- ¿Tenías que renunciar?
- No tenía otra opción.
- Pero no dices que ella te engañó,
te maltrató, que era una perra, lo dices todo el tiempo, ella era
una perra, eso es lo que me dices.
- Lo era.
- ¿Entonces?
- Pero, ¿qué es lo que te pasa?
¿nunca amaste a alguien? nunca amaste tanto que dejaste de sentir
que eras algo, que tu cuerpo ya no estaba, que habitabas en el otro.
- Aparentemente no, porque no lo
entiendo y me parece una exageración.
- Bueno si alguna vez te pasa vas a ver
que cada vez que veas a esa persona vas a sentir que es tu brazo el
que está del otro lado, que es otro cuerpo pero es tu cuerpo,
extrañas no a otra persona, extrañas una parte de ti.
- Pero era una perra.
- Claro, yo también era esa perra, y
eso es a lo mejor lo que me molesta, que obligaron a esa parte de mi
a ser algo que yo no quería. Es como que te hacen engañarte a ti
mismo.
- Me parece una exageración, uno
siempre es uno, si te entregas así no es otra cosa más que debilidad y
me parece enfermo. Insisto, no tenías que renunciar, que se joda,
mejor a parte, que te viera con otras mujeres, mira con quién estás,
es una hermosura, mil veces mejor mujer.
- Puede ser, pero bueno, solo sé que
ahora vivo más tranquilo.
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