Dos Hermanos.

     Eran dos hermanos. Dos varones. Uno quiso ser Militar, el otro resultó Delincuente. Al principio ambos se intentaron convencer mutuamente de que seguían el camino equivocado, pero ninguno lo logró. El Militar era callado, pero muy expeditivo, esto le daba un aire más bien de extrovertido, lo que ocurría era que mientras otro realizaba una actividad él realizaba tres, y hablar poco de tres cosas parece hablar mucho de una, así que pocos leían bien su personalidad y esto le generaba cierta incomodidad en el mundo. Y algo parecido le pasaba a su hermano, que metido como estaba en el mundo de los libros y la filosofía, parecía que le quedaba poco tiempo para delinquir, cuando al contrario era lo único en lo que pensaba.
     Al principio, cuando se hablaban, y por supuesto antes del tiroteo que culmina esta historia, sus conversaciones eran más o menos así, el Delincuente hablando primero:

- El problema principal es que los productos terminan y la vida no, por supuesto termina, todo se muere, pero se termina una vez, y estamos acostumbrados a consumir cosas que tienen un principio y un fin. Las películas, los libros, los discos, todo tiene un principio y un fin en un periodo muy corto de tiempo, y nada en el mundo real es así, en la realidad todo es largo, todo se entremezcla, se divide, se bifurca, se desvanece y cambia, ese cambio constante que sufre la misma cosa a través de un periodo largo de tiempo, digamos un año, o cinco o diez, es incomprensible dentro de la lógica de producto, así que existe un diálogo constante entre lo que nuestro cerebro consume y las realidades con las que se encuentra.
-No entiendo mucho, si claro te entiendo lo que dices, pero no estoy seguro que así sea como las personas vemos la vida, muchos ven las cosas para toda la vida.
- Pero qué es toda la vida. Eso es una medida que nadie entiende, por mucho que se repita.
- No es tan complicada la vida.
- Si lo es. Los diálogos entre las instituciones, la convivencia de los lenguajes, el desarrollo de las teorías, todo se relaciona entre sí, y si consumimos tanto productos de cierta manera, todo el resto se va a ver afectado.
- Escoges algo para hacer y lo haces al máximo de tus capacidades.
- Y los otros?
- Hacen lo mismo.
- Y si los caminos se cruzan y los caminos se entorpecen.
- Entonces el mejor gana, como en todo, no es tan complicado.

     Estas conversaciones iban subiendo de tono y cambiando de forma, hasta que llegaban a la violencia, más de una vez llegaron a los golpes y siempre terminaban a los gritos.
     Se dejaron de hablar gracias a uno de ellas, ya la madre muerta, por más de diez años no se dirigieron la palabra, se mandaron un par de mensajes, estaban atentos de noticias cruzadas, pero poco más, sus condiciones laborales ayudaban a acentuar la separación.
     Ahora, los militares y los delincuentes no son de cruzar sus caminos normalmente, a menos por supuesto que compartan un interés económico, cosa posible y real. Pero quién comprende los caminos de la casualidad.
     Lo que ocurrió fue que hubo un cambio de gobierno en el país y con el cambio hubo movimiento, con la promesa de los nuevos mandatarios por una ciudad con más seguridad, se aumentó la presencia militar en la calles. Y si hay una cosa que tienen en común los Delincuentes y los Militares, es que ambos odian a la Policía, y acá que cuando los tres grupos están en la calle, dando vueltas y trabajando, cosas están destinadas a pasar, y aquel odio leve que sintió alguna vez un grupo por alguno, está destinado a cambiar por amor gracias a un odio todavía mayor.
     El delincuente estaba en la calle, cerrando transacción frente al restaurante de Carlitos en pleno centro, mucho tránsito mucha gente, y atento y vigilante con un ojo en cada esquina a dos grupos divisó, los militares, escondidos en la cuatro por cuatro, uniforme completo, con armamento y seguro con apoyo no muy lejos, y en la otra, torpes y perezosos, los policías, también cerrando trato, pero exprimiendo y pidiendo, corruptos y sin código.        
     El Delincuente se vio en una encrucijada, qué hacer, desde hace tiempo que la policía lo viene molestando, ignoraba si los militares estaban ahí por él, y acá que la casualidad da lo que la mente no encuentra, y divisa, de civil, a su hermano no muy lejos de ahí. Sin más, los años de silencio se derribaron en la corta caminata:

