Jung y Mad Men.




Este es el final de Mad Men. Cuando Jung y Whilem trabajaban el libros como "El secreto de la flor de Oro " o la traducción del "I ching", ambos notaron el enorme problema que podía ser para las psiques de occidente copiar métodos y maneras de oriente. Jung advertía que lejos de curar o sanar aquellos comportamientos que nos dañan el yoga y la meditación podrían potenciarlos o esconderlos, ya que nos harían sentir cómodos con ellos, aprenderíamos a vivir con ellos, en vez de lidiarlos y enfrentarlos. Precisamente son eso, técnicas de relajación y convivencia con el medio que nos rodea. Ellos entendían que eran métodos para lugares sanos, con comunidades que los desarrollaron a través de años en sistema no capitalistas, y con características sociales específicas. Veían que un ejecutivo estresado por tener que tomar decisiones que arruinan el planeta podría tomar una hora de yoga al día, y en vez de cambiar sus desiciones, tendría ahora la mente clara para hacer que sus decisiones fueran todavía más efectivas. Un general en guerra con la meditación podría derrotar más fácil a su enemigo, no conseguir hacer la paz con él.
Un ejemplo concreto fuera de la ficción lo vemos en el comediante Jerry Seinfeld, que decía que la única manera con la que podía llevar a cabo, lo que es probablemente el mejor show televisivo de la historia, era gracias a las meditaciones que hacía durante el día, así la meditación no cambiaba la actividad que realizaba lo mejoraba en ella. Otro es Steve Jobs, que meditaba y se alimentaba con comida orgánica, y sin embargo el iphone generaba trabajo esclavo.
Lo único que genera un cambio es un deseo profundo y honesto de cambiar, acompañado de una renuncia absoluta al modelo conocido, el resto son solo herramientas.



¿Por qué amarse a uno mismo es indispensable para amar a los demás?

Porque el amor es claridad, algo que no tiene segundas intenciones, intereses o agendas.
Cuanta más claridad hay, más amor se puede dar.
Para ser claro hay que confiar, para confiar no hay que tener miedo.
Quien tiene miedo no puede amar.
No puedes ser claro con los demás si no te conoces.
Cuanto más te conoces, más claro puedes ser.
Conocerte significa confiar en ti mismo.
Para confiar en ti mismo, no puedes tenerte miedo.
Para no tenerte miedo, te tienes que amar.
Cuanto más te amas, más claridad consigues. 
Todo es un camino de ida y vuelta.
Transitas la ida para darlo de vuelta.
Dejas de tenerte miedo y empiezas a amarte, te empiezas a conocer, eres claro contigo mismo, te amas para dar amor, que es claridad, demostrado con confianza, gracias a la ausencia de miedo.

Una canción.


Ella me pidió que le tocara algo, y claro, por qué no, era excelente compañía, la charla durante la comida había sido fluida, el sexo libre, ahora estábamos tirados hablando de música y ella quería escuchar como tocaba, si claro, por qué no. Armé el instrumento que todavía estaba guardado de la noche anterior, tudel, boquilla, la caña todavía nueva. Le pregunté si quería escuchar algo en particular y me dijo que le daba lo mismo, que no sabía. Agarré mi carpeta de partituras, siempre gigante y desordenada, es muy difícil tener las partituras ordenadas, por lo menos para mí, siempre están sueltas, mezcladas, se pierden entre ellas, abrí al azar la carpeta y saltó como una bofetada, un salto en agua fría o ambos al mismo tiempo, la canción de ella. Hace meses, tal vez hasta un año que no veía esa canción. La única canción que escribí completa, y la hice para ella, y ahora saltaba, con otra mujer desnuda en mi cama pidiéndome que tocara algo, y toda la información se me descargó de golpe. Ella no tenía copia de la canción, nunca me la pidió por escrito, nunca me pidió que la grabara, nunca me pidió que la tocara. Sostuve por un segundo la partitura y pensé en lo mucho que me costó escribirla, pensarla, trabajarla, las horas que pasé con mi profesor perfeccionando los tiempos, encontrando las notas, cuando la terminé el tiempo que pasé corrigiéndola, interpretando los movimientos de ella, su manera de ser, viendo si le había hecho justicia con lo que había escrito, con las notas que había escogido. Sostenía la única copia en mi mano, fue un regalo que di y quedó en la nada misma. Comprendí el nivel de amor que tenía que tener hacía una persona para hacer ese trabajo, me alegré de haberlo hecho. Puse la hoja de nuevo en el desorden y encontré algún standard que serviría para la ocasión. La toqué y después hice un poco lo mío, desorden, ambas cosas fueron bien recibidas. Dejé el instrumento y volví a la cama, abracé el cuerpo caliente, maravilloso, infinito, y supe que no la volvería ver.

