Una cosa es estar solo, y otra es
estar en soledad con la compañía de los otros. El recuerdo y la
memoria generan sentimientos, pero las proyecciones generan compañía.
Se sentó un rato a ver el fuego. El silencio lo rompió ella desde
la cama preguntando si estaba todo bien, él contestó que sí y nada
más, ambos se dejaron. Aprovechó y fue hasta la nevera y sacó una
lata de malta. Se volvió a sentar en la silla y esta vez se puso a
pensar en el proyecto, pero antes sabía que tenía que pensar en
ella. Se sabía movido, era una bella mujer con la que había estado,
eran todas bellas, infinitas, desastrosas. Era cuestión de irlas
conociendo, de saberlas, y después nada, el vacío. Se quedó viendo
una mancha de humedad en la pared y se preguntó, ¿estoy
deprimido?, y después se dijo lo que siempre se decía, la
depresión es general, no soy yo, no es el otro. Que lindo hacer
el amor, que lindo amar, que lindo dar y recibir, que lindo el
orgasmo. Con ella había tardado, ella a él le había exigido un
largo cortejo, y él sin saber bien por qué, había acepado. Ahora
estaba en la cocina y pensaba: el otro es un mundo, y es como yo,
y piensa lo mismo, así que es infinito e igual.
Y el pensamiento de dos infinitos
paralelos le dio una imagen, la imagen necesaria para pensar en el
proyecto.
El Otro.
Mirada.
- Me juego todo por la mirada de esa
Morena.
- No me cabe duda.
- Mira lo que es esa mujer, mira como
ve.
- Es muy linda si, pero nada más.
- Hay que ser de piedra, por Dios, si
es que te estruja la medula con la mirada. Ni siquiera es tan linda,
es flaca, nada más, y tiene mucho maquillaje, pero mantiene esos ojos arriba, que cosa más linda.
- Exagerado, hey, a dónde vas.
- A hablar con ella.
- Tranquilo hombre.
- La tranquilidad es para los muertos y
yo todavía estoy vivo.
- Ah, te cagaron.
- Si, no importa espero a que dejen de
comer, mejor, así la veo un poco más.
- Bueno, disimula un poco.
- Claro claro. Mira como come, esa
mujer es una bestia en la cama.
- Si, come bien. Pidamos otro trago. Te
pones como un animal.
- Soy un animal. Ya bastante me cuesta
estar acá sentado, calmando las ganas con alcohol, me aguanto todo,
los culos, las tetas, los rulos, lo que quieras, pero esa mirado es
demasiado animal, aguanto lo que quieras y no me muevo, pero eso, eso
es demasiado. Ver todo el tiempo el objeto de deseo y comportarse es
una cosa, pero eso de la mirada es otro mundo, otra galaxia, otra
profundidad, ahí no me controlan y soy libre.
- Venga. Tragos.
- Tragos.
- Te vuelves loco hombre. Así te
pusiste con la que cocinaba raro y mira como te fue. En una fiesta,
una vez la viste cocinar y eso fue todo.
- Esa mujer cocinaba que era un
encanto, cero receta, totalmente instintivo, delineaba con dos o tres
cosas y se mandaba.
- Si, si.
- Resolvía los problemas en el
momento, el pollo medio duro, lo tostaba, y hacía una salsa rápido,
el arroz se le estaba pasando, aceite de oliva fuego al máximo un
segundo y adiós problemas, un poquito más acá, más fuerte, más
suave, era una maravilla, nada la sorprendía, y encaraba todo, una
caradura.
- Si, nunca un plato igual esa mujer.
- Una Artista.
- Una psicótica! y te fue muy mal!
como te hizo llorar esas mujer, y ahora te vas con una mirada bonita,
tal vez te llama la atención porque te quiere matar, te debe odiar y
todavía no te conoce, y eso es lo que te calienta.
- Oye hombre, qué te pasa, cuál es la
hostilidad.
- Nada. Bueno si, que ya se ve que no
vamos nada al cine y si vamos ya sé de que vamos a hablar.
- De lo que siempre hablamos.
- Si, de qué más, de mujeres.
- Mira, que bocados, esta te deja seco.
- Dale, esa es tu linea de entrada.
- ¿Linea de entrada?¿Cuantas veces al
día piensas que esa mujer dice que no?
- Tres, cuatro veces que tiene que
decir literalmente que no, después unas tres o cuatro más que
directamente ignora, todos los días.
- Y cuántos tipos debe tener a los que
no les dice que no, pero tampoco que si, de esos que mantienen ahí.
- Debe manejar unos diez tipos.
- Por lo menos.
- Estamos muy en desventaja amigo
- Muy en desventaja ¿qué crees que
haría falta para que diga que si?
- Nada. Esa mujer se viene limpiando
hombres desde los trece años, olvídate, ya lo escuchó todo y lo vio
todo, no tienes nada frente a ella, y si lo tuvieras no lo podrías
mantener.
- No.
- Anda con la verdad y que ella elija.
- No hay otra, es esa, nada más,
siempre eligen ellas igual.
- Pero no exageres esta vez, dosifícale
la verdad, no le digas que te gusta como come.
- Pero tu mismo lo acabas de decir,
por qué andarme con medias tintas, que vea lo que hay de una y listo.
- Mira, ella ya sabe.
- Si, esta sabe todo.
- Pues entregue, no tienes otra.
- Ninguna otra, voy y le muestro la
pancita.
- No literalmente por favor.
- Me encantaría mostrarle la pancita.
- Lo sé.
- A que pide tremendo postre, y con eso
ya sé que no se me escapa sin que por lo menos pueda decirle algo.
- A qué no.
- La próxima cerveza a que sí.
- Juego. Esa está a dieta. La amiga no
está nada mal.
- Eso, vamos, levante que ayuda. La
amiga es más linda todavía, es hermosa directamente.
- Soy un poco más lento ya sabes. Y si
es muy linda.
- Es más linda.
- Si, es más linda.
- Claro, si esa Morenaza lo que tiene
es una bazooka por mirada. La otra carga armamento pesado por todos lados.
- Yo voy tranquilo.
- Lo sé, pero si la idea es
conocerlas. Los dos estamos de viaje, yo voy con un poco más de
entusiasmo eso es todo.
- Si con la pancita al aire. ¿Te está
mirando?
- Nos estamos mirando.
- ¿Y mantiene?
- Obvio que mantiene. Ojalá que no
pase nada porque esta mujer me va a hacer sufrir. ¿Estás adentro?
- Estoy.
- Listo. Mira postre!
- Suerte.
- Esperemos que continúe.
- Adiós cine.
- Ojalá. Y sea lo que sea, un encanto
haberme cruzado a esta mujer, ya con lo que me ha dado estoy satisfecho.
- Una mirada, eso es todo, sales barato.
- Al contrario amigo, al contrario.
- Es verdad. Terminamos esto y vamos.
- No y que tranquilo, que terminen en paz, pidamos esa cerveza que me gané y vamos.
- La amiga está buena.
- Eso campeón, a sacar la pancita.
Bruce Lee y Jimi Hendrix.
