Amor.
Dos mujeres, pasados los cincuenta, entran a un bar y se sientan en una
mesa cerca de la ventana, no dicen palabra alguna. Su actitud es pausada, sus
miradas libres de tensión. Al mozo le piden dos cafés dobles negros y dos whiskys.
Desde donde estoy las puedo oír y ver bien. Rato
después de que el mozo les traiga su orden sus miradas se cruzan, se toman de
la mano, sonríen y se dan un beso, de unos siete segundos, en los labios, sus bocas se abren
y cierran ligeramente con suavidad, una de ellas, la del cabello negro y la
blusa roja, susurra te amo, la del cabello castaño rizado y la chaqueta negra
contesta, yo a ti.
8
Digamos
que la
palabra
“digamos”
que comienza
este
poema
es la superficie
del agua
y la
primera vez
que aparece la
palabra
“fondo”
es el
fondo.
Nada mejor que
quedarse
sumergido en la
palabra
“poema”,
sin que
tu cuerpo roce
el
digamos
y no
toque fondo.
Rogain.
- María has notado que Ernesto tiene más pelo.
- Qué Ernesto?
- El jardinero.
- Qué?
- Si, Ernesto el jardinero, me parece que tiene más pelo,
menos entradas.
- Y?
- Cómo Y? el está saliendo con Julia, y bueno, me parece que
lo quiere ver bien, más guapo, así que bueno, a mi me está faltando el Rogain.
- Qué?
- Si me está faltando el Rogain.
- Me estas diciendo que la mujer que limpia y el jardinero
te robaron el Rogain?
- No todo, pero yo he visto que ha bajado un poco.
- Eres un imbécil.
- Pero para, no soy yo el que está en juicio, tiene o no más pelo?
- Qué se yo? qué importa.
- Es caro.
- Ya sé que es caro. Duérmete hazme el favor.
- No te preocupa?
- Duérmete.
- .
- .
- Me están robando el Rogain.
Los Milagros de Mandelbaum.
Los tres milagros de Mandelbaum fueron los siguientes:
1) Fumar el mismo cigarrillo durante 27 horas. Mandelbaum se
armó un cigarrillo de tabaco negro lo
fumó durante 27 horas mientras charlaba con diferentes grupos sobre la
influencia de la religión en el logos. El cigarrillo nunca se apagó.
2) Exprimir dos litros de jugo de media naranja. Testigos
confirman que Mandelbaum se estaba haciendo un jugo con un exprimidor manual, y
mientras exprimía media naranja sobre una jarra sus ojos se pusieron en blanco
y empezó a balbucear palabras inentendibles, había entrado en trance, dicen que
le duró unos tres minutos, cuando salió del mismo la jarra estaba llena de
jugo, dos litros.
3) Cargar una piedra de 135 kilos. Durante la construcción
de la casa de piedra en la montaña, el grupo se dividió para ir a buscar
piedras, Mandelbaum apareció cargando, sin esfuerzo una piedra de 135 kilos, y
la posó en la esquina de la casa, dónde todavía está, el resto de las piedras
que trajo eran de más o menos dos kilos. Se le preguntó sobre el hecho y dijo “no
me di cuenta de cuanto pesaba, solo me gustó y la llevé”.
- De qué quieres hablar?
- De los años posteriores al accidente, tengo entendido que
estuvo en rehabilitación un tiempo. No sabemos mucho de esa época, es un
espacio en blanco.
- Yo tampoco recuerdo mucho. Me parece que ese fue el tiempo
en el que volví a vivir con mis padres.
- Alguna victima esos años.
- Victima? Hay victimas todos los años, en todas partes.
- Asesinó a alguien durante esos años?
- No. Ya lo dije, el primero fue el primero, punto.
- Qué recuerda de esos años?
- Ya le dije que no recuerdo mucho. Recuerdo una cosa, que
recordé por primera vez mientras asesinaba a la mujer del viejo Rosas yo
- Su tercera victima.
- Tienes una desagradable costumbre de interrumpir,
raro, porque se supone que me quieres escuchar, como todo profesional
resulta que eres un mediocre en la práctica.
- Disculpe, continúe.
- Bueno, recuerdo que estaba entrando tarde a mi casa, había
salido a caminar por el barrio, la ventana de mis viejos daba al pasillo de
entrada, y era de madrugada, yo estaba entrando y lo escuché a mi viejo hablar,
decía que a él lo que le hubiera gustado hacer era quemar iglesias, hacer una
revolución. Mi viejo jugó la cartas que le repartieron, trabajó y se dejó
llevar por la corriente, nunca estuvo preso, nunca tuvo problemas con la ley,
nunca se peleo con un vecino, iba tan fácil a dónde le proponían, no imponía su
paso, impresionante cómo logró reprimir a tal nivel sus verdadero ser, me dio mucha pena,
pensar que alguien había caído tan lejos de sus deseos, de sus propósitos, me
dio lastima que alguien viera el pasado y encontrara pesar. Me dan lastima las
vidas desperdiciadas, las vidas que no han llegado a ser.