Borges y Shoshani.

Borges, shoshani, kafka, kabbalah, aleph, shejiná, sephirot

Siempre que como pizza con roquefort me acuerdo de la historia que me contó un Mozo retirado (tengo que confesar que me costó esta frase, ya que no sabía si poner mozo o ex mozo ¿Un mozo sigue siendo mozo después de que se retira? ¿Queda definida su personalidad, como la de un doctor, un atleta o un asesino? no lo sé) bastante avejentado, mientras le ofrecía una copia de mi novela en una plaza de Montevideo (no recuerdo la plaza, no conozco bien Montevideo, es una ciudad que me da cierta sensación de seguridad y cuando voy me gusta entregarme a ella, así que me gusta deambular, no me importa saber en qué calle estoy, por dónde voy o en qué plaza estoy ofreciendo mi novela). Mirando mi libro me contó que su relación con la literatura era extraña, que en su más temprana juventud trabajaba en un café de la ciudad vieja, y "un día cualquiera de verano" (así me lo dijo él, "un día cualquiera") entró en el establecimiento Jorge Luis Borges, que aunque sudoroso, portaba traje y corbata, y se sentó en una mesa apartada, cuando le fue a levantar (dijo levantar por anotar, para mi levantar es una vez terminada la consumición pero el utilizó esta terminología y se la respeto) el pedido, dijo que estaba esperando a alguien, y prefería esperar con la mesa vacía (pregunté si esa era la palabra que había utilizado, y me dijo que sí, Borges había dicho la mesa vacía).

A los pocos minutos entró un hombre que bien parecía de la calle (un clotchard o lingera, fueron las palabras que utilizó el Mozo), el hombre se paró en el umbral y a pesar de su aspecto, parecía un rey, "con un aura agraciada". El hombre reconoció a Borges, hizo un gesto con la mano y fue a su encuentro, el mozo que no estaba muy lejos oyó que lo saludaba, Borges a él "Gracias por venir maestro".

El Mozo me dijo que cuando llevó la orden a la mesa escuchó palabras que no conocía, como shejiná, sephirot y klipah, y se lo comentó a su jefe, que estaba detrás de la barra haciendo los pedidos, y éste le respondió que en un bar se escucha de todo, y que lo mejor es no prestar atención, que hay que fijarse en las historias que entretienen, pero que si no es mejor dejarlo, demasiada información puede volver loco a un hombre. Le pregunté al ex mozo que cómo recordaba tan bien ese día y esas palabras, y me dijo "la memoria es mujer, las mujeres planean, quién sabe". Y con eso el Mozo me hizo saber que nuestro encuentro había culminado, que algo había interrumpido y el necesitaba continuar. Me devolvió el libro con cariño y me dijo, "todo sigue siendo extraño".

Continué ofreciendo libros un rato más, algo vendí. Antes de ir al hotel me compré una pizza con roquefort. Cuando entré en la habitación puse el canal Sony mientras comía, y cuando terminé llené la bañera, saqué la copia del Aleph que había comprado dos días atrás en una mesa de saldos, y leí dos cuentos sumergido en agua caliente. Ya era noche cuando me acosté en la cama, pensé en las veces en las que vendía libros en la calle y comía fideos, me comí dos pedazos que habían quedado de pizza y me acosté agotado.