- Vienes por mí.
- Venimos por todo.
- Solo los del auto.
- Solo los del auto.
- Son pocos.
- Somos suficientes, somos profesionales.
- Y por qué no se mueven.
- Indecisión de arriba, es ustedes o los puercos aquellos, ustedes son el enemigo, los puercos son peores, pero son estado, y son más, hay varios en lo de Carlitos, truchos y corruptos como son, esto se puede ir todo al carajo.
- Nosotros somos tres, estamos bien armados, y tu bien sabes que entre tu y yo y lo que hacemos, ellos están antes, y juegan para los dos, y nos joden a los dos, en la confusión tiramos para tu lado, nos vamos como vinimos, y después vuelves al ruedo, que yo a ningún lado voy a ir, y tu tampoco. Puedes terminan mañana lo que empezaste hoy. Los de arriba saben que somos hermanos.
- Saben.
- Pero te conocen.
- Me conocen.

     Entre los dos ocurrió un momento de reflexión, y el Militar por primera vez rompió primero:

- Yo cierro por detrás del auto, agarro a policías y malandrines todos por igual. Tu agarra a los que salgan del restaurante, los tiras al piso que crean que están de civil, enseguida va uno de los míos y los esposa, tu a volar, y escúchame bien, si una bala toca a un civil te quiebro, y sabes que cumplo.
- Lo sé.

    Y así frente a lo de Carlitos ocurrió, que dos hermanos y dos mundos y dos historias, se confiaron, y salieron ilesos ellos y los suyos. La sangre, una vez más, como siempre fue y siempre será, probó ser más dura que el plomo, que el dinero, que la educación.  

El Futuro.

lo que hago es apagar el monitor
y dejar la luz del teclado encendida
escribo con el ritmo que me dicta la frase
separo con el enter
y sigo
como venga y adónde vaya
pero en control 
escribo así y me siento que estoy escribiendo en Tron
o que de alguna manera
esta palabra
o esta ahora
es cibernética
o nuclear
si hago eso
esta palabra se siente
como el
futuro
como estar en una nave espacial decidiendo en que planeta aterrizar
y no como una palabra atada a mi sillón
motor auxiliar encendido
cabina de combustible aislada
tranquilizantes a disposición
comienzo maniobras evasivas
por un campo de asteroides en el fondo más negro de los negros
y con la luz cercana de una estrella moribunda
así
desde este lugar y este tablero
manejo el destino de mi nave

Un día más.

    Hoy me fui por la playa desde mi casa hasta el murito del puerto. Yo estaba muy tranquilo porque me habían dado el día libre en el trabajo. Cuando fui estaba atardeciendo, después de las seis de la tarde. Había estado lloviendo todo el día y el cielo estaba partido en pequeñas nubes grises muy oscuras, algunas se acumulaban a lo lejos, sobre el mar y también sobre la tierra. En esta época del año el sol todavía empuja, así que había mucha luz entre las nubes, la mezcla generaba muchos colores, se formaban algunos rosas entre negros y azules claros. El mar estaba azul oscuro, un poco picado, cuando le tocaba un poco de luz la espuma de la costa se veía muy blanca y el agua más clara.
     Como había estado lloviendo la arena estaba uniforme y compacta. Estaba fresco, pero como iba corriendo estaba muy bien, solo necesitaba una remera y los shorts. Hay unos cuatro kilómetros hasta el murito del puerto, unos cinco tal vez.
     Algunos como yo se estiraban de la lluvia. Había hombres de a caballo, gente jugando con sus perros, un par de surfistas. Todos iban bien abrigados.
     Ayer había llegado al hospital con la garganta cerrada por una reacción alérgica, por eso mi día libre. Me pasó que estaba cortando leña en el bosque y me interesó un nido de avispas, por tonto y curioso me picaron unas diez o doce, mi novia me llevó al hospital de emergencia, cuando llegamos tenía la garganta cerrada, no podía respirar y tenía el cuerpo todo brotado, piernas, espalda y brazos, no sentía la cara... Nada que un poco de ciencia no pudiera solucionar. Una inyección y listo. 
     Ahora, terminar de hacer este párrafo, y cuando termine empiezo con la última temporada de Walking Dead, anoche se terminó de descargar. 
     Mañana tengo que volver al trabajo, y después tengo que ir a cortar más leña. 