- Es una contradicción no le parece. Porque gracias a usted
muchas vidas no han llegado a ser. Cómo puede hacer algo que lo hace sentir
mal?
- En serio? esa es tu pregunta. Qué te crees que porque soy
un asesino no tengo sentimientos, que estoy exento de la condición humana. No eres una persona muy inteligente.
Ayer me fumé un porro con Vargas LLosa.
Resulta que voy caminando por la playa a eso de las cuatro o
cinco, a la tardecita, el día estaba caliente, el cielo estaba algo
nublado, así que el sol no molestaba, y veo a un señor gordito, en tanga negra,
caminar hacia mi, a medida que se acercaba se me iba haciendo conocido, cuando
estoy por cruzármelo lo reconozco, me sorprendo y me sale con sorpresa, “coño
tu eres Vargas Llosa” el hombre contestó que si con una sonrisa, le pregunto, “qué
hace por estos lados señor, tiene casa por acá o está de vacaciones”, el contesta, “Vacaciones, y un poco de trabajo, estoy terminando una novela”. A mi
no me gusta mucho lo que él escribe, pero quién soy yo para criticar, él se
queda ahí parado como esperando conversación y yo, si, por que no, también tengo
ganas de charlar, sobre el Nobel, el mundo editorial, el mercado, a si que le
pregunto, “Sr. Vargas Llosa, armamos uno?”, y ni lento ni perezoso me dice,
“claro que si”. Estábamos justo a mitad de camino entre la placita del hotel,
la que tiene los banquitos sobre la playa, dónde esta el bote abandonado, y la
cuesta de la virgen, ahí arriba en el mirador se puede sentar uno y ver el mar,
y el puerto, estábamos frente a Rastalandia, ya cerrado como todo fuera de
temporada, le pregunté “Vamos o volvemos?” , “Volvamos” me dice, esto me llamó poderosamente la atención, yo hubiera pensado que un Nobel va siempre para
delante y para arriba, pero bueno, volvimos.
Vargas Llosa cargaba una mariconera, muy bonita, de cuero,
cuando nos sentamos y yo saqué mi paragua el me dijo que no, que armábamos uno
de los suyos, y acá viene Mario y saca una flor hermosa, toda gomosa, con un
olor fuerte, fresco, se sonríe y me dice “las ventajas de la fama”.
Apenas encendimos Mario empezó a hablar de la novela como un
edificio, decía que era una estructura que necesita estudio, planeamiento,
tiempo y calidad constructiva para no desmoronarse, estuvo un rato largo
hablando sobre esto, en un momento le comenté algo de Perec y de su Vida Instrucciones
de Uso, pero no sé si no me escuchó o si se hizo el desentendido, pero no me
dijo nada, se quedó entre pensativo y fastidiado, yo aproveché el silencio y me
quedé pensando en ese título, y en la valentía de Perec al ponerlo. Y ahí me
quedé mirando el mar y pensando en eso, al rato le digo a Mario, “que me dices
de los títulos, algunos títulos son tan valientes”, “si”, me contesta, “algunos
lo son”. Y que hace que un título sea valiente, me pregunto yo, las palabras soases
son más llamativas que valientes, y la picardía es desdeñosa, así que le
pregunto al Nobel que tengo al lado, “De dónde proviene la valentía de un
título”, y el me contesta, “de la información, te preguntas qué información es
valiente, valiente es todo aquello que se adentra en las profundidades, con o
sin miedo, el miedo no tiene que ver con la valentía, el miedo no es ajeno al
valiente, entonces un titulo valiente es aquel que se adentra a las
profundidades, que se pierde y que te lleva, que se abre camino”, muy lindo,
por eso les dan el nobel. Para mí la valentía es jugársela, nada más.
Las flores eran tan suaves que prácticamente las fumaba uno
por el sabor, aunque también hacían efecto, se notaba una disminución importante en la
ansiedad, un ligero aumento en el apetito. La tarde caía suavemente, había un poco de viento, pero el sol
todavía calentaba. Mario se paró y me dijo que lo esperaban para comer, nos
despedimos y lo vi marchar para el lado de Arachania, siguiendo su camino, yo
me saqué la ropa y me metí un rato en la playa, tenía que ir a comprar clavos
para terminar lo que estoy haciendo, ayer fue martes, durante la semana la
ferretería cierra a las ocho, así que todavía tenía tiempo.
El Bar.
No soy quien para hablar de la relación de el alcohol y las
letras, pero si me atrevo a hablar de una tangente del tema, lo literario de un
bar.
Primero hablemos del Bar. No acepto el titulo de Bar en
cafés o restaurantes. En un Bar se sirve alcohol y se va a tomar alcohol. Si
hay algo para comer es irrelevante, y si ponen música también. Nada más molesto
que entrar bajo falsa publicidad a un “bar” y encontrarse a todo el mundo
tomando un café y comiendo sanduchitos, algo bastante común y bastante molesto
en argentina, que tiran la palabra en un cartel con una facilidad que raya en
la ignorancia, que sean mas del vino que del ron, y más de las mezclas que de
los años en barrica, no justifica tan liviandad en el uso de la palabra.
