la
luz
no
se
gasta
Jung y Mad Men.
Este es el final de Mad Men. Cuando Jung y Whilem trabajaban el libros como "El secreto de la flor de Oro " o la traducción del "I ching", ambos notaron el enorme problema que podía ser para las psiques de occidente copiar métodos y maneras de oriente. Jung advertía que lejos de curar o sanar aquellos comportamientos que nos dañan el yoga y la meditación podrían potenciarlos o esconderlos, ya que nos harían sentir cómodos con ellos, aprenderíamos a vivir con ellos, en vez de lidiarlos y enfrentarlos. Precisamente son eso, técnicas de relajación y convivencia con el medio que nos rodea. Ellos entendían que eran métodos para lugares sanos, con comunidades que los desarrollaron a través de años en sistema no capitalistas, y con características sociales específicas. Veían que un ejecutivo estresado por tener que tomar decisiones que arruinan el planeta podría tomar una hora de yoga al día, y en vez de cambiar sus desiciones, tendría ahora la mente clara para hacer que sus decisiones fueran todavía más efectivas. Un general en guerra con la meditación podría derrotar más fácil a su enemigo, no conseguir hacer la paz con él.
Un ejemplo concreto fuera de la ficción lo vemos en el comediante Jerry Seinfeld, que decía que la única manera con la que podía llevar a cabo, lo que es probablemente el mejor show televisivo de la historia, era gracias a las meditaciones que hacía durante el día, así la meditación no cambiaba la actividad que realizaba lo mejoraba en ella. Otro es Steve Jobs, que meditaba y se alimentaba con comida orgánica, y sin embargo el iphone generaba trabajo esclavo.
Lo único que genera un cambio es un deseo profundo y honesto de cambiar, acompañado de una renuncia absoluta al modelo conocido, el resto son solo herramientas.
¿Por qué amarse a uno mismo es indispensable para amar a los demás?
Porque el amor es claridad, algo que no tiene segundas intenciones, intereses o agendas.
Cuanta más claridad hay, más amor se puede dar.
Para ser claro hay que confiar, para confiar no hay que tener miedo.
Quien tiene miedo no puede amar.
No puedes ser claro con los demás si no te conoces.
Cuanto más te conoces, más claro puedes ser.
Conocerte significa confiar en ti mismo.
Para confiar en ti mismo, no puedes tenerte miedo.
Para no tenerte miedo, te tienes que amar.
Cuanto más te amas, más claridad consigues.
Todo es un camino de ida y vuelta.
Transitas la ida para darlo de vuelta.
Dejas de tenerte miedo y empiezas a amarte, te empiezas a conocer, eres claro contigo mismo, te amas para dar amor, que es claridad, demostrado con confianza, gracias a la ausencia de miedo.
Cuanta más claridad hay, más amor se puede dar.
Para ser claro hay que confiar, para confiar no hay que tener miedo.
Quien tiene miedo no puede amar.
No puedes ser claro con los demás si no te conoces.
Cuanto más te conoces, más claro puedes ser.
Conocerte significa confiar en ti mismo.
Para confiar en ti mismo, no puedes tenerte miedo.
Para no tenerte miedo, te tienes que amar.
Cuanto más te amas, más claridad consigues.
Todo es un camino de ida y vuelta.
Transitas la ida para darlo de vuelta.
Dejas de tenerte miedo y empiezas a amarte, te empiezas a conocer, eres claro contigo mismo, te amas para dar amor, que es claridad, demostrado con confianza, gracias a la ausencia de miedo.
Una canción.
Ella me pidió que le tocara algo, y
claro, por qué no, era excelente compañía, la charla durante la
comida había sido fluida, el sexo libre, ahora estábamos tirados
hablando de música y ella quería escuchar como tocaba, si claro,
por qué no. Armé el instrumento que todavía estaba guardado de la
noche anterior, tudel, boquilla, la caña todavía nueva. Le pregunté
si quería escuchar algo en particular y me dijo que le daba lo
mismo, que no sabía. Agarré mi carpeta de partituras, siempre
gigante y desordenada, es muy difícil tener las partituras
ordenadas, por lo menos para mí, siempre están sueltas, mezcladas,
se pierden entre ellas, abrí al azar la carpeta y saltó como una
bofetada, un salto en agua fría o ambos al mismo tiempo, la canción
de ella. Hace meses, tal vez hasta un año que no veía esa canción.
