La idea era tener una noche española. Entre Julio y yo haríamos la paella, compraríamos todo y nos encargaríamos de prepararla en casa. Ramón, Romina, Marcos, Nadia y Victoria se encargarían de traer la bebida; buen vino de borgoña, Whyski doce años y algún vino dulce para el postre. No escatimaríamos en gastos. Hacíamos esto por lo menos dos veces al año, gastar y comer como si nos sobrara el dinero, que tampoco nos faltaba. Victoria también se encargaría de traer un par de cigarros, cortesía del humidor de su padre. Estas noches se esperaban con ansia y le daban sentido a trabajos desagradables y privaciones extraordinarias.
Todos llegaron temprano, como a las siete, nosotros no habíamos empezado a hacer nada y no teníamos ganas de iniciar, de esta manera estiraríamos la velada hasta la madrugada. Habíamos conseguido películas de Alex de la Iglesia y nos sentamos a ver una hasta que los chicos casi nos ruegan de rodillas, o los golpes, que empezáramos a cocinar. Julio y yo somos estudiantes de gastronomía, por eso éramos los encargados de la cocina. Cuando empezamos a eso de las ocho y pico ya habían volado dos botellas del Borgoña. Dos cajas, seis botellas por caja, quedaban diez.
La paella es cuestión de tacto y paciencia, yo tenia tacto y Julio paciencia, habíamos decidido hacerla solamente de mar pese a las protestas de algunos, el toque especial y lo que en parte encareció la jornada fueron las vieiras, las compre en abundancia y sin duda le daban un toque especial a la comida. Estuvimos en la cocina por tres horas y dos botellas más, los chicos vieron otra película, Crimen Ferpecto, y se acabaron todo el salame y el queso de mi nevera. Ellos se tomaron tres botellas.
La comida fue estupenda, no habían parejas entre nosotros, aunque de apoco se veía que se querían formar, o por lo menos algunos queríamos. Siempre me había gustado Victoria, al único en el grupo gracias a Dios. Victoria tiene la piel blanca, los ojos marrón claro, el cabello castaño, ondulado casi en rizos, unas cejas gruesas que no se depila, labios finos, es callada y tiene una ternura natural que se desborda cada vez que contesta el teléfono, con suavidad, a veces lo agarra con las dos manos cuando habla, como ocultando un secreto. Esa noche nos miramos tanto, que hablar, hubiera sido estúpido, nos disfrutamos tanto en silencio que una palabra hubiera sido prepotente. Recuerdo que en la cocina, por unos segundos la bese.
Habíamos terminado de comer y nadie quería recoger, ella se ofreció a ayudarme y entre los dos levantamos la mesa. Victoria estaba poniendo los últimos platos en el fregadero y me acerque por detrás, hundí mi rostro en sus rulos, a la altura de su cuello y aspire aparatosamente. Yo ya estaba plenamente borracho. Sentí su piel erizarse y se volteo suavemente con la mirada en el suelo. Le tome el rostro por la barbilla, se lo alce levemente y la bese, mordisqueando con mis labios los suyos. Me correspondía, nuestro aliento caliente y mostoso se fundía en un campo de margaritas. Una estruendosa carcajada nos saco del trance, nos miramos y sonreímos, unimos nuestras frentes y la punta de nuestras narices se tocaban. Le di un gran abrazo y después baje mis manos y cariñosamente le pellizqué las nalgas con la mano completa. Ella me regalo una gran sonrisa y un mordisco en el cuello, con un ligero rugido. Nos unimos al grupo. Todo sin decir una sola palabra.
Empezamos a tomar whyski, solo tomábamos Marcos y yo, los otros se apegaban a un par de botellas de vino que quedaban y Nadia y Romina al café. Victoria tomaba vino, muy suavemente, agarraba la copa con las dos manos y se la llevaba a la boca con la mano derecha, daba pequeños sorbos. Pusimos otra película de Alex, esta vez La comunidad, y de apoco otros se unieron a la bebida de trigo, encendimos los cigarros y yo saque los Borrachuelos, nuevos para muchos, eran cortesía de mi madre para la velada. Divinos Borrachuelos llenos de almíbar.
Victoria me seguía mirando y yo a ella. Tenia que reprimir mi boca, ya que cada vez estaba más borracho y libre, pero tenia que contenerme si quería que todo siguiera siendo tan perfecto. Entonces pasó, me fui, era mi cuarto whyski, me di cuenta que no tenia control de nada, mis movimientos eran totalmente erráticos, mis pies fallaron al buscar la mesa, marcos dormía a mi lado y Ramón y Nadia se besaban, Victoria veía la película y de vez en cuando me echaba una mirada.
Me paré con mucho cuidado, tropecé con el sillón, escuche un par de bromas y llegue al baño. Vomite, todavía mis rodillas no habían llegado al suelo y un gran chorro de vomito salio expulsado de mi cuerpo, algunos granos de arroz llegaron a mi nariz. Me arrodille y otra oleada hizo de las suyas, más arroz por la nariz. Espere un minuto en el piso. Me sentí terriblemente mal por las vieiras, gracias al cielo habían sobrado unas pocas y mañana podría comerlas con gusto. Limpie el baño y me limpie lo mejor que pude, había pasta de dientes así que pude hacer algunas gárgaras. Cuando salí la película había terminado, los chicos charlaban en silencio y toda la sala estaba oscura. Me senté al lado de Victoria y apoye mi cabeza en sus rodillas me empezó a acariciar el pelo, con increíble ternura, en poco tiempo me quedé dormido.
Todavía estamos juntos.
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