Gravedad.

 Para los Kula Lumaya, la gravedad y el amor eran la misma cosa, es más, eran la misma palabra.

Biblioteca

     Juan Alberto Santamarina se preguntaba, con el libro en las manos, parado en esa hermosa librería, mediana y abarrotada, si debía comprarlo o no. Se preguntaba, porque aunque le encantaban los libros y gastar dinero en ellos nunca le importó, ya eran varias las bibliotecas que, por diferentes motivos, había tenido que dejar olvidadas. Libros leídos, libros por leer, nuevos y usados, títulos raros y comunes. Los compraba, los ordenaba con esmero, y después tenía que despedirse de ellos.
     Superficialmente, se decía que ese ejercicio de renuncia a algo con lo que había tenido tanta relación, lo hacía más fuerte. En el fondo, le dolía y los extrañaba. Ella, en su casa, dónde él había dejado parte de su ultima biblioteca al salir solo con lo puesto cuando ella ratifico su decisión de separarse de él, le dijo un día muy sabiamente: "Una reconciliación de ambos sentimientos es lo adecuado, reconocer la falta y avanzar con fuerza, continuar el movimiento". 
     Y mientras pensaba esto con el libro en las manos, entre ojeando y meditando se encontró en él con esto:

" Tengo que dar, pero yo no existo.
   Tengo que dejar fluir, sin hacer.
   Tengo que buscar, dejando que me encuentren.
   Es ir y venir.
   Es ser ola, que se forma con el agua que va por arriba y la que vuelve por abajo. "

     Por supuesto, compró el libro.  

Capítulo perdido de "Vuelta de campana" .

Este capítulo, junto con otros dos, fue eliminado en la edición final de Vuelta de campana. La novela con todos los capítulos se titulaba "Nodo".  

Título: El Absoluto.
Por: Samuel O'Hare.
Traducción: Héctor Baptista.
Terminado: Boston, 26 de Noviembre, 1976.

Estoy en el espacio y espero en el tiempo.

Continuidad

El tiempo pasará,
mientras corre y se esconde
bajo los poros y por los recuerdos.
Atento,
expectante,
ávido de atención,
pendenciero si se encuentra en el olvido.
El tiempo,
horas imaginarias,
presión de un final,
certero y,
aunque lo sepamos, sorpresivo.

El espacio permanecerá,
en la mente de los que se quedan y en la historia de los que se fueron.
en la visión constante y en la estacionaria (léase papel).
Fijo,
manipulable,
orgulloso medio de sonido,
sabiéndose necesitado y poderoso.
El espacio,
yardas relativas,
crees,
que cuanto más, mejor.

El tiempo y el espacio,
unidades engañosas
contundentes en su posición de vitalidad,
rivales si se encuentran en desbalance
(posible y frecuente)
Resultado de su relación:
velocidad.

La espera:
tiempo domesticado,
capacidad de contener,
ansia, expectativa y deseo.
Eterna:
significa no decidir,
nada nuevo se hace,
antihumano y cruel.
Inexistente:
es un continuo empezar,
no hay progreso,
insalubre y mefítico.
Oportuna:
síntoma de bienestar,
mejora en un nuevo hacer.
Paciencia.

Movimiento

Esto. Las palabras, como el tiempo mismo, encuentran su sentido en el proceso, la lo pasado determina a la lo que viene.

Recordamos fracciones y vivimos continuidad,
en la repetición está el pasado, en volverlo a vivir, en recordar.

Líneas de tiempo y puntos en el espacio,
múltiples planos.

Evolución

Necesidad, continua,
de acción.
Movimiento, constante,
de energía.
Ciclo fabuloso que castiga el detenerse.

Resulta curiosa la dualidad del humano,
compartida con la luz,
ésta onda y partícula,
nosotros mente y materia.