La única canción que escribí completa, y la hice para ella, y
ahora saltaba, con otra mujer desnuda en mi cama pidiéndome que
tocara algo, y toda la información se me descargó de golpe. Ella no
tenía copia de la canción, nunca me la pidió por escrito, nunca me
pidió que la grabara, nunca me pidió que la tocara.
Sostuve por un segundo la partitura y pensé en lo mucho que me costó
escribirla, pensarla, trabajarla, las horas que pasé con mi profesor
perfeccionando los tiempos, encontrando las notas, cuando la terminé
el tiempo que pasé corrigiéndola, interpretando los movimientos de
ella, su manera de ser, viendo si le había hecho justicia con lo que
había escrito, con las notas que había escogido. Sostenía la única
copia en mi mano, fue un regalo que di y quedó en la nada misma.
Comprendí el nivel de amor que tenía que tener hacía una persona
para hacer ese trabajo, me alegré de haberlo hecho. Puse la hoja de
nuevo en el desorden y encontré algún standard que serviría para
la ocasión. La toqué y después hice un poco lo mío, desorden,
ambas cosas fueron bien recibidas. Dejé el instrumento y volví a la
cama, abracé el cuerpo caliente, maravilloso, infinito, y supe que
no la volvería ver.
Borges y Shoshani.
Siempre que como pizza con roquefort me acuerdo de la historia que me contó un Mozo retirado (tengo que confesar que me costó esta frase, ya que no sabía si poner mozo o ex mozo ¿Un mozo sigue siendo mozo después de que se retira? ¿Queda definida su personalidad, como la de un doctor, un atleta o un asesino? no lo sé) bastante avejentado, mientras le ofrecía una copia de mi novela en una plaza de Montevideo (no recuerdo la plaza, no conozco bien Montevideo, es una ciudad que me da cierta sensación de seguridad y cuando voy me gusta entregarme a ella, así que me gusta deambular, no me importa saber en qué calle estoy, por dónde voy o en qué plaza estoy ofreciendo mi novela). Mirando mi libro me contó que su relación con la literatura era extraña, que en su más temprana juventud trabajaba en un café de la ciudad vieja, y "un día cualquiera de verano" (así me lo dijo él, "un día cualquiera") entró en el establecimiento Jorge Luis Borges, que aunque sudoroso, portaba traje y corbata, y se sentó en una mesa apartada, cuando le fue a levantar (dijo levantar por anotar, para mi levantar es una vez terminada la consumición pero el utilizó esta terminología y se la respeto) el pedido, dijo que estaba esperando a alguien, y prefería esperar con la mesa vacía (pregunté si esa era la palabra que había utilizado, y me dijo que sí, Borges había dicho la mesa vacía).
A los pocos minutos entró un hombre
que bien parecía de la calle (un clotchard o lingera, fueron las
palabras que utilizó el Mozo), el hombre se paró en el umbral y a
pesar de su aspecto, parecía un rey, "con un aura agraciada".
El hombre reconoció a Borges, hizo un gesto con la mano y fue a su
encuentro, el mozo que no estaba muy lejos oyó que lo saludaba,
Borges a él "Gracias por venir maestro".
El Mozo me dijo que cuando llevó la
orden a la mesa escuchó palabras que no conocía, como shejiná,
sephirot y klipah, y se lo comentó a su jefe, que estaba detrás de
la barra haciendo los pedidos, y éste le respondió que en un bar se
escucha de todo, y que lo mejor es no prestar atención, que hay que
fijarse en las historias que entretienen, pero que si no es mejor
dejarlo, demasiada información puede volver loco a un hombre. Le
pregunté al ex mozo que cómo recordaba tan bien ese día y esas
palabras, y me dijo "la memoria es mujer, las mujeres planean,
quién sabe". Y con eso el Mozo me hizo saber que nuestro
encuentro había culminado, que algo había interrumpido y el
necesitaba continuar. Me devolvió el libro con cariño y me dijo,
"todo sigue siendo extraño".
