Un pozo lleno de amor.
Sentir la necesidad de recibir amor y sentir la necesidad de darlo, son sentimientos iguales en su naturaleza, ya que ambos son un potencial que no se está realizando, un propósito que no se está cumpliendo (Ojo con el potencial desperdiciado, porque genera ansiedad, preocupación y miedo). Parece que son dos sentidos opuestos, dar y recibir, pero es una trampa del lenguaje, dar y recibir son términos que pertenecen a un espacio temporal, a una construcción del lenguaje, y en el plano en el que se genera el amor no existen. Así que si sientes que necesitas recibir amor, dalo, y si lo quieres dar, aprende a recibirlo, tus necesidades serán igualmente cubiertas. El amor que se da o se recibe no tiene dueño, parece que si, parece que se lo estás dando a un individuo en particular por algo en particular, o viceversa, pero no, todo el amor va a un gran pozo, un pozo infinito, donde todos estamos conectados, donde todo, está conectado, es la raíz de todo. Somos todos canales al pozo, y el amor cae sobre nosotros como si fuera luz, de una manera constante y firme, lo único que tenemos que hacer es decidir si lo dejamos entrar al pozo o no, si lo detenemos (guardándolo para nosotros) o lo dejamos fluir (dándolo o recibiéndolo). Siempre que lo dejas fluir te atraviesa, llena y va a ese pozo, que nutre y da fuerza a todo, y como todo alimento que nutre, cuanto más haya, mejor. Piensa en el amor como si fuera agua y tu una cañería, si la tapas generas presión, que duele y daña, si la dejas fluir te llena y cumples tu propósito, te sientes útil, pleno. Hay que dejarlo fluir siempre, para que todo crezca con fuerza y belleza.
¿Frío?
- ¿Se puede enamorar uno de alguien por las fotos que toma?
- Pues claro.
- ¿No es frívolo eso?
- Frívolo es enamorarse de un culo, de una teta o de una chota, de la plata o hasta de la religión, pero si te enamoras de sus fotos, de como baila, de como escribe o de hasta como cocina, te estás enamorando de varias partes de esas persona. Te enamoras de sus tiempos, de su criterio, de su personalidad, de su habilidad, de lo que quiere transmitir al mundo y de lo que le quiera dar al otro, son todas excelentes razones para enamorase de alguien.
- Pues esta me encanta.
- Pa lante no ma, quién quita que te esté esperando.
- Pues claro.
- ¿No es frívolo eso?
- Frívolo es enamorarse de un culo, de una teta o de una chota, de la plata o hasta de la religión, pero si te enamoras de sus fotos, de como baila, de como escribe o de hasta como cocina, te estás enamorando de varias partes de esas persona. Te enamoras de sus tiempos, de su criterio, de su personalidad, de su habilidad, de lo que quiere transmitir al mundo y de lo que le quiera dar al otro, son todas excelentes razones para enamorase de alguien.
- Pues esta me encanta.
- Pa lante no ma, quién quita que te esté esperando.
Una historia de amor.
Vio el teléfono, el mensaje de texto decía: "No es
soledad lo que siento, es ansiedad de querer estar contigo".
Así
que dejó lo que estaba haciendo y fue a su lado.
- ¿Qué pasa cuando escribes en la playa?
- ¿Qué pasa cuando escribes en la
playa?
- Pasa que a través de tus sentidos
percibes al mismo tiempo belleza, balance, fuerza. Hay sabor en el
aire, olores de abundancia, el sonido es armonioso y acogedor, tu
cerebro está lleno y satisfecho, no tiene la búsqueda del hambre, y
escribir es tener hambre, entonces es muy poco lo que puedes hacer.
Te aparecen palabras como plenitud, satisfacción, frondosidad,
palabras que por sí mismas son historias y no necesitan desarrollo. En la playa no se escribe
mucho, en la playa se coge, se ama, se camina, se juega, pero es
difícil escribir. Si quieres escribir con el mar lo tienes que ver,
pero no sentir, entonces si, se despierta el deseo, las ganas de
estar ahí, puedes escribir mucho, muchísimo, sobre la belleza
inalcanzable, sobre el amor no correspondido, sobre aguantarse las
ganas de nadar, correr en la arena, extrañar un amor, buscarlo,
escribes viéndolo de lejos o teniéndolo cerca pero no disfrutándolo. En la
playa no se escribe.
1.
