Marte.

     Estaba muy tranquilamente vendiendo libros un hermoso día de invierno. Recuerdo que hacía mucho frío y que había mucho sol, y recuerdo que había almorzado un excelente pescado frito con arroz blanco y papas fritas del restaurante de los peruanos.
     La feria estaba vibrante y llena, gente comprando, canjeando, vendiendo, ese día me parece que hicimos entre todos casi cien metros de mesones con libros. Un día radiante. Hacia el final de la tarde se me acerca un hombre, unos cuarenta años, vestido casual con ropa de buena calidad, en tonos marrones y verdes, limpio, y tengo está conversación:
- Buenas señor, puede levantar lo que quiera.
- Gracias. Disculpe, noto que tiene usted un acento que no es de acá, ¿De dónde es usted?
- Si, así es, soy de Venezuela.
- Ha mire usted que lindo, un viajero.
     Su acento era neutro, era como hablar con alguien que está haciendo un gran esfuerzo por hablar correctamente. Está vez habló él primero:
- Yo también soy un viajero, estoy acá de visita. Los viajeros somos particulares, el que no viaja no lo entiende, tenemos un hambre rara, manejamos el conocimiento de otra manera, sacamos mucho de la comparación.
- ¿De dónde es usted?
- De Marte.
- ¿Marte?
- Si Marte.
- ¿El planeta?
- Si ¿Ha ido?
- No.
- Es muy lindo ahí, le gustaría, lástima que está tan lleno de gente, no es como acá que hay mucho espacio, allá uno tiene que caminar de lado y todo el mundo está apretado. ¿Le gustaría ir?
- No sabría decirle, pero me parece que no.
- Yo le llevo un día si usted quiere, no se puede ir todo el tiempo, el viaje no es fácil, pero vamos. Le paso buscando por acá si quiere.
- Le agradezco, pero no, lo dejo mirar tranquilo los libros.
     Y lo dejé ver los libros tranquilamente, en un momento se despidió, reitero su oferta y se fue caminando con una sonrisa. 

Fragmento de Vuelta de campana.