Continué ofreciendo libros un rato
más, algo vendí. Antes de ir al hotel me compré una pizza con
roquefort. Cuando entré en la habitación puse el canal Sony
mientras comía, y cuando terminé llené la bañera, saqué la copia
del Aleph que había comprado dos días atrás en una mesa de saldos,
y leí dos cuentos sumergido en agua caliente. Ya era noche cuando me
acosté en la cama, pensé en las veces en las que vendía libros en
la calle y comía fideos, me comí dos pedazos que habían quedado de
pizza y me acosté agotado.
Gravedad.
Para los Kula Lumaya, la gravedad y el amor eran la misma cosa, es más, eran la misma palabra.
Biblioteca
Juan Alberto Santamarina se
preguntaba, con el libro en las manos, parado en esa hermosa
librería, mediana y abarrotada, si debía comprarlo o no. Se
preguntaba, porque aunque le encantaban los libros y gastar dinero en
ellos nunca le importó, ya eran varias las bibliotecas que, por
diferentes motivos, había tenido que dejar olvidadas. Libros leídos,
libros por leer, nuevos y usados, títulos raros y comunes. Los
compraba, los ordenaba con esmero, y después tenía que despedirse de ellos.
Superficialmente, se decía que ese
ejercicio de renuncia a algo con lo que había tenido tanta relación,
lo hacía más fuerte. En el fondo, le dolía y los extrañaba. Ella,
en su casa, dónde él había dejado parte de su ultima biblioteca al
salir solo con lo puesto cuando ella ratifico su decisión de
separarse de él, le dijo un día muy sabiamente: "Una
reconciliación de ambos sentimientos es lo adecuado, reconocer la
falta y avanzar con fuerza, continuar el movimiento".
Y mientras
pensaba esto con el libro en las manos, entre ojeando y meditando se
encontró en él con esto:
" Tengo que dar, pero yo no
existo.
Tengo que dejar fluir, sin hacer.
Tengo que buscar, dejando que me
encuentren.
Es ir y venir.
Es ser ola, que se forma con el agua
que va por arriba y la que vuelve por abajo. "
Por supuesto, compró el libro.
Capítulo perdido de "Vuelta de campana" .
Este capítulo, junto con otros dos, fue eliminado en la edición final de Vuelta de campana. La novela con todos los capítulos se titulaba "Nodo".
Título:
El Absoluto.
Por:
Samuel O'Hare.
Traducción:
Héctor Baptista.
Terminado:
Boston, 26 de Noviembre, 1976.
Estoy
en el espacio y espero en el tiempo.
Continuidad
El
tiempo pasará,
mientras
corre y se esconde
bajo
los poros y por los recuerdos.
Atento,
expectante,
ávido
de atención,
pendenciero
si se encuentra en el olvido.
El
tiempo,
horas
imaginarias,
presión
de un final,
certero
y,
aunque
lo sepamos, sorpresivo.
El
espacio permanecerá,
en
la mente de los que se quedan y en la historia de los que se fueron.
en
la visión constante y en la estacionaria (léase papel).
Fijo,
manipulable,
orgulloso
medio de sonido,
sabiéndose
necesitado y poderoso.
El
espacio,
yardas
relativas,
crees,
que
cuanto más, mejor.
El
tiempo y el espacio,
unidades
engañosas
contundentes
en su posición de vitalidad,
rivales
si se encuentran en desbalance
(posible
y frecuente)
Resultado
de su relación:
velocidad.
La
espera:
tiempo
domesticado,
capacidad
de contener,
ansia,
expectativa y deseo.
Eterna:
significa no
decidir,
nada nuevo se hace,
antihumano y cruel.