El hombre, de vista ya vivido, comenzó
la escena con el comentario,"bien ahí, bancando", llevaba
bombacha y boina de fieltro, alpargatas y camisa de lana. Su
comentario aludiendo al hecho, bastante ridículo para el ojo
capitalista, de tener un puesto de libros abierto en una calle en la que circulan tres personas por hora, en un pueblo bastante desierto. Día
soleado de otoño en el sur, pero no tanto. Al final de la calle se puede ver el mar.
Continuó el hombre, "una vez bajo un ombú el mestizo Silva,
hijo de negro y mulata, me contó cómo aprendió a leer y escribir,
trabajaba en una estación de ferrocarril por el cerro largo, y le
llegaban a la estación de tren, dónde trabajaba, las cajas de
Europa, él las descargaba y las acomodaba en el carro, agarraba un
palito y copiaba en la tierra los dibujos que estaban en la madera, la primera
palabra que aprendió fue Montevideo, el patrón un día lo vio en
esa y le dijo, si quiere aprender le enseñamos en la casa grande, y
le enseñaron, sabía muchas poesías de memoria el mestizo Silva".
El hombre agarra un par de libros y me pregunta precio, le digo y le
anoto que hay descuento para los vecinos, y dice, "Vecino si,
desde siempre, ahora que me fui un tiempo, pero volví, mire yo acá
desde los tiempos del sargento Huelmo, el único milico que
había, sargento Huelmo, salía con el ayudante, a veces, pero estaba
solo, salía a caballo, agarraba peludos por los montes, yo tengo 74,
ni sé hace cuanto de eso, yo era chico, salía hasta pueblo nuevo, a veces hacía noche, mi
primo y yo jugábamos a veces con su caballo". Se da media
vuelta y se va saludando efusivamente. A media cuadra se da la vuelta
y levanta el dedo indice diciendo con fuerza y alegría, "sargento primero decía
él... y levantaba así el dedo, sargento primero".
Movimiento.
esta realidad es lo que queda después
de todas las otras realidades,
y acá todo nace de algo y continúa,
y nada termina,
todo se transforma en algo,
nada se destruye,
el final es un proceso,
lo que queda de la inteligencia
infinita es el movimiento.
El profeta Eugenio Blanco.
En su obra Eugenio Blanco era
Autobiográfico y Futurista.
Su metodología de trabajo era
siempre la misma: se imaginaba a sí mismo y al mundo dentro de diez
o veinte años, y escribía una obra que transcurría durante ese
tiempo. Dotado de una gran imaginación, no eran ni pocas ni comunes
las situaciones en las que imaginaba a su alter ego venidero. Pero
como todo futuro, aunque sea imaginario es una extensión de su base
presente, sus proyecciones tampoco se alejaban tanto de alguna de las
posibilidades que podrían suceder.
Al leer sus textos no era obvio
que fuera él el protagonista, es más, solo un puñado de los pocos
conocedores de su obra, y su amada Alejandra Villanueva, primera
novia y secreta lectora de la obra de Eugenio, podían hacer esta
relación de manera directa.
Con ventas modestas pero firmes
Eugenio se podía mantener en el mercado, y vivir modestamente de la
literatura, sumando trabajos esporádicos como albañil en casas de
conocidos. Eugenio era hábil con las manos. Esta continuidad de
ventas le permitía publicar una novela cada dos o tres años,
publicando su primera a la joven edad de 37 años.
El descubrimiento y el terror se
presentaron a sus 48 años. Eugenio se paralizó una mañana en la
cama, cuando una realización se materializó en sus pensamientos. Se
quedó duro viendo el techo, con los ojos bien abiertos, repasando y
repasando para ver que tan cierta era. Su vida, el último año,
había sido bastante parecida a su primera novela.
Ahí se quedó Eugenio, recordando
su vida y repasando su novela, y cuanto más detalles pensaba, más
similitudes encontraba. ¿Cómo podía ser? ¿Había copiado sus
palabras? ¿Había buscado secretamente vivir lo escrito? No. Las
similitudes no se restringían a sus decisiones, incluían también
las acciones de los otros hacia él, el azar, el clima y hasta alguno
que otro evento político. ¿Cómo no se había dado cuenta mientras
esto sucedía? lo ignoraba.
Algo parecido a la locura lo
invadió cuando a los cincuenta y uno, vivió un año de espanto,
cuando ya, con la experiencia vivida anteriormente y en secreto, se
preparaba a comprobar una intuición.
Se dio cuenta durante ese año que
sus libros eran proféticos, y que su obra lo incluía hasta los 60.
Y aunque es verdad que había reservado algunos pasajes bastante
delicioso en sus libros, no había ahorrado en miserias.