Movimiento

Múltiples planos.
Millones al mismo tiempo.
Billones,
cada vida una realidad.
La información de una sola,
procesamos,
en ella vivimos.

Imágenes,
sesión aleatoria, intermitente,
posibilidad y confianza.
Imágenes,
a veces,
se quedan por su singularidad,
se quieren copiar,
se desean guardar,
modificar un tanto en su esencia, pero igual atesorar,
algo pasa y se quiere tener:
mismo resultado con pintura,
esencia con madera,
amplitud con palabras.
Imágenes que pasan.

Nuestra avaricia nos condena,
nuestro ego nos ciega.

Sonidos,
irrigación interna,
satisfacción instantánea.
Sonidos
a veces,
se quedan por su singularidad,
se quieren reproducir,
se desean mejorar,
crear a partir de un algo, atesorar,
pasa y se quieren hacer:
con un instrumento,
con la voz,
con tecnología.
Sonidos que guían el ánimo.

Nuestra avaricia nos condena,
nuestro ego nos ciega.

Retórica,
modificadora de realidad,
aduladora e hiriente,
reparadora,
inquisitiva.

Continuidad

Ser insignificante, no importa qué tan grande,
la proeza o la maldad,
el resultado es ínfimo en comparación con el todo,
y al mismo tiempo,
nuestra realidad está definida,
dictada,
por nimiedades,
minúsculos acontecimientos que modifican,
percepción y relación,
con lo que nos rodea.

Pensar en esto, productivo.
Conocer de algo, peligroso.
Confiar en el conocimiento, delicado.
Saber que todo es variable e irrepetible, ideal.

Nuestra avaricia nos condena,
nuestro ego nos ciega.

Hablar de percepción,
cambiar las formas,
toda percepción es pasado.

Evolución.

Y las costumbres que nos carcomen,
y nos pesan,
y nos gastan,
costumbres enemigas,
peso innecesario que acarreamos,
peso que no existe,
nos olvidamos del sol y otras estrellas,
nos encerramos en las fechas y manijas,
en el encierro que dan los números,
60, 60, 1, 24, 7, 30, 31, 365.
Marcas determinadas,
(sí, se sabe, el número no es el objeto)
tanta presión es abrumadora,
ahora es cotidiana,
necesaria,
saber cuándo empieza, cuándo termina.
Ahora, ¿lo tienen que abarcar todo?
Ya están (números) en la raíz misma de la naturaleza,
¿es necesario que estén entre nosotros?
¿Necesito contar desde el día que sé tu nombre?
Me gusta saber cuándo es apropiado cosechar,
no tanto, cuántas cosechas llevo.
Continuidad

Sombras y luz,
así somos,
así estamos,
perteneciendo,
uno con el otro,
necesitando,
uno definiendo al otro.
Comparando,
queriendo y sin querer,
en la comparación está el gusto.

¿Y la realidad?
Formada por el choque,
por la exteriorización de los presentes.
Azar, suerte, lo que queda es esto:
reducir posibilidad y aumentar probabilidad.

Toda percepción es pasado.

La vida cabe en un instante.
Un espermatozoide,
una bala.
El átomo.
Si (B) bemol.
Sólo Si.
La vida cabe en un instante y a veces sobra espacio.
Todo cabe en la nada,
y la nada cabe en cualquier parte.

Continuo movimiento,
aserción,
definitiva,
de que nada acaba.
Tu propia vida,
la muerte de tus padres,
el nacimiento de tus hijos,
no hay nombres en la naturaleza,
porque la palabra muere,
la raza que se nombra,
evoluciona.

Todo moviéndose,
mezclado,
entropía,
resultados.

Purezas comprometidas.


Ineludible continuidad que determina manera, modo y condiciones de iniciación. Las garantías de éxito y derrota están dadas sólo por el adiestramiento mental y las limitaciones, son las impuestas por dicha instrucción. La libertad es una elección, la capacidad de decir no. La responsabilidad, la culpa y la deuda, cargas de la cultura. Tras el telón de textos, religiones, tradiciones y estereotipos, están las personas.    