Inexistente:
es un continuo
empezar,
no hay progreso,
insalubre y
mefítico.
Oportuna:
síntoma de
bienestar,
mejora en un nuevo
hacer.
Paciencia.
Movimiento
Esto.
Las palabras, como el tiempo mismo, encuentran su sentido en el
proceso, la lo pasado determina a la lo que viene.
Recordamos
fracciones y vivimos continuidad,
en
la repetición está el pasado, en volverlo a vivir, en recordar.
Líneas
de tiempo y puntos en el espacio,
múltiples
planos.
Evolución
Necesidad,
continua,
de
acción.
Movimiento,
constante,
de
energía.
Ciclo
fabuloso que castiga el detenerse.
Resulta
curiosa la dualidad del humano,
compartida
con la luz,
ésta
onda y partícula,
nosotros
mente y materia.
Movimiento
Múltiples
planos.
Millones
al mismo tiempo.
Billones,
cada
vida una realidad.
La
información de una sola,
procesamos,
en
ella vivimos.
Imágenes,
sesión
aleatoria, intermitente,
posibilidad
y confianza.
Imágenes,
a
veces,
se
quedan por su singularidad,
se
quieren copiar,
se
desean guardar,
modificar
un tanto en su esencia, pero igual atesorar,
algo
pasa y se quiere tener:
mismo
resultado con pintura,
esencia
con madera,
amplitud
con palabras.
Imágenes
que pasan.
Nuestra
avaricia nos condena,
nuestro
ego nos ciega.
Sonidos,
irrigación
interna,
satisfacción
instantánea.
Sonidos
a
veces,
se
quedan por su singularidad,
se
quieren reproducir,
se
desean mejorar,
crear
a partir de un algo, atesorar,
pasa
y se quieren hacer:
con
un instrumento,
con
la voz,
con
tecnología.
Sonidos
que guían el ánimo.
Nuestra
avaricia nos condena,
nuestro
ego nos ciega.
Retórica,
modificadora
de realidad,
aduladora
e hiriente,
reparadora,
inquisitiva.
Continuidad
Ser
insignificante, no importa qué tan grande,
la
proeza o la maldad,
el
resultado es ínfimo en comparación con el todo,
y
al mismo tiempo,
nuestra
realidad está definida,
dictada,
por
nimiedades,
minúsculos
acontecimientos que modifican,
percepción
y relación,
con
lo que nos rodea.
Pensar
en esto, productivo.
Conocer
de algo, peligroso.
Confiar
en el conocimiento, delicado.
Saber
que todo es variable e irrepetible, ideal.
Nuestra
avaricia nos condena,
nuestro
ego nos ciega.
Hablar
de percepción,
cambiar
las formas,
toda
percepción es pasado.
Evolución.
Y
las costumbres que nos carcomen,
y
nos pesan,
y
nos gastan,
costumbres
enemigas,
peso
innecesario que acarreamos,
peso
que no existe,
nos
olvidamos del sol y otras estrellas,
nos
encerramos en las fechas y manijas,
en
el encierro que dan los números,
60,
60, 1, 24, 7, 30, 31, 365.
Marcas
determinadas,
(sí,
se sabe, el número no es el objeto)
tanta
presión es abrumadora,
ahora
es cotidiana,
necesaria,
saber
cuándo empieza, cuándo termina.
Ahora, ¿lo tienen que abarcar todo?
Ya
están (números) en la raíz misma de la naturaleza,
¿es
necesario que estén entre nosotros?
¿Necesito
contar desde el día que sé tu nombre?
Me
gusta saber cuándo es apropiado cosechar,
no
tanto, cuántas cosechas llevo.
Continuidad
Sombras
y luz,
así
somos,
así
estamos,
perteneciendo,
uno
con el otro,
necesitando,
uno
definiendo al otro.
Comparando,
queriendo
y sin querer,
en
la comparación está el gusto.
¿Y
la realidad?
Formada
por el choque,
por
la exteriorización de los presentes.