Bruce Lee sale de un restaurante en San
Francisco, son las dos de la tarde, es verano y hay cuarenta grados,
está acompañado por siete hombres, productores de Hollywood,
estudiantes de artes marciales, un cocinero. Caminan una cuadra y
hacia ellos viene caminando un negro flaco con afro, bruce lo
reconoce y le dice: hey, no eres tu Jimi Hendrix. Y Jimi contesta: si
Bruce, soy yo. Y Bruce le dice: charlamos un poco en esa plaza. Y
Jimi contesta: Claro. Bruce le hace una seña a sus seguidores para
que lo dejen tranquilo y se van caminando, muy lentamente, hacia la
plaza, Jimi le lleva una cabeza a Bruce, pero de alguna manera parece
más pequeño. Caminan hasta un banco.
- Oye Jimi, me encanta tu estilo.
- Vamos hombre, si tu eres el rey del
estilo.
- No digas eso, si lo que hago es
vender el no estilo.
- Así es bruce, tocar todo, escuchar
todo.
- Sentir todo, Jimi.
- No nos van a dejar vivir, moriremos
jóvenes.
- Si, y no importa, de alguna manera
viviremos por siempre.
- Mira que chica Jimi, parece un zorro.
- Si señor, lo parece, y tú que estás
haciendo ahora.
- Tengo ganas de hacer una película en
la que mando un hombre al espacio, pero estos retrógrados nunca me
lo van a permitir. Imagínate, un chino en el espacio, es el futuro,
y no van a dejar que pase. Me imagino que voy a otro planeta y tengo
que pelear seres de otra galaxia, ya pelee contra el más grande y
contra el más rápido, me falta pelear con alguien que tenga más
brazos, más piernas, es el futuro, ya vas a ver, pronto vamos a
mostrar la energía en las películas, vamos a pelear con todo y contra todo. Pero
no me van a dejar hacerlo, el hombre blanco lo tiene que hacer
primero.
- El chino a tirar patadas y el negro a
limpiar los pisos.
- Oh Jimi y hay que ver que mal que
limpias los pisos.
Entonces se quedan en silencio un
rato, viendo los árboles. Bruce rompe el silencio.
- Oye Jimi me encanta tu camisa.
- Hey B, la compré acá cerca, quieres
que te lleve.
- Claro.
Bruce se para de un salto y hace un
backflip, cae como haciendo una payasada y dice:
- Nada como una buena camisa para
continuar con el espectáculo, además, me encanta la buena ropa.
- Claro B. Vamos por ese estilo.
- No estilo Jimi, no estilo.
Y Bruce Lee y Jimi Hendrix se van a
comprar ropa.
Bizcochos.
El señor tiene 43 años, es gordo y
lleva chaqueta de cuero marrón y boina negra. La señora tiene 51
años, es flaca y alta, lleva el pelo castaño y canoso atado en una
cola de caballo, va con jeans y una blusa de flores. El dueño de la
tienda es flaco y tiene una camisa de cuadros. Manuel lleva bata blanca
de trabajo, es pelado y usa bigote, se acerca con una escoba.
- Disculpe señora, qué está
haciendo, yo estaba acá primero.
- Y?
- Que está usted agarrando los
bizcochos de queso, son los últimos, yo los iba a agarrar.
- Bueno, yo ya los agarré.
- Si pero yo estaba acá primero.
- Usted simplemente está ahí parado.
- Si pero porque no podía abrir la
bolsa, estás bolsas vienen muy pegadas y es difícil abrirlas,
estaba intentando abrirla.
- Mire la verdad que ese es su
problema, usted ni siquiera está frente a la bandeja.
- Estoy bastante cerca, y no hay que
estar frente a la bandeja, algunos agarramos un poco de costado.
- Nadie agarra de costado.
- Yo agarro de costado.
- Bueno, si es por eso, esta usted
cerca del pan y las galletas también.
- Señora yo estaba acá primero.
- Si, pero no estaba haciendo nada.
- Estaba intentando abrir la bolsa.
- Exacto, su problema, si por lo menos
hubiera tenido la pinza en la mano, bueno, por supuesto era su turno,
pero si usted tiene un problema con abrir las bolsas no podemos todos
acompañarlo en su discapacidad, o de última avise que tiene un
problema de antemano, los bizcochos ya están en mi bolsa.
- Si pero son mis bizcochos.
- Son de quién los agarra primero.
- Son de quién llega primero.
- Los agarra el que llega primero, y
quién tiene los bizcochos?
- Me va a decir que no existe un
periodo de tiempo para el que llega, no existe una ventana para
agarrar lo que uno quiere, un periodo de gracia digamos.
- Claro que existe, pero para eso uno
tiene que tener la bolsa abierta y la pinza en la mano.
- Estaba intentando abrir la bolsa.
- Exacto, usted llegó pero no pudo
completar la operación, así que tengo derecho a agarrar lo que
quiera.
- Esto es inaudito, tener la bolsa en
la mano claramente habla de una intención de agarrar.
- Bueno, intención puede tener
cualquiera en la tienda.
- Usted se me coló y esos son mis
bizcochos.
- Pues no, usted entró en la operación
sin estar preparado, eso me da derecho a los bizcochos.
- Señora! le pido un poco de
urbanismo.
- Señor! yo le pido un poco de razón.
- Qué pasa acá?! no me gustan estos
problemas en mi tienda, por qué se pelean ustedes dos.
- La señora se coló y agarró los
últimos bizcochos de queso.
- El señor pretende que todos
esperemos por sus operaciones lentas y torpes.
- Un momento. Quién tenía las pinzas?
- Yo.
- Si pero yo estaba intentando abrir la
bolsa y estaba acá parado.
- Dónde?
- Acá.
- Usted llegó primero
- Exacto.
- Pero él también está cerca del pan y las galletas, cómo iba yo a saber qué era lo que él hacía ahí.
- Difícil. Un momento, Manuel! Manuel ven.
- Qué pasa?
- El señor dice que los bizcochos son
de él porque estaba acá parado antes, pero la señora los agarró.
- Quién llegó primero?
- El señor.
- Y quién tenía la pinza?
- La señora.
- Yo.
- Y señor por qué no los agarró?
- Yo estaba intentando abrir la bolsa.
- Ah, esas bolsas son difíciles de
abrir.
Palabra.
Que continúe por siempre el
eco cósmico de este momento maravilloso,
que de tan completo y
hermoso esa primera vez,
generó un incontenible e
irreversible big bang
que reverbera en la
eternidad.
El eco hace su viaje
infinito y vuelve,
desafía la lógica,
pone en evidencia el
carácter cíclico de toda imagen.
Lo espero con ansias,
lo disfruto a pleno cuando
aparece,
y confirmo con dicha lo que
corrobora su regreso,
una vez descubierta una
verdad,
jamás desaparece.
Así pasa esto,
la palabra como triunfo del
lenguaje,
Uróboros de significado,
hacer para estar haciendo,
escribir por escribir.
Milagro.