Un pozo lleno de amor.

Sentir la necesidad de recibir amor y sentir la necesidad de darlo, son sentimientos iguales en su naturaleza, ya que ambos son un potencial que no se está realizando, un propósito que no se está cumpliendo (Ojo con el potencial desperdiciado, porque genera ansiedad, preocupación y miedo). Parece que son dos sentidos opuestos, dar y recibir, pero es una trampa del lenguaje, dar y recibir son términos que pertenecen a un espacio temporal, a una construcción del lenguaje, y en el plano en el que se genera el amor no existen. Así que si sientes que necesitas recibir amor, dalo, y si lo quieres dar, aprende a recibirlo, tus necesidades serán igualmente cubiertas. El amor que se da o se recibe no tiene dueño, parece que si, parece que se lo estás dando a un individuo en particular por algo en particular, o viceversa, pero no, todo el amor va a un gran pozo, un pozo infinito, donde todos estamos conectados, donde todo, está conectado, es la raíz de todo. Somos todos canales al pozo, y el amor cae sobre nosotros como si fuera luz, de una manera constante y firme, lo único que tenemos que hacer es decidir si lo dejamos entrar al pozo o no, si lo detenemos (guardándolo para nosotros) o lo dejamos fluir (dándolo o recibiéndolo). Siempre que lo dejas fluir te atraviesa, llena y va a ese pozo, que nutre y da fuerza a todo, y como todo alimento que nutre, cuanto más haya, mejor. Piensa en el amor como si fuera agua y tu una cañería, si la tapas generas presión, que duele y daña, si la dejas fluir te llena y cumples tu propósito, te sientes útil, pleno. Hay que dejarlo fluir siempre, para que todo crezca con fuerza y belleza.

¿Frío?

- ¿Se puede enamorar uno de alguien por las fotos que toma? 
- Pues claro. 
- ¿No es frívolo eso? 
- Frívolo es enamorarse de un culo, de una teta o de una chota, de la plata o hasta de la religión, pero si te enamoras de sus fotos, de como baila, de como escribe o de hasta como cocina, te estás enamorando de varias partes de esas persona. Te enamoras de sus tiempos, de su criterio, de su personalidad, de su habilidad, de lo que quiere transmitir al mundo y de lo que le quiera dar al otro, son todas excelentes razones para enamorase de alguien. 
- Pues esta me encanta. 
- Pa lante no ma, quién quita que te esté esperando.  

Una historia de amor.

     Vio el teléfono, el mensaje de texto decía: "No es soledad lo que siento, es ansiedad de querer estar contigo". 
     Así que dejó lo que estaba haciendo y fue a su lado.   

- ¿Qué pasa cuando escribes en la playa?

- ¿Qué pasa cuando escribes en la playa?

- Pasa que a través de tus sentidos percibes al mismo tiempo belleza, balance, fuerza. Hay sabor en el aire, olores de abundancia, el sonido es armonioso y acogedor, tu cerebro está lleno y satisfecho, no tiene la búsqueda del hambre, y escribir es tener hambre, entonces es muy poco lo que puedes hacer. Te aparecen palabras como plenitud, satisfacción, frondosidad, palabras que por sí mismas son historias y no necesitan desarrollo. En la playa no se escribe mucho, en la playa se coge, se ama, se camina, se juega, pero es difícil escribir. Si quieres escribir con el mar lo tienes que ver, pero no sentir, entonces si, se despierta el deseo, las ganas de estar ahí, puedes escribir mucho, muchísimo, sobre la belleza inalcanzable, sobre el amor no correspondido, sobre aguantarse las ganas de nadar, correr en la arena, extrañar un amor, buscarlo, escribes viéndolo de lejos o teniéndolo cerca pero no disfrutándolo. En la playa no se escribe.  

1.