Azar,
suerte, lo que queda es esto:
reducir
posibilidad y aumentar probabilidad.
Toda
percepción es pasado.
La
vida cabe en un instante.
Un
espermatozoide,
una
bala.
El
átomo.
Si
(B) bemol.
Sólo
Si.
La
vida cabe en un instante y a veces sobra espacio.
Todo
cabe en la nada,
y
la nada cabe en cualquier parte.
Continuo
movimiento,
aserción,
definitiva,
de
que nada acaba.
Tu
propia vida,
la
muerte de tus padres,
el
nacimiento de tus hijos,
no
hay nombres en la naturaleza,
porque
la palabra muere,
la
raza que se nombra,
evoluciona.
Todo
moviéndose,
mezclado,
entropía,
resultados.
Purezas
comprometidas.
Ineludible
continuidad que determina manera, modo y condiciones de iniciación.
Las garantías de éxito y derrota están dadas sólo por el
adiestramiento mental y las limitaciones, son las impuestas por
dicha instrucción. La libertad es una elección, la capacidad de
decir no. La responsabilidad, la culpa y la deuda, cargas de la
cultura. Tras el telón de textos, religiones, tradiciones y
estereotipos, están las personas.
Un pozo lleno de amor.
Sentir la necesidad de recibir amor y sentir la necesidad de darlo, son sentimientos iguales en su naturaleza, ya que ambos son un potencial que no se está realizando, un propósito que no se está cumpliendo (Ojo con el potencial desperdiciado, porque genera ansiedad, preocupación y miedo). Parece que son dos sentidos opuestos, dar y recibir, pero es una trampa del lenguaje, dar y recibir son términos que pertenecen a un espacio temporal, a una construcción del lenguaje, y en el plano en el que se genera el amor no existen. Así que si sientes que necesitas recibir amor, dalo, y si lo quieres dar, aprende a recibirlo, tus necesidades serán igualmente cubiertas. El amor que se da o se recibe no tiene dueño, parece que si, parece que se lo estás dando a un individuo en particular por algo en particular, o viceversa, pero no, todo el amor va a un gran pozo, un pozo infinito, donde todos estamos conectados, donde todo, está conectado, es la raíz de todo. Somos todos canales al pozo, y el amor cae sobre nosotros como si fuera luz, de una manera constante y firme, lo único que tenemos que hacer es decidir si lo dejamos entrar al pozo o no, si lo detenemos (guardándolo para nosotros) o lo dejamos fluir (dándolo o recibiéndolo). Siempre que lo dejas fluir te atraviesa, llena y va a ese pozo, que nutre y da fuerza a todo, y como todo alimento que nutre, cuanto más haya, mejor. Piensa en el amor como si fuera agua y tu una cañería, si la tapas generas presión, que duele y daña, si la dejas fluir te llena y cumples tu propósito, te sientes útil, pleno. Hay que dejarlo fluir siempre, para que todo crezca con fuerza y belleza.
¿Frío?
- ¿Se puede enamorar uno de alguien por las fotos que toma?
- Pues claro.
- ¿No es frívolo eso?
- Frívolo es enamorarse de un culo, de una teta o de una chota, de la plata o hasta de la religión, pero si te enamoras de sus fotos, de como baila, de como escribe o de hasta como cocina, te estás enamorando de varias partes de esas persona. Te enamoras de sus tiempos, de su criterio, de su personalidad, de su habilidad, de lo que quiere transmitir al mundo y de lo que le quiera dar al otro, son todas excelentes razones para enamorase de alguien.
- Pues esta me encanta.
- Pa lante no ma, quién quita que te esté esperando.
- Pues claro.
- ¿No es frívolo eso?
- Frívolo es enamorarse de un culo, de una teta o de una chota, de la plata o hasta de la religión, pero si te enamoras de sus fotos, de como baila, de como escribe o de hasta como cocina, te estás enamorando de varias partes de esas persona. Te enamoras de sus tiempos, de su criterio, de su personalidad, de su habilidad, de lo que quiere transmitir al mundo y de lo que le quiera dar al otro, son todas excelentes razones para enamorase de alguien.