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     "Soñar en ganar no es ganar.
     Miguel Perrineau se estira en la cama doble, disfrutando del 
espacio extra que le otorga la ausencia de su esposa. Seguro que ya se tomó medio termo de mate y tiene el traje de baño puesto bajo el vestido celeste, si me deja, le voy a hacer el amor. Están alejados. Todavía la pretende y desea como el primer día que la tuvo.
     La clara oscuridad deja percibir los objetos sin imponer su presencia. Unos minutos más no importarán, está de vacaciones. Contempla una paja, el pensamiento se desecha por la falta de estímulo.
     Le cuesta abrir los ojos, rastros de sueño que agregan peso a la piel y restan fuerza a la voluntad. Le molesta la remera, fue un error dormir con ella. Estira, sin mucho esfuerzo, los dedos de los pies. Boca abajo con dos almohadas, una sosteniendo la cabeza, otra apresada por el brazo izquierdo. Podría haber estado así por horas si no se hubiera cuestionado, ahora tiene que levantarse; si vas a hacer algo, que sobre, las medidas tienen que estar mal desde el principio, si no, es un agregado.
     Recién se percata de la televisión en el cuarto de al lado. Caricaturas, algunas cosas nunca pasan de moda, una vez intentó hacer algo con un hombre azul asexual preocupado por la ética, comprometido consigo mismo y con el prójimo, no resultó. Qué dificultad que tengo para retener los sueños, es triste. Tantas cosas vividas en el mundo de lo posible, perdidas para siempre, olvidadas, jamás recordadas.
     Los sueños no eran precisamente su guía, aunque sí podían afectar su mañana o hasta su día. Retenía algo de estos, más que imágenes, sensaciones: impotencia, deseo, cariño, miedo, y estas lo acompañaban por varias horas de conciencia. Hoy nada lo condicionaba, un limpio despertar. Pan con mantequilla, tal vez unos huevos revueltos, un buen pedazo de carne. Para él la hora no tiene importancia o relación alguna con las comidas. Esboza una ligera sonrisa felicitándose por no tener hijos, ni siquiera ha pensado en pedir cupo para tener uno.
     Retira la ligera sábana con un pase natural de su mano derecha. Aplausos. Salta de la cama y pone los dos pies, en lo que parece ser un movimiento simultáneo, sobre la tierra. Eso tiene que tener algo de valor. Una simple movida que anule el azar. Podría morir en este instante de diez mil maneras, pero no será por levantarme con el pie izquierdo. Todos los pisos deberían ser frescos y la gente que duerme con medias tendría que ser asesinada. Encarcelada. Encarcelada por un par de años, si no entienden, levemente torturados.
Se viste con unos shorts blancos, una remera ligera color verde y sus zapatos self-adjustables. No tiene ganas de ir al baño y no recuerda haberlo hecho por la noche. Mi meo a des- aparecido, se elevó como vapor, todos los que respiren en esta habitación respirarán mi orina.
     Aprieta un botón y la ventana se aclara enseguida, mostrando el mar y la playa de caracoles. Otra sonrisa por haber escogido esa casa, un poco más de dinero, mucho más lujo, boato estético, visual, mental. Un desperdicio, tal vez, un malgastar de los últimos recursos, quién sabe. Un hombre que se aferra a una última moneda por miedo a la opinión no merece ciertas felicidades. Al volver le ofrecerán de nuevo el mismo empleo, necesitará más fuerzas esta vez para rechazarlo, tendrá que conseguir alguna nueva excusa. No importa, nada importa. Si algo le enseñaron el mar y Vit Dums, es que lo que hace falta son huevos, después, todo caerá en su sitio. Me repito que vivir es suficiente y siempre caigo en los mismos huecos, fuerza, hombre, que esto te lo merecés y, si no, no importa, a violar la vida. Veamos cuánto me dura la valentía.
     Había pasado poco menos de un año sin ver el mar. El mar es suficiente. El mar para mí es suficiente. De a poco, te llena, te desborda y te integra. Dicha.
     Las puertas siempre iguales. Sale del dormitorio y la ve con el traje de baño, unos shorts amarillos y una musculosa, sabe lo que significa, nunca se pone esos shorts para descansar, movimiento, nada de playa, sol y cubalibres, hoy van a la ciudad.
     No se hace problema, le regala el primer día, prefiere sacar esta salida del medio lo antes posible. La ve y agradece porque todavía no lo ha dejado, vuelve al cuarto por otra remera, más pesada, menos de no me importa y más de estoy de paseo, y se sienta a desayunar. No se han dicho una sola palabra, muchas peleas hacen que se llegue a esta especie de entendimiento táci- to. Ella sabe que si da el primer paso, la pelea va a ser su culpa, él sabe que ella sabe que él sabe lo que ella quiere, si propone algo distinto para hacer, se convertirá en un patán. Un desayu- no diplomático les marcará el resto de los días. Miguel le pide con sincero cariño un café.
     Isabella hace el mejor café con leche, técnica perfeccionada en su juventud trabajando como moza en el mejor café de la ciudad. Ese café, pan y mantequilla, Miguel rechaza con respeto cualquier otro ofrecimiento. Después de unos tragos y de un par de bocados, se puede hablar de lo que sea.
—Isa, vamos a donde vos quieras, pero no nos alejamos del mar, si querés, podemos llegar hasta Madryn, a Comodoro Rivadavia si te da la gana, pero siempre pegados al mar.
—Tampoco me quiero ir a la China, mucho más cerca, quiero ir a Las Grutas, ver lo del mar que se aleja y comprar un par de regalos de una vez.
—Dale. Qué voz que tenés.
     Café con leche y dibujos animados, ella abre la ventana, enseguida se escucha el mar, entra de golpe, se mezcla con la mantequilla. Miguel disfruta cada bocado, siempre se cepilla los dientes después de desayunar para que no se le mezclen los sabores, y hay que cepillárselos, aunque le digan anticuado, nada de pastillas o espumas de dos segundos, un cepillo cada vez más caro y pasta. Perdemos los dientes, perdemos pelo, ya podríamos tranquilamente nacer sin apéndices, no perdemos el gusto.
     Para que no queden migas en el café hay que cortar la baguette con un cuchillo de sierra, una vez abierta, hay que aplastar las migas levemente contra la corteza. La mantequilla se debe esparcir en una ligera capa que cubra toda la superfi- cie, de esta manera no se sueltan las migas una vez húmedas y, como la presión al momento de esparcir no fue muy fuerte, queda suficiente espacio para que entre el café. Cuando se jun- tan ambas partes no se debe ejercer mucha presión. Miguel compra la mejor mantequilla, lujo que se da cada vez que hace las compras, y cuando no hay, prescinde de sustitutos. La man- tequilla pura es lo único que nos queda, Bukowski tenía razón, siempre voy a comprar mantequilla cara y pura, hasta que me muera o hasta que desaparezca.
     Unas gotas de café le manchan la nueva remera.
Isabella hace un pequeño amague para cambiar a un canal de noticias, pero Miguel se lo impide con un fuerte no, ella comprende.
—Bueno, no tenés que ser tan bestia.
—Perdón.
—Todo bien, solo quería ver si había algo del tema de las

drogas.
—No creo que atrapen al hijo de puta.
—Yo tampoco, plantar ha sido de las mejores cosas que