Que el alcohol es malo para el cuerpo y para la conciencia
nadie lo duda. En el que es probablemente el mejor stand up de la historia,
“Himself” de Bill Cosby, el sketch del borracho nos da una línea que resume el
por qué nos entregamos a tal castigo,
“porque me lo merezco, trabajo duro toda la semana, y me merezco la
bebida”. El alcohol, por la razón que sea, empieza siendo una recompensa, es
una puerta a algo bueno, a algo mejor, que después el conejo blanco se de la
vuelta y te muerda una oreja es otra cosa.
En el Bar, en el de verdad, se cocinan historias. Porque el
bar de verdad está lleno de hombres que se merecen estar ahí. Trabajadores,
obreros, hombres de oficio, mujeres cansadas, personas derrotadas, derrotas de
verdad, derrotas que implican tramas complicadísimas, personajes pintorescos,
peligrosos, reales. Hay hombres que han
vivido en la clandestinidad durante las dictaduras, hay ricos que han caído en
la miseria, hay historias de cárcel, de estafas, de suerte. Que todas las
personas tienen su historia, es un enunciado valido, que las historias de lucha
son más entretenidas, también.
El Bar está cargadísimo de historias, porque nunca salen del
Bar. El hombre que ahí las cuenta no sabe contarlas en otro lado, el hombre que
las escucha no sabe reproducirlas. En el lugar se dan las condiciones
necesarias para que el relato tenga un marco que lo sustente, la camaradería,
la liviandad de la lengua, la informalidad, y por sobre todas las cosas la
falta de juicio.
La literatura chorrea por las paredes de los bares porque no
hay críticos. A los críticos los cuelgan de los huevos, no son bienvenidos, el
que venga a juzgar que tome en el lobby de un Hotel, o que se ponga a tomar
vino en un restaurante. En el Bar se está entre iguales, tu historia vale
porque es tuya, el estilo se aprecia porque hay sensibilidad, y la excesiva
inventiva se castiga con la falta de atención, no tanto por tener poco gusto
por los adjetivos, si no más bien por una cosa de confianza, que el que mucho
habla poco entiende.
Tomar y hablar, tomar y escuchar, tener un hombre al lado y
saberlo compañero, quien no presta la oreja presta la mano, te consigue
trabajo, te charla de su jefe. El que no te cae bien no se te acerca, el que no
te habla no te confía, si te vas de copas el cantinero te corta la ronda. Estas
tranquilo porque tu mujer, si existe, sabe donde estas y lo sabe inofensivo, tu
dinero rinde porque no hay pretensiones. El que no sabe escribir sabe hablar, y
la Ilíada primero fue cantada.
Para terminar voy a contar una anécdota, se me acerca Jorge,
el cantinero del 01, para servirme la ultima copa, hemos estado un rato
hablando de Chávez y de la abstracción que significa la conciencia y de la
queja y su contraparte la aceptación, y me dice, hablando bajito para que nadie
escuche, porque me confiesa que no todo el mundo sabe, “yo sé que lo tuyo son
los libros y esas cosas, veo que bienes acá tranquilo y sacas tu cuaderno, sabes
que a mi me apasiona la lectura, la historia en especial, pero no puedo leer,
soy ciego de un ojo y del otro casi no veo”.
Los cuadernos de Samuel Schuberstein
El gran Samuel Schuberstein decía que la clave era decir todo diciendo muy poco o nada. Se dice, personas que los han visto y estudiado, que escribía cuadernos enteros en los que ensayaba diferentes combinaciones de palabras buscando aquella frase que dijera todo y, al mismo tiempo, no dijera nada. Los primeros cuatro cuadernos contienen combinaciones de diez palabras, los siguientes seis contienen nueve, ocho, siete y seis palabras, hay dos cuadernos de cinco, uno de cuatro, dos de tres y uno no terminado de dos. Los cuadernos están escritos en su mayoría en su lengua natal, pero también se encuentran frases en español, ingles y francés. El gran Samuel Schuberstein murió de viejo a los noventa y tres años. En su lapida se lee: "Samuel Schuberstein. Escritor."
A mi lo que me gusta es estar al sol tomando cerveza
ya me metí en un salón de clases y conté los minutos para
salir
ya me senté en una oficina y me controlé para no asesinar a
nadie
ya le debo plata al estado
ya rompí con el estado de mi familia
y a mi lo que me gusta es sentarme a ver el mar y tomar cerveza
y no es por vago
(que mi auto me lo arreglo yo, y mi comida en lo posible es
cosechada, y si hay que levantar leña la levanto)
es por comprender el inmenso potencial que tienen mis
minutos
el sol , la cerveza,
y pensar en las estrellas
en la infinita calidad que me da saberme nada
en cada ola una afirmación
esta no es nada más que la que sigue
y así hasta que no haya agua.
Así que a mi me gusta estar al sol tomando cerveza y
pensar que esta noche salen las estrellas.
Dos preguntas sobre lo malo.