- Pues esta me encanta.
- Pa lante no ma, quién quita que te esté esperando.
Una historia de amor.
Vio el teléfono, el mensaje de texto decía: "No es
soledad lo que siento, es ansiedad de querer estar contigo".
Así
que dejó lo que estaba haciendo y fue a su lado.
- ¿Qué pasa cuando escribes en la playa?
- ¿Qué pasa cuando escribes en la
playa?
- Pasa que a través de tus sentidos
percibes al mismo tiempo belleza, balance, fuerza. Hay sabor en el
aire, olores de abundancia, el sonido es armonioso y acogedor, tu
cerebro está lleno y satisfecho, no tiene la búsqueda del hambre, y
escribir es tener hambre, entonces es muy poco lo que puedes hacer.
Te aparecen palabras como plenitud, satisfacción, frondosidad,
palabras que por sí mismas son historias y no necesitan desarrollo. En la playa no se escribe
mucho, en la playa se coge, se ama, se camina, se juega, pero es
difícil escribir. Si quieres escribir con el mar lo tienes que ver,
pero no sentir, entonces si, se despierta el deseo, las ganas de
estar ahí, puedes escribir mucho, muchísimo, sobre la belleza
inalcanzable, sobre el amor no correspondido, sobre aguantarse las
ganas de nadar, correr en la arena, extrañar un amor, buscarlo,
escribes viéndolo de lejos o teniéndolo cerca pero no disfrutándolo. En la
playa no se escribe.
1.
El hombre, de vista ya vivido, comenzó
la escena con el comentario,"bien ahí, bancando", llevaba
bombacha y boina de fieltro, alpargatas y camisa de lana. Su
comentario aludiendo al hecho, bastante ridículo para el ojo
capitalista, de tener un puesto de libros abierto en una calle en la que circulan tres personas por hora, en un pueblo bastante desierto. Día
soleado de otoño en el sur, pero no tanto. Al final de la calle se puede ver el mar.
Continuó el hombre, "una vez bajo un ombú el mestizo Silva,
hijo de negro y mulata, me contó cómo aprendió a leer y escribir,
trabajaba en una estación de ferrocarril por el cerro largo, y le
llegaban a la estación de tren, dónde trabajaba, las cajas de
Europa, él las descargaba y las acomodaba en el carro, agarraba un
palito y copiaba en la tierra los dibujos que estaban en la madera, la primera
palabra que aprendió fue Montevideo, el patrón un día lo vio en
esa y le dijo, si quiere aprender le enseñamos en la casa grande, y
le enseñaron, sabía muchas poesías de memoria el mestizo Silva".
El hombre agarra un par de libros y me pregunta precio, le digo y le
anoto que hay descuento para los vecinos, y dice, "Vecino si,
desde siempre, ahora que me fui un tiempo, pero volví, mire yo acá
desde los tiempos del sargento Huelmo, el único milico que
había, sargento Huelmo, salía con el ayudante, a veces, pero estaba
solo, salía a caballo, agarraba peludos por los montes, yo tengo 74,
ni sé hace cuanto de eso, yo era chico, salía hasta pueblo nuevo, a veces hacía noche, mi
primo y yo jugábamos a veces con su caballo". Se da media
vuelta y se va saludando efusivamente. A media cuadra se da la vuelta
y levanta el dedo indice diciendo con fuerza y alegría, "sargento primero decía
él... y levantaba así el dedo, sargento primero".
Movimiento.
esta realidad es lo que queda después
de todas las otras realidades,
y acá todo nace de algo y continúa,
y nada termina,
todo se transforma en algo,
nada se destruye,
el final es un proceso,
lo que queda de la inteligencia
infinita es el movimiento.
El profeta Eugenio Blanco.
En su obra Eugenio Blanco era
Autobiográfico y Futurista.