hemos hecho.
—Seguro que sí. Lo vemos más tarde, ahora estoy muy bien. No tiene ganas de deprimirse, los canales de noticias son 
tantos, cambian tan avasalladoramente rápido de información y manejan tal cantidad de eventos que han perdido, para muchos, su carácter o importancia social. Se han vuelto meros canales de entretenimiento, el cambio empezó a principios de siglo, cuando los espectadores, que recibían tantas noticias, dejaron de sufrirlas, ya que no les daban tiempo para ello. Se comunicaban tantos acontecimientos que, de un día para otro, ya no se podía hacer un seguimiento de las historias. Con el lanzamiento de los nuevos satélites-corresponsales se eliminó el proceso de selección y elaboración de la noticia, dejando paso al always-live con, a veces, pequeños comentarios de expertos que expresaban alguna opinión. La prensa escrita sigue siendo un instrumento de resumen y vive una popularidad en aumento luego de su casi extinción.
Miguel sigue con atención los nuevos episodios de Garrulus. 
—Migue, anoche terminé el libro.
—¿Y?

—Me pareció un poco largo.
—A mí también. No recuerdo muy bien, pero hay una parte donde hay un lago y en el lago hay cabezas de caballos conge- lados, ¿no?
—No recuerdo nada de eso. No, definitivamente no hay nada de eso.
—Debe ser otro libro, se me están mezclando. Me gustó la última imagen, la del hombre en el bar, escuchando al barman. Al final queda así, ¿verdad?
—¿Cómo?
—Ahí en el bar, leyendo poesía.
—Sí. ¿Creés que tenga algún significado?
—No lo sé.
—Yo espero que no. Me gustó que fuera así, simple, igual

me intriga saber qué estaba leyendo. Me pareció que esa era la idea, de ese final, quedarse pensando en qué leía ese hombre.
—Curiosa. Yo también pensé en eso.
Termina el café. El fondo de la taza está limpio, sin migas de pan. Una mañana llena de logros personales. Isabella, con un pequeño salto, sale de la cocina donde estaba dejando el mate y se va al cuarto, a terminar de arreglarse, dice. Si se lo propo- ne puede ser, por lejos, la persona más adorable del planeta, a veces tenerla cerca es suficiente para hacerlo sentir lleno y poderoso.
—Isa, tendríamos que haber traído a Fidel.
—Sí, ya lo extraño.
—No llamemos, es muy idiota llamar para ver cómo está

el perro.
—Sí, mañana llamamos para preguntar cómo están ellos y listo. 

—Claro, para ver si los está molestando.
—Claro... ¿Llamamos, Migue?
—Mañana.
—Dale.
—Isa, ¿Llamamos?
—Mañana... Llamá.
—Llamá vos.
     Miguel aprovecha estos segundos y sale a la terraza, la

puerta se abre automáticamente y se sumerge en el calor de una mañana de finales de verano en la Patagonia argentina. El calor es seco, te deja respirar, pero el sol pica, descarga sus agujas sobre tu cuerpo, millones de hormigas se cuelan por entre los cabellos. A su derecha puede ver la terraza de los vecinos y cómo estos se disponen y arreglan para pasar el día ahí. Padre e hijo están usando thermal suits y tienen en las manos cascos de agallas artificiales. Agudiza el oído, le parece distinguir alemán. La mujer que está sentada en la terraza puede ser la esposa o la hija. Hoy, si una mujer se lo propone, puede parecer de veinte hasta el día en que se muera. Por lo menos se siguen muriendo. El hombre mayor la besa en la boca. Disminuye la chance de que sea la hija, pero no queda descartado.
     La playa se extiende hacia ambos lados. Casi toda la costa poblada hacia la derecha. Puede ver tres yates de buen tamaño, anclados a pocos metros, y un crucero chico no muy lejos del puerto, lejos, a la derecha, sale un carguero. Con fruta, lo más seguro. Si hubiera nacido en otra época, podría ver todo esto y mi mente empezaría a citar ejemplos, a hacer comparaciones, a recordar cuadros y películas, sería algo natural, o tal vez no. Solo puedo pensar en un ejemplo. Es que me gustaría saber como sabía Curzio Malaparte o, mejor aún, como ese Carpentier, Rosas o Belvedere. Cirros, cirrostratos y un par de altoestratos, eso es todo, un buen sloop también, hermoso. Hace unos minutos me acordé de que Bukowski dijo lo de la mantequilla, eso es algo.
     Vuelve al interior de la casa. Isabella revisa que su bolso esté completo. No se cambió la ropa. Le gustaría hacerle el amor, pero conoce el resultado de sus posibles esfuerzos, así que des- echa la idea. Años de negativas frente a la posibilidad de sexo espontáneo han hecho que su miembro se acostumbre al rechazo, pero igual no hay nada más obstinado que un falo erecto. Sus ojos de a poco se acostumbran a las sombras.
—¿Sabés, Isa?, a veces cuando era chico jugaba a esto: salía al sol, jugaba bajo el resplandor, lo miraba por unos segundos y entraba corriendo a la casa. Era una cueva, todo oscuro.
—¿Tu mamá nunca te dijo que no miraras al sol? —Todo el tiempo. Me gustaría hacerte el amor. —Perdón, ahora no tengo ganas.
—No pidas perdón, tonta. Te amo.