Es raro leer algo malo sobre una obra literaria. Generalmente las críticas que llegan a los medios, son buenas o neutras. Cuando uno se acerca a una editorial o a una publicación literaria, las respuestas son si, no o neutro (silencio). Aunque un si y un no son bastantes elocuentes, nunca sabes si la respuesta se debe a la calidad del trabajo o a cualquier otro motivo, por lo tanto la respuesta es poco útil para el que la recibe. Me preguntaba qué pasa cuando algo es malo, qué pasa también con el silencio. Les pregunté por mail a Damián Ríos, reconocido editor y poeta, actualmente al frente de Blatt y Ríos, y a Juan Terranova, escritor de ficción y arriesgado crítico literario, y esto fue lo que me dijeron:
Toto: Le dices a los autores cuando los libros que te
envían son malos? Ves necesario mencionar lo malo de una obra tanto como lo
bueno?
Damián Ríos: Sí, lo hago, pero no siempre. Recibimos 1 o 2
libros por día para leer. No podríamos leer todo y hacer, además, críticas. Es
imposible. Si entiendo que hay algo que tiene futuro o lo que sea y en el que
puede ser interesante lo que tenga para decirle, lo hago en la medida que
puedo. Me mandan muchas cosas que no tienen nada que ver con lo que editamos y
entonces es imposible charlar.
Juan Terranova: 1. La crítica es evaluar. Si no evalúa y da una conclusión no es crítica. 2. Hoy el silencio se usa de forma crítica. Como hay un tabú general de jugarse y decir que algo es malo o está mal hecho, se ningunea. Yo trato de escribir todo lo que puedo. Esa es mi forma de usar "el silencio": decir. 3. Si te pagan para escribir y no escribís te estás robando el dinero. No está mal, pero es pecado y por tus actos serás juzgado.
Toto: Como crítico literario. Encuentras necesario decir si algo es malo tanto como si algo es bueno? Cómo usas el silencio? No dedicarle palabras a un trabajo es negativo o positivo? "
Juan Terranova: 1. La crítica es evaluar. Si no evalúa y da una conclusión no es crítica. 2. Hoy el silencio se usa de forma crítica. Como hay un tabú general de jugarse y decir que algo es malo o está mal hecho, se ningunea. Yo trato de escribir todo lo que puedo. Esa es mi forma de usar "el silencio": decir. 3. Si te pagan para escribir y no escribís te estás robando el dinero. No está mal, pero es pecado y por tus actos serás juzgado.
Eclosión de una estrella del surf en una noche de Barranco.
Tardaron en prender las luces de la
plaza. Me pregunto si hay un encargado para eso o, al contrario, se encenderán
con un sistema automatizado. En caso de que fuese un encargado, puedo pensar en
pocos trabajos que carguen tanta responsabilidad. Cuando las encendieron, o se
encendieron, ya la noche estaba tranquilamente asentada en la vida de aquellos
que dejábamos pasar el tiempo sentados en los bancos. Esto acentuó mí, ya
plantado, desconcierto y agregó mucha incomodidad. Después de todo era de noche
y estaba en un lugar desconocido.
Agradecí estar
solo y no tener en quien derramar mi desmán. Todo el día había sido igual en
las calles de Barranco, me sentía un campesino o un monstruo, muchos años tenía
ya alejado de las grandes ciudades y era poco lo que quedaba en mí de
cosmopolita. Varios sentimientos, chocando y peleando dentro de mi,
incrementaban el desasosiego. Estaba, en parte, muy contento por estar de nuevo
cerca del mar, y parte de esta emoción se había convertido en una pregunta
clave ¿No tendría que estar viviendo cerca del mar? Las vacaciones me ayudaban
a soportar la lejanía, pero también me recordaban que existía y que no lo tenía
todos los días.
Las
calles oscura poco ayudaban, no por la oscuridad en si, pero por su carácter
misterioso. Al final de mis vacaciones escribí una pequeña frase en el cuaderno
del hostel, " Me gusta el barrio, lo encuentro sólido". Era Jueves,
tendría que esperar al fin de semana para comprobar su famosa vida nocturna, la
cual no agregaría o restaría a mí ya bastante clara opinión del lugar.
Varios niños
jugaban y saltaban a mí alrededor mientras mamás distraídas charlaban cerca de
un árbol. Sentía que de alguna manera Barranco y Perú me estaban dando una
lección. Intentaba descubrir cual era. Pensé que caminando me despejaría un
poco.
Me
levanté y lentamente me alejé de la plaza. Algunas casas se caían de viejas,
encantadoras todas ellas. Estaba pensando seriamente en estirar mi viaje un par
de meses más. Quería aprovechar el hecho de que estaba en una ciudad con
cultura de Surf, eso era algo que siempre había querido aprender a hacer. Justo
cuando estaba pensando en esto, la vi.
La
casa era, como tal, solo una fachada. De puro curioso me asomé por un espacio
que dejaban las tablas de madera que tapiaban el frente. Se podía ver que el
interior estaba toda destrozado para hacer espacio. Grandes reflectores
iluminaban todo el taller. Porque eso era, un taller. Un taller en el que
hacían tablas de Surf. Dos hombres cortaban, daban forma, lijaban, trabajaban
en silencio. No podía reconocer la música que escuchaban, y no sé que clase
era, sé que no era latina, clásica, country, heavy metal o pop.