Su entendimiento del texto
sagrado se confirmó con el siguiente pensamiento:
"Al final es mucho más
sencillo de lo que parece, porque no se trata de buscar o esperar un
evento extraordinario en la vida, se trata de aceptar el evento
extraordinario de la vida. "
Un futuro clásico.
1. G. K. Chesterton escribe al
principio de un ensayo sobre El Libro de Job: "Cuando se trata
de creaciones artísticas antiguas, no hay que creer que las
desmerece el hecho de haber sido creadas gradualmente. El Libro de
Job ha crecido poco a poco, de la misma manera que creció la Abadía
de Westminster. Pero ni los autores de la antigua poesía popular, ni
tampoco los constructores de la Abadía de Westminster, daban
importancia a la fecha exacta o al verdadero autor; esa importancia
es obra exclusiva del excesivo individualismo de los tiempo modernos.
" (The Book of Job. S. Wellwood, 1907; Cecil Colmer, 1916.
Traducción de Manuela María Conde.)
Unas lineas después refuerza
su idea con la conocida cuestión homérica.
2. Si a principios del siglo XX,
ya se hablaba de un excesivo individualismo, solo se puede definir el
final como una vulgar demostración de lo monstruosa que puede ser la
personalidad, pero el XXI puede ofrecer un retorno a niveles
aceptables de narcisismo.
3. La historia general está plagada de
héroes y figuras. Todavía más marcada están las figuras en la historia del
arte, que se basa directamente en personajes, se estudian artistas,
que nos enseñan, crean coyunturas que generan cambio.
4. Desde la psicología lo
advirtieron, el ego controla todo.
5. El genio existe. Todo ser humano
es testigo de él en algún momento de su vida. La diferencia claro
está en la mirada, el genio elevando el proyecto, o el genio como
proyecto.
6. Después de todos estos años
de elevar la individualidad, el Internet celebra el anonimato,
fomenta el trabajo en equipo y alimenta la efectividad más que la
tradición, por lo tanto no teme destruir la figura.
7. Al igual que en la antigüedad nos encontramos con el mismo fenómeno: es difícil regular lo que ocurre,
es más, no existe la imposibilidad de hacerlo.
8. La rebeldía de avanzar sin
compromisos es lo que genera el trabajo colectivo. El libre acceso.
Al igual que el hombre que no tiene nada y avanza porque no tiene
nada que perder, el que lo tiene todo avanza porque no le molesta
perder algo. La posibilidad de acceder a todo hoy, es la nada del
pasado. Se plantea todo un cambio de reglas, el conocimiento como
cascada, la autoridad de las instituciones, el poder de tener acceso
exclusivo, todo se balancea frente a la democratización del
conocimiento. Así por ejemplo hoy un niño modifica el conocimiento
para un adulto tanto como un adulto para un niño, uno no tiene nada
que perder y al otro no le molesta hacerlo. Ambos trabajan bajo las
mismas circunstancias, la única cosa que detiene el avance es la voluntad.
9. Nos encontramos una reducción del personaje autor, el hombre se
encuentra de nuevo con que no es nada, la ilusión que se creó de
que se puede llegar a ser héroe se desvanece frente a la competencia
infinita. Así como el obrero que sabía que no era nada pero se
enorgullecía de ser parte de algo grande, hoy nos encontramos con
que individualmente muchas veces existimos y colaboramos como otro, y sin embargo colaboramos en la construcción del todo.
10. La Ilíada y el artículo de
Wikipedia sobre La Ilíada podrían ser lo mismo, la creación de un
grupo de mentes que buscan una misma cosa, crear algo, y que ese algo
sea lo importante.
Diente de León.
Max Der Ring
(nacido Von Hausen) se alejó de la carrera militar al ver un cuerpo
mutilado y esparcido en un campo frondoso, la visión de
la sangre sobre el verde, la piel mezclada con la tela del uniforme,
los huesos a la vista sobre las flores de diente de león, lo
iniciaron en el camino de la incertidumbre y de ahí el efecto
inevitable de la búsqueda.
Esta imagen se dio en las laderas del río Aisne dónde, el para entonces Comandante Von Hausen, ordenó una retirada. Experto militar no era ajeno a la muerte y a la sangre, pero algo captó su ser en ese momento que antes, tenía vedado.
Nuestro soldado dejó
el ejército al instante, cierto rango y acomodo familiar lo dejaron
ir después de una bien servida carrera militar. No muchos días
después comenzó su búsqueda y sus viajes.
El soldado y
explorador visitó templos, habló con maestros, siguió rituales,
probó plantas y animales, experimentó con lenguajes, y se entregó por completo
y absolutamente a su inquietud. En medio de eso, conoció a los Kula
Lumaya.
Der Ring siguió los pasos de los Kula Lumaya lo más que pudo. Conoció las cuatro lineas energéticas del mar, hizo los ritos del atardecer y siguió los ejercicios físicos. Se sabe que estos ritos organizaron su búsqueda, y delinearon su día a día, el hombre había podido al fin perdonarse ser parte de la escena macabra que lo seguía todos los días, no la había olvidado, se había reconciliado con ella.
Cuando Der Ring
llegó a su casa después de diez años de viaje, con el bigote
afeitado y un físico embellecido, muchos se sorprendieron que a su edad y con tanta lucidez decidiera volver a los estudios, y más aún emprender una carrera
como letras, y más todavía que fuera para seguir los caminos de la poesía, ya que todos
pensaron al verlo que sería un maestro espiritual, así de cambiado
estaba.
Igualmente el hombre, aunque sumergido en la ciencia del lenguaje, no
pudo escapar al misticismo. Max Der Ring cuenta en el prólogo de
su primer libro de poemas: " El hombre, ya sea soldado, artesano
o vagabundo, vive bajo el yugo de todo aquello que lo conoce." y
más adelante, " ... en que no entendemos el Diente de León
está la clave ". Muchos lo criticaron por su secretismo en esta
época de retorno, aunque a veces hablaba bastante sin repetirse,
una vez dijo el explorador a uno de sus colaboradores: "Los Kula
Lumaya hablaban de "La suprema prueba para entrar en el
conocimiento", está prueba consistía en un diálogo, el
maestro le decía al posible aprendiz: "Sabes tan poco, que ni
siquiera puedes hacer la pregunta adecuada para comenzar a aprender",
entonces el maestro medía la actitud y la reacción del posible
aprendiz, y en base a esta, decidía si lo iniciaba o no en los
caminos de la sabiduría. No existía respuesta correcta o modelo de
respuesta, variaba de candidato en candidato, ya que los Kula Lumaya
no creían en una historia única o un criterio igualitario, cada
candidato se media contra sí mismo, y cada maestro enseñaba de
acuerdo a su pupilo."
Nuestro explorador y autor vivió escribiendo libros olvidados, trabajó como asesor en distintas áreas, manejó los bienes familiares, llevó una vida sin sobresaltos, conoció mujeres, era conocido por su sentido del humor en círculos pequeños, cuidó siempre su alimentación y su cuerpo.