—Yo a vos.
—Me cepillo los dientes y vamos.
—¿No querés una de mis pastillas?, así nos vamos rápido. 

—No. ¿Cómo está Fidel?
—Bien, está durmiendo con ellos.
     Entra al baño. Su cepillo de dientes y el tubo de pasta son lo 
único visible en la mesada del baño. No se acostumbra a ver estos baños en las casas, baños de aeropuerto, limpios, sin surtidores, totalmente estilizados. Solo tres tubos lisos que salen de la pared, sin llaves, a veces hay un botón. Sobre los tubos, en finas letras: agua, jabón, pastillas dentales. Isabella guarda todos sus productos de belleza en un estuche en su maleta, como si fueran un secreto. El cepillo es de plástico, compró cuatro, cerrados y obviamente sin usar, en una tienda especializada, en Montevideo; la pasta tuvo que pedirla, solo la vende Colgate por pedido especial. Miguel es famoso entre sus amistades y colegas por sus dientes, blancos, limpios e imperfectos, no son brillantes y son reales. Siente las cerdas que se escapan de sus dientes y rozan las encías. Escupe. Muelas, sonrisa abierta de un lado, arriba, abajo, del otro, arriba, abajo. Muelas, sonrisa cerrada, derecha mano derecha, izquierda mano izquierda. Dientes frontales. Enjuaga. Proceso antiguo, maravilloso.
     Se ve en el espejo por unos segundos. Le agrada lo que ve, raro. Siempre le quedó bien el corte al rape.
     Yo siempre me pregunto, qué es real, qué es mentira. 

Medida.

Los sonidos de agua contra agua;
el río que fluye,
la ola que cae,
la lluvia que choca...
Son el eco de los pasos que da el tiempo,
mientras avanza en espiral,
sobre si mismo.

El eterno retorno.

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Para Jib.

     Esta historia es verdadera. Es sobre un hombre que se obsesionó de tal manera con la idea del eterno retorno, que se dedica a leer las mismas páginas una y otra vez creyendo firmemente que con ello saldrá del ciclo. Su lógica le dice que como es un ciclo y por lo tanto una serie de acciones y reacciones que se entrelazan entre ellas hasta llegar al punto de origen, en la repetición del mismo acto encontrará la salida, asegurándose de no llegar al próximo paso, que inevitablemente lo llevaría al principio.
     Todo empezó para él con el concepto de la reencarnación, intentó estudiarla de varias maneras, intentó darle sentido, cultivarla y compartirla, con la idea de perfeccionar su idea de la misma.
     Después se obsesionó con Sísifo, y al unir estos dos paralelos la idea de que no había realmente una salida de la reencarnación, o una linea recta que se manifestaba en varios planos, digamos un aprendizaje con vista a una graduación, un final concreto, sino simplemente una repetición hasta el infinito, se perturbó.
     Al final todos los miedos que se venían gestando con esta perturbación se materializaron cuando leyó por casualidad, aunque por supuesto en este punto nuestro personaje real ya no creía en estas, el texto de Borges "Magias parciales del quijote" (acá se puede leer), y al ver gráficamente la idea de una quinta dimensión, de un uróboros infinito, la idea de un personaje haciéndose a sí mismo, se perdió por completo, y comenzó la repetición, no como Sísifo, que cumplía un castigo, más bien como un terrorista, intentando perturbar un plan.
     Ahora tiene una rutina espartana, come todos los días lo mismo y lee todos los días el mismo texto, esperando, con la repetición del mismo acto, salir del ciclo.

Vuelta de Campana.

Mi última novela ya está disponible en librerías. Pregunta por ella!
Título: Vuelta de Campana.
Editorial: Yauguru Maca.

vuelta de campana Héctor baptista
Vuelta de campana. Héctor Baptista. 

Saber el final.