Intenté
llamar la atención de los trabajadores en el interior de la casa, pero era muy
poco el ruido que podía producir, jamás pude silbar muy fuerte, y al no haber
timbre o manera visible de llamar hacia adentro, rápidamente desistí de seguir
haciendo el ridículo con mis débiles silbidos. No sabía bien por qué quería
llamarlos, lo había comenzado a hacer instintivamente, solo sabía que me
interesaba hacerlo. Me imagino que me llamaba mucho la atención saber cómo se
hacia una tabla de Surf. Podía ver varias ya listas, alineadas contra una
pared. Decidí esperar.
Primero lo hice en la puerta, después me
senté en la vereda de enfrente, y me distraje detallando la fachada de la
casas, todas llenas de moho y mierda de palomas.
Espere más.
Espere mucho
tiempo.
No sé cuanto
tiempo pasó, desde mi posición podía escuchar claramente la música y el ruido,
casi murmullo de alguna herramienta eléctrica.
De repente
todo se apago en el interior, crucé rápido y me asomé de nuevo por el pequeño
agujero de entre las tablas, silbé y golpeé un poco con mis pies, esta vez dio
resultado. Uno de las personas del interior se acercó a una de las tablas y la
abrió a modo de puerta, me presenté y le dije lo que quería, por alguna razón
me justifiqué diciendo que nunca había Surfeado y que quería aprender a
hacerlo. Joseph, así se llamaba el rubio que había venido a mi encuentro, me
invito a pasar.
Había una
especie de tablas blancas recortadas en las paredes, una de ellas en la que
parecía que trabajaba Joseph, estaba cortada y se podía ver ya claramente la
forma de la tabla de surf. Mi anfitrión,
tranquilo, mientras su compañero pintaba una tabla en el otro extremo de la
estancia, me explicó paso por paso cómo se fabricaban.
Cuando
terminó, fue muy poco lo que podía recordar, le di las gracias y me despedí.
Joseph me dijo que estaban por comer algo que si quería los podía acompañar. Vi
mi reloj, eran las dos y media pasadas, mi temprana cena de anticuchos estaba
bien digerida, y la verdad, tenía hambre, estaba curioso y no tenia nada más
que hacer. Acepté y me ofrecí a buscar algo para tomar o para completar lo que
ya tenían, Joseph dijo que no, que nada hacia falta. Héctor, así se llamaba el
chico que estaba pintando, se presentó y excusó al mismo tiempo, dijo que no
nos podía acompañar, que se iba a su casa un rato y después volvía. Me pareció
extraño, pero toda la situación y la noche lo era, así que no me hice mayores
problemas.
En la parte de
atrás de la casa había una cocina sin artefactos, sólo había un microondas, una
cava portátil, una mesa de plástico y dos sillas de madera. La cava estaba
llena de hielo y latas de cerveza rubia. Joseph calentó arroz y una especie de
carne al horno, sirvió abundante en dos platos y me entregó una, también me
alcanzó una cerveza y un poco de salsa de rocoto.
Comimos mucho
y charlamos copiosamente, surgió mi pregunta, bastante obvia, de por qué
trabajaban de noche. Me explicó que todas las mañanas iban a Surfear, que era
su hora predilecta, aunque el dijo preferida, para hacerlo, como les costaba
levantarse temprano, encontraron como solución cambiar sus horarios. Me dijo
que para ellos el día comenzaba a calmarse a eso de las dieciocho o diecinueve,
que ellos usualmente se despertaban como a las veinte, cuando el día ya estaba
totalmente tranquilo. De esta manera, trabajaban por la noche, surfeaban por la
mañana y dormían por la tarde. Me pareció bastante lógico en su momento, ahora
pensándolo bien, no tanto.
Joseph tenia
que volver al trabajo así que dejamos la mesa y pasamos al salón justo en el
momento en que entraba Héctor. Les pregunté si alquilaban tablas, me dijeron
que no pero que tenían para prestarme una si quería y ambos me invitaron a
acompañarlos en un par de horas cuando salieran. Les dije que si, y me dirigí
al hostel para dormir un par de horas, la verdad es que estaba cansado.
Contrario
de lo que esperaba, me dormí enseguida, y cuando me levanté solo con dos horas
de sueño, me sentía fresco y sin rastros de cansancio. La mañana era suave,
acogedora y promisoria. Cuando llegué al taller me convidaron café con leche y
un trozo de pan con mermelada, ya me estaba sintiendo un poco incomodo con
tantas invitaciones, así que les deje que el almuerzo lo invitaba yo, "por
supuesto", me dijeron y empezaron a reír como si ellos supieran algo que
yo no.
Tenían
un auto, así que no fuimos a las playas de la ciudad, nos fuimos al sur, unos
setenta kilómetros. Cuando llegamos me pareció que estaba viendo una de las
playas más bellas del mundo. El sol empezaba a calentar, finalmente iba a saber
lo que era surfear.
El agua estaba
fría, bastante fría.
La librería de usados
A mi amigo Viti.
