El Hombre.

    (Cuento)
   
    Mira la verdad es que siempre me enredo, quiero contar una historia simple, y siempre me termina pareciendo tonta y poco intelectual y la termino enrollando sin ningún sentido así que déjame que te cuenta esta así no más, y si sale mal sale mal y tu no me dices nada. La historia, es la siguiente, es la de un hombre que se va a vivir a la playa. Nada más. No hay gran intriga, es un hombre que larga todo al carajo y se muda a un pueblito de playa, y no es todo color de rosa, el tipo la pasa mal, tiene que trabajar en cosas que no le gustan, se cruza con gente que le hace daño, igual que a cualquiera, pero le pasa en un pueblito de playa, el pueblito de playa que el eligió, y eso la hace a mi parecer una historia interesante, no hay grandes conflictos, ni grandes desenlaces, nada extrema, pero es bonita, y es fácil.
     El hombre este vivía en una ciudad, una ciudad grande, trabajaba en una oficina en un edificio de veinte pisos, el trabajaba en el cuarto, en la planta bajo había un Mcdonalds. El susodicho tenía que pasar por el frente del Mcdonalds todas las mañanas. Iba al trabajo en tren subterraneo, tren que tomaba a diez cuadras de su departamento, un departamento de un dormitorio en un edificio de seis pisos en un barrio de clase media. Este hombre tenía una novia, que dormía varias veces con él. Este Hombre no tenía hijos. Este hombre era un infeliz. De Lunes a Sábado se levantaba a la seis de la mañana, tomaba el tren a las siete, llegaba al trabajo a las siete y media, trabajaba hasta las cinco, llegaba a su casa la seis, hacía alguna forma menor de entretenimiento y se iba a dormir. Tenía amigos, claro. Salía esporádicamente al teatro, al cine, por supuesto. También leía algún libro ocasionalmente, disfrutaba de bebidas alcohólicas y tenia sexo regularmente. Ser infeliz no tiene nada que ver con esas cosas, ser infeliz tiene que ver con lo que pasa en el centro mismo de tu cuerpo, en la profundidad absoluta de tu cabeza, tiene que ver contigo mismo y cómo te sientes con lo que estas haciendo. este hombre era infeliz. 
     Cómo cualquier otro siempre lamentaba el fin de sus vacaciones, pero en las vacaciones últimas algo había cambiado, este hombre es vez de lamentarse se preguntó, de una manera seria, porqué esto ha de terminar? y se lo siguió preguntando en la oficina, y se lo siguió preguntando en el teatro, y en el tren, por qué algo que me gusta tiene que acabar? , y cualquier hombre puede aguantar preguntarse si es correcto o no, pero un verdadero hombre no puede con la pregunta de si es verdadero o no, por qué se preguntaba, se empezó a preocupar, el por qué no lo abandonaba, lo charló tímidamente con un grupo de amigos, todos contestaron lo mismo, porque si, porque esta es la vida, porque esto es lo que se hace, alguno le dijo, va a ser lo mismo, te vas a otro lugar y al poco tiempo estás cansado, aburrido, quieres otra cosa, mejor quedarse haciendo lo que estas haciendo, hacerle frente y seguir, que después de todo no es tan malo, te ha tocado bien, a muchos otros les toca peor, si a muchos otros les toca peor. Pero la pregunta no desaparecía, parecía estar instalada en un lugar más allá de la lógica. Por qué no me puedo quedar en un lugar que me gusta. Podía en particular apreciar por qué un hombre con familia, escuela, trabajo con futuro, etc, encontraría mayor resistencia para no hacer las cosas que le gustan, no estar en el lugar que le gusta, pero no es el caso de la gran mayoría, la gran mayoría no es nada, es gris, y sin embargo se queda, se mantiene, porque si.
