La Tristeza.

No es fácil
ser honesto con
la tristeza;
es tabú,
es pornografía.
La tristeza es desnudez.
No es la rabia
que se esconde en la violencia,
o la melancolía
que corre tras el suspiro,
ni el dolor
que corre con la lágrima.
La tristeza no tiene escudo,
no tiene excusa,
no es una carencia,
no es una emoción,
dista mucho de revelar
un significado.
La tristeza es lo que queda cuando todas esas cosas se han caído.
Es si acaso una oportunidad,
un suspiro,
que muy lentamente
y
con un cariño sincero,
te recuerda tu humanidad.
Hay que ser honesto con la tristeza.
Pobre aquel que se ofende con la desnudez,
pobre aquel que mira para otro lado frente a las verdades del
cuerpo y de la mente,
que predica que no se muestre la piel,
los muslos,
los pezones,
que no se muestre
eso que puede causar vergüenza.
Aceptar la tristeza como los lunares,
las cicatrices,
la vejez.
Satisfecho y hasta feliz
de estar triste.
Honesto.

El Otro.

   
Héctor Baptista, borges, bolaño, literatura, filosofía, kabala, cortazar, cuento, literatura latinoamericana, autores jóvenes, blog literario, vuelta de campana, novela

     Estaban desnudos en la cama. Ella se había quedado dormida. Él, sin miedo a ofenderla, se salió del abrazo, se puso el jean sin ropa interior y se fue a la cocina. Se sirvió un vaso de agua y mientras se lo tomaba vio que quedaba medio cigarro de flores en el cenicero. Se sentó frente a la estufa y lo encendió. Era invierno, como a él le gustaba el calor quemaba leña. Todavía había un poco de fuego. No había sido tan largo, pero sí bueno, muy bueno e intenso, ninguno de los dos puso todo, pero tampoco guardaron nada, fue como siempre tendría que ser, descubrir al otro y a través del otro a uno mismo. Por un momento el trabajo ocupó su atención, pero enseguida recitó su mantra y logró desechar el pensamiento. Se terminó el cigarro. Empezó a pensar en la mujer acostada en la cama y enseguida repitió el mantra: los otros no existen.
     Una cosa es estar solo, y otra es estar en soledad con la compañía de los otros. El recuerdo y la memoria generan sentimientos, pero las proyecciones generan compañía. Se sentó un rato a ver el fuego. El silencio lo rompió ella desde la cama preguntando si estaba todo bien, él contestó que sí y nada más, ambos se dejaron. Aprovechó y fue hasta la nevera y sacó una lata de malta. Se volvió a sentar en la silla y esta vez se puso a pensar en el proyecto, pero antes sabía que tenía que pensar en ella. Se sabía movido, era una bella mujer con la que había estado, eran todas bellas, infinitas, desastrosas. Era cuestión de irlas conociendo, de saberlas, y después nada, el vacío. Se quedó viendo una mancha de humedad en la pared y se preguntó, ¿estoy deprimido?, y después se dijo lo que siempre se decía, la depresión es general, no soy yo, no es el otro. Que lindo hacer el amor, que lindo amar, que lindo dar y recibir, que lindo el orgasmo. Con ella había tardado, ella a él le había exigido un largo cortejo, y él sin saber bien por qué, había acepado. Ahora estaba en la cocina y pensaba: el otro es un mundo, y es como yo, y piensa lo mismo, así que es infinito e igual.
     Y el pensamiento de dos infinitos paralelos le dio una imagen, la imagen necesaria para pensar en el proyecto.

Mirada.