00:39


Lunes 00:39, y yo estoy terminando. Hoy trabajé unas doce o trece horas, y no hice nada que valga la pena, yo sé que no vale la pena, porque sé lo que hago, porque trabajo mucho para eso. Yo sé cuándo vale y cuándo no, algunas veces encuentras tu público, otras no. Para eso trabajo, para saber si lo que hice está bien hecho o no. Usted verá Edison dijo que sabía más de tres mil maneras de cómo no hacer una bombilla, y eso es todo. El hombre que no pueda decir que su vida fue trabajo no fue hombre, y el hombre que dude de lo que otro llame trabajo, también, el trabajo viene de todas las maneras; porque para todos algo cuesta. Y bueno esto tiene que ver con el esfuerzo, los resultados, el fracaso y el conocimiento. Descubrir que hay otros como tu es importante. Terminé recién, cuadro tras cuadro de basura, pero estoy trabajando, y eso es lo importante.   

Ya está.

Ya está,
eso fue todo,
lo cagamos
lo hicimos mierda,
la culpa por supuesto es de todos
y no es de nadie
fue una operación en conjunto
todos
pusimos
nuestro
granito
de arena;
el que no mató
violó
robó
o no hizo nada,
nadie se salva,
y que podemos hacer?
mirar con lastima?
desear otro resultado?
esperar que alguien...
pero no,
no hay nadie,
lo jodimos
lo rompimos
y,
algunos
todavía tienen ideas,
ven con planes,
todavía creen que tienen razón
o
peor aun,
que otro la tiene
por tontos con razones
es que estamos como estamos
la gente con motivos es dañina
la salud, la edad, los derechos, el salario,
que manera tan desagradable
de terminar
lenguaje sobre lenguaje
(la grasa sale con tierra)
pero no es ahí
dónde buscamos,
después de todo,
pornografía
y regímenes alimenticios,
quedaran montañas de basura
los mares
radioactivos
las montañas hechas
polvo
de nosotros
cáncer
sida,  
algún adinerado orbitando el
espacio.
Lenguaje sobre lenguaje
por eso fue que nunca nos entendimos
fue
una
eterna
traducción;
nadie conversó
nadie se escuchó
todos dijimos
tradujimos
hicimos
y
amontonamos
una gigantesca pila
de
conocimiento,
más
más
más
y
más.
No importa
si eras
torero
jardinero
doctor
todo producía,
todo sumaba,
todo agregó presión,
todo generó basura
cada logro 
fue un paso 
hacia la destrucción. 
Lo
único
que
nos
puede
salvar
es
la
naturaleza
pero
a
nadie
le  importa,
porque
no
se
puede
traducir. 

Alejandra Lunares.

   
Berta cáceres, campesinas, lucha, literatura, borges, cortazar, Héctor Baptista, cuento, feminismo,

