porque
me entristezca su muerte, sino porque he perdido a mi mejor cliente.
Qué dice eso de la vida? de las relaciones? de los conceptos? Un
conocido criminal y lector insaciable es asesinado, sin familia y sin
amigos es recordado en esta infame elegía por su librero, que va a
extrañar su dinero.
La Muchacha y su bicicleta.
La Muchacha salió de su
casa en bicicleta. Agarró por el camino de tierra hacia el almacén
para ir a comprar un par de chorizos. Hoy hacía refrito de
garbanzos. Su perro la miró desde la tranquera, ella lo dejó
encerrado, no quería que la siguieran, no quería ir con nadie,
quería ir sola con su bicicleta. El vestido de flores ondulando
suelto, a veces el viento se lo levanta y se le ven los muslos,
fuertes y regordetes, también lleva el pelo suelto y el viento ahí
también hace de las suyas entre los rulos. Sola. El sol le empieza a
calentar la cabeza, el cuello genera una ligera transpiración. Que
lindo es salir sola. Le encanta salir sola en su bicicleta, y
entonces piensa, "es muy lindo estar sola y pasear en mi
bicicleta, mira que bici me compré, está hermosa y es tan nueva y
tan cómoda, y me la compré yo, con mi dinero, con mi trabajo,
quiero andar más, quiero ir un poco más lejos, que cerca que está
este almacén". La muchacha llegó a la costanera, vio la espuma de las olas, sintió el olor del mar y sus pulmones se llenaron de plenitud, se empezó a reír y le encantó hacerlo y pensó, "Que lindo reírse y que nadie te pregunte por qué". Entonces la muchacha llegó hasta el almacén,
pero no paró, siguió, y se fue a comprar los chorizos a otro lado,
a un lugar más lejos.
Horus el Visionario.
Yo vivo de la confusión.
Todo el mundo está equivocado, y eso es lucrativo. Las personas
viven tan dentro de la confusión, que de la única manera que se les
puede llegar, es engañándolas. Por supuesto es dura la tarea de
aquel que tiene que revelar la verdad, ya que su mejor herramienta,
es la mentira, paradójico y frustrante. Son muchos los héroes que
necesitan encubrir su hacer para desarrollar su talento, pero de todos los que conozco, el más
extraordinario es Horus el Visionario. Yo tengo una tienda de
disfraces, y la mayoría de mis clientes no vienen a buscar
diversión, vienen a buscar implementos de trabajo.
Si, claro está que
Halloween cierra los números del año, pero es el día a día del
trabajo común del engaño lo que mantiene el negocio a flote. Los
conozco a todos, falsos policías, bomberos, maestras, delincuentes,
vagabundos, muchas veces vivos y triquiñuelos, pero otras tantas,
personas que pueden ver otra verdad y se ven condenadas a la mentira.
Cómo dije antes, Horus el Visionario es el mejor ejemplo de ellos.
He aquí un hombre
que verdaderamente puede ver el futuro. Horus toma tu mano, te mira
los ojos y con la celeridad y la firmeza de un hombre de verdad, te
puede revelar las más intrincadas ramas de tu futuro. Una
herramienta valiosa pensará usted, si, pero también una maldición.
El poder de Horus solo funciona bajo una presión absoluta de
mentiras. Por todos los medios ha intentado acceder a sus visiones en
la presencia de un ambiente verdadero, pero por algún capricho del
mismo dador de sus poderes, no se le da. Así que Horus tiene que
recurrir al engaño y la mentira para ejercer de mensajero, mientras otros vienen a mí por decisión para conseguir una meta, Horus viene a cumplir su condena. Yo le proveo con batas de
colores, sombreros puntiagudos, estrellas plásticas y varas
plásticas que parecen de madera. A veces Horus prefiere un look de
época, y es vestido con las mejores réplicas de los mejores trajes
del pasado. A veces el mercado lo lleva a una cultura en particular.
Así accede a su visión como Merlin, como Visionario de los años
veinte o como un Jefe Indio, y nunca falta el muy popular Gurú. Pero
los trajes no son suficientes. Horus debe promocionarse dentro de la
mentira y con la mentira para que sus visiones sean certeras. Así
que se anuncia entre los ladrones, los aprovechadores y los
inescrupulosos, sus volantes cuelgan de los postes de luz más
olvidados, y sus anuncios aparecen en los diarios más amarillentos.
Pocos saben que esa visión que recogieron de un Merlin en una plaza,
por unas cuantas monedas, es tan acertada como el presente mismo.