     El hombre, de vista ya vivido, comenzó la escena con el comentario,"bien ahí, bancando", llevaba bombacha y boina de fieltro, alpargatas y camisa de lana. Su comentario aludiendo al hecho, bastante ridículo para el ojo capitalista, de tener un puesto de libros abierto en una calle en la que circulan tres personas por hora, en un pueblo bastante desierto. Día soleado de otoño en el sur, pero no tanto. Al final de la calle se puede ver el mar. Continuó el hombre, "una vez bajo un ombú el mestizo Silva, hijo de negro y mulata, me contó cómo aprendió a leer y escribir, trabajaba en una estación de ferrocarril por el cerro largo, y le llegaban a la estación de tren, dónde trabajaba, las cajas de Europa, él las descargaba y las acomodaba en el carro, agarraba un palito y copiaba en la tierra los dibujos que estaban en la madera, la primera palabra que aprendió fue Montevideo, el patrón un día lo vio en esa y le dijo, si quiere aprender le enseñamos en la casa grande, y le enseñaron, sabía muchas poesías de memoria el mestizo Silva". El hombre agarra un par de libros y me pregunta precio, le digo y le anoto que hay descuento para los vecinos, y dice, "Vecino si, desde siempre, ahora que me fui un tiempo, pero volví, mire yo acá desde los tiempos del sargento Huelmo, el único milico que había, sargento Huelmo, salía con el ayudante, a veces, pero estaba solo, salía a caballo, agarraba peludos por los montes, yo tengo 74, ni sé hace cuanto de eso, yo era chico, salía hasta pueblo nuevo, a veces hacía noche, mi primo y yo jugábamos a veces con su caballo". Se da media vuelta y se va saludando efusivamente. A media cuadra se da la vuelta y levanta el dedo indice diciendo con fuerza y alegría, "sargento primero decía él... y levantaba así el dedo, sargento primero".   

Movimiento.

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Este mundo es el final de todos los mundos,
esta realidad es lo que queda después de todas las otras realidades,
y acá todo nace de algo y continúa,
y nada termina,
todo se transforma en algo,
nada se destruye,
el final es un proceso,
lo que queda de la inteligencia infinita es el movimiento.

El profeta Eugenio Blanco.

     En su obra Eugenio Blanco era Autobiográfico y Futurista.
     Su metodología de trabajo era siempre la misma: se imaginaba a sí mismo y al mundo dentro de diez o veinte años, y escribía una obra que transcurría durante ese tiempo. Dotado de una gran imaginación, no eran ni pocas ni comunes las situaciones en las que imaginaba a su alter ego venidero. Pero como todo futuro, aunque sea imaginario es una extensión de su base presente, sus proyecciones tampoco se alejaban tanto de alguna de las posibilidades que podrían suceder.
     Al leer sus textos no era obvio que fuera él el protagonista, es más, solo un puñado de los pocos conocedores de su obra, y su amada Alejandra Villanueva, primera novia y secreta lectora de la obra de Eugenio, podían hacer esta relación de manera directa.
     Con ventas modestas pero firmes Eugenio se podía mantener en el mercado, y vivir modestamente de la literatura, sumando trabajos esporádicos como albañil en casas de conocidos. Eugenio era hábil con las manos. Esta continuidad de ventas le permitía publicar una novela cada dos o tres años, publicando su primera a la joven edad de 37 años.
      El descubrimiento y el terror se presentaron a sus 48 años. Eugenio se paralizó una mañana en la cama, cuando una realización se materializó en sus pensamientos. Se quedó duro viendo el techo, con los ojos bien abiertos, repasando y repasando para ver que tan cierta era. Su vida, el último año, había sido bastante parecida a su primera novela.
     Ahí se quedó Eugenio, recordando su vida y repasando su novela, y cuanto más detalles pensaba, más similitudes encontraba. ¿Cómo podía ser? ¿Había copiado sus palabras? ¿Había buscado secretamente vivir lo escrito? No. Las similitudes no se restringían a sus decisiones, incluían también las acciones de los otros hacia él, el azar, el clima y hasta alguno que otro evento político. ¿Cómo no se había dado cuenta mientras esto sucedía? lo ignoraba.
     Algo parecido a la locura lo invadió cuando a los cincuenta y uno, vivió un año de espanto, cuando ya, con la experiencia vivida anteriormente y en secreto, se preparaba a comprobar una intuición.
     Se dio cuenta durante ese año que sus libros eran proféticos, y que su obra lo incluía hasta los 60. Y aunque es verdad que había reservado algunos pasajes bastante delicioso en sus libros, no había ahorrado en miserias.
     Diez años pasarían para que se encontrara con la mutilación de su brazo derecho. Unos cinco para un terrible accidente de auto, su corazón se partiría varias veces y unas tres veces se encontraría en episodios violentos con otros hombres.
     Eugenio blanco, se tomó un tiempo para reflexionar he hizo lo que cualquier hombre haría, se preparó para lo peor, y se preparó, en una novela infantil e ingenua, la vida más maravillosa que se pudo imaginar. Se llenó de riquezas, amores, amigos, lujos por doquier y éxito.
     Y cuando terminó, y la publicó, se sentó a esperar, en una silla, en el patio de su casa.
     Tan increíble era su historia que decidió no contarla. Nadie comprendió entonces la felicidad de ese hombre al perder su brazo derecho, al ser golpeado, al ser dejado por la mujer de sus sueños...