Max Der Ring
murió atropellado por un auto. Iba saliendo de su casa en la campiña
a buscar una botella de vino. El conductor del auto dice que el
hombre venía por el medio de la ruta, la autopsia reveló altos
niveles de alcohol en la sangre de la víctima. Sus admiradores lo
defienden siempre con la misma frase, "Si, iba alcoholizado,
pero iba en bicicleta".
Su vida en estos momentos es importante por su legado. La organización Diente de León, que desde hace años aterroriza el mercado comercial con sus hurtos, destrozos y secuestros, llena los sitios públicos de pornografía y llama constantemente a la revuelta social, dícese llamarse así por Max Der Ring.
Saber el amor.
- Mira Kari, lo que te estoy
diciendo, es que si te asustaba, es porque te amaba.
- Maxi, por favor. La marihuana te pone
tarado. Te estoy hablando en serio vale.
- Yo también chica, piénsalo, es muy
difícil asustar a alguien, tienes que pensar mucho, tienes que
planear, ser paciente, tener al otro en cuenta, conocerlo, tienes que tener ganas de consolarlo después, ese consolar tan
lindo, después de los golpecitos y los estúpido no lo hagas más,
ese abrazo cuando sientes el
corazón del otro a full, uno asusta para acurrucar. Tú no decías que te asustaba todo el tiempo pues, te vivías quejando de eso.
- Si. Si me dejó tonta, siempre estoy
mirando detrás de las puertas y bajo la cama.
- Entonces? Te digo Kari, el susto
planeado es un acto de amor, piénsalo.
Eustasio Rivera el Detallista.
En su bio de Twitter Eustasio
Rivera, que así se llamaba por el poeta, había puesto inocentemente: "Detallista". Muy profundamente su inconsciente planeaba con esa palabra encontrar al amor de
su vida. Ya algo adentro le hacía ruido cuando lo leía del pinned tweet del Maestro
Shifu, que decía que ahí como en todos lados, lo que uno busca es amor, se sentía como oliendo una trampa. Eustasio Rivera no mentía con esa
palabra, era un detallista, y esto lo aislaba y al mismo tiempo lo
acompañaba.
El detallista es pesado. Puede ser más o menos pesado, digamos un tipo
aguantable, o un completo imbécil. Eustasio se encontraba, y lo
sabía, por entre los medios, capaz de seguir adelante sobre cosas
que llamaban poderosamente su atención, pero obligado a comentarlo, a
veces de manera no muy agradable, eso si, ejercía un gran esfuerzo
para llegar a ese nivel, y de ahí su pensamiento recurrente: "El trabajo espiritual consiste en mantener el control sin importar
las circunstancias".
Eustasio no era religioso, pero
si muy curioso, la posibilidad de otra cosa le llamaba poderosamente
la atención, más aún si era comparable, los detallistas adoran un
antes y un después, y el placer del detalle es entendible solo en el
trabajo que cuesta conseguirlo, de acá también otra palabra sobre la cualidad suprema
del espíritu: "Hacer del modo, el fin".
Ser detallista es como ser rápido,
o lento, no garantiza ningún tipo de estética en particular, es una
forma, una manera. Así el detallista, como cualquier otro, puede
hacer bien con lo que tiene, o buscar aquello que necesite, así como
obsesionarse por lo que no tiene. Eustasio hacía bien con lo que
tenía, gran ventaja.
Dónde Eustasio resaltaba su calidad de
detallista era en la cocina. Si hay un lugar en el que el
detalle se siente a sus anchas, es en el paladar, y si a parte se
hace bien con lo que se tiene y se es curioso, la buena posibilidad
encuentra su resultado y la variable de lo malo se reduce considerablemente.
Eustasio podía cocinar muy bien, con muy poco.
Con cuatro ingredientes hacía
comida, con cinco manjar y con algo de dinero no conocía límites.
Sabía cortar, cocer, guisar, asar, mezclar y por sobre todas las
cosas y tal vez la más importante, comprar. Que para el detallista,
el tiempo no es una cosa recta que avanza y atropella, el tiempo para
el observador es más un infinito, un ocho acostado, una cosa que va
y vuelve y se encuentra en el medio, el círculo apretado por el
presente. Se planea, se visualiza, se prepara y se tiene que
disfrutar el resultado, presente, pasado y futuro se ven por encima y
se viven con intensidad, sabiéndose complementos. Esta cualidad para
la buena cocina, es indispensable.
Así que la soledad que le
generaba su ligera pesadez se veía compensada en el espacio que le
generaba trabajar a sus anchas, hombre que trabaja con soltura no
busca consuelo en otra parte.
Pero tal vez por eso de que
comparar trae conocimiento y novedad, sus profundidades pensaron que
demostrando, la que tal vez era para el mundo su peor cualidad, encontraría eso que
más sabor da. Que a panza llena corazón contento, y aquí también que una mujer de verdad haría de dos más dos
cuatro, y sabría que gourmet, es también buen amante. El detallista es bueno
en la cama, o en el auto, o en la playa, o en el monte, o dónde le
toque.
El plan del subconsciente era
preciso, dejar la debilidad al descubierto y una vez atraída la presa, enseñar como toda debilidad es también una fortaleza. Así Eustasio Rivera
puso "Detallista", pensando superficialmente en mostrar un
escudo, cuando en realidad mostraba una invitación.
Fluidez.
Solo una cosa
tiene la capacidad
de impedir
el desenvolvimiento
natural
del
universo:
Retener el amor.
Dos Hermanos.
Eran dos hermanos. Dos varones.
Uno quiso ser Militar, el otro resultó Delincuente. Al principio
ambos se intentaron convencer mutuamente de que seguían el camino
equivocado, pero ninguno lo logró. El Militar era callado, pero muy
expeditivo, esto le daba un aire más bien de extrovertido, lo que
ocurría era que mientras otro realizaba una actividad él realizaba
tres, y hablar poco de tres cosas parece hablar mucho de una, así
que pocos leían bien su personalidad y esto le generaba cierta
incomodidad en el mundo. Y algo parecido le pasaba a su hermano, que
metido como estaba en el mundo de los libros y la filosofía, parecía
que le quedaba poco tiempo para delinquir, cuando al contrario era lo
único en lo que pensaba.
Al principio, cuando se hablaban,
y por supuesto antes del tiroteo que culmina esta historia, sus
conversaciones eran más o menos así, el Delincuente hablando
primero:
- El problema principal es que los
productos terminan y la vida no, por supuesto termina, todo se muere,
pero se termina una vez, y estamos acostumbrados a consumir cosas que
tienen un principio y un fin. Las películas, los libros, los discos,
todo tiene un principio y un fin en un periodo muy corto de tiempo, y
nada en el mundo real es así, en la realidad todo es largo, todo se
entremezcla, se divide, se bifurca, se desvanece y cambia, ese cambio
constante que sufre la misma cosa a través de un periodo largo de
tiempo, digamos un año, o cinco o diez, es incomprensible dentro de
la lógica de producto, así que existe un diálogo constante entre
lo que nuestro cerebro consume y las realidades con las que se
encuentra.
