Necesito una aspiradora. Tendría que
haber pensado en eso antes de mudarme, pero no lo pensé. Raro, me
gusta la limpieza, es importante para mí. Cómo no pensé en la
aspiradora. A lo mejor sí lo pensé pero no lo tuve en cuenta, no le
di la importancia que ameritaba, no calculé bien el peso que iba a
tener en el futuro. Hace tres meses ya que me mudé a este
departamento, desde entonces mi situación económica ha empeorado
drásticamente, en este momento una aspiradora es un lujo. El
departamento, exceptuando la cocina, está alfombrado. Una alfombra
ya gastada que parece que fue roja, o vinotinto, pero difícil saber
ya cuál fue su color original, tiene algunas manchas, obviamente
identificables. No calculé que en la pobreza lo mejor es la
sencillez, tendría que haber visualizado este momento, conseguir
algo más pequeño, con otros pisos, de otra manera. Las pelusas se
apilan en las esquinas, hay pedacitos de cosas blancas por todos
lados, pequeñas cositas, por todas partes. Tal vez si pudiera
limpiar todo mejor no sentiría tanto la opresión económica, y ahí
está el tema y ahí estoy estancado. Siento que tengo la dieta
reducida al límite, por el poco conocimiento que tengo sé que si la
modifico más voy a comenzar a tener problemas de energía, y salud
en general. Estoy comiendo muy básico, arroz, porotos, algún queso,
a veces leche. Mientras escribo esto pienso en la irrealidad de que
este momento pudiera haber llegado tan rápido, cómo puede ser que
esté en este cuarto, lleno de pelusas, diciendo que estoy comiendo
solo arroz, en este gran departamento, en pleno centro. Por suerte
estoy solo. En las películas siempre que un personaje está en
problemas se alegra de tener una familia que lo inspira a seguir
adelante. Yo no puedo más que agradecer mi soledad, no tener con
quién hablar de esta alfombra asquerosa es tal vez lo mejor de este
momento, no podría imaginar una situación más deprimente que hacer
cuentas para comprar una aspiradora sobre un plato de arroz. Una
noche llegué particularmente tarde del trabajo, encabronado por el
tren y la gente, y lo sucia que es la ciudad, y cuando llegué al
cuarto y vi la alfombra me puse tan loco que agarré un rollo de
cinta adhesiva y comencé a cortar y pegar mugre lo mejor que pude.
El problema fue que la cinta rápidamente se quedaba sin pegamento, y
no quedaba mucho, así que no pude hacer mucho, capturé las
partículas más obvias, pero en general no se logró mucho. Traté
de pedir una aspiradora a los vecinos y hasta coloqué un cartelito
en el lavadero, pero fue rápidamente removido y a todos los que le
he preguntado me contestan que no, que no tienen. En mi piso toqué
todas las puertas, con mucha vergüenza, y fui tratado con
hostilidad, disculpe las molestias, pero no tendrá una aspiradora
que me preste, al parecer es un artículo más personal de lo que
parece. El domingo es mi día libre, y le dedico un par de horas a
subir y bajar por las escaleras del edificio, muy lentamente,
prestando atención. Sé que voy a escuchar lo que necesito, y frente
a un encuentro infraganti, no van a poder negarme el préstamo. El
sonido de la succión me persigue como un viejo fantasma. Comprendo
que mi queja es burguesa, tengo alimento y casa y de alguna manera
eso tendría que ser suficiente para sentirse agradecido, y lo estoy,
pero no puedo alejar el tema de mi mente. Un compañero de trabajo me
dijo que me prestaba una, pero resulta que vive lejos, y ninguno de
los dos tiene auto, así que tengo que hacer el viaje en transporte
publico, y lo hice, dos veces, pero increíblemente dos veces nos
pasó algo que me impidió llevármela. El primer día comenzó a
llover, a cántaros, y su mujer que estaba embarazada y un poco
irritable, no permitió que el artículo dejara el hogar. La segunda
vez cuando llegué a la casa con un hermoso día de sol, me encontré
con que no había nadie, un vecino me informó, habían ido al
hospital, su mujer estaba por dar a luz. El principal problema de
esta obsesión: me está costando dormir. Quiero limpiar. Debo dos
meses de expensas, el máximo permitido antes de tener problemas
graves, que se muevan más allá de una llamada o un mail, si no
fuera por eso seguro me la compraría. He vendido cosas, pero cuando
las vendo me da culpa y termino cubriendo otras deudas que tengo o le
doy algo a algún amigo, no puedes ser tan mala persona y comprarte
una aspiradora si le debes plata a un amigo. Éstos últimos meses
han sido terribles, y yo necesito aspirar todo. Así que solo
encuentro una solución; rendirme por completo. Tengo que ir a la
fuente, cambiar mi personalidad, sentirme a gusto con las pelusas,
claudicar todo, no aferrarme a nada. La única manera que puedo
vislumbrar para salir de este lugar es pararme en otro lado, generar
un movimiento que no requiera recursos, perder. Esto es eso, una
carta de despedida, cuando termine esto pienso reírme de estás
palabras, releerlas y encontrarlas cómicas, es más, pensar que
alguien puede estar molesto por un par de pelusas, que idiotez,
pelusas. Malditas pelusas.