Juntos aprendimos el arte de pagar libros una miseria,
pero sobre todo, a mantener cara de nada frente a un elefante blanco.
Una librería es más que un negocio, es un lugar de
posibilidades. Ningún otro negocio te ofrece tantas variedades del mismo
producto, y con resultados tan diferentes, brechas tan distantes en precio,
ideología y calidad. Se meten todos los libros en la misma bolsa. Y aunque tienes librerías especialidades, las
de usados, que son las que nos ocupan en este relato, tiene de todo. Ofertas de
mínimo valor, rarezas sobre valuadas esperando al cliente justo, libros como
nuevos a mitad de su precio original, todas las materias, ciencias, filosofía,
literatura, espiritismo, diccionarios, otras lenguas, infantiles, juveniles,
solo para adultos, hasta un libro para hacer juguetes de madera y una historia
de Cristo por el mismo. Todo. Una buena librería de usados no discrimina, al
contrario, todo sirve, un libro roto se arregla, uno por la mitad encuentra su
otra parte en algún momento, un tomo de enciclopedia perdido por uno es el
encontrado por otro, el librero de usado almacena sin asco, sin pena y muchas
veces sin juicio. Una librería son sus
libros, y como se consiguen esos libros, es lo que nos interesa.
Toda librería que se
respete debe tener dos responsables. Ambos igual de importantes, ambos igual de
capaces. Toda librería tiene que tener un Cazador y un Guardia. Sus nombres
responden obviamente a sus tareas. El Cazador busca libros, responde a los
anuncios, va a las casas, va a otras librerías en busca de rarezas pasadas por
alto, camina la ciudad, se pierde en internet, roba si es necesario. El Guardia
se queda en la librería compra los libros que traen para vender, se encarga de
los cambios y por supuesto de las ventas. El Cazador, tiene que ser rápido,
atento, inescrupuloso, un poco mentiroso y preferentemente tener miles de
historias para contar y distraer la atención de lo más importante, los libros.
El Guardia tiene que ser duro, intuitivo, de apariencia confiable, y muy
sereno, un Guardia tiene que ser paciente, ya que de él depende el capital,
tiene que estudiar muy bien los precios y los clientes, y tiene que tener la
frialdad para hacerlo.
En esta librería, esa que se ve al final de la calle, esa
del toldo verde, con los dos tablones al frente, tablones de oferta, tenemos a
nuestros dos dueños, discutiendo por supuesto, y esto es lo que dicen:
- Mirá no me importa que tan lejos tuviste que ir, hacer ese
viaje, por este libro, no vale la pena, acá a seis cuadras hay una biblioteca
para ir a ver.
- Bueno, como iba a saber que era un viaje perdido, a veces
en el campo se rescata algo bueno.
- Cuanto crees que le sacamos a esto.
- Dice 226 de ochocientos, por lo menos está numerado, mira
ponle trescientos, y pagamos el viaje y un poco más, no es tanta perdida.
- Bueno. Pasaste por la otra casa.
- Si.
- Ajá, te lo estabas guardando para el final. Qué
conseguiste.
- Nada.
- Dale.
- Mira.
-No?! Todos de Aguilar?
-Todos. Mira, mil y una noche de Cansinos.
- Vamos todavía. Esto si que esta bueno. Cuanto?
- Todo por quinientos.
- Quinientos? Esta bien. No le ofreciste menos.
- Vamos viejo. Mira, está el tomo uno de Dostoievski y el de
Mark Twain, más las mil completas, olvídate es un regalo, mira, Camus y
Pirandello.
- Si, la verdad que esta bien. Es un regalo. Mira lo que
compre yo.
- Bien, Perfume, Lem, Marquez, lindo che, hoy salimos del
poso, rompimos la racha de mierda.
- Loco esto está buenísimo. Uno cada uno.
- Bueno.
- Yo me quedo Camus.
- Puto. Dame Dosto.
- Bueno. Menos mal que nos fue bien. Llamó la bruja, quiere
plata.
- Que se valla a cagar la vieja de mierda.
- Bueno, le dije que pasara esta tarde, le voy a dar algo.
- ¿Qué? Estas loco. Ya fue eso. Déjame que la atienda yo esta
tarde, no le van quedar ganas de llamar más, vieja hija de puta.
- Mira, quedé en darle trescientos, y ya está, es lo último.
- Se aprovecha de ti, cuando estoy yo nunca aparece.
- Bueno pero ya terminamos, ya esta.
- Conchuda, la próxima vez le voy a partir la mesa en la
cabeza, haber que dice ahí.
- Bueno, otro tema. Vino el gordo.
- Otro hijo de puta.
- Nos ofreció el siguiente cambio. Nosotros le damos los de
Steinbeck de Caralt.
- Que se valla a cagar.
- Y él nos da la colección completa de siglo y medio de Eudeba, la de literatura argentina.
- El gordo no tiene esa serie completa ni en pedo.
- La tiene yo la vi.
- ¿De dónde mierda la sacó?
- No sé, se la cambiamos.
- Claro. Pero ¿por qué lo quiere cambiar?
- Al gordo le da asco el papel amarillo.
- Es un conchudo.