-No entiendo mucho, si claro te
entiendo lo que dices, pero no estoy seguro que así sea como las
personas vemos la vida, muchos ven las cosas para toda la vida.
- Pero qué es toda la vida. Eso es una
medida que nadie entiende, por mucho que se repita.
- No es tan complicada la vida.
- Si lo es. Los diálogos entre las
instituciones, la convivencia de los lenguajes, el desarrollo de las
teorías, todo se relaciona entre sí, y si consumimos tanto
productos de cierta manera, todo el resto se va a ver afectado.
- Escoges algo para hacer y lo haces al
máximo de tus capacidades.
- Y los otros?
- Hacen lo mismo.
- Y si los caminos se cruzan y los
caminos se entorpecen.
- Entonces el mejor gana, como en todo,
no es tan complicado.
Estas conversaciones iban subiendo
de tono y cambiando de forma, hasta que llegaban a la violencia, más
de una vez llegaron a los golpes y siempre terminaban a los gritos.
Se dejaron de hablar gracias a uno
de ellas, ya la madre muerta, por más de diez años no se dirigieron
la palabra, se mandaron un par de mensajes, estaban atentos de
noticias cruzadas, pero poco más, sus condiciones laborales ayudaban
a acentuar la separación.
Ahora, los militares y los
delincuentes no son de cruzar sus caminos normalmente, a menos por
supuesto que compartan un interés económico, cosa posible y real.
Pero quién comprende los caminos de la casualidad.
Lo que ocurrió fue que hubo un
cambio de gobierno en el país y con el cambio hubo movimiento, con
la promesa de los nuevos mandatarios por una ciudad con más
seguridad, se aumentó la presencia militar en la calles. Y si hay
una cosa que tienen en común los Delincuentes y los Militares, es
que ambos odian a la Policía, y acá que cuando los tres grupos
están en la calle, dando vueltas y trabajando, cosas están
destinadas a pasar, y aquel odio leve que sintió alguna vez un grupo
por alguno, está destinado a cambiar por amor gracias a un odio
todavía mayor.
El delincuente estaba en la calle,
cerrando transacción frente al restaurante de Carlitos en pleno centro, mucho tránsito mucha gente, y atento y
vigilante con un ojo en cada esquina a dos grupos divisó, los
militares, escondidos en la cuatro por cuatro, uniforme completo, con
armamento y seguro con apoyo no muy lejos, y en la otra, torpes y
perezosos, los policías, también cerrando trato, pero exprimiendo y
pidiendo, corruptos y sin código.
El Delincuente se vio en una
encrucijada, qué hacer, desde hace tiempo que la policía lo viene
molestando, ignoraba si los militares estaban ahí por él, y acá
que la casualidad da lo que la mente no encuentra, y divisa, de
civil, a su hermano no muy lejos de ahí. Sin más, los años de
silencio se derribaron en la corta caminata:
- Vienes por mí.
- Venimos por todo.
- Solo los del auto.
- Solo los del auto.
- Son pocos.
- Somos suficientes, somos
profesionales.
- Y por qué no se mueven.
- Indecisión de arriba, es ustedes o
los puercos aquellos, ustedes son el enemigo, los puercos son peores,
pero son estado, y son más, hay varios en lo de Carlitos, truchos y
corruptos como son, esto se puede ir todo al carajo.
- Nosotros somos tres, estamos bien
armados, y tu bien sabes que entre tu y yo y lo que hacemos, ellos
están antes, y juegan para los dos, y nos joden a los dos, en la
confusión tiramos para tu lado, nos vamos como vinimos, y después
vuelves al ruedo, que yo a ningún lado voy a ir, y tu tampoco.
Puedes terminan mañana lo que empezaste hoy. Los de arriba saben que
somos hermanos.
- Saben.
- Pero te conocen.
- Me conocen.
Entre los dos ocurrió un momento
de reflexión, y el Militar por primera vez rompió primero:
- Yo cierro por detrás del auto,
agarro a policías y malandrines todos por igual. Tu agarra a los que
salgan del restaurante, los tiras al piso que crean que están de
civil, enseguida va uno de los míos y los esposa, tu a volar, y
escúchame bien, si una bala toca a un civil te quiebro, y sabes que
cumplo.
- Lo sé.
Y así frente a lo de Carlitos
ocurrió, que dos hermanos y dos mundos y dos historias, se
confiaron, y salieron ilesos ellos y los suyos. La sangre, una vez
más, como siempre fue y siempre será, probó ser más dura que el
plomo, que el dinero, que la educación.
El Futuro.
lo que hago es apagar el
monitor
y dejar la luz del teclado
encendida
escribo con el ritmo que
me dicta la frase
separo con el enter
y sigo
como venga y adónde vaya
pero en control
escribo así y me siento
que estoy escribiendo en Tron
o que de alguna manera
esta palabra
o esta ahora
es cibernética
o nuclear
si hago eso
esta palabra se siente
como el
futuro
como estar en una nave
espacial decidiendo en que planeta aterrizar
y no como una palabra
atada a mi sillón
motor auxiliar encendido
cabina de combustible
aislada
tranquilizantes a
disposición
comienzo maniobras
evasivas
por un campo de asteroides
en el fondo más negro de los negros
y con la luz cercana de
una estrella moribunda
así
desde este lugar y este
tablero
manejo el destino de mi
nave
Un día más.
Hoy me fui por
la playa desde mi casa hasta el murito del puerto. Yo estaba muy
tranquilo porque me habían dado el día libre en el trabajo. Cuando fui estaba
atardeciendo, después de las seis de la tarde. Había estado
lloviendo todo el día y el cielo estaba partido en pequeñas nubes
grises muy oscuras, algunas se acumulaban a lo lejos, sobre el mar y
también sobre la tierra. En esta época del año el sol todavía
empuja, así que había mucha luz entre las nubes, la mezcla generaba
muchos colores, se formaban algunos rosas entre negros y azules
claros. El mar estaba azul oscuro, un poco picado, cuando le tocaba
un poco de luz la espuma de la costa se veía muy blanca y el agua
más clara.
Como había
estado lloviendo la arena estaba uniforme y compacta. Estaba fresco,
pero como iba corriendo estaba muy bien, solo necesitaba una remera y
los shorts. Hay unos cuatro kilómetros hasta el murito del puerto,
unos cinco tal vez.
Algunos como yo
se estiraban de la lluvia. Había hombres de a caballo, gente jugando
con sus perros, un par de surfistas. Todos iban bien abrigados.
Ayer había
llegado al hospital con la garganta cerrada por una reacción
alérgica, por eso mi día libre. Me pasó que estaba cortando leña
en el bosque y me interesó un nido de avispas, por tonto y curioso
me picaron unas diez o doce, mi novia me llevó al hospital de
emergencia, cuando llegamos tenía la garganta cerrada, no podía
respirar y tenía el cuerpo todo brotado, piernas, espalda y brazos, no sentía la cara... Nada que un poco de ciencia no pudiera
solucionar. Una inyección y listo.
Ahora, terminar
de hacer este párrafo, y cuando termine empiezo con la última
temporada de Walking Dead, anoche se terminó de descargar.