- No te preocupes hija, todo va a estar bien. Distráete con algo. ¿Te conté eso que leí de los Kula Lumaya?
- ¿La civilización esa medio rara? No, no me contaste, igual mamá ya te he dicho que no puedes creer todo lo que lees en internet.
- Bueno pero no importa eso. Mira, dicen que los Kula Lumaya tenían un principio fundamental para todo, y es que, y me lo acuerdo clarito, toda proyección debe comenzar con la muerte.
- No entiendo, una proyección debe ser a futuro, cómo se puede comenzar con algo que no continúa. Y también es medio lúgubre pensar en la muerte.
- Lúgubre nada, la muerte es normal, y es más luz que otra cosa.
- Ay mamá. 
- Ay mamá nada, mira no es tan complicado, a mí también me costó, pero precisamente es eso, el único final para todo es la muerte ¿no? Así que solo hay dos opciones, pensar que vale la pena hacer algo para que quede después de ella, o por el contrario no te importa. Si haces algo para que quede después, trabajar en eso, y pensar en eso cuando se hacen las cosas, en si ayuda a ese objetivo o no, y si no te importa lo que quede, lo mismo, para qué hacer algo que quede después de que te mueras. Como que eso te determina el día a día, las acciones cotidianas, y así uno se pregunta, me importa lo que quede, esto sirve para eso, o no me importa, entonces para qué lo estoy haciendo. 
- Y eso crees que me va ayudar con esto.
- No sé, a mi me parece que sí. Piénsalo. Saber el final puede ser una ventaja. 


Sabiduría.

Publicado originalmente ( Junio 08, 2010)

Dios: Te concedo una de estas dos: ¿Qué prefieres, riquezas o sabiduría?
Hombre: Sabiduría, por supuesto, Dios todo poderoso.
Dios: Concedido. ¿Cómo te sientes?
Hombre: Como un boludo, tendría que haber elegido la guita.

Eco.

     La historia se repite por internet con la correspondiente distorsión que genera ese eco subjetivo, que rebota y se repite no con la frialdad matemática de la acústica, sino con la cálida interpretación de lo humano. Nada es claro, ni la fecha, ni el lugar, y como ocurre generalmente con estas historias de la antigua Grecia, la gente se toma licencias. Es más, en algunos lugares, le adjudican la historia a otro período y a otros personajes, en algunos a Groucho Marx, y en otros, a Rumi. Pero la mayoría parece estar de acuerdo en que ocurrió en un jardín y bajo una parra, y que fue así:

     Un estudiante se acerca a Epicuro, que estaba en su jardín y bajo una parra, y le pregunta: "Maestro, por algún lado tiene que comenzar todo, ¿Cuál es el primer paso hacia la iluminación?". A lo que Epicuro le contesta: "Reírse de uno mismo". 


La vida.

     Siempre me sorprende ese graffiti, dormido en la piedra, se me olvida que está ahí, y está bien, porque de esa manera me da placer, y para mí llegar hasta ahí es ya un placer, así suma mucho, porque antes no iba, no llegaba, estaba lejos, pero bueno, ahora hago un esfuerzo más grande, y llego, y es hermoso.
     Las piedras, las olas, el mar. De un lado el puerto protegido, con aguas calmas y embarcaciones de todo tipo, del otro el mar abierto, fuerte, poderoso, entretenido, si voy por la mañana plateado, si voy por la tarde azul y si voy por la noche negro.
     Me gusta llegar hasta el fondo de ese caminito artificial, constantemente me maravillo del hombre y sus ideas y sus máquinas, y lo que construye. Invariablemente hay pescadores, por lo menos uno. Y me voy hasta la esquina y me siento un ratico, a ver como las olas rompen y la espuma salta.
     Y de vuelta lo veo, y después se me olvida que está ahí, a lo mejor con esto ya no me olvido. Quién sabe quién y cuando, y que fuerza movió a esa persona hacia ese valiente grito, pero bueno, yo lo acepto y lo celebro, y leo, al costado de la piedra, en negro, sin pretensiones: 

"La vida es bella 
vívela!"
     .

Siempre.

Cuando los ríos sean radiactivos,
y los niños nazcan con tentáculos,
y la comida sea de plástico,
y finalmente ya no tengamos control,
alguien,
en algún lugar,
agarrará una pedazo de latón y un palo:

hará 
música.  

La Cocina.

Más
que el amor;
su 
cantidad 
infinita 
de
definiciones 
ambiguas.
que el odio; 
su 
unidireccional
sentido 
de 
justicia
destructiva.
Es 
la 
cocina,
con
su 
capacidad 
de 
cambiar 
lo 
que 
somos,
pasa,
pasará,
la 
que 
nos 
hace 
más
distintos
los 
otros
animales. 

Querida Vecina

(Publicado originalmente, Lunes, 7 de julio de 2014)

Como soy el “escritor” del barrio, un vecino me trajo un documento para su corrección, me dijo que tenía que dar, esa fue su palabra, dar una carta, y que se quería asegurar de que estuviera correcta, yo por supuesto no soy quién para corregir nada a nadie, pero por intriga le dije que sí, que me la dejara y que en un rato se la llevaba a su casa, él obviamente se fue desilusionado ya que esperaba una operación inmediata, pero yo aludí tareas domesticas impostergables y como esto se entiende en las soledades del pueblo, el hombre aceptó, me agradeció y partió para su casa a unos escasos cuatrocientos metros. Sé que el hombre no tiene computadora y como es hombre mayor lejos está de aprender o entrar en el internet, así que me tomo una licencia y publico su carta. Es esto una violación de su intimidad, si, es esto una bajeza de mi parte, si, pero me justifico en el hecho de que me entregó la carta abierta, y en ningún momento especificó que era de dominio privado. Transcribo palabra por palabra un documento que por supuesto, no necesita corrección.


“Querida vecina,

Perdoneme, pero que hago. Yo la quiero mucho a la perra. Esta conmigo desde bien cachorra días tenia cuando la agarre. La perra me hace compañia. Por falta de trabajo no termine el cierre me faltan materiales. Si ato a la perra se me pone triste y no come se queda parada con la cabeza gacha y me mira. Yo se que le ladra pero tambien se que no le muerde. Mi perra nunca mordio a nadie. Usted tiene razon la perra sale a su encuentro usted nada le hace. Yo hice el corralito en el fondo no se como se escapa. Usted me avisa y yo la guardo pero no le pegue. Yo no le saco razón pero tampoco le entrego privilegios.

A sus ordenes, el vecino de la casa amarilla. ”

Suero para mi.

(publicado originalmente: lunes, 1 de marzo de 2010)

Estoy en la calle, en el piso mis libros, puesta mi remera de “No a la minería contaminante” y mi mameluco naranja, molesto a todo el que puedo, tengo que vender libros, Filosofía Momento sale por cinco p, Suero esta en promo a veinte y te regalo Filo, una ganga, ya tarde a la noche, después de unas seis horas, me siento a descansar un rato, se acerca una pareja con su hija, toman un libro, les pregunto si les gusta leer e intento la venta, la chica dice que si y empieza a leer Suero, termina el primer párrafo y se ríe, lo lee en voz alta, “Comisaría 30, Chacras de Coria, Lujan de Cuyo, Mendoza. En la celda inferior esperan sentados en el suelo, agradablemente fresco después de un caluroso día de verano, un estado unidense un peruano y un español. Están presos por violar la ley 14.346, articulo 3, sección 8 del código penal argentino. El Peruano acaricia algo en su bolsillo.” el hombre también ríe, la mujer me pregunta cuantas veces estuve adentro, nunca le digo, yo estuve ahí tres veces contesta, el hombre me pregunta que cuantas veces estuve preso, le digo que ninguna, él me dice que él mucho más de tres, veo sus tatuajes, no tienen la calidad de los míos hechos en un Shopping, la mujer dice que ella escribe, por el momento lo más lindo que ha hecho fueron unos “versos” cuando nació su hija. No les alcanza para comprarme un libro, se los regalo, pensando, que buenos escritores serian todos los que no escriben, que diferencia tan grande entre el que cuenta y el que inventa.

Hojear y Ojear.


(Publicado originalmente 27 de Octubre, 2009.)

Dos bien. Lo mismo pero diferente. Ojear un libro está bien y Hojear un libro está bien. Dos palabras diferentes, el lenguaje, por fin, nos deja un espacio para el no error, para el escribirlo como quieras y que ambas estén bien. No, no son exactamente lo mismo, pero las usamos para lo mismo. Decir, "Voy a dejar de ojear este libro para hojear este otro". Los amantes de las letras, siempre sumergidos en palabras, encontramos, en las dos cosas que nos definen, un recreo, un punto de tranquilidad, esta no la pienses, este es tu pequeño premio, las dos cosas que te definen como lector, te dan este pequeño regalo.
Ojo.
Hoja.

De tarde.

Con el amigo Ricardo,
viendo el mar
y la luna.
Tomando mate y
comiendo chorizo.
Charlando al final
de una tarde calurosa.
Hablando de poesía,
de libros,
de padres
y de mujeres.

Que cosa la sensibilidad,
y que cosa la naturaleza,
y que cosa las divisiones del hombre,
y que cosa pensar que las cosas terminan en guerra
y violencia,
pudiendo terminar en poesía.  

La aspiradora.


Necesito una aspiradora. Tendría que haber pensado en eso antes de mudarme, pero no lo pensé. Raro, me gusta la limpieza, es importante para mí. Cómo no pensé en la aspiradora. A lo mejor sí lo pensé pero no lo tuve en cuenta, no le di la importancia que ameritaba, no calculé bien el peso que iba a tener en el futuro. Hace tres meses ya que me mudé a este departamento, desde entonces mi situación económica ha empeorado drásticamente, en este momento una aspiradora es un lujo. El departamento, exceptuando la cocina, está alfombrado. Una alfombra ya gastada que parece que fue roja, o vinotinto, pero difícil saber ya cuál fue su color original, tiene algunas manchas, obviamente identificables. No calculé que en la pobreza lo mejor es la sencillez, tendría que haber visualizado este momento, conseguir algo más pequeño, con otros pisos, de otra manera. Las pelusas se apilan en las esquinas, hay pedacitos de cosas blancas por todos lados, pequeñas cositas, por todas partes. Tal vez si pudiera limpiar todo mejor no sentiría tanto la opresión económica, y ahí está el tema y ahí estoy estancado. Siento que tengo la dieta reducida al límite, por el poco conocimiento que tengo sé que si la modifico más voy a comenzar a tener problemas de energía, y salud en general. Estoy comiendo muy básico, arroz, porotos, algún queso, a veces leche. Mientras escribo esto pienso en la irrealidad de que este momento pudiera haber llegado tan rápido, cómo puede ser que esté en este cuarto, lleno de pelusas, diciendo que estoy comiendo solo arroz, en este gran departamento, en pleno centro. Por suerte estoy solo. En las películas siempre que un personaje está en problemas se alegra de tener una familia que lo inspira a seguir adelante. Yo no puedo más que agradecer mi soledad, no tener con quién hablar de esta alfombra asquerosa es tal vez lo mejor de este momento, no podría imaginar una situación más deprimente que hacer cuentas para comprar una aspiradora sobre un plato de arroz. Una noche llegué particularmente tarde del trabajo, encabronado por el tren y la gente, y lo sucia que es la ciudad, y cuando llegué al cuarto y vi la alfombra me puse tan loco que agarré un rollo de cinta adhesiva y comencé a cortar y pegar mugre lo mejor que pude. El problema fue que la cinta rápidamente se quedaba sin pegamento, y no quedaba mucho, así que no pude hacer mucho, capturé las partículas más obvias, pero en general no se logró mucho. Traté de pedir una aspiradora a los vecinos y hasta coloqué un cartelito en el lavadero, pero fue rápidamente removido y a todos los que le he preguntado me contestan que no, que no tienen. En mi piso toqué todas las puertas, con mucha vergüenza, y fui tratado con hostilidad, disculpe las molestias, pero no tendrá una aspiradora que me preste, al parecer es un artículo más personal de lo que parece. El domingo es mi día libre, y le dedico un par de horas a subir y bajar por las escaleras del edificio, muy lentamente, prestando atención. Sé que voy a escuchar lo que necesito, y frente a un encuentro infraganti, no van a poder negarme el préstamo. El sonido de la succión me persigue como un viejo fantasma. Comprendo que mi queja es burguesa, tengo alimento y casa y de alguna manera eso tendría que ser suficiente para sentirse agradecido, y lo estoy, pero no puedo alejar el tema de mi mente. Un compañero de trabajo me dijo que me prestaba una, pero resulta que vive lejos, y ninguno de los dos tiene auto, así que tengo que hacer el viaje en transporte publico, y lo hice, dos veces, pero increíblemente dos veces nos pasó algo que me impidió llevármela. El primer día comenzó a llover, a cántaros, y su mujer que estaba embarazada y un poco irritable, no permitió que el artículo dejara el hogar. La segunda vez cuando llegué a la casa con un hermoso día de sol, me encontré con que no había nadie, un vecino me informó, habían ido al hospital, su mujer estaba por dar a luz. El principal problema de esta obsesión: me está costando dormir. Quiero limpiar. Debo dos meses de expensas, el máximo permitido antes de tener problemas graves, que se muevan más allá de una llamada o un mail, si no fuera por eso seguro me la compraría. He vendido cosas, pero cuando las vendo me da culpa y termino cubriendo otras deudas que tengo o le doy algo a algún amigo, no puedes ser tan mala persona y comprarte una aspiradora si le debes plata a un amigo. Éstos últimos meses han sido terribles, y yo necesito aspirar todo. Así que solo encuentro una solución; rendirme por completo. Tengo que ir a la fuente, cambiar mi personalidad, sentirme a gusto con las pelusas, claudicar todo, no aferrarme a nada. La única manera que puedo vislumbrar para salir de este lugar es pararme en otro lado, generar un movimiento que no requiera recursos, perder. Esto es eso, una carta de despedida, cuando termine esto pienso reírme de estás palabras, releerlas y encontrarlas cómicas, es más, pensar que alguien puede estar molesto por un par de pelusas, que idiotez, pelusas. Malditas pelusas.  

YO SOY DIOS.

(Opinión)


     Cuando uno dice YO SOY DIOS, el ego activa un mecanismo de defensa que es la vanidad, o su otra cara la humildad. El ego activa este mecanismo de defensa porque está siendo atacado y está siendo derrotado con esa frase, ya que el ego vive de la comparación, de las medidas, de los limites, del miedo (que es límites) y Dios, cuando uno lo entiende, no como una cosa o una persona, sino como energía, luz blanca infinita, no tiene limites, no tiene comparaciones, no tiene mediciones. Entonces el ego se disuelve, no existe, está deshecho, y como el ego es un sistema, y la característica principal de todo sistema es preservarse a si mismo, el ego se defiende para preservarse, entonces activa mecanismos de defensa, y uno piensa "yo no puedo ser Dios", o "es vanidad si pienso que soy Dios" o algún otro"yo soy" que suplante el YO SOY DIOS que no lo incluye a él. 
     Así que bueno, cuando uno piensa o dice YO SOY DIOS, no hay que preocuparse frente a ese sentimiento que surge, que no es vanidad, o humildad, o miedo, es felicidad, una felicidad nueva, una felicidad que permite entender que uno ya no es nada, porque es parte del todo, y el ser se está regocijando de otra manera, una manera nueva, y la mente y el ego se van a defender, porque ellos están hechos de limites, y cuando dices YO SOY DIOS estás eliminando todos los limites, aceptas que no eres nada, porque eres parte del todo.  
     Más allá de que uno crea en Dios o no, sí se sabe que el ego existe, y que es el responsable de gran parte del sufrimiento que vivimos actualmente, cualquier cosa que disipe su control es bienvenido. YO SOY DIOS, y no soy nada. 

qué hago acá

maldita sea mi debilidad y esta verga demoniaca que me cuelga como la piedra de sísifo siempre a merced de las vaginas qué hago acá por dios qué hago acá este tipo no está diciendo nada habla pero no dice nada absoluta perdida de tiempo y la peor parte es que me parece que ella está coqueteando con el tipo si me parece que está coqueteando con el tipo y sí mira se está tocando el pelo eso es señal inequívoca de coqueteo y el tipo es un imbécil hipster insoportable yo yo yo puedes hablar de otra cosa que no seas tu no puedes amarte un poco más no creo que sea posible y esta tarada lo ve como una tonta y yo estoy enamorado de la tarada lo cual me hace una especie de general de los tarados qué hago acá por dios y todo esto es totalmente inútil en la época del internet habla por tres horas y dice algo que alguien en youtube dice en cinco minutos y nosotros los cavernícolas lo venimos a escuchar menos mal que no vinieron mis amigos yo diciéndole a la gente para que venga a este bodrio y bueno esa es la típica cosa que hace un general tarado tropa avancen hacia esas tres horas de perdida de tiempo que mi falo esta con ganas de guardarse en un agujero caliente no solo iba a perder mi tiempo iba a perder el tiempo de mis amigos me asesinaban si venían a esto ah mira que sorpresa está hablando de sí mismo habían pasado como tres minutos sin que mencionara su trabajo o lo muy poco que se le aprecia pero por que no te vas a levantar basura hijo de puta para que veas lo que no es ser apreciado anda al campo a cosechar papa y ahí vas a ver lo que es no ser apreciado quién te debe algo ti hipster de mierda por favor habla del tema por cinco minutos sin mencionarte cinco nada más no es posible no ah este es el colmo el fondo de pantalla de su compu es una foto de él pero porque no te vas a la puta madre que te parió imbécil la carrera no que tarado se me olvido la carrera no lo puedo creer que estúpido una estrella más para el general me perdí la carrera por estar acá hoy era la carrera es más ahora mismo es la carrera cómo pude ser tan estúpido maldito pene me voy cortar la verga para ver si puedo hacer algo útil de mi vida todo el entrenamiento la plata todo al carajo pero cómo puede ser que se me haya olvidado en qué momento se me pasó maldito semen y su efecto estupidazante y sí es eso mírala ahí que belleza de mujer uno ve eso y el mundo entero se va al traste es la historia más vieja del mundo adán dejó el paraíso paris quemó su ciudad dante se va al infierno eduardo renunció al trono y yo me perdí la carrera y bueno que se le va a hacer nada estoy derrotado el general ha claudicado seguí hablando de ti flaco que yo la miro a ella y espero que esta noche me den un premio de consuelo que al final es la meta y es todo  

El Problema.

El problema es que se mezcla todo. La línea es ya demasiado borrosa. Fantasía y realidad son categorías para la ficción. Lo imposible siempre ha sido imposible, y lo seguirá siendo, porque atravesar una pared es imposible, no en el sentido de que es poco probable, sino en el sentido de que la realidad no lo permite. Uno se confunde, no sabe, lo que se inventa también queda en el pasado, a veces no se sabe si es el recuerdo de una invención o el recuerdo de una experiencia lo que uno está pensando. Todo mezclado. Y estábamos los dos borrachos, y dijimos de ir a la montaña, y yo lo vi caer, porque juntos no lo pudimos ver caer, y después me fui caminando, y después el hombre me preguntó si habíamos peleado, y yo, yo ya lo tenía todo mezclado.

Publicado originalmente: 10/2/2010

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...