La educación del pequeño hombre.

Publicada originalmente junio 23, 2015. 

     El pequeño hombre encontraba que estar en su cabeza acompañado de un libro, era el mejor estado posible. Por algunos periodos era la música la compañera designada, pero el destino parecía conspirar en contra de esto, uno tras otro le robaban el dispositivo de turno, le robaron el walkman, el discman y el ipod, nunca le robaron un libro. Cualquier excusa era valida para realizar este estado de encuentro consigo mismo, porque lejos de hallarse alejado de la realidad, se encontraba mejor acompañado en esta.
     Desde afuera podría parecer que el pequeño hombre no tenía nada para hacer, que perdía su tiempo en una espera sin sentido, en viajes ridículamente largos, quién toma dos autobuses cuando puede tomar uno. Esperaba a sus amigos mientras hacían sus trámites, esperaba a su novia mientras estaba en clase, esperaba a su madre mientras estaba en el médico. Una espera afuera era una vacación adentro. Su cabeza y las lecturas.
     Así el pequeño hombre pasa su tiempo en Buenos Aires, moviéndose y esperando, en las plazas, en el micro, en el subte, en el tren, yendo y viniendo, esperando, creando paréntesis que le permitan escapar. Y como se aclaró antes no era que le molestara la realidad, al contrario, siempre se sintió maravillado por ella, jamás se iba a cansar de admirar algo de color, formas, ángulos, estructuras gigantes y pesadas, mecánicas, le encantaba la realidad, demasiado tal vez, y por eso se automedicaba con libros.
     Estar es a veces demasiado intenso, procesarlo y disfrutarlo podía llegar a ser abrumador.
     Nuestro pequeño los veía a los otros y se preguntaba, "les pasará igual". Sabe que les pasa a los que sufren, a los que se suicidan, a los que necesitan escapar de una manera mucho más fuerte, mucho más lejos, y los otros, los que aguantan, "será que no lo ven o será que son más fuertes, pero quién sabe, nunca conoceré a alguien lo suficiente como para saber algo real sobre ellos, conoceré datos de su existencia, pero no realidades de su verdad, o tal vez si", nuestro pequeño hombre sabe dudar de todos sus pensamientos.
     El control de lo que está haciendo y la nada de la espera, mantienen con vida a nuestro pequeño hombre, le permite una descompresión. Presión. Tanto pesa. Ser ya es mucho, mantenerse todos los días, mirar, conseguir alimento, tratar con los otros. El orden de las cosas genera peso, hay reglas preestablecidas, reglas que hay que aprender, métodos que hay que manejar, industrias que hay que mantener, carreras que hay que ganar, padres que hay complacer, notas a las que hay que llegar, y por sobre todas las cosas el futuro. Nuestro pequeño hombre no puede con el futuro, en su cabeza el futuro es absolutamente irreal, en él siempre está haciendo algo que es absolutamente imposible que pase, está comiendo con estrellas de cine, está manejando los autos más caros del planeta, está viviendo en el medio del bosque, está atravesando el atlántico en solitario, está atravesando Africa en moto, está volando en un biplano por el mundo, está construyendo su casa, está hablando con Dios, está aprendiendo catorce idiomas, está peleando con ametralladoras y vestido de negro contra las grandes corporaciones, su futuro no es posible, no puede serlo, es ilógico, es imposible, así que todo su pasado, su programación, su educación, parecen no tener ningún sentido para él, es presión, nada más, es peso, "tal vez no, tal vez si", no lo sabe, no lo puede saber, "quién sabe que depara el futuro, lo puedes planear, dejar el menor espacio posible para el azar, pero entonces, si algo pasa, puedes estar preparado", demasiadas preguntas, demasiadas cosas para el que presta atención, para el que encuentra sabor en todo, para el que no deja pasar la belleza, es necesario crear una situación controlable, es necesario agarrase de manos con la música, con los libros, eso que enmarca todo lo que es pero no es visible, y quiere ser todo pero no puede, porque es aquello que empuja, marca y regula, pero no puede ser administrado.
     Nuestro pequeño hombre viaja en subte leyendo. Viaja en autobús leyendo. Espera en los cafés. Espera en las plazas. Lee. Baja el libro, sube la mirada, escucha lo que le rodea, mira el mundo, agradece ser parte de él, de la grandeza y la perfección que se desparrama sobre todo, vuelve su mirada al libro y continua leyendo.