Su metodología de trabajo era
siempre la misma: se imaginaba a sí mismo y al mundo dentro de diez
o veinte años, y escribía una obra que transcurría durante ese
tiempo. Dotado de una gran imaginación, no eran ni pocas ni comunes
las situaciones en las que imaginaba a su alter ego venidero. Pero
como todo futuro, aunque sea imaginario es una extensión de su base
presente, sus proyecciones tampoco se alejaban tanto de alguna de las
posibilidades que podrían suceder.
Al leer sus textos no era obvio
que fuera él el protagonista, es más, solo un puñado de los pocos
conocedores de su obra, y su amada Alejandra Villanueva, primera
novia y secreta lectora de la obra de Eugenio, podían hacer esta
relación de manera directa.
Con ventas modestas pero firmes
Eugenio se podía mantener en el mercado, y vivir modestamente de la
literatura, sumando trabajos esporádicos como albañil en casas de
conocidos. Eugenio era hábil con las manos. Esta continuidad de
ventas le permitía publicar una novela cada dos o tres años,
publicando su primera a la joven edad de 37 años.
El descubrimiento y el terror se
presentaron a sus 48 años. Eugenio se paralizó una mañana en la
cama, cuando una realización se materializó en sus pensamientos. Se
quedó duro viendo el techo, con los ojos bien abiertos, repasando y
repasando para ver que tan cierta era. Su vida, el último año,
había sido bastante parecida a su primera novela.
Ahí se quedó Eugenio, recordando
su vida y repasando su novela, y cuanto más detalles pensaba, más
similitudes encontraba. ¿Cómo podía ser? ¿Había copiado sus
palabras? ¿Había buscado secretamente vivir lo escrito? No. Las
similitudes no se restringían a sus decisiones, incluían también
las acciones de los otros hacia él, el azar, el clima y hasta alguno
que otro evento político. ¿Cómo no se había dado cuenta mientras
esto sucedía? lo ignoraba.
Algo parecido a la locura lo
invadió cuando a los cincuenta y uno, vivió un año de espanto,
cuando ya, con la experiencia vivida anteriormente y en secreto, se
preparaba a comprobar una intuición.
Se dio cuenta durante ese año que
sus libros eran proféticos, y que su obra lo incluía hasta los 60.
Y aunque es verdad que había reservado algunos pasajes bastante
delicioso en sus libros, no había ahorrado en miserias.
Diez años pasarían para que se
encontrara con la mutilación de su brazo derecho. Unos cinco para un
terrible accidente de auto, su corazón se partiría varias veces y
unas tres veces se encontraría en episodios violentos con otros
hombres.
Eugenio blanco, se tomó un tiempo
para reflexionar he hizo lo que cualquier hombre haría, se preparó
para lo peor, y se preparó, en una novela infantil e ingenua, la vida
más maravillosa que se pudo imaginar. Se llenó de riquezas, amores,
amigos, lujos por doquier y éxito.
Y cuando terminó, y la publicó,
se sentó a esperar, en una silla, en el patio de su casa.
Tan increíble era su historia que
decidió no contarla. Nadie comprendió entonces la felicidad de ese
hombre al perder su brazo derecho, al ser golpeado, al ser dejado por
la mujer de sus sueños...
La educación del pequeño hombre.
Publicada originalmente junio 23, 2015.
El pequeño hombre encontraba que estar en su cabeza acompañado de un libro, era el mejor estado posible. Por algunos periodos era la música la compañera designada, pero el destino parecía conspirar en contra de esto, uno tras otro le robaban el dispositivo de turno, le robaron el walkman, el discman y el ipod, nunca le robaron un libro. Cualquier excusa era valida para realizar este estado de encuentro consigo mismo, porque lejos de hallarse alejado de la realidad, se encontraba mejor acompañado en esta.
Desde afuera podría parecer que el pequeño hombre no tenía nada para hacer, que perdía su tiempo en una espera sin sentido, en viajes ridículamente largos, quién toma dos autobuses cuando puede tomar uno. Esperaba a sus amigos mientras hacían sus trámites, esperaba a su novia mientras estaba en clase, esperaba a su madre mientras estaba en el médico. Una espera afuera era una vacación adentro. Su cabeza y las lecturas.