Mañana tengo que volver al trabajo, y después tengo que ir a cortar más leña.
00:39
Lunes 00:39, y yo estoy terminando.
Hoy trabajé unas doce o trece horas, y no hice nada que
valga la pena, yo sé que no vale la pena, porque sé lo que hago,
porque trabajo mucho para eso. Yo sé cuándo vale y cuándo no,
algunas veces encuentras tu público, otras no. Para eso trabajo,
para saber si lo que hice está bien hecho o no. Usted verá Edison
dijo que sabía más de tres mil maneras de cómo no hacer una
bombilla, y eso es todo. El hombre que no pueda decir que su vida fue
trabajo no fue hombre, y el hombre que dude de lo que otro llame
trabajo, también, el trabajo viene de todas las maneras; porque para
todos algo cuesta. Y bueno esto tiene que ver con el esfuerzo, los
resultados, el fracaso y el conocimiento. Descubrir que hay otros
como tu es importante. Terminé recién, cuadro tras cuadro de
basura, pero estoy trabajando, y eso es lo importante.
Ya está.
Ya está,
eso fue todo,
lo cagamos
lo hicimos mierda,
la culpa por supuesto es de todos
y no es de nadie
fue una operación en conjunto
todos
pusimos
nuestro
granito
de arena;
el que no mató
violó
robó
o no hizo nada,
nadie se salva,
y que podemos hacer?
mirar con lastima?
desear otro resultado?
esperar que alguien...
pero no,
no hay nadie,
lo jodimos
lo rompimos
y,
algunos
todavía tienen ideas,
ven con planes,
todavía creen que tienen razón
o
peor aun,
que otro la tiene
por tontos con razones
es que estamos como estamos
la gente con motivos es dañina
la salud, la edad, los derechos, el salario,
que manera tan desagradable
de terminar
lenguaje sobre lenguaje
(la grasa sale con tierra)
pero no es ahí
dónde buscamos,
después de todo,
pornografía
y regímenes alimenticios,
quedaran montañas de basura
los mares
radioactivos
las montañas hechas
polvo
de nosotros
cáncer
sida,
algún adinerado orbitando el
espacio.
Lenguaje sobre lenguaje
por eso fue que nunca nos entendimos
fue
una
eterna
traducción;
nadie conversó
nadie se escuchó
todos dijimos
tradujimos
hicimos
y
amontonamos
una gigantesca pila
de
conocimiento,
más
más
más
y
más.
No importa
si eras
torero
jardinero
doctor
todo producía,
todo sumaba,
todo agregó presión,
todo generó basura
cada logro
fue un paso
hacia la destrucción.
Lo
único
que
nos
puede
salvar
es
la
naturaleza
pero
a
nadie
le importa,
porque
no
se
puede
traducir.
traducir.
Alejandra Lunares.
Alejandra Lunares había
caminado hoy unos diez kilómetros de calles de tierra y caminos
empedrados, estaba cansada, pero su cansancio no le arrebataba el
pensamiento, en la cama, noche cerrada, pueblo dormido, todavía
pensaba estrategias y visionaba caminos. Sabía cual era el problema,
pero esto era tan grande, tan poderoso, que su diagnostico poco
auguraba una solución, una y otra vez pensaba "por cada uno con
el que yo hablo, ellos programan diez mil o cien mil", y seguía
"por qué soy yo de las pocas, y por qué siempre somos nosotros
los pocos", y aún más " ¿Y las mujeres? me cache en las
mujeres, qué les pasa por la cabeza a esas brutas, que es que nunca
vamos a aprender". Daba vueltas en la cama y pensaba en el día.
Había salido temprano de
su casa, como siempre, antes de que saliera el sol para aprovechar la
fresca y avanzar varios kilómetros, los primeros kilómetros los
hacía en bicicleta porque en su pueblo ya todos la conocían y no
tenía ningún sentido ir caminando. La bici era buena, se la habían
regalado, igual que sus zapatos, andar ahora era más cómodo que al
principio, le habían ofrecido un auto, pero no, eso ya era
capitular, su mensaje se iba a volver inaccesible. Así que esos
kilómetros en bici, como todo en su vida, eran de reflexión, de
planeamiento. Atrás llevaba una caja de panfletos y literatura, ella
misma los hacía, con mucha información, bien explicados, algunos en
tono general hablaban de precios, de medidas, de países lejanos, de
maneras de hacer energía, de la explotación histórica, de cómo se
conforma una empresa, de los sistemas. Después otros se enfocaban en
proyectos específicos, en hidroeléctricas, en mineras, en grandes
plantaciones.
Llegó hasta el siguiente
pueblo. Dejó la bicicleta en casa de Doña Petronia, la Doña la
saludó por la ventana. Se fue hasta la parada con algunos de los
folletos. Agarró un autobús de una hora y se bajó en un pueblo que
hace más de un año no visitaba, la única calle asfaltada era la
principal. El sol ya despuntaba. Antes de salir a caminar se dio
cuenta de que tenía hambre, se acerco a una panadería que estaba
frente a la plaza principal, compró un café y una torta, y se sentó
en una mesita que estaba afuera y daba a la plaza, y se comió la
torta remojándola en el café, mientras pensaba "la plaza es de
ellos, la estatua, esos árboles, los carros, mis mismos
pensamientos, ña ni yuyani en mío propio simi, no hay nada, hay que
empezar todo otra vez". De repente se encontró sonriendo, el
café caliente y la torta fresca le levantaron el ánimo y se notó
en su cabeza "si que si, es un gran día para caminar".
Con el estómago lleno se
para de la mesa, desdobla un sombrero de tela que lleva en el bolso y
emprende la caminata, "las mujeres somos grandes caminadoras,
somos grandes hacedoras, la mujer que no hace está perdida, le toca
vivir de esclava, como las chinas, esos chino y el zen, con esa
filosofía de estarse quieto de que el universo se empareja, pero
ellos de quietos nada, nada de nada, acá me quedo quieta y se meten
en la casa en busca de pepitas de oro, estarse quieto es para los
otros, ese que se queda quieta está perdido, y la mujer que se queda
quieta está doblemente perdida y doblemente abusada, me cache en las
mujeres calladas". Así emprende la caminata Alejandra Lunares,
que mujer, campesina y revolucionaria, lleva todas las de perder, por
cualquier camino que decida emprender.
El sol sale y no importa
que tan fresca sea la mañana, pica, "mejor el sol que la
lluvia, aunque la lluvia es buena y riega, con el solsito se puede
caminar", llega hasta la primera casa, todavía en el pueblo,
bien construida de ladrillo, a su encuentro sale un hombre y por la
puerta asoma una mujer, la conocen, o por lo menos saben quién es,
la invitan a pasar, pasa y se sienta, la estancia oscura y fresca,
deja dos folletos, habla veinte minutos:
- Mire que el imperio está
sobre nosotros, y ya no nos quedan muchas maneras de luchar, y no hay
nada bueno ya, no hay a quién pedir ayuda ni dónde recostarse,
porque el enemigo tiene máscaras y personajes, y sabe cosas que
nosotros no, así que lo que tenemos es lo que conocemos de siempre,
que estamos nosotros, que tenemos la tierra, que los tiempos son
necesarios y que al campesino nunca nadie le regaló nada, quién
dice que trae mejoras trae muerte.