     Este hombre durante una cena le planteó a su novia mudarse de la ciudad, ir a un pequeño pueblo de playa y quedarse a vivir ahí. Su novia no sabía que hacer, la idea era tentadora, pero dejar la ciudad, su trabajo, sus amigos, su familia. Ella podía entender el planteo de él, que era simplemente, por qué no hacerlo, pero no era suficiente para ella, poder o no poder hacer algo no es suficiente, ella necesitaba una razón más fuerte, laboral, familiar, que significara para el futuro. El futuro.
Este hombre sabía que no iba a llegar lejos en su trabajo, no tenía ni los títulos, ni los contactos, para acceder a las altas esferas de la empresa en la que trabaja, salir de esta y comenzar por su cuenta parecía aún tema irrisorio. Conseguir prestamos, relaciones públicas, el doble de trabajo, cien por ciento de riesgo, por qué, para qué, por qué cantidad. Seguir, alcanzar cierto nivel, conseguir cierta seguridad, después de todo, es el sueño de muchos, una y mil veces se lo repetía, eres un hombre con suerte, tienes alimento, agua corriente, un techo, ingresos, una mujer que te acompaña, una familia que se preocupa, porque entonces soy infeliz, porque entonces siempre el por qué.
     Departamento, tren, trabajo, casa, ligera forma de entretenimiento.
     Por supuesto que este hombre nada hizo al principio. No era el primero ni sería el último en querer vivir en el lugar en el que uno va de vacaciones. El por qué se quedó dentro de él, lo acompañó por largo tiempo. Cuando le tocaron las próximas vacaciones decidió no viajar. Se quedó en la ciudad, haciendo nada, descansando, yendo a las plazas, disfrutando de los cafés, intensificando su agenda cultural. Pero en todas estas actividades o por lo menos en las buenas. Había un mensaje claro fuerte, encuentra tu propia voz, sé verdadero, y mucho más importante y mucho más presente, hay otra realidad. El arte le mostraba una y otra vez, otra cara, otra posibilidad, otra manera. Y le era particularmente asombroso como las otras personas que lo acompañaban parecían no poder entender ese concepto básico, profundo, y universal que le mostraba el buen arte, hay otra manera.
     Cierta ira comenzó adueñarse de él. Ya no podía permanecer callado frente a las pequeñas cosas que le molestaban, comenzó a pelear con su novia por pequeñeces, comenzó a separarse de los amigos, todo lo que hacían lo irritaba, en particular le molestaba que todo pareciera una competencia, los que hacían deporte, constantemente estaban compitiendo dentro de una masa tan gigantesca y tan neutra que era imposible ver por qué lo hacían, por qué competían, y era lo mismo con todos, quién consiguió el mejor restaurant, quién encuentra la mejor película, quién puede comentar mejor un libro, todo una competencia, todo una carrera que va de ningún lado a ningún lado, todos los limites borrosos, la promesa constante de algo mejor, de cierta fama, seguidores de twitter, todo le pareció una competencia que no tenia ningún sentido, principalmente porque no había nada para un supuesto ganador, nada, en el trabajo era lo mismo, todos peleando por un puesto, por un lugar, competencia.
     Entonces pensó en el premio. En lo que significaba ganar, en lo que le daban al ganador. Y lo vio claramente, el ganador recibía una casa en la playa, un buen auto, una mujer hermosa, dinero, viajes y reconocimiento. Pero de todo eso, qué era lo que le importaba a él, qué le importaba ganar, vivir en la playa, en un pueblito, entonces dijo, no compito, dejo de jugar, no me interesa, no vale la pena, puedo directamente ir por el premio, y fue lo que hizo, se fue a vivir al mar, a un pueblito de playa, y no todo era color de rosa, la pasaba mal, sufrió la soledad, trabajó en cosas que no le gustaron, extrañó mucho, pasó por mucho, pero por todo pasó con la liviandad del hombre que ya había ganado.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran cuento,con una simple y tajante realidad.Si quieres algo ve y vívelo .

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