No son pocos como
Horus los que pasan por acá buscando la manera de mostrar su
verdad, pero de todos, es el destino de Horus el que me parece más
traumático.
Pocos se pueden
imaginar el sufrimiento del clarividente.
El Águila.
- Y El Águila?
- El Águila de la costa
vive en conflicto; su instinto de sol y distancia, le hace ver el mar
como un reto, pero su sabiduría milimétrica le impide emprender una
batalla que sabe perdida. El Águila de la montaña vive centrada y
en balance; su condición le permite acceder a cualquier distancia
propuesta.
Samuel Schuberstein y Johann Sebastian Bach.
Samuel Schuberstein era un fanático irremediable de la obra de Johann Sebastian Bach. Cuando lo mencionaba en reuniones sociales, sus ojos mostraban una alegría inconmensurable que sus conocidos celebraban, porque por supuesto, era contagiosa. El conocido minimalista escapaba de su disciplina y se explayaba sobre la obra del conocido compositor. Sus manos se volvían elocuentes, su voz levantaba tono, sus ademanes eran más sueltos. El autor, hasta se daba el lujo de incurrir en el misticismo. Siempre llegaba a la conclusión de que el poder de Bach era la intuición, y su validez absoluta, que era un camino concreto, acá, se borraban todas las lineas, el proceso de hombre como tal era todo para el autor, un desarrollo intuitivo y lineal era ambos, respuesta y método, y su encuentro podría ser transmitido con el lenguaje correcto, de ahí, su búsqueda. Incontables noches Schuberstein se pasó escuchando los "vertiginosos acantilados sucesivos" tan frecuentes en la obra de Bach. El autor nunca escribió nada sobre el músico, los conocedores de la obra de Schuberstein lo entienden perfectamente.
Algunos ejemplos de los cuadernos de Samuel Schuberstein.
Algunos ejemplos de los cuadernos de Samuel Schuberstein.
conectadísimo
en un momento la fluidez es tal que te abandonas a la idea de lo que está pasando, la música, la información, la interacción, se te ocurre una idea desde ahí y para ahí, entonces, dónde termino yo y comienza la web, la simbiosis instantánea de la multiplicación en cadena, la educación de la psique y el respaldo directo que me ofrece la posibilidad de buscar que la psique es "Conjunto de procesos conscientes e inconscientes propios de la mente humana, en oposición a los que son puramente orgánicos" que me permite continuar mi texto con la seguridad de que mi pensamiento, por más avanzado o retrasado que sea con respecto a otro, es lineal y lógico y por lo tanto está bien, y continúo, con otro ímpetu, acompañado clarividentemente por un cambio de ritmo de la música, apoyada en un beat rápido y seguro, me permito cosas como duro, soledad, espacio, movimiento, rapidez, fuerza, belleza, intención colectiva, te escucho, tu voz es clara y fuerte, la dejaste para mí, y no está desperdiciada, así, con la atención puesta en el movimiento de lo que ocurre, veo por la ventana, los árboles en la tierra, sus raíces, y el viento, escucha el grito sagrado del espíritu de la tierra que habla de movimiento y en espiral, la implosión, el caracol es baba dentro de la forma perfecta, y eso es todo, materia que se chorrea de la perfección, claro que si te detienes a pensar y te cuestionas la fluidez, todo desaparece
Hoy
Se me pasó el
despertador, a mi mujer también. Empezamos los mates con una hora de
retraso, tranquilos igual, yo anoche escribí bastante así que no me
hago problemas, ella todavía tiene un par de horas para ir al
trabajo. Ninguno se hace problemas. Pongo a calentar el agua mientras
arreglo un par de cosas y enciendo la computadora. Queda budín del
que hicimos anoche. Mate, budín, casero, noticias. El mar está
negro. El cielo gris. Internet dice que va llover; yo hoy afuera
tengo que correr y tengo que buscar leña. Estoy sin leña. Para hoy
tengo. Salgo a correr primero, después busco leña. Nunca me gustó
correr, lo mío siempre fue el agua y saltar la cuerda, mucha bici
también. Pero tengo un amigo al que le va bien en la vida, y el
corre, y no ha más que recomendármelo, cedí. Hay que ceder. Mi
perra siempre conmigo, marca el paso. Camino de tierra, acacias
florecidas. De ida voy viendo el monte, los pájaros, los árboles,
de vuelta el mar, hoy negro. El cielo sigue amenazante. Hago siete
kilómetros, tranquilo porque tengo que guardar energía para la
leña, mi perra entiende, me acompaña siempre. Vuelvo a casa, me
pongo el sobretodo, agarro el carro, el hacha. Al monte. Decido
explorar un nuevo lugar. Mi perra siempre a mi lado. Encuentro un
rastro de ramitas, lo sigo, alguien ha estado sacando árboles
grandes, las ramas medianas quedan atrás, para mí que ando sin
motosierra, es perfecto. Hacho. Recolecto. Acomodo en el carro.