- Podes hablar un poco mejor.
- Anda a cagar.
- Shh viene gente. Esto de Aguilar esta increíble.
- Increíble.
Así, en la librería de usados.
Misterio/Secreto. Otra lectura personal.
Misterio. En arameo una raiz DALET ZAIN. Es el movimiento lo que
importa, la búsqueda. DALET es la respuesta, es la reacción a un estimulo, y
ZAIN es el movimiento, movimiento hacia dónde, si hablamos de algo que nos es
oculto y nos hizo reaccionar (DALET) el movimiento (ZAIN) debe ser hacia
develar el misterio, hacia el misterio, a resolver la inquietud. Pero en hebreo
no existe misterio. En Hebreo es SOD (SAMECH VAV DALET) que es más un secreto, SAMECH
entre otras cosas es biología, energía biológica, VAV, entre otras cosas, es el
agente fertilizante, es el responsable de generar, y DALET como dijimos antes es
una respuesta al estimulo, en este caso vemos como la fuerza de la vida, se ve
fertilizada por la respuesta, por el proceso, por lo tanto lo que ahora es un
misterio antes era un secreto, la diferencia básicamente entre una palabra y la
otra, es que una nos invita a buscar nada más, a revolvernos en la nada y la otra
nos dice que la respuesta está en el mundo físico, qué hay que buscarla, pero
que está. El secreto es sólido, el secreto se puede compartir, el secreto es
información escondida, el misterio nadie sabe. Nos cambiaron la palabra, nos
cambiaron todo, teníamos historia, nos dieron mitología.
Las iglesias usan la palabra misterio para dejarte dando
vueltas en la nada. Y si usaran la palabra secreto?
Pensamiento Jasídico.
El siguiente texto, más allá del humor y la posible moraleja, es un texto que me gusta porque está muy bien escrito. Nótese con que pocas palabras, y utilizando los signos de puntuación son capaces de describir la escena y dar atmósfera al dialogo.
"Se puede aprender de cada cosa", dijo cierta vez, el rabí de Sadagora a sus "jasidim": "Cada cosa puede enseñarnos algo, y no sólo las cosas que Dios creó. También lo que el hombre ha hecho tiene algo para enseñarnos".
"¿Qué es lo que podemos aprender del tren?" preguntó un jasid con incertidumbre.
"Que por un segundo, uno puede perderse todo"
"¿Y del telégrafo?"
"Que cada palabra se tiene en cuenta y debe pagarse".
"¿y del teléfono?"
"Que lo que decimos aquí es escuchado allí".
Permítenos oh Dios escuchar tu risa.
Si el Humor es terreno exclusivo del Hombre,
Que nadie conoce perro que ría,
O albatros que se detenga a sonreír frente a pingüino,
Si esto que nos entretiene cosa humana es,
En ella algo de Divino puede haber.
Porque,
Si Borges ciego era,
Y Beethoven sordo componía,
Y el que no tiene dientes se jacta de tanto pan,
Nuestro haber cómico es,
Así que ya sea por azar del destino,
O por interferencia celestial,
Nuestra realidad en la ironía y el sarcasmo se realiza.
Así que como victimas de tu Gracia,
Oh Dios,
Al menos permítenos,
Tu risa escuchar.
La Máquina.
Ira e impotencia. Eso es lo que siento cada vez que me doy
cuenta soy una piecita más, una arandelita, un clavo oxidándose en esta
gigantesca y compleja maquinaria que funciona por funcionar. Una maquina que se
rompe, se mejora y se agranda hasta tener proporciones insondables, con sus
partes trabajando por separado, independientes y unidas. Una maquina asquerosa,
grasienta y desprolija, una maquina que por falta de ingeniería lastima sus
partes, las rompe, las remplaza fácilmente. Yo no soy más que otra partecita de
esa enorme asquerosidad, humeante, ruidosa, en permanente discusión. Se discute
para que sirve, se discute como funciona, se discute como modificarla, y nadie
tienen idea, y se convocan a las expertos, y los expertos tienen teorías, pero
han estudiado dentro de la maquina, se han criado en ella, la suya es una
ignorancia adiestrada. Y que hermosa seria la vida si fuera un clavo de los de
adentro, una de esas arandelas o tornillos que viven en las entrañas de la
maquina, que no conocen otra cosa que el oxido y por eso se contentan con el
aceite. Pero no, a algunos nos toca el borde de la maquina, uno de sus bordes,
bordes que desaparecen porque la maquina va creciendo y nos va tapando, pero
por un momento, la vemos, vemos la vida fuera de la maquina, fuera de los
engranajes, fuera del ruido. Y te das cuenta que eres un tornillo, o un clavo o
una arandela. Porque tal vez lo peor de
todo, es que ni siquiera puedes ver la pieza que eres. Esta maldita conciencia
que me dice que existo pero nada más, información perversa. La conciencia como
diversión de Dios e instrumento del Diablo.
Un payaso en el cementerio.
- Cómo es eso de que había un payaso en el cementerio.
- Si. Estaba ahí todo maquillado, y con un bolso colgando medio raro, seguro que tenia globos y esas tonterias.
