Amadeo Salvatierra.

Amadeo Salvatierra siempre fue poeta. De pequeño escribía versos en rima que le entregaba a las maestras en busca de Amor y aprobación, no porque no lo recibiera en casa o con sus amigos, dónde lo conseguía de sobra, sino porque necesitaba mucho de ambos, ya que su ambición era grande, su espíritu gigante y su alma insaciable. Amadeo Salvatierra, era un romántico incurable.
Salvatierra, en su infancia y hasta su adolescencia, sufrió ser un hombre que gustaba de mujeres. Con o sin razón pensaba que si fuera una mujer o un homosexual, sería más libre y pensaba en esta palabra: "frondoso". Libre y frondoso, y frondoso “no puede ser palabra de hombre en busca de tetas, frondoso es palabra de lesbiana, de maricón", pensaba el pobre Amadeo en los recreos mientras miraba los desarrollados senos de la rubia, las caderas turbulentas de la morena y sentía el frondoso aroma de la maestra. Así fue la infancia de Amadeo Salvatierra, dividida, por un lado su cuerpo de hombre y su seriedad de caballero, y por el otro la lágrima y el celo.
Después creció y viajó y la división se convirtió en una unidad fuerte que le permitió desarrollar una mirada nueva, y con ella escribió muchos poemas, y editó lindos volúmenes, y trabajó, y enseñó.
De toda la obra de Amadeo, dos particulares me intrigan y entusiasman.
El primero son dos anexos que se encuentran en su primera edición de poesías reunidas, ellos son "5 poemas místicos" y "La vida", ambos anexos constan de cinco poemas de una frase cada uno, que tenían que ser editados, según indicaciones precisas del autor, en una página cada uno, al comienzo de la página par del libro, osea que una hoja de papel por delante y por detrás sólo contenía ese poema.
Acá vemos en forma reducida dicha antología:

5 poemas místicos:

Espíritu gárrulo.
La voz de Dios.
La voluntad del silencio.
La fe.
El dolor.

La vida:

Mariposa en el espinillar.
El escándalo de los loros.
El frondoso mar que habita en la mirada.
La exuberancia de las frutas.
El sol brillando sobre las flores.

Jamás explicó dicha antología y quedó en los anales de la literatura en el rincón reservado a las licencias poéticas y los sin sentidos que les permitimos a los maestros.

El segundo elemento es una respuesta que dio en una entrevista. Le preguntaron a Salvatierra a propósito de su cuento "El tigre", por la soberbia calidad en su uso del color, y esto fue lo que contestó:

- Los colores son formas de luz, lo primero es hablar de la luz. Si es un día nublado, si es de noche, si hay fuego, si estás afuera o adentro. Primero dices día soleado, después pasto frondoso, cielo despejado, una flor amarilla y un cardenal, y él en la terraza de madera acaricia a su perro negro. Primero la luz, después el color.  

Amadeo Salvatierra siempre fue poeta, y su gran triunfo fue confiar en su mirada.

Buba.

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- Yeny sal de ahí un segundo. Yeny. Yeny, sal. Yeny te estoy llamando, sal un segundo.
- ¿Qué quieres?
- Te puedes quedar acá un rato por favor.
- No me molestes, ya estuve acá durante la comida, y ya hice los ejercicios, déjame estar adentro.
- Yeny, por favor, un rato más, quédate conmigo, charlemos un poco.
- Nos vemos adentro si quieres, déjame estar.
- Yeny, no entres.