Repito. De pronto, hacia la ruta, escucho a mi perra llorar, suelto
al hacha y voy corriendo, grito su nombre, no viene, la escucho
quejarse de nuevo, la llamo de nuevo, nada. Llego a la ruta, viene
corriendo hacia mi, un vecino pasó con sus perros y se agarraron un
poco, me explica el paisano, la reviso, está bien. El hombre se hace
responsable "esta la agarró fuerte, pero estaban jugando",
contesto, "no hay problema", el vecino quiere dejar en
claro que nada ha pasado, y pregunta, "monteando?", acepto
y contesto, "monteando, leña siempre falta y todavía queda
frio", contesta, "queda si , queda ", y termina de
sellar la fraternidad, "este monte es bueno, mucho para sacar
ahí, no agarre del eucalipto de allí que no enciende, no es de la
variedad de aquella, que si enciende", vuelvo al trabajo,
"gracias, que tenga buen día, nos vemos a la vuelta", y el
se despide, "nos vemos". Vuelvo a casa con el carro lleno,
me doy un baño caliente, apronto el mate, me armo un cigarro de
marihuana y escribo esto, mientras espero que mis amigos de Alemania
lleguen de Brasil.
Metempsicosis
metempsicosis, is from the
greek, translate of the soul, los mismos ojos... pensó el señor
Bloom, lo que me gusta, es la nada, pero me siento mal, estoy
viviendo con un extraño, que fea sensación, la sensación de que el
tiempo pasó en vano de que a pesar de todos los años no nos
conocemos, no tienes idea, pero no reincarnation, eso piensa Bloom,
que vivimos de cuerpo en cuerpo, que algunos hasta recuerdan, y
después vuelve, metempsicosis y da un ejemplo de la cama, y piensa té
antes que la leche, tres y seis, no sé, quién lee el Ulises, nadie,
yo lo escucho, repite metempsicosis, y dice que algunos se podían
pasar a un animal o un árbol y ahí Molly dice, huele a quemado, y
si el señor Bloom había dejado algo en el fuego, un riñón, nada
grave igual se le quemó un poco, nada más, con su té y su riñón,
que desayuno glorioso que se come ese señor, pero qué mal que está
de la cabeza, parece que está en otro lado, haciendo otra cosa, yo
esta mañana me comí un desayuno excelente, también estaba en otro
lado, ahora mismo estoy escribiendo esto y escuchando el Ulises y
Bloom piensa en una carta, daydreaming le dicen, multitasking, capaz
de hacer varias cosas al mismo tiempo, todas salen mal, pero bueno,
uno las hace igual, lástima la voz, tenía a este hombre con otra
voz, pero está muy bueno el tiempo, la teatralidad le da otra cosa,
hombres con mujer pensando en otras mujeres, o no, simplemente
pensando en lo poco que saben de la suya, la que tienen al lado,
friend of the family, those girls those girls those lovely sea side
girls, por qué nuestra cabeza tiene que gastar tanto tiempo en la
pareja, qué tiempo perdido, qué estupidez, y la suerte de no tener
niños, tal vez Joyce lo sabía, si el personaje tiene niños, está
muerto, a menos por supuesto que sea un hijo de puta, he stood up, y
siempre el gato en la cocina, me pregunto por qué un gato y no un
perro, me imagino que siempre es más fácil tener un gato, mientras
no sea Archuleto, el gato de un amigo, un gato malo malo, lindo el
hijo de puta, pero malo, cuando era chiquito y me quedaba a dormir
borracho en lo de mi amigo el Archuleto me mordía la cara toda la
noche, la última vez que lo vi me mordió los pies, malo el
Archuleto, lindo, gordo, precioso la verdad, pero malo, where is my
hat by the way, funny I don´t remember that, todos los hombres
perdemos el sombrero en algún momento, mi mujer se hace un té y no
me ofrece, a lo mejor es lo mejor, que pensará esa persona, no tengo
idea, el señor bloom sale de su casa, como todos, no somos nada,
cambiables, nada más indispensable que un hombre, life must be so,
need certainly, me da un poco de asco lo que hago, apoyado de algo,
pero por dentro, es la idea no, mostrar lo de adentro, mostrar la
imagen que tengo adentro, ser lo más especifico posible, lo que
pienso, lo que se piensa, cómo se piensa, pero nadie sabe, nos
intentamos poner de acuerdo, se pierde mucho en la traducción,
siempre, poetical idea, siempre, y un funeral, y las campanas, la
muerte y el sonido, mi mujer me ofrece té, la muerte y el sonido, le
digo que sí, siempre mejor decir que sí, el sí no es confuso, el no
siempre trae una pregunta detrás, una conclusión, es un posible
problema, el sí continua con lo que viene y todavía te deja tiempo
de no hacer nada, justo ayer vi Yes de Jim Carrey, película
mediocre, tiene sus momentos, pero no pasa nada, el señor Bloom,
termina saliendo de la casa, un funeral y un hombre tranquilo, como
decía Mori Ogai: espectador, humor y ocio
El Acantilado.