Mi hamaca espacial.

Descubrí que mi hamaca tiene una función que me permite viajar al espacio. No es joda, la descubrí en el momento justo, estaba a punto de sentir una pesadez inconmensurable, algo muy parecido a la tristeza, cuando todo lo contrario comenzó a ocurrir. La hamaca de apoco se fue alivianando y los bordes de la misma me encerraron tal oruga en formación de crisálida. Sentí como se salía de los ganchos, y de apoco seguía elevándose. Lejos de sentir pánico, me cubrió la emoción que antecede el viaje a un lugar conocido, seguro y agradable. Escuché afuera las copas de los árboles, estaba ya a una altura considerable, cuando de repente dio un jalón magistral y me sentí viajando a mucha velocidad, lo sentía en el estómago, en las extremidades, en la cabeza solo por un segundo ya que nunca me faltó el oxigeno, y de repente percibí el cambio de luz, afuera oscurecía. Ya jugado me atreví a abrir mi coraza de tela y vi, sorprendido, las estrellas, al notar que podía respirar asomé la cabeza y vi a un costado, podía ver nubes desde arriba y abajo el mar, volví a encerrarme con un poco de pánico. Continuaba el ascenso. De apoco noté una reducción en la velocidad, ignoro cuanto tiempo había pasado ya que la novedad no permite la medición correcta del tiempo. De pronto, flotaba dentro de la hamaca, ella mantenía cierta forma de banana, pero mi cuerpo no ejercía presión en ella en ningún lado. Abrí mi nave y observé, la tierra, el espacio, el sol, y sentí el ruido, la canción, el sonido del espacio, sentí una paz absoluta. Podría decir que ese momento duró años, pero de nuevo lo ignoro. Cuando tuve suficiente supe lo que tenía que hacer, simplemente me encerré y dije con mi corazón "he tenido suficiente", entonces, el viaje se reprodujo a la inversa, el vértigo, la desaceleración el cambio de luz, la copa de los árboles y el leve descenso a su posición original. Aprendí a activarla y desactivarla a gusto. Que delicia ir al espacio en mi hamaca intergaláctica.

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...