     Alejandra Lunares se fue a la cama pensando "mañana seguro se suma más gente, hoy a lo mejor logramos difundir mejor el mensaje", y ahí su mente entró en profunda meditación por unos segundos, solo para despertar con esta pregunta "¿Por qué la gente no escucha?".
     Alejandra Lunares había caminado hoy unos diez kilómetros de calles de tierra y caminos empedrados, estaba cansada, pero su cansancio no le arrebataba el pensamiento, en la cama, noche cerrada, pueblo dormido, todavía pensaba estrategias y visionaba caminos. Sabía cual era el problema, pero esto era tan grande, tan poderoso, que su diagnostico poco auguraba una solución, una y otra vez pensaba "por cada uno con el que yo hablo, ellos programan diez mil o cien mil", y seguía "por qué soy yo de las pocas, y por qué siempre somos nosotros los pocos", y aún más " ¿Y las mujeres? me cache en las mujeres, qué les pasa por la cabeza a esas brutas, que es que nunca vamos a aprender". Daba vueltas en la cama y pensaba en el día.
     Había salido temprano de su casa, como siempre, antes de que saliera el sol para aprovechar la fresca y avanzar varios kilómetros, los primeros kilómetros los hacía en bicicleta porque en su pueblo ya todos la conocían y no tenía ningún sentido ir caminando. La bici era buena, se la habían regalado, igual que sus zapatos, andar ahora era más cómodo que al principio, le habían ofrecido un auto, pero no, eso ya era capitular, su mensaje se iba a volver inaccesible. Así que esos kilómetros en bici, como todo en su vida, eran de reflexión, de planeamiento. Atrás llevaba una caja de panfletos y literatura, ella misma los hacía, con mucha información, bien explicados, algunos en tono general hablaban de precios, de medidas, de países lejanos, de maneras de hacer energía, de la explotación histórica, de cómo se conforma una empresa, de los sistemas. Después otros se enfocaban en proyectos específicos, en hidroeléctricas, en mineras, en grandes plantaciones.
     Llegó hasta el siguiente pueblo. Dejó la bicicleta en casa de Doña Petronia, la Doña la saludó por la ventana. Se fue hasta la parada con algunos de los folletos. Agarró un autobús de una hora y se bajó en un pueblo que hace más de un año no visitaba, la única calle asfaltada era la principal. El sol ya despuntaba. Antes de salir a caminar se dio cuenta de que tenía hambre, se acerco a una panadería que estaba frente a la plaza principal, compró un café y una torta, y se sentó en una mesita que estaba afuera y daba a la plaza, y se comió la torta remojándola en el café, mientras pensaba "la plaza es de ellos, la estatua, esos árboles, los carros, mis mismos pensamientos, ña ni yuyani en mío propio simi, no hay nada, hay que empezar todo otra vez". De repente se encontró sonriendo, el café caliente y la torta fresca le levantaron el ánimo y se notó en su cabeza "si que si, es un gran día para caminar".
     Con el estómago lleno se para de la mesa, desdobla un sombrero de tela que lleva en el bolso y emprende la caminata, "las mujeres somos grandes caminadoras, somos grandes hacedoras, la mujer que no hace está perdida, le toca vivir de esclava, como las chinas, esos chino y el zen, con esa filosofía de estarse quieto de que el universo se empareja, pero ellos de quietos nada, nada de nada, acá me quedo quieta y se meten en la casa en busca de pepitas de oro, estarse quieto es para los otros, ese que se queda quieta está perdido, y la mujer que se queda quieta está doblemente perdida y doblemente abusada, me cache en las mujeres calladas". Así emprende la caminata Alejandra Lunares, que mujer, campesina y revolucionaria, lleva todas las de perder, por cualquier camino que decida emprender.
     El sol sale y no importa que tan fresca sea la mañana, pica, "mejor el sol que la lluvia, aunque la lluvia es buena y riega, con el solsito se puede caminar", llega hasta la primera casa, todavía en el pueblo, bien construida de ladrillo, a su encuentro sale un hombre y por la puerta asoma una mujer, la conocen, o por lo menos saben quién es, la invitan a pasar, pasa y se sienta, la estancia oscura y fresca, deja dos folletos, habla veinte minutos:
     - Mire que el imperio está sobre nosotros, y ya no nos quedan muchas maneras de luchar, y no hay nada bueno ya, no hay a quién pedir ayuda ni dónde recostarse, porque el enemigo tiene máscaras y personajes, y sabe cosas que nosotros no, así que lo que tenemos es lo que conocemos de siempre, que estamos nosotros, que tenemos la tierra, que los tiempos son necesarios y que al campesino nunca nadie le regaló nada, quién dice que trae mejoras trae muerte.
     Termina, ve la hora, se va medio apurada.
     Y es que ella sabe, "A este paso no termino más, si sigo así hoy como mucho hago diez casas, con suerte, seguro que me quedo en alguna a la hora del almuerzo, me tocará pasar la siesta bajo algún árbol, tendría que traer la bicicleta, pero estos lugares, estos lugares hay que caminarlos."
De frente ve una señora que viene caminando con dos niños, ya está por las afueras, más en el campo, cuando se cruzan la saluda. La conocen, saben quién es. Le entrega panfletos, siguen su camino, "es que así no puedo, por cada uno con el que yo hablo, ellos hablan con diez mil o cien mil".
     Se acerca a otra casa, esta ya más precaria, le dan agua, está cansada. Mientras habla descansa.
     Así todo el día hasta la tarde, vuelve al autobús, a buscar su bici, y después a su casa.
     En su casa habla con su madre, ya anciana, y con Roberto, compañero de lucha:
     - M'ija caminó mucho hoy.
     - No lo suficiente Madre.
     - Siempre es suficiente Alejandra, que no se te olvide, una persona es una persona.
     - Escúchelo al Berto M'ijita que es bueno y sabe lo que dice.
     - Si Madre, lo escucho. ¿Y tu Berto?
     - Muy bien, junté unos diez vecinos por los lados de la cañada, cerca del cerro.
     - ¿Dejaste folletos?
     - Deje. Fui a la radio también, te quieren por ahí Alejandra, tienes que ir a hablar con esa gente.
     - ¿Otra vez Berto? si fui el mes pasado.
     - Pero quieren que vayas, todavía se preguntan como hicimos para movilizar tanta gente para parar la obra.
     - Ninguno de ellos fue.
     - Pero están ahí, en la radio, difundiendo, eso es algo.
     - Las palabras las palabras, hay que ir, hay que ponerse, si no no hay nada. Pero bueno Berto, ¿Vamos a hablar de eso otra vez?
     - No, no, ya lo hablamos.
     - ¿Quieres comer algo M'ija? no se me moleste con el Berto.
     - Claro que si Madre, tengo mucha hambre, y no, no estoy molesta con el Berto.
     - Y tu Bertito, estás muy flaco tu, y con ese bigote te vez más flaco todavía.
     - Claro Madre.
     - Pues a comer, hay guiso y pan de Doña Anastasia, para tomar hay vino.
     - Gracias Doña, eso suena muy bien.
     - Que rico Mami, que rico.
     Mientras Alejandra daba vueltas en la cama y pensaba en el día, tres hombres de la capital de acercaron despacio en un auto por la calle de tierra, noche cerrada, pueblo durmiendo. Les dieron un auto de marca y mil dólares a cada uno. Los levantaron de la esquina de Sarmiento y Tuyumeni, dónde se juntan los malandros de medio pelo, los tres, conocidos por la policía, han estado presos y tienen una larga lista de delitos. Ya le habían dicho a quién los buscó, "búscate tres que estén bien quemados por la pasta base y el vino de caja, tres bien brutos, que tengan miedo de caer en cana y no tengan ni dónde caerse muertos, que no piensen, les damos lujos y droga buena por una semana y los dejamos listos", los tres hombres llegaron hasta la casa, vieron las fotos en sus celulares y comprobaron que era la misma, se bajaron rápido, uno se quedó en la puerta, dos entraron por una ventana del costado, que aunque cerrada, no estaba trabada, encontraron a Alejandra en su cuarto, sentada en la cama, viéndolos a los ojos sin pestañear, sin gritar, sabiendo, y así, con la frente en alto y los ojos bien abiertos, Alejandra Lunares recibió nueve tiros y quedó muerta en su cama. A su madre la despertó el estruendo y enseguida supo. Los vecinos vieron que huía un auto gris o plateado, de una marca o tal vez de otra.
     La policía está investigando.  