Solo una vez que renuncié a
todo, me encuentro haciendo exactamente lo que quiero. Misterioso
comienzo, este que habla de una renuncia total y menciona el
cumplimiento de un sueño. Pero después de todo, qué es un sueño,
un anhelo, quién puede contra el presente en información. El sueño
de escribir frente al mar se cumple en una vereda, en el suelo, en el
más humilde de los cuadernos y con la más gloriosa de las vistas.
Ahora mismo, mi mirada en conflicto, el papel que satisface mi
intelecto, el tintinear de mis adentros, y la costa, y más allá la
inmensidad, que sabemos finita pero igual nos es inconmensurable.
Ahora parece propicio mencionar el sol y que es invierno, varias
capas cubren mi cuerpo, el sol calienta el piso en el que escribo,
ansío el mediodía y el astro en su máxima expresión.
Estoy en el punto más alto de
este pequeño acantilado, que no corta la tierra como un capricho de
algún Dios temperamental, sino que se deshace en pendientes que
entregan posibilidades realizables, llaman a la exploración,
permiten el disfrute. La calle en la que descansa mi pie derecho
atraviesa el espolón, a mis espaldas la subida que aparece después
de la curva pronunciada, hacia delante, otra curva, y derecho, la
playa, no hasta el infinito, que el futuro de la visión se la dejo
al agua, pero si varios kilómetros, suficientes para que la media
luna de arena con sombra verde desaparezca en la linea final, que no
marca ningún final, sino que anuncia un limite, sin moverte, este es
tu mundo conocido, y a medida que lo hagas yo también lo haré.
Así que finalmente me encuentro
haciendo lo que quiero, me encuentro pleno, en una posición en la que nada cambiaría, no encuentro vergüenza, no encuentro
obstaculización. Entonces si soy yo más que nunca, si de alguna
manera encuentro mi ideal realizado, por qué hablo también de
renuncia, por qué lo que no está encuentra también su razón de
ser. Qué es del hombre que todo con respecto a él parece estar
medido en carga y fuerza, en la medida misma, en el marco, en la
figura, en la meta. Hasta en este momento de encuentro sublime, eso
mismo parece ser la celebración. Disfruto lo que veo, pero la
importancia misma del momento parece estar dada, por sobre todas las
cosas por un acomodamiento de las piezas. Lo que siento y me
completa, es la armonía.
Nada adquirimos en vano, no hay
cosa que pase por nuestro cuerpo o nuestra mente, tan liviano como
para no existir, y todo lo que existe tiene historia y aunque la
historia es una, el recuento es una visión, las visiones son
infinitas. Aquel que cree que su historia es una e indivisible, es un
incapacitado de los sentidos y la razón. Así que no es la
eliminación de las visiones que me han cruzado lo que me da un
encuentro con la imagen al final del pasillo, es un ajuste y una
organización de sus indiscutibles determinaciones, de sus poderosas
formaciones, de su innegable existencia.
Son lamentablemente cortos los
periodos de absoluta armonía. No hay más que pensar en un cuadro o
una canción. Son muchos elementos, espacio, tiempo y dimensión. De
apoco se esfuma el estado de plenitud, otra visión avanza, alguna
represa cede ante la fuerza, la construcción que permitió un
momento de plenitud absoluto, de armonía, cede, porque el movimiento
de la vida, el cambio de las variables, los otros, no permiten la
estructura absoluta, aquella que esté libre de imperfección y se
modifique acorde la variable.
Miro el mar. Miro el cielo.
El infinito es un concepto que
aprendí.
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