Así el pequeño hombre pasa su tiempo en Buenos Aires, moviéndose y esperando, en las plazas, en el micro, en el subte, en el tren, yendo y viniendo, esperando, creando paréntesis que le permitan escapar. Y como se aclaró antes no era que le molestara la realidad, al contrario, siempre se sintió maravillado por ella, jamás se iba a cansar de admirar algo de color, formas, ángulos, estructuras gigantes y pesadas, mecánicas, le encantaba la realidad, demasiado tal vez, y por eso se automedicaba con libros.
Estar es a veces demasiado intenso, procesarlo y disfrutarlo podía llegar a ser abrumador.
Nuestro pequeño los veía a los otros y se preguntaba, "les pasará igual". Sabe que les pasa a los que sufren, a los que se suicidan, a los que necesitan escapar de una manera mucho más fuerte, mucho más lejos, y los otros, los que aguantan, "será que no lo ven o será que son más fuertes, pero quién sabe, nunca conoceré a alguien lo suficiente como para saber algo real sobre ellos, conoceré datos de su existencia, pero no realidades de su verdad, o tal vez si", nuestro pequeño hombre sabe dudar de todos sus pensamientos.
El control de lo que está haciendo y la nada de la espera, mantienen con vida a nuestro pequeño hombre, le permite una descompresión. Presión. Tanto pesa. Ser ya es mucho, mantenerse todos los días, mirar, conseguir alimento, tratar con los otros. El orden de las cosas genera peso, hay reglas preestablecidas, reglas que hay que aprender, métodos que hay que manejar, industrias que hay que mantener, carreras que hay que ganar, padres que hay complacer, notas a las que hay que llegar, y por sobre todas las cosas el futuro. Nuestro pequeño hombre no puede con el futuro, en su cabeza el futuro es absolutamente irreal, en él siempre está haciendo algo que es absolutamente imposible que pase, está comiendo con estrellas de cine, está manejando los autos más caros del planeta, está viviendo en el medio del bosque, está atravesando el atlántico en solitario, está atravesando Africa en moto, está volando en un biplano por el mundo, está construyendo su casa, está hablando con Dios, está aprendiendo catorce idiomas, está peleando con ametralladoras y vestido de negro contra las grandes corporaciones, su futuro no es posible, no puede serlo, es ilógico, es imposible, así que todo su pasado, su programación, su educación, parecen no tener ningún sentido para él, es presión, nada más, es peso, "tal vez no, tal vez si", no lo sabe, no lo puede saber, "quién sabe que depara el futuro, lo puedes planear, dejar el menor espacio posible para el azar, pero entonces, si algo pasa, puedes estar preparado", demasiadas preguntas, demasiadas cosas para el que presta atención, para el que encuentra sabor en todo, para el que no deja pasar la belleza, es necesario crear una situación controlable, es necesario agarrase de manos con la música, con los libros, eso que enmarca todo lo que es pero no es visible, y quiere ser todo pero no puede, porque es aquello que empuja, marca y regula, pero no puede ser administrado.
Nuestro pequeño hombre viaja en subte leyendo. Viaja en autobús leyendo. Espera en los cafés. Espera en las plazas. Lee. Baja el libro, sube la mirada, escucha lo que le rodea, mira el mundo, agradece ser parte de él, de la grandeza y la perfección que se desparrama sobre todo, vuelve su mirada al libro y continua leyendo.
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El Universo se experimenta a través de ti, el agua es perfecta, pero no sabe lo que es mojado, el sol brilla, pero no sabe lo que es luz...
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Quien no los conozca, que lo haga. Màs que necesario, placentero. Y si se quiere, y se disfruta y se conoce, algo de poesia, con una simple ...
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Huimos de la incertidumbre, pensamos en reglas en planes, en cálculos y trayectorias, de todo solo tenemos posibilidades. Acciones que marca...