Termina, ve la hora, se va
medio apurada.
Y es que ella sabe, "A
este paso no termino más, si sigo así hoy como mucho hago diez
casas, con suerte, seguro que me quedo en alguna a la hora del
almuerzo, me tocará pasar la siesta bajo algún árbol, tendría que
traer la bicicleta, pero estos lugares, estos lugares hay que
caminarlos."
De frente ve una señora
que viene caminando con dos niños, ya está por las afueras, más en
el campo, cuando se cruzan la saluda. La conocen, saben quién es. Le
entrega panfletos, siguen su camino, "es que así no puedo, por
cada uno con el que yo hablo, ellos hablan con diez mil o cien mil".
Se acerca a otra casa,
esta ya más precaria, le dan agua, está cansada. Mientras habla
descansa.
Así todo el día hasta la
tarde, vuelve al autobús, a buscar su bici, y después a su casa.
En su casa habla con su
madre, ya anciana, y con Roberto, compañero de lucha:
- M'ija caminó mucho hoy.
- No lo suficiente Madre.
- Siempre es suficiente
Alejandra, que no se te olvide, una persona es una persona.
- Escúchelo al Berto
M'ijita que es bueno y sabe lo que dice.
- Si Madre, lo escucho. ¿Y
tu Berto?
- Muy bien, junté unos
diez vecinos por los lados de la cañada, cerca del cerro.
- ¿Dejaste folletos?
- Deje. Fui a la radio
también, te quieren por ahí Alejandra, tienes que ir a hablar con
esa gente.
- ¿Otra vez Berto? si fui
el mes pasado.
- Pero quieren que vayas,
todavía se preguntan como hicimos para movilizar tanta gente para
parar la obra.
- Ninguno de ellos fue.
- Pero están ahí, en la
radio, difundiendo, eso es algo.
- Las palabras las
palabras, hay que ir, hay que ponerse, si no no hay nada. Pero bueno
Berto, ¿Vamos a hablar de eso otra vez?
- No, no, ya lo hablamos.
- ¿Quieres comer algo
M'ija? no se me moleste con el Berto.
- Claro que si Madre,
tengo mucha hambre, y no, no estoy molesta con el Berto.
- Y tu Bertito, estás muy
flaco tu, y con ese bigote te vez más flaco todavía.
- Claro Madre.
- Pues a comer, hay guiso
y pan de Doña Anastasia, para tomar hay vino.
- Gracias Doña, eso suena
muy bien.
- Que rico Mami, que rico.
Mientras Alejandra daba
vueltas en la cama y pensaba en el día, tres hombres de la capital
de acercaron despacio en un auto por la calle de tierra, noche
cerrada, pueblo durmiendo. Les dieron un auto de marca y mil dólares
a cada uno. Los levantaron de la esquina de Sarmiento y Tuyumeni,
dónde se juntan los malandros de medio pelo, los tres, conocidos por
la policía, han estado presos y tienen una larga lista de delitos.
Ya le habían dicho a quién los buscó, "búscate tres que
estén bien quemados por la pasta base y el vino de caja, tres bien
brutos, que tengan miedo de caer en cana y no tengan ni dónde caerse
muertos, que no piensen, les damos lujos y droga buena por una semana
y los dejamos listos", los tres hombres llegaron hasta la casa,
vieron las fotos en sus celulares y comprobaron que era la misma, se
bajaron rápido, uno se quedó en la puerta, dos entraron por una
ventana del costado, que aunque cerrada, no estaba trabada,
encontraron a Alejandra en su cuarto, sentada en la cama, viéndolos
a los ojos sin pestañear, sin gritar, sabiendo, y así, con la
frente en alto y los ojos bien abiertos, Alejandra Lunares recibió
nueve tiros y quedó muerta en su cama. A su madre la despertó el
estruendo y enseguida supo. Los vecinos vieron que huía un auto gris
o plateado, de una marca o tal vez de otra.
La policía está
investigando.
Moto y tiros.
Yo sé que a la gente le
gusta escuchar historias de motos y tiros, el problema claro está en
que generalmente las personas que están involucradas en ese tipo de
historias no las transcriben, las cuentan nada más, y existen y son
muchas, pero el público no tiene acceso, y en la prensa no se puede
confiar, que dicen "delincuente en moto" y listo, san se
acabo, nada de información jugosa como traen los crímenes
pasionales o los relatos de fútbol. Por eso yo tuve tanta suerte de
escuchar la siguiente historia, que inesperadamente y sin explicación
me contaron y paso a contar:
A Julian lo reconocí
en un supermercado, yo lo había visto antes frente a un kiosko, arma
en mano, frente a la pequeña ventana que queda entre las rejas,
buenos tiempos aquellos en los que el kioskero no atendía como
preso, pidiendo la plata, yo pasaba en un autobús que justo se paró
en la esquina, lo que permitió que yo y la señora de enfrente nos
percatáramos plenamente del espectáculo, es más, tuvimos la
pequeña discusión, necesaria y urbana, de si bajarnos o no para
servir de testigos, y ambos nos convencimos que entre las
declaraciones, las acusaciones, los tiempo y la inoperancia de la
policía sumada a una posible represalia por parte de los
delincuentes, no valía la pena sumar dos testigos más a una causa
que, dadas la hora del día y el lugar del hecho, iba a tener
participación de sobra, así que bueno, me fui con una historia que
no mucho después se une con ésta, porque al poco tiempo lo vi en el
supermercado al mismo tipo, y yo pensando que volvía al robo, salí
medio disparado de ahí , y él lo notó, y me siguió, y me agarró
del brazo, oiga qué le pasa me dice, frente a mí un muchacho
limpio, bien vestido, bien hablado, no muy alto, no llega al metro
setenta, medio rubión de ojos oscuros, no transmitía alarma,
entonces me dijo, déjeme que le explique, yo ya sé qué pasa yo
sabía que un día iba a pasar que me iban a reconocer, y yo que le
digo que no que deje que no pasa nada, y el no, le explico, tomemos
acá un café y le explico, y así medio a los empujones, me sentó
en uno de estos cafés que tanto abundan a las afueras de los
supermercados grandes, y me dijo así no más, a mi me agarraron por
la moto, le cuento, y algo así fue lo que me dijo:
"A mi me
encantan las motos vio, siempre me gustaron, me gustan grandes, me
gustan rápidas, me gusta correr, me compré mi primera moto a las 12
años, una enduro cross, me caí como veinte veces de esa moto, pero
nunca más me he vuelto a caer, siempre compré y tuve motos, y
siempre mejores, ahora tengo una ducatti, sabe cuantas ducattis como
la mía hay en esta ciudad, 4, nada más, si nunca corrí profesional
es porque en este país no existe y sé que no tengo chance afuera,
igual no lo necesito, yo con tener mi moto me basta, y todo el mundo
sabe esto, todo el mundo sabe que soy bueno y rápido en la moto, y
en mi barrio como todos los barrios, uno es niño, y de niño nadie