Pero Yeny ya no oyó estas últimas palabras, estaba sentada a su lado, pero totalmente ausente, Yeny estaba conectada.
Buba se levanta y va hacia el refrigerador, está cada vez más gordo, cada vez hace más ejercicios, pero parece no importar, ya leyó y sabe que los resultados son lentos, y esto lo desbalancea, no está acostumbrado a resultados lentos, y no puede dejar de comer, saca un trozo de queso amarillo, agarra el pan de arriba del refrigerador y se sienta en la pequeña mesa circular viendo a Yeny.
El departamento es pequeño, un ambiente único que integra cocina y estar, y un baño. Está limpio. Buba mantiene una casa ordenada. Pica un trozo de queso, un trozo de pan y empieza a comer fuerte pero educado. Come para no estar en línea. Lo sabe. Desde hace un tiempo, no sabe bien cómo o por qué, siente rechazo por la conexión. Buba quiere estar afuera, pero ya no sabe estar sólo. Si tan sólo Yeny lo acompañará un poco más, pero es mucho pedir, él lo sabe, ya pasa bastante tiempo desconectada, y lo hace por él. Yeny es hermosa, esta hermosura le da inseguridad, y pedirle algo también.
Otro trozo de queso, otro trozo de pan.
Buba termina y limpia la mesa, se sienta en el sillón al lado de ella, cierra los ojos y espera un segundo, Yeny se levanta sin abrir los ojos, se baja los pantalones y se saca la camisa quedando completamente desnuda, Buba la ve y en seguida tiene una erección, ella mueve la pelvis hacia adelante y abre las piernas. Buba la ve y se masturba, acaba en unos segundos, cierra los ojos y Yeny vuelve a vestirse. Buba sabe que es una buena chica, se lava las manos, y se sienta de nuevo en la mesa. No sabe qué más hacer. Ayer arregló la tapita del cosito ese para guardar las galletas, hoy no hay nada roto.


- Qué sentido tiene, por qué no puedo estar conectado, cuál sería la diferencia, acá estoy hablando solo, conectado me escucharía.


Buba se queda pensando en la soledad. Después de un rato, decide salir.


- Caminar, sí, caminar.


Sale del edificio y se va camino al parque. Últimamente le gusta mucho el parque. Hay niños corriendo, amigos jugando a la pelota, personas con sus perros. Buba a veces piensa en comprar un perro, pero la responsabilidad lo paraliza, un par de veces hasta ha entrado a las tiendas de mascotas, los levanta, los huele, pregunta precios, ve los distintos tipos de comida, calcula dónde pondría el plato en su casa, dónde la cucha, una vez hizo lista de nombres, anotó siete posibles nombres, tres de macho y cuatro de hembra, pero después, nada. Le han dicho que los perros pueden vivir hasta quince años, y siempre piensa lo mismo, quince años es mucho tiempo, mucha responsabilidad, y se va a morir después, lo voy a cuidar quince años para que se me muera, esa idea lo entristece.
Se sienta en un banco.
El día está radiante, hace calor pero no es abrumador, la contaminación se ha despejado junto con las nubes y se puede ver el cielo. Piensa en Yeny, en lo hermosa que es Yeny, piensa en su cabello castaño, sus ojos verdes, su piel blanca, nunca comprendió por qué se había mudado con él, por qué lo amaba. Buba le pide una conexión al banco y la llama.


- ¿Yeny?
- Sí Buba. ¿Estás en el baño?
- No, salí, estoy en el parque, caminé hasta acá, el día está radiante, no quieres venir, quiero estar contigo acá, sentados, viendo a la gente y a los perros, los árboles, podemos alquilar unas paletas o un frisbee.
- No sé Buba, vamos a tardar mucho.
- No importa, ven, tenemos que aprovechar este día, tenemos que aprovechar el sol, adentro está todo igual y va a seguir estando, no va a cambiar, todo va a quedar ahí, todo ya está ahí, da lo mismo, el dato es el dato y va a seguir estando por siempre, pero esto no, esto está acá ahora y desaparece para siempre, ven.
- A veces hablas tan lindo.
- A veces quiero salir, eso es todo. Ven conmigo, disfrutemos del sol, yo quiero caminar un poco más, te busco, bajas y venimos caminando hasta acá.
- Bueno Buba.
- Gracias Yen, te llamo cuando esté abajo.
- Te espero.   

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...