No son dos los que hablan, soy yo que
me digo, y soy yo quién acepta. Cómo puede ser esto. Cual es el
desdoblamiento macabro que ocurre dentro mío. Cómo hay dos en el
lugar en el que solo puede haber uno. Son todos dos, cómo serán los
otros. Sé que hay dos, no sé quién de los dos es quién, y peor
aún, no sé cual de los dos soy yo. Esta batalla es horrible, y solo
recientemente pude encontrar manera de identificar uno de mis
yo, y es que uno es ofensivo y productivo, el otro yo sufre esto, y
así reconozco uno del otro, porque lo reconozco en el sufrimiento,
la característica productiva de mi yo ofensivo no le permite la
reflexión, por lo tanto no hay sentimientos. Lo que ocurre es que ese yo, el productivo, con el aliento
adecuado por parte de la realidad, baja la guardia, y ahí en la falta
de productividad se encuentra en control el yo reflexivo que detiene
por completo al yo activo, porque su carácter estacionario no le
permite generar nada, pero en la reflexión se recuerda de las cosas
que hizo el yo ofensivo y se siente mal, y así hasta que este
sentirse mal deja un espacio en el que el yo ofensivo logra generar
algo, lo que sea y toma el control. Así todos mis días. A veces uno
de los dos yo logra control por un largo periodo de tiempo, en una de
esa veces el yo ofensivo escribió una novela, en otra el reflexivo
me hizo leer a Perec. Estas personalidades exceden lo literario, el
ofensivo me hizo adicto a la entraña jugosa y al vino de damajuana,
el pasivo perdió diez kilos y aprendió a surfar. Esta batalla algún
día tiene que terminar, no lo ha hecho hasta el momento, porque
aquello que alienta el cambio, aquello que no deja que resurja un yo
sin conflicto, es el miedo. Pero el miedo es escurridizo, es
tramposo, es mágico, se esconde tras capas, todas diferentes, que
mutan, como el miedo mismo, por eso para atacar al miedo hay que ser
un estratega, un matemático más que un lingüista, y tener por supuesto espacio para la improvisación, para la poesía, el principio de incertidumbre de toda ecuación real. Mientras escribo esto no sé
cual de mis dos yo está en control, algo de mí me dice que el
reflexivo puede estar mutando y convirtiéndose en un hacedor de
reflexión, pero el hacedor no es de fiar, puede hacerte creer
cualquier cosa con tal de estar haciendo.
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1 comentario:
Great piece !
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