Moto y tiros.

     Yo sé que a la gente le gusta escuchar historias de motos y tiros, el problema claro está en que generalmente las personas que están involucradas en ese tipo de historias no las transcriben, las cuentan nada más, y existen y son muchas, pero el público no tiene acceso, y en la prensa no se puede confiar, que dicen "delincuente en moto" y listo, san se acabo, nada de información jugosa como traen los crímenes pasionales o los relatos de fútbol. Por eso yo tuve tanta suerte de escuchar la siguiente historia, que inesperadamente y sin explicación me contaron y paso a contar:
     A Julian lo reconocí en un supermercado, yo lo había visto antes frente a un kiosko, arma en mano, frente a la pequeña ventana que queda entre las rejas, buenos tiempos aquellos en los que el kioskero no atendía como preso, pidiendo la plata, yo pasaba en un autobús que justo se paró en la esquina, lo que permitió que yo y la señora de enfrente nos percatáramos plenamente del espectáculo, es más, tuvimos la pequeña discusión, necesaria y urbana, de si bajarnos o no para servir de testigos, y ambos nos convencimos que entre las declaraciones, las acusaciones, los tiempo y la inoperancia de la policía sumada a una posible represalia por parte de los delincuentes, no valía la pena sumar dos testigos más a una causa que, dadas la hora del día y el lugar del hecho, iba a tener participación de sobra, así que bueno, me fui con una historia que no mucho después se une con ésta, porque al poco tiempo lo vi en el supermercado al mismo tipo, y yo pensando que volvía al robo, salí medio disparado de ahí , y él lo notó, y me siguió, y me agarró del brazo, oiga qué le pasa me dice, frente a mí un muchacho limpio, bien vestido, bien hablado, no muy alto, no llega al metro setenta, medio rubión de ojos oscuros, no transmitía alarma, entonces me dijo, déjeme que le explique, yo ya sé qué pasa yo sabía que un día iba a pasar que me iban a reconocer, y yo que le digo que no que deje que no pasa nada, y el no, le explico, tomemos acá un café y le explico, y así medio a los empujones, me sentó en uno de estos cafés que tanto abundan a las afueras de los supermercados grandes, y me dijo así no más, a mi me agarraron por la moto, le cuento, y algo así fue lo que me dijo:
     "A mi me encantan las motos vio, siempre me gustaron, me gustan grandes, me gustan rápidas, me gusta correr, me compré mi primera moto a las 12 años, una enduro cross, me caí como veinte veces de esa moto, pero nunca más me he vuelto a caer, siempre compré y tuve motos, y siempre mejores, ahora tengo una ducatti, sabe cuantas ducattis como la mía hay en esta ciudad, 4, nada más, si nunca corrí profesional es porque en este país no existe y sé que no tengo chance afuera, igual no lo necesito, yo con tener mi moto me basta, y todo el mundo sabe esto, todo el mundo sabe que soy bueno y rápido en la moto, y en mi barrio como todos los barrios, uno es niño, y de niño nadie es malo, todos jugamos juntos, y de ese grupo de amigos, uno, el Carlitos, se fue por el mal camino, mal enserio vio, hasta preso estuvo el Carlitos, y yo como siempre fue amigo, siempre hablé con él, y un día alguien que él conocía, que no sé si era amigo de él o no, nos vio en la calle, y me reconoció, y me dijo, tu eres el de las motos, este tipo era flaquito, y chiquito, más pequeño que yo, andaba siempre con un jean y una camisa medio bonita, buen celular, tranquilo, se veía que era chorro, no quiero discriminar pero el tipo veía todo y hacía comentarios de precios, y esto vale tanto y esto vale lo otro, y este tiene esto, todo así, Carlitos se dio cuenta que yo me di cuenta y de alguna manera quiso protegerme, o no, pero se lo llevó al tipo ese, y bueno, llegó el tipo ese un día a mi casa, y me saluda, era de tardecita y me dice, vamos a robar, y me saca un arma y me la muestra, y me dice tu manejas esa moto, una chinasa de mierda que seguro se había robado, que debe ser la que usted vio ese día en el kiosco, una 125, al final buena, pero pequeña, yo dudé obvio, bueno primero me paralicé, estábamos frente a mi casa que aunque clase media algo tenemos, mi vieja estaba adentro, y tenía miedo, yo no soy un hombre de armas, así que la verdad, la verdad es que ahí me dio mucho miedo, él me seguía señalando la moto, y la moto me tranquilizo, que siempre me tranquilizan, así que me subí adelante, él se subió enseguida, no sé que hizo con el arma, y bueno, me llevó al kiosco y ahí me dijo, bájate y roba, y yo estaba nervioso, y mire no sé cómo lo hice, pero lo hice, fue rápido, me dieron la plata, bastante por cierto, y nada más, y cuando usted me vio supe que me había reconocido, no lo he vuelto a hacer, se lo juro, sabía que algún día alguien me iba a reconocer, su cara de susto me dijo todo".
     Nos quedamos en Silencio un largo rato, entonces continuó:
     "Yo lo tengo que contar, porque no se lo he contado a nadie, y usted sabe que cuando llegamos al kiosco y él me dijo que tenía que robar me puse tan nervioso que se ve que largué mucha adrenalina, y mamita querida, cuando volví a la moto, con el corazón a mil, yo lo que necesitaba era velocidad, dura, y ahí no más se ve que el Carlitos se dio cuenta y me abrazo con fuerza y yo pensé, china aguanta que te quemo, y señor mio usted no sabe lo que fue eso, hasta en la vereda me subí dos veces evitando el tráfico, pasaba autos, semáforos, todo, puro ruido y velocidad, nadie nos seguía, nadie nada porque yo ni registraba, ni sabía lo que pasaba, yo veía al frente y aceleraba, y pensaba que tenía un movimiento para evitar lo que tenía en frente y nada más, y pensar es un decir, porque nada, era duro y rápido, un movimiento, nada más, no podía pensar más, y dale, y duro y por el tráfico y a fondo, usted sabe lo que es darle a fondo, esa moto estaba medio preparada, porque iba muy rápido, largué todo, y me entendí bien con esa china, los cambios entraban como manteca, y cuando la exigía respondía, dos veces me rocé el brazo con algún espejo, o con algo, no sé, me tranquilicé recién en una recta, que no vi nada adelante y supe que tenía un segundo para pensar, y ahí empiezo a tomar un poco de conciencia y bajo la velocidad, y ahí siento que el Carlos me suelta con una mano, que yo hasta me había olvidado que lo cargaba al flaquito, y así sin nada de aviso el tipo hecha un tiro al aíre, y eso fue como que me inyectaran con la peor de las drogas, el cuetaso calienta la sangre y nubla la razón, eso era darle y quemar, con cada tiro, porque el hombre sabía lo que hacía, y tiró un par de veces, para ponerme en movimiento, cuando me di cuenta habíamos atravesado media ciudad y no teníamos nafta, y ahí me dijo párate acá, me paré, se bajó, me dijo bájate, la moto ya queda ahí, anda a tu casa loco de mierda no te quiero volver a ver, se fue y más nunca lo vi, no sé que pasó con los tiros, no sé que pasó con el kiosco, no sé nada y no lo he vuelto hacer, y usted sabe que voy rápido ahora, y me animo, pero nada cómo cuando escuchaba esos tiros, nada".
     Dejó cien pesos en la mesa y se fue, diciendo, mi nombre es Julian un placer, yo le dije, muchacho compró un arma cierto? y contestó, claro usted porta?, y yo le dije portaba, y otra cosa, el casco porqué se lo sacó? y me contestó, de los nervios no sabía lo que hacía.  