Diez años pasarían para que se
encontrara con la mutilación de su brazo derecho. Unos cinco para un
terrible accidente de auto, su corazón se partiría varias veces y
unas tres veces se encontraría en episodios violentos con otros
hombres.
Eugenio blanco, se tomó un tiempo
para reflexionar he hizo lo que cualquier hombre haría, se preparó
para lo peor, y se preparó, en una novela infantil e ingenua, la vida
más maravillosa que se pudo imaginar. Se llenó de riquezas, amores,
amigos, lujos por doquier y éxito.
Y cuando terminó, y la publicó,
se sentó a esperar, en una silla, en el patio de su casa.
Tan increíble era su historia que
decidió no contarla. Nadie comprendió entonces la felicidad de ese
hombre al perder su brazo derecho, al ser golpeado, al ser dejado por
la mujer de sus sueños...
La educación del pequeño hombre.
Publicada originalmente junio 23, 2015.
El pequeño hombre encontraba que estar en su cabeza acompañado de un libro, era el mejor estado posible. Por algunos periodos era la música la compañera designada, pero el destino parecía conspirar en contra de esto, uno tras otro le robaban el dispositivo de turno, le robaron el walkman, el discman y el ipod, nunca le robaron un libro. Cualquier excusa era valida para realizar este estado de encuentro consigo mismo, porque lejos de hallarse alejado de la realidad, se encontraba mejor acompañado en esta.
Desde afuera podría parecer que el pequeño hombre no tenía nada para hacer, que perdía su tiempo en una espera sin sentido, en viajes ridículamente largos, quién toma dos autobuses cuando puede tomar uno. Esperaba a sus amigos mientras hacían sus trámites, esperaba a su novia mientras estaba en clase, esperaba a su madre mientras estaba en el médico. Una espera afuera era una vacación adentro. Su cabeza y las lecturas.
Así el pequeño hombre pasa su tiempo en Buenos Aires, moviéndose y esperando, en las plazas, en el micro, en el subte, en el tren, yendo y viniendo, esperando, creando paréntesis que le permitan escapar. Y como se aclaró antes no era que le molestara la realidad, al contrario, siempre se sintió maravillado por ella, jamás se iba a cansar de admirar algo de color, formas, ángulos, estructuras gigantes y pesadas, mecánicas, le encantaba la realidad, demasiado tal vez, y por eso se automedicaba con libros.
Estar es a veces demasiado intenso, procesarlo y disfrutarlo podía llegar a ser abrumador.
Nuestro pequeño los veía a los otros y se preguntaba, "les pasará igual". Sabe que les pasa a los que sufren, a los que se suicidan, a los que necesitan escapar de una manera mucho más fuerte, mucho más lejos, y los otros, los que aguantan, "será que no lo ven o será que son más fuertes, pero quién sabe, nunca conoceré a alguien lo suficiente como para saber algo real sobre ellos, conoceré datos de su existencia, pero no realidades de su verdad, o tal vez si", nuestro pequeño hombre sabe dudar de todos sus pensamientos.
El control de lo que está haciendo y la nada de la espera, mantienen con vida a nuestro pequeño hombre, le permite una descompresión. Presión. Tanto pesa. Ser ya es mucho, mantenerse todos los días, mirar, conseguir alimento, tratar con los otros. El orden de las cosas genera peso, hay reglas preestablecidas, reglas que hay que aprender, métodos que hay que manejar, industrias que hay que mantener, carreras que hay que ganar, padres que hay complacer, notas a las que hay que llegar, y por sobre todas las cosas el futuro. Nuestro pequeño hombre no puede con el futuro, en su cabeza el futuro es absolutamente irreal, en él siempre está haciendo algo que es absolutamente imposible que pase, está comiendo con estrellas de cine, está manejando los autos más caros del planeta, está viviendo en el medio del bosque, está atravesando el atlántico en solitario, está atravesando Africa en moto, está volando en un biplano por el mundo, está construyendo su casa, está hablando con Dios, está aprendiendo catorce idiomas, está peleando con ametralladoras y vestido de negro contra las grandes corporaciones, su futuro no es posible, no puede serlo, es ilógico, es imposible, así que todo su pasado, su programación, su educación, parecen no tener ningún sentido para él, es presión, nada más, es peso, "tal vez no, tal vez si", no lo sabe, no lo puede saber, "quién sabe que depara el futuro, lo puedes planear, dejar el menor espacio posible para el azar, pero entonces, si algo pasa, puedes estar preparado", demasiadas preguntas, demasiadas cosas para el que presta atención, para el que encuentra sabor en todo, para el que no deja pasar la belleza, es necesario crear una situación controlable, es necesario agarrase de manos con la música, con los libros, eso que enmarca todo lo que es pero no es visible, y quiere ser todo pero no puede, porque es aquello que empuja, marca y regula, pero no puede ser administrado.