- Estas seguro?
- Coño crees que soy tan tonto o tan ciego, como para no darme cuenta de que había un payaso en el cementerio.
- Bueno bueno. Le hablaste?
- No. Que le voy a decir?
- Cómo qué le voy a decir, te acercas y le preguntas, señor que hace usted vestido así?
- No.
- Cómo no?
- Y si era un fantasma?
- Un fantasma vestido de payaso?
- Y porque no, qué se yo como se visten los fantasmas. O qué, los payasos no se mueren.
- Hombre si, se mueren, pero no los entierran vestidos de payasos.
- Los fantasmas no se quedan con la ropa con la que los enterraron, qué sabes tu de los habitos estilísticos de los fantasmas.
- Bueno bueno. No puedo creer que no le hablaras.
- Tu que hubieras hecho.
- Yo le pregunto.
- Y si era un fantasma.
- Qué se yo, corro, pero no me quedo con la duda. Igual no era un fantasma, era un tipo disfrazado, seguro iba al trabajo y antes pasó a dejarles flores a un familiar.
- Vestido de payaso?
- Y por qué no? Es su uniforme de trabajo. Hay gente que va de traje o con overol.
- No creo. Los payasos no andan vestidos de payasos, se visten para actuar, lo que dices es ridículo.
- Bueno bueno. No puedo creer que no hicieras nada. Estaba maquillado?
- Si.
- Con peluca?
- Si, verde.
- La nariz?
-Grande y roja.
- La ropa?
- Gigante y de clores.
- Los zapatos?
- Enormes y blancos.
- Si, definitivamente era un payaso.
- Y estaba en el cementerio.
- Si. Estaba ahí todo maquillado, y con un bolso colgando medio raro, seguro que tenia globos y esas tonterias.
- Estas seguro?
- Coño crees que soy tan tonto o tan ciego, como para no darme cuenta de que había un payaso en el cementerio.
- Bueno bueno. Le hablaste?
- No. Que le voy a decir?
- Cómo qué le voy a decir, te acercas y le preguntas, señor que hace usted vestido así?
- No.
- Cómo no?
- Y si era un fantasma?
- Un fantasma vestido de payaso?
- Y porque no, qué se yo como se visten los fantasmas. O qué, los payasos no se mueren.
- Hombre si, se mueren, pero no los entierran vestidos de payasos.
- Los fantasmas no se quedan con la ropa con la que los enterraron, qué sabes tu de los habitos estilísticos de los fantasmas.
- Bueno bueno. No puedo creer que no le hablaras.
- Tu que hubieras hecho.
- Yo le pregunto.
- Y si era un fantasma.
- Qué se yo, corro, pero no me quedo con la duda. Igual no era un fantasma, era un tipo disfrazado, seguro iba al trabajo y antes pasó a dejarles flores a un familiar.
- Vestido de payaso?
- Y por qué no? Es su uniforme de trabajo. Hay gente que va de traje o con overol.
- No creo. Los payasos no andan vestidos de payasos, se visten para actuar, lo que dices es ridículo.
- Bueno bueno. No puedo creer que no hicieras nada. Estaba maquillado?
- Si.
- Con peluca?
- Si, verde.
- La nariz?
-Grande y roja.
- La ropa?
- Gigante y de clores.
- Los zapatos?
- Enormes y blancos.
- Si, definitivamente era un payaso.
- Y estaba en el cementerio.
Kind of Blue.
“A la gente le gusta mirar a alguien que mueva los dedos
rápido.” Miles Davis.
Pero él no lo hacia. Él se encargaba de un lamento con swing. Se rodeaba de músicos que pudieran acentuar y enmarcar lo que él hacia, se encargaba de subrayar o resaltar lo que ellos querían decir.
“La mansedumbre proporciona, pues, confianza y vastedad de visión. Las cuatro dignidades se inician con esta visión humilde y cumplidora, pero vasta, que al mismo tiempo ve los detalles con meticulosidad. El comienzo del viaje es esta sensación natural de realización que no necesita mendigar nada de los demás.”. De “Shambhala, la senda sagrada del guerrero”, Chögyam Trungpa.
Ser un guerrero cuando importa. El verdadero ser solo se muestra en los momentos cruciales. Cuantas millones de nimiedades prepararon el escenario para ese instante cósmico, cuantas por todas las partes que hicieron esa verdad posible, la verdad como una realidad compartida.
Hacer algo hermoso.
Saber interpretar lo que está ocurriendo, para que lo que se haga, encaje como el elemento necesario para restablecer balance y mostrar otra manera.
La suerte no tiene nada que ver en el arte.
Azul/Blue, es primero un adjetivo. Es el color del cielo sin nubes. Blue es también un adjetivo que designa tristeza. Kind, casi, de alguna manera, puede que, Kind of Blue, casi azul, como un azul, casi algo.
“Crear: ahí está el gran alivio del dolor, y así es cómo se
hace más ligera la vida. Mas para que llegue a existir un creador precisas
muchas crisis de dolor y muchas transformaciones.”. De “Así Habló Zarathustra”,
Friedrich Nietzsche.
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