es malo, todos jugamos juntos, y de ese grupo de amigos, uno, el
Carlitos, se fue por el mal camino, mal enserio vio, hasta preso
estuvo el Carlitos, y yo como siempre fue amigo, siempre hablé con
él, y un día alguien que él conocía, que no sé si era amigo de
él o no, nos vio en la calle, y me reconoció, y me dijo, tu eres el
de las motos, este tipo era flaquito, y chiquito, más pequeño que
yo, andaba siempre con un jean y una camisa medio bonita, buen
celular, tranquilo, se veía que era chorro, no quiero discriminar
pero el tipo veía todo y hacía comentarios de precios, y esto vale
tanto y esto vale lo otro, y este tiene esto, todo así, Carlitos se
dio cuenta que yo me di cuenta y de alguna manera quiso protegerme, o
no, pero se lo llevó al tipo ese, y bueno, llegó el tipo ese un día
a mi casa, y me saluda, era de tardecita y me dice, vamos a robar, y
me saca un arma y me la muestra, y me dice tu manejas esa moto, una
chinasa de mierda que seguro se había robado, que debe ser la que
usted vio ese día en el kiosco, una 125, al final buena, pero
pequeña, yo dudé obvio, bueno primero me paralicé, estábamos
frente a mi casa que aunque clase media algo tenemos, mi vieja estaba
adentro, y tenía miedo, yo no soy un hombre de armas, así que la
verdad, la verdad es que ahí me dio mucho miedo, él me seguía
señalando la moto, y la moto me tranquilizo, que siempre me
tranquilizan, así que me subí adelante, él se subió enseguida, no
sé que hizo con el arma, y bueno, me llevó al kiosco y ahí me
dijo, bájate y roba, y yo estaba nervioso, y mire no sé cómo lo
hice, pero lo hice, fue rápido, me dieron la plata, bastante por
cierto, y nada más, y cuando usted me vio supe que me había
reconocido, no lo he vuelto a hacer, se lo juro, sabía que algún
día alguien me iba a reconocer, su cara de susto me dijo todo".
Nos quedamos en
Silencio un largo rato, entonces continuó:
"Yo lo tengo que
contar, porque no se lo he contado a nadie, y usted sabe que cuando
llegamos al kiosco y él me dijo que tenía que robar me puse tan
nervioso que se ve que largué mucha adrenalina, y mamita querida,
cuando volví a la moto, con el corazón a mil, yo lo que necesitaba
era velocidad, dura, y ahí no más se ve que el Carlitos se dio
cuenta y me abrazo con fuerza y yo pensé, china aguanta que te
quemo, y señor mio usted no sabe lo que fue eso, hasta en la vereda
me subí dos veces evitando el tráfico, pasaba autos, semáforos,
todo, puro ruido y velocidad, nadie nos seguía, nadie nada porque yo
ni registraba, ni sabía lo que pasaba, yo veía al frente y
aceleraba, y pensaba que tenía un movimiento para evitar lo que
tenía en frente y nada más, y pensar es un decir, porque nada, era
duro y rápido, un movimiento, nada más, no podía pensar más, y
dale, y duro y por el tráfico y a fondo, usted sabe lo que es darle a
fondo, esa moto estaba medio preparada, porque iba muy rápido,
largué todo, y me entendí bien con esa china, los cambios entraban
como manteca, y cuando la exigía respondía, dos veces me rocé el
brazo con algún espejo, o con algo, no sé, me tranquilicé recién
en una recta, que no vi nada adelante y supe que tenía un segundo
para pensar, y ahí empiezo a tomar un poco de conciencia y bajo la
velocidad, y ahí siento que el Carlos me suelta con una mano, que yo
hasta me había olvidado que lo cargaba al flaquito, y así sin nada
de aviso el tipo hecha un tiro al aíre, y eso fue como que me
inyectaran con la peor de las drogas, el cuetaso calienta la sangre y
nubla la razón, eso era darle y quemar, con cada tiro, porque el
hombre sabía lo que hacía, y tiró un par de veces, para ponerme en
movimiento, cuando me di cuenta habíamos atravesado media ciudad y
no teníamos nafta, y ahí me dijo párate acá, me paré, se bajó,
me dijo bájate, la moto ya queda ahí, anda a tu casa loco de mierda
no te quiero volver a ver, se fue y más nunca lo vi, no sé que pasó
con los tiros, no sé que pasó con el kiosco, no sé nada y no lo he
vuelto hacer, y usted sabe que voy rápido ahora, y me animo, pero
nada cómo cuando escuchaba esos tiros, nada".
Dejó cien pesos en
la mesa y se fue, diciendo, mi nombre es Julian un placer, yo le
dije, muchacho compró un arma cierto? y contestó, claro usted
porta?, y yo le dije portaba, y otra cosa, el casco porqué se lo
sacó? y me contestó, de los nervios no sabía lo que hacía.
El poder de la planta.
El mate verde, la pipa
llena de hojas. La sabiduría eterna de la semilla, todo lo que será
ya es, queda esperar las condiciones adecuadas para un desarrollo al
máximo de su potencial. Existe la voluntad de crecimiento? la planta
busca el sol. Revolvía en la basura y pensaba, cuanto desperdicio,
tenía guantes, los había conseguido en la basura, nuevos, tenía
dos bolsas y una caja; una bolsa para plástico la otra para latas, y
la caja para comida. Movía las tres cosas con uno de esos pequeños carros de
dos ruedas que se desarman. El verano es bueno, pensaba el hombre.
Se acercó a una plaza y se sentó en un banco, aprontó un mate y se
armó un cigarro de hojas. Miró a los lejos dos policías que de
seguro lo ignorarían. El banco en el que estaba sentado le indicó la
fecha, la hora y la temperatura terminando con un comercial de Pepsi.
Abrió la caja de la comida, se comió una banana en perfectas
condiciones y guardó la cáscara en la caja. Sacó un sandwich que
se vencía ese mismo día, de jamón y queso, lo sacó de la
bandeja de plástico en el que venía y guardó el envase en la caja. Dio dos mordiscos y pensó que le
vendría bien un poco de tomate, así que buscó en la caja y
encontró un tomate muy maduro en un extremo, sacó del bolsillo del pantalón la
pequeña navaja del ejercito suizo y cortó la parte madura y la
metió en la caja, lo que hizo entonces fue juntar en el envase del
sandwich la cascara de banana y el tomate maduro, cortó lo que quedó
del tomate en rodajas y se las puso al sandwich, así estaba bueno.
Terminó el sandwich y el banco le recordó de nuevo la información,
también reiteró el comercial de Pepsi. Buscó en su bolsillo unas
monedas, las contó, separó una y se fue hasta la maquina de café,
sacó un café negro, bien caliente y volvió al banco. Entonces
claro, la clave de la semilla es la efectividad, el desenvolvimiento
pleno de sus elementos naturales. Mientras se tomaba el café pensaba en
lo obvio.
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