- Me juego todo por la mirada de esa Morena.
- No me cabe duda.
- Mira lo que es esa mujer, mira como ve.
- Es muy linda si, pero nada más.
- Hay que ser de piedra, por Dios, si es que te estruja la medula con la mirada. Ni siquiera es tan linda, es flaca, nada más, y tiene mucho maquillaje, pero mantiene esos ojos arriba, que cosa más linda. 
- Exagerado, hey, a dónde vas.
- A hablar con ella.
- Tranquilo hombre.
- La tranquilidad es para los muertos y yo todavía estoy vivo.
- Ah, te cagaron.
- Si, no importa espero a que dejen de comer, mejor, así la veo un poco más.
- Bueno, disimula un poco.
- Claro claro. Mira como come, esa mujer es una bestia en la cama.
- Si, come bien. Pidamos otro trago. Te pones como un animal.
- Soy un animal. Ya bastante me cuesta estar acá sentado, calmando las ganas con alcohol, me aguanto todo, los culos, las tetas, los rulos, lo que quieras, pero esa mirado es demasiado animal, aguanto lo que quieras y no me muevo, pero eso, eso es demasiado. Ver todo el tiempo el objeto de deseo y comportarse es una cosa, pero eso de la mirada es otro mundo, otra galaxia, otra profundidad, ahí no me controlan y soy libre.
- Venga. Tragos.
- Tragos.
- Te vuelves loco hombre. Así te pusiste con la que cocinaba raro y mira como te fue. En una fiesta, una vez la viste cocinar y eso fue todo.
- Esa mujer cocinaba que era un encanto, cero receta, totalmente instintivo, delineaba con dos o tres cosas y se mandaba.
- Si, si.
- Resolvía los problemas en el momento, el pollo medio duro, lo tostaba, y hacía una salsa rápido, el arroz se le estaba pasando, aceite de oliva fuego al máximo un segundo y adiós problemas, un poquito más acá, más fuerte, más suave, era una maravilla, nada la sorprendía, y encaraba todo, una caradura.
- Si, nunca un plato igual esa mujer.
- Una Artista.
- Una psicótica! y te fue muy mal! como te hizo llorar esas mujer, y ahora te vas con una mirada bonita, tal vez te llama la atención porque te quiere matar, te debe odiar y todavía no te conoce, y eso es lo que te calienta.
- Oye hombre, qué te pasa, cuál es la hostilidad.
- Nada. Bueno si, que ya se ve que no vamos nada al cine y si vamos ya sé de que vamos a hablar.
- De lo que siempre hablamos.
- Si, de qué más, de mujeres.
- Mira, que bocados, esta te deja seco.
- Dale, esa es tu linea de entrada.
- ¿Linea de entrada?¿Cuantas veces al día piensas que esa mujer dice que no?
- Tres, cuatro veces que tiene que decir literalmente que no, después unas tres o cuatro más que directamente ignora, todos los días.
- Y cuántos tipos debe tener a los que no les dice que no, pero tampoco que si, de esos que mantienen ahí.
- Debe manejar unos diez tipos.
- Por lo menos.
- Estamos muy en desventaja amigo
- Muy en desventaja ¿qué crees que haría falta para que diga que si?
- Nada. Esa mujer se viene limpiando hombres desde los trece años, olvídate, ya lo escuchó todo y lo vio todo, no tienes nada frente a ella, y si lo tuvieras no lo podrías mantener.
- No.
- Anda con la verdad y que ella elija.
- No hay otra, es esa, nada más, siempre eligen ellas igual.
- Pero no exageres esta vez, dosifícale la verdad, no le digas que te gusta como come.
- Pero tu mismo lo acabas de decir, por qué andarme con medias tintas, que vea lo que hay de una y listo.
- Mira, ella ya sabe.
- Si, esta sabe todo.
- Pues entregue, no tienes otra.
- Ninguna otra, voy y le muestro la pancita.
- No literalmente por favor.
- Me encantaría mostrarle la pancita.
- Lo sé.
- A que pide tremendo postre, y con eso ya sé que no se me escapa sin que por lo menos pueda decirle algo.
- A qué no.
- La próxima cerveza a que sí.
- Juego. Esa está a dieta. La amiga no está nada mal.
- Eso, vamos, levante que ayuda. La amiga es más linda todavía, es hermosa directamente.
- Soy un poco más lento ya sabes. Y si es muy linda.
- Es más linda.
- Si, es más linda.
- Claro, si esa Morenaza lo que tiene es una bazooka por mirada. La otra carga armamento pesado por todos lados. 
- Yo voy tranquilo.
- Lo sé, pero si la idea es conocerlas. Los dos estamos de viaje, yo voy con un poco más de entusiasmo eso es todo. 
- Si con la pancita al aire. ¿Te está mirando?
- Nos estamos mirando. 
- ¿Y mantiene? 
- Obvio que mantiene. Ojalá que no pase nada porque esta mujer me va a hacer sufrir. ¿Estás adentro?
- Estoy.
- Listo. Mira postre!
- Suerte.
- Esperemos que continúe.
- Adiós cine.
- Ojalá. Y sea lo que sea, un encanto haberme cruzado a esta mujer, ya con lo que me ha dado estoy satisfecho. 
- Una mirada, eso es todo, sales barato.
- Al contrario amigo, al contrario.  
- Es verdad. Terminamos esto y vamos. 
- No y que tranquilo, que terminen en paz, pidamos esa cerveza que me gané y vamos. 
- La amiga está buena. 
- Eso campeón, a sacar la pancita. 

Almas gemelas.

- ¿Existen las almas gemelas? - Si. - ¿Cómo se encuentran? - No se encuentran, se reconocen. - ¿Cómo se reconocen? - Cuando dejas de mi...