No quisiera con esta
historia violenta asustar a mis muy apreciados clientes, pero se me
hace muy difícil no contar la historia de Leónidas y sus tres tiros
en la cabeza. Bien sé que los compradores de libros son comunes,
pero los enfermos de los libros no lo son, que ya cuando alguien se
para en la mesa y sabe mucho más del común te enfrentas a un especialista de algún tipo, y ya cuando se ve que alguien
conoce mucho más pero no se jacta de mostrarlo, estás frente a un
enfermo de los libros. Acá hablo de enfermedad no como la condición
que daña al prójimo con respecto a una salud, sino como algo que lo
encierra en una salud sin dejarlo ver el resto. Visiones sobre la
salud y la enfermedad hay muchas, mejor no entrar en ese tema.
Leónidas era un conocido maleante de la zona, se le atribuían
cuatro muertos, dos justificados. Su muerte a nadie sorprendió, y
los sospechosos del común son dos o tres. Tres tiros le dieron y lo
echaron en una zanja del monte, cerca de la ruta. Rumores y
policiales que tienen que ver conmigo y mi mesa de libros por el
carácter de enfermo por los libros que sufría tan placenteramente
Leónidas, me atrevo a decir sin ninguna duda, mi mejor cliente. Acá
como la salud y la enfermedad podríamos debatir por páginas sobre
lo que significa educación y violencia y los tratos que la sociedad
asigna a sus conceptos, pero también es muy largo y no es el tema en
cuestión. Se me hace difícil no contar la historia de Leónidas
porque su muerte me crea un conflicto real del día a día, su muerte
ha afectado mi economía. Esta situación de desconcierto me lleva
al papel y a la historia. La historia es la siguiente: a Leónidas lo
levantan de su rancho de madera a eso de las dos de la mañana con la
excusa de completar una compra de droga, aunque enemigos en distintas
ocasiones con el chofer , único ocupante del vehículo y arquitecto
del trato, Leónidas no se podía permitir dejarlo pasar por motivos
económicos, inteligente el arquitecto que sabe los caminos de la
avaricia, una vez en el auto se dirigen hacía el próximo pueblo,
noche veraniega, vidrios abajo, algo de música, el conductor se
detiene al costado de la ruta de manera casi abrupta pero no
sobresaltada, y esgrima la historia de las ganas de mear, antes aún
de que el auto se detenga por completo, el socio del arquitecto y
ahora también nuevo barón de la droga, le da el primer tiro a
Leónidas en la cabeza, por todo lo que estaba pasando el tiro fue
mortal pero no fulminante, acá abren la puerta y tiran el cuerpo a
fuera del camino dónde el hombre es liquidado. Sí, es una historia
simple y sin sorpresas. Me siento un poco vil al contarla, no porque
me entristezca su muerte, sino porque he perdido a mi mejor cliente.
Qué dice eso de la vida? de las relaciones? de los conceptos? Un
conocido criminal y lector insaciable es asesinado, sin familia y sin
amigos es recordado en esta infame elegía por su librero, que va a
extrañar su dinero.
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