El poder de la planta.


El mate verde, la pipa llena de hojas. La sabiduría eterna de la semilla, todo lo que será ya es, queda esperar las condiciones adecuadas para un desarrollo al máximo de su potencial. Existe la voluntad de crecimiento? la planta busca el sol. Revolvía en la basura y pensaba, cuanto desperdicio, tenía guantes, los había conseguido en la basura, nuevos, tenía dos bolsas y una caja; una bolsa para plástico la otra para latas, y la caja para comida. Movía las tres cosas con uno de esos pequeños carros de dos ruedas que se desarman. El verano es bueno, pensaba el hombre. Se acercó a una plaza y se sentó en un banco, aprontó un mate y se armó un cigarro de hojas. Miró a los lejos dos policías que de seguro lo ignorarían. El banco en el que estaba sentado le indicó la fecha, la hora y la temperatura terminando con un comercial de Pepsi. Abrió la caja de la comida, se comió una banana en perfectas condiciones y guardó la cáscara en la caja. Sacó un sandwich que se vencía ese mismo día, de jamón y queso, lo sacó de la bandeja de plástico en el que venía y guardó el envase en la caja. Dio dos mordiscos y pensó que le vendría bien un poco de tomate, así que buscó en la caja y encontró un tomate muy maduro en un extremo, sacó del bolsillo del pantalón la pequeña navaja del ejercito suizo y cortó la parte madura y la metió en la caja, lo que hizo entonces fue juntar en el envase del sandwich la cascara de banana y el tomate maduro, cortó lo que quedó del tomate en rodajas y se las puso al sandwich, así estaba bueno. Terminó el sandwich y el banco le recordó de nuevo la información, también reiteró el comercial de Pepsi. Buscó en su bolsillo unas monedas, las contó, separó una y se fue hasta la maquina de café, sacó un café negro, bien caliente y volvió al banco. Entonces claro, la clave de la semilla es la efectividad, el desenvolvimiento pleno de sus elementos naturales. Mientras se tomaba el café pensaba en lo obvio. 

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...