Nuestro pequeño hombre viaja en subte leyendo. Viaja en autobús leyendo. Espera en los cafés. Espera en las plazas. Lee. Baja el libro, sube la mirada, escucha lo que le rodea, mira el mundo, agradece ser parte de él, de la grandeza y la perfección que se desparrama sobre todo, vuelve su mirada al libro y continua leyendo.
Mi hamaca espacial.
Descubrí que mi hamaca tiene una función que me permite viajar al espacio. No es joda, la descubrí en el momento justo, estaba a punto de sentir una pesadez inconmensurable, algo muy parecido a la tristeza, cuando todo lo contrario comenzó a ocurrir. La hamaca de apoco se fue alivianando y los bordes de la misma me encerraron tal oruga en formación de crisálida. Sentí como se salía de los ganchos, y de apoco seguía elevándose. Lejos de sentir pánico, me cubrió la emoción que antecede el viaje a un lugar conocido, seguro y agradable. Escuché afuera las copas de los árboles, estaba ya a una altura considerable, cuando de repente dio un jalón magistral y me sentí viajando a mucha velocidad, lo sentía en el estómago, en las extremidades, en la cabeza solo por un segundo ya que nunca me faltó el oxigeno, y de repente percibí el cambio de luz, afuera oscurecía. Ya jugado me atreví a abrir mi coraza de tela y vi, sorprendido, las estrellas, al notar que podía respirar asomé la cabeza y vi a un costado, podía ver nubes desde arriba y abajo el mar, volví a encerrarme con un poco de pánico. Continuaba el ascenso. De apoco noté una reducción en la velocidad, ignoro cuanto tiempo había pasado ya que la novedad no permite la medición correcta del tiempo. De pronto, flotaba dentro de la hamaca, ella mantenía cierta forma de banana, pero mi cuerpo no ejercía presión en ella en ningún lado. Abrí mi nave y observé, la tierra, el espacio, el sol, y sentí el ruido, la canción, el sonido del espacio, sentí una paz absoluta. Podría decir que ese momento duró años, pero de nuevo lo ignoro. Cuando tuve suficiente supe lo que tenía que hacer, simplemente me encerré y dije con mi corazón "he tenido suficiente", entonces, el viaje se reprodujo a la inversa, el vértigo, la desaceleración el cambio de luz, la copa de los árboles y el leve descenso a su posición original. Aprendí a activarla y desactivarla a gusto. Que delicia ir al espacio en mi hamaca intergaláctica.
El mar, otra vez.
- ¿Por qué no has publicado?
- Estoy intentando describir el mar.
- ¿Y?¿Cuál es el problema?
- Que cambia todo el tiempo.
- Estoy intentando describir el mar.
- ¿Y?¿Cuál es el problema?
- Que cambia todo el tiempo.
Su diario.
En su diario el hombre escribió: "Estoy con ella pero pienso en ti, todavía me duele que lo eligieras a él". Entonces decidió que se lo iba a decir, y agarró su teléfono, y le escribió un whatsapp, pero no se lo mandó.
Exageración.
- ¿Tenías que renunciar?
- No tenía otra opción.
- Pero no dices que ella te engañó,
te maltrató, que era una perra, lo dices todo el tiempo, ella era
una perra, eso es lo que me dices.
- Lo era.
- ¿Entonces?
- Pero, ¿qué es lo que te pasa?
¿nunca amaste a alguien? nunca amaste tanto que dejaste de sentir
que eras algo, que tu cuerpo ya no estaba, que habitabas en el otro.
- Aparentemente no, porque no lo
entiendo y me parece una exageración.
- Bueno si alguna vez te pasa vas a ver
que cada vez que veas a esa persona vas a sentir que es tu brazo el
que está del otro lado, que es otro cuerpo pero es tu cuerpo,
extrañas no a otra persona, extrañas una parte de ti.
- Pero era una perra.
- Claro, yo también era esa perra, y
eso es a lo mejor lo que me molesta, que obligaron a esa parte de mi
a ser algo que yo no quería. Es como que te hacen engañarte a ti
mismo.
- Me parece una exageración, uno
siempre es uno, si te entregas así no es otra cosa más que debilidad y
me parece enfermo. Insisto, no tenías que renunciar, que se joda,
mejor a parte, que te viera con otras mujeres, mira con quién estás,
es una hermosura, mil veces mejor mujer.
- Puede ser, pero bueno, solo sé que
ahora vivo más tranquilo.
Campo.
- Y... te pone cachonda porque sabes que coges calentito.
- ¿Me vas a dar?
- Es lo único que quiero hacer, darte.
Presentación de "Vuelta de campana".
Presentación de la novela "Vuelta de campana", a cargo del Prof. Néstor De La Llana.
El sol.
Ella se sentaba frente a mi, en el
mismo escritorio.
Mis escritorios estaban en forma
de ele. El cuarto era un cuadrado, cuando entrabas a la izquierda estaba el
escritorio pequeño contra la pared en la esquina, el grande paralelo
a la pared de la puerta, se me creaba así un pequeño nicho de
felicidad, en el que me sentía protegido para adentrarme en las
profundidades y la soledad absoluta. La pared frente a la puerta
tenía una ventana con vista a la montaña, así que me podía quedar
sentado por horas trabajando con una vista espectacular.
Ella se sentaba frente a mi, traía una silla y sin
preguntar tiraba sobre la mesa todo tipo de cosas
que utilizaba para hacer sus collares; piedras de todo tipo y tamaño,
reales, de plástico, tiras de colores, pedazos de telas, dijes de
oro y plata, pedacitos de metales, corales, todo tipo de pucas,
cierres e hilos, llegaba con un montón de frascos y los volteaba en
el escritorio, sin decir palabra, algunas cosas saltaban sobre los
cuadernos, sobre los libros, sobre el teclado de la computadora y la
máquina de escribir, los volcaba uno tras otro y se ponía a
trabajar, con absoluta seriedad. De vez en cuando levantaba la vista
y me regalaba una sonrisa, tan real y profunda que me atravesaba, y fue ella la primera en
descubrir mi sonrisa falsa, y desde que me lo mencionó dejé de
usarla. Ella sabía mirar.
Ese saber mirar me molestó,
porque me mostraba quién era, y en ese momento yo no me
gustaba, y eso se convirtió en una molestia. Me molestaba ella,
verla ahí, la ventana de fondo, el sol ridículamente entrando por
la ventana, iluminándola por detrás, me molestaba porque quién en
su sano juicio podía pensar así en las miserias de la humanidad y
tratar de escribir sobre ellas, porque en ese momento eso pensaba yo
que era la literatura, cuando ahí frente a mí, estaban todas las
repuestas a lo negativo, compañía, belleza, oficio, arte. Me
molestaba ella porque yo no me aguantaba y para estar en compañía
de la belleza hace falta comodidad.
En su momento, el impulso de lo
que traía no me permitieron un cambió de determinación, de cabeza,
y la torpeza de la juventud y los vicios pudieron más que la evidencia, y se
llevaron esa posibilidad cósmica por delante.
No me olvidaré nunca de su cabeza
ligeramente ladeada, su cabello ligeramente rojo y largo, su cara
llena de pecas mirándome con una sonrisa, el sol ridículamente
brillando por la ventana, los árboles verdes, atrás las montañas
vibrantes.
Cuando ella ya no estaba, tuve
que cambiar los cuartos, la organización de los escritorios, las
bibliotecas, todo.
El sueño.
Así,
como mi cuerpo duerme,
en esta vida que parece real,
y los sueños,
(que salen de otra parte de mi,
que ve otras cosas,
se comunica de otra manera,
y accede a otra realidad)
me hablan y me ayudan a ver el camino;
Así,
mi alma duerme,
en este sueño que se llama vida,
y los otros,
(que salen de otra parte de mi,
que ve otras cosas,
se comunica de otra manera
y accede a otra realidad)
me hablan y me ayudan a ver el camino.
Así,
pienso:
si tu eres mi sueño,
yo soy el tuyo.
Y si soy un sueño
soy un medio,
como tu eres un medio,
ambos parte de la misma voz,
instrumentos de la misma orquesta.
Así,
saberse parte, pieza, ilusión.
como mi cuerpo duerme,
en esta vida que parece real,
y los sueños,
(que salen de otra parte de mi,
que ve otras cosas,
se comunica de otra manera,
y accede a otra realidad)
me hablan y me ayudan a ver el camino;
Así,
mi alma duerme,
en este sueño que se llama vida,
y los otros,
(que salen de otra parte de mi,
que ve otras cosas,
se comunica de otra manera
y accede a otra realidad)
me hablan y me ayudan a ver el camino.
Así,
pienso:
si tu eres mi sueño,
yo soy el tuyo.
Y si soy un sueño
soy un medio,
como tu eres un medio,
ambos parte de la misma voz,
instrumentos de la misma orquesta.
Así,
saberse parte